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Frontera sur
El teléfono de las valientes
España subcontrata también el sistema judicial marroquí para acosar a las ONG.
Cuando escribo estas líneas Helena estará prestando declaración en un juzgado de la ciudad de Tánger.
Se le acusa de formar parte de las mafias que se lucran del tráfico de personas en el estrecho de Gibraltar, en tránsito hacia la Europa de los valores. La misma que no tiene valor para juzgarla y subcontrata (también) el sistema judicial marroquí para que le haga el trabajo sucio.
Probablemente no la condenen, probablemente sea sólo un aviso para los navegantes de una manga de agua que parece ensancharse cada día, ser más profunda y negra, para evitar que el hambre toque a la puerta de nuestras casas. Llamar a Salvamento Marítimo y denunciar el naufragio de una patera se ha convertido, en esta Europa fuera de la cual parece que no hubiera vida, un delito. Cada día me llegan sus tuits y sus denuncias, hoy son ocho, mañana veinte, quizás varias decenas la próxima semana, mujeres, niños, heridos.
Si caen en las Islas Chafarinas y denuncia que el destacamento del ejército no hace lo mínimamente exigible en materia humanitaria, en minutos la conversación pasa de las frágiles chalupas a los piolines acorazados, y todo el mundo deja de percibir el rumor de los dientes tiritando y los espasmos que provoca el agua del mar en el mes de diciembre en contacto con la piel de cualquier ser humano.
Entiendo que incluso la lluvia fina que causan sus tweets sea una tormenta ensordecedora para algunos, y que quieran que escampe lo más rápido posible. Pero es imprescindible que Helena y tanta gente valiente como ella continúe haciendo ver el verdadero rostro de nuestra política exterior. La misma que prefiere arrodillarse ante la OTAN (y los fabricantes de armas) y ya prometió un aumento del 80% del presupuesto militar, pero no tiene para mantas en las Chafarinas, o no le ocasiona la menor incomodidad que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condene las devoluciones en caliente que practica en la frontera Sur.
Quizás la condenen, quizá sí. Se pondrán un paraguas encima y parecerá que ha dejado de llover. Entonces pasará que otros continuaremos llamando a Salvamento Marítimo, es imposible ponerle puertas al mar y evitar que tanta gente quiera salvarse de tanta miseria. Entre el miedo y la muerte, elegimos cruzar el mar y salvarnos, los que vienen de África y los que ya estamos en Europa.
Buena suerte, Helena.
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Gracias Miguel por poner el foco y dar luz a lugares donde solo interesa que haya oscuridad. Gracias a Él Salto por albergar en vuestras páginas a gente como Miguel