Feminismos
Feminismo de datos: combatir la desigualdad en la tecnología y la sociedad

El feminismo de datos plantea una crítica interseccional a la forma en que la ciencia de datos refuerza el poder y una reflexión filosófica acerca de la supuesta “neutralidad” del conocimiento que produce.
knowme
James Veysey / Shutterstock
Filósofo especializado en género y tecnología
7 abr 2021 10:11

En los últimos meses han proliferado las controversias en torno a Google tras el despido de dos de sus especialistas en ética para la Inteligencia Artificial. ¿El motivo? Posicionarse públicamente contra algunas de las políticas de la empresa. En realidad se trata de una polémica que comenzó cuando, en 2019, se decidió desmantelar el comité encargado de abordar estas cuestiones tan solo una semana después de su formación. El caso de Google se suma a una larga lista de intentos por parte de las grandes corporaciones tecnológicas de crear consejos encargados de regular el tratamiento de datos personales y de velar por la transparencia y las buenas prácticas en un momento de descrédito general, propiciado por escándalos como el de Cambridge Analytica en Facebook o la venta de Rekognition (un sistema de reconocimiento facial desarrollado por Amazon) al servicio estadounidense de inmigración y aduanas, que provocaron varias protestas entre los propios empleados.

La recolección, uso y venta de datos resulta tremendamente lucrativa para empresas privadas que obtienen sus beneficios de la publicidad dirigida, las recomendaciones personalizadas o el análisis predictivo. Por ello, redes sociales como Facebook y Twitter se dedican a comerciar con la información de sus usuarios aprovechándose de unas condiciones de uso abusivas y engañosas. Y no solo esto, sino que los sistemas automáticos alimentados con estos datos han revelado tener sesgos marcadamente sexistas, racistas y clasistas: el traductor de Google reproduce estereotipos al traducir idiomas que usan género neutro; el algoritmo de selección de personal de Amazon penaliza los currículums que contienen la palabra “mujer”; buscar nombres afroamericanos aumenta las probabilidades de recibir anuncios de registros de arrestos u ofertas de tarjetas de crédito de alto interés… 

Tales ejemplos han motivado la creación de comités y códigos éticos con los que las corporaciones tecnológicas pretenden mostrar su rechazo hacia cualquier forma de discriminación. Podría parecer que esto responde a una preocupación loable por los efectos negativos de determinadas tecnologías, especialmente cuando se desarrollan con fines políticos o militares. En realidad, responde a una estrategia conocida como ethics-washing —o, expuesto llanamente, “lavado de cara”:

Las empresas privadas evitan la regulación usando la ética como la opción blanda frente a los marcos legales o la supervisión externa.

De ahí que expertos como Ben Wagner señalen la necesidad de disponer de criterios comunes que permitan evaluar la calidad de los compromisos adquiridos por parte de las corporaciones y evitar que sean arbitrarios e ineficaces a la hora de abordar estas cuestiones. Quizás habría que desplazar el debate de la esfera de la ética a la de la política, al tratarse de problemas estructurales que, en última instancia, tienen que ver con el poder en nuestras sociedades.

En esta línea han aparecido propuestas como el feminismo de datos. En palabras de Catherine D’Ignazio y Lauren Klein, autoras de Data Feminism:

El punto de partida del feminismo de los datos es algo que no se reconoce en la ciencia de los datos: el poder no está distribuido equitativamente en el mundo. Los que ejercen el poder son desproporcionadamente hombres de élite, heterosexuales, blancos, sanos y cisgénero del Norte Global. El trabajo del feminismo de datos consiste, en primer lugar, en entender el modo en que las prácticas estándar de la ciencia de datos refuerzan estas desigualdades existentes y, en segundo lugar, en utilizar la ciencia de datos para desafiar y cambiar la distribución del poder.

Tanto el debate en torno a los sesgos como la aproximación “ética” sitúan el origen del problema en los programadores o en los propios sistemas técnicos, pero la verdadera causa es la opresión sistémica que los genera.

Sin duda, los sesgos son un problema y reflejan la escasa diversidad que afecta a la ciencia de datos y a toda la industria tecnológica: las mujeres y otros grupos minorizados tienen menos acceso a estos ámbitos por motivos que van desde los estereotipos que dictan a qué trabajos se puede aspirar hasta prejuicios en la contratación. Que la mayoría de personas trabajando en ciencia de datos sean “hombres de élite, heterosexuales, blancos, sanos y cisgénero del Norte Global” hace que los sistemas que diseñan no tomen en consideración los efectos nocivos y discriminatorios de dichos sistemas, ya que sus autores no los experimentan en primera persona por su propia posición de privilegio. 

Ahora bien, el problema ya no es solo que los datos con los que se entrenan estos sistemas estén sesgados o no sean representativos: puede ocurrir que, por su carácter no lucrativo, estos nunca se recopilen. De ahí que hayan surgido iniciativas como Datos contra el ruido, un proyecto impulsado por DigitalFems que utiliza el big data para visibilizar las violencias machistas. En ella colaboran expertas de distintos ámbitos con el fin de recopilar “contradatos” para mostrar el alcance de un problema sobre el que escasea la información, muchas veces a causa de una negligencia institucional: a pesar de que esos datos existen en los juzgados y en las comisarías de policía, no se les da uso, visibilidad ni prioridad en la agenda política. De hecho, existen más datos sobre las multas de tráfico que sobre los casos de violencia sexual, y antes de este proyecto no existía ninguna fuente fiable, organizada y estructurada con respecto a este problema.

Es imprescindible crear bases de datos con perspectiva de género a partir de las cuales se puedan exigir responsabilidades, reclamar historias olvidadas y construir lazos de solidaridad, apoyo y acción colectiva.

También puede ocurrir que se recopilen datos en exceso, como ocurre cuando se trata de vigilar a determinados grupos sociales como las comunidades migrantes y racializadas o  grupos sociales empobrecidos, según señalan Safiya Umoja Noble en Algorithms of Oppression y Victoria Eubanks en Automating Inequality. Esto plantea cuestiones interesantes sobre la creencia, tan extendida como errónea, según la cual la exposición es siempre deseable y “lo que no se cuenta no existe”: si bien la recolección de datos puede ayudar a visibilizar ciertas opresiones y recabar información sobre fenómenos que, de otra forma, no serían objeto de debate público, en ocasiones esta visibilidad puede tener efectos perjudiciales que se traducen en un control excesivo o directamente en violencia (por ejemplo, al revelar la condición serológica de personas con VIH). Paradójicamente, a veces lo mejor es permanecer oculto e invisible.

Más allá de estos asuntos, el feminismo de datos también plantea una reflexión (más filosófica, si se quiere, pero igualmente ligada a la cuestión del poder) acerca del modo en que la ciencia de datos produce conocimiento sobre personas, lugares o cosas; un conocimiento pretendidamente objetivo y neutral que, sin embargo, es siempre parcial y situado, como nos enseñaron las epistemologías feministas de Sandra Harding o Donna Haraway. En primer lugar, porque los datos nunca son desencarnados y deshumanizados sino que tienen siempre una dimensión corpórea y vital. De hecho, podrían entenderse como un segundo cuerpo a partir del cual se estructura nuestra experiencia y nuestra vida afectiva, accedemos al mundo y nos relacionamos con los demás, tal y como sugiere la filósofa Alejandra López Gabrielidis. Y, en segundo lugar, porque cuando se produce conocimiento siempre se hace desde un punto de vista o un posicionamiento determinado; cuando éste se presenta como neutral, en realidad significa que ha adoptado el punto de vista hegemónico o dominante. Esto significa empezar a tomar en consideración la importancia del contexto, entendiendo que los números no hablan por sí solos: los datos no están desligados del entorno en el que se produjeron. Este contexto está formado tanto por las personas como por las prácticas, tecnologías, instituciones, objetos materiales y relaciones que hacen posible su recolección, almacenamiento y análisis. 

Por ello, el feminismo de datos remarca la importancia de adoptar el pluralismo epistemológico en la ciencia de datos, incluyendo una multiplicidad de perspectivas y voces en todas las etapas del proceso (desde la recopilación hasta la limpieza, el análisis y la comunicación), sin que esto implique caer en el relativismo o en una postura anticientífica. Al contrario, cuando se ponen en común distintos puntos de vista se consigue una comprensión más rica y sólida del mundo, frente a la arrogancia de quienes pretenden universalizar su posición particular. Esta es la postura de lo que llaman “Big Dick Data”: los proyectos de big data que ignoran el contexto, fetichizan el tamaño y sobreestiman sus capacidades técnicas y científicas. En definitiva, lo importante no es quién tiene la base de datos más grande.

A modo de conclusión, es importante señalar que la ciencia de datos es parte del problema pero también puede ser parte de la solución.

Al fin y al cabo, la asimetría de la que adolece actualmente no es más que un reflejo de la distribución desigual de poder que puede encontrarse en cualquier esfera social. De ahí que el feminismo de datos trate principalmente del poder —quién lo tiene y quién no— con el objetivo de examinarlo para, en última instancia, redistribuirlo. Algunas de las formas que propone para este fin son la recolección de “contradatos”, la auditoría de algoritmos opacos, la rendición de cuentas por parte de las empresas e instituciones públicas y el aprendizaje mutuo con comunidades a las que se pretende dotar de mayor autonomía tecnopolítica. Son muchas las alternativas y mucho el camino por recorrer. Por cerrar citando a D’Ignazio y Klein, “la opresión es el problema, la equidad es el camino y la coliberación es la meta”. 

Una versión preliminar y mucho más amplia de este texto fue debatida en la primera sesión del Vector de Conceptualización Sociotécnica, celebrada en el Canòdrom (Ateneo de innovación digital y democrática) con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona. Incluyó una exposición a cargo de Toni Navarro y una conversación con Digital Fems, disponible aquí

Archivado en: Feminismos
Sobre este blog
Atenea cyborg es un espacio de Tecnopolitica.net (red asociada al IN3 de la UOC) dedicado a explorar los conflictos y las contradicciones de nuestro tiempo, un tiempo marcado por la tecnopolítica y la tecnociencia. Es un lugar desde el que destejer la urdimbre de la ciencia, la tecnología y la sociedad contemporáneas para imaginar otros mundos y vidas posibles. Por un giro retrofuturista, aquí la vieja Atenea no es ya diosa sino cyborg y no es una sino muchas; ya no está sola, pero sigue en pie de guerra.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Entrevista La Poderío
Entrevista La Poderío “Desde fuera se romantiza la maternidad, y aunque es bonita, siempre hay millones de dudas”
Escuchar a Rita Payés (Vilassar de Mar, 1999) es verdad, belleza, elegancia y emoción; un culto a la música que trasciende a la herencia o a la tradición. La música de Rita es disfrute y amor sincero hacia el cuarto arte. Un regalo.
El Salto Radio
El Salto Radio ¡Viva el mal!
Proyecto UNA, presentan “La viralidad del mal. Quién ha roto internet, a quién beneficia y cómo vamos a arreglarlo” en Señales de Humo.
Música
Madame Birrots “Emakumeok ez dugu izan beharrik super onak musika sortzeko"
Baztango taldea emakumez bakarrik eta euskaraz osatuta dago, eta gizonek ez dituzten agertokietan eskakizun bat dagoela dio. Landa eremutik eta ikuspegi feministatik mintzo dira.
#86889
9/4/2021 15:59

No hay feminismo que incluya al poder como a uno de los suyos.

El marxismo sólo es una trampa para la ultra-derecha. No se puede tomar como ideología de izquierdas.

Marx no era marxista. Le encargaron un trabajo, y, él, lo cumplió.

Marx hizo un trabajo antifascista; para destruir el fascismo.

El "Manifiesto comunista" sólo es una trampa para fascistas. No es antifascismo.

No se puede concluir que una batalla entre todo el mundo se pueda considerar antifascista.

El antifascismo es respeto y paz. No luchas de poder y derrota a los ultramarginados.

No hay "lumpen", hay problemas sociales. Y todo el mundo se merece el mismo respeto por muy enemigo que sea.

Ese es el dicho antifascista.

Men Club Mäî Clë.

0
0
Sobre este blog
Atenea cyborg es un espacio de Tecnopolitica.net (red asociada al IN3 de la UOC) dedicado a explorar los conflictos y las contradicciones de nuestro tiempo, un tiempo marcado por la tecnopolítica y la tecnociencia. Es un lugar desde el que destejer la urdimbre de la ciencia, la tecnología y la sociedad contemporáneas para imaginar otros mundos y vidas posibles. Por un giro retrofuturista, aquí la vieja Atenea no es ya diosa sino cyborg y no es una sino muchas; ya no está sola, pero sigue en pie de guerra.
Ver todas las entradas
Siria
Oriente Próximo Israel impone hechos consumados sobre Siria para condicionar la transición según sus intereses
“Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hasta Damasco”, dijo este octubre el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, uno de los exponentes ultras del Ejecutivo.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Un tercio de los asesinatos de periodistas en 2024 fueron obra del ejército de Israel
Reporteros Sin Fronteras documenta la muerte de 18 periodistas en Palestina y Líbano este año “asesinados deliberadamente por hacer su trabajo” y habla de una “masacre sin precedentes” de profesionales del periodismo.
Galicia
Galicia Activistas de Greenpeace instalan ‘una celulosa’ en la sede de la Xunta en protesta contra Altri
Los ecologistas han realizado una acción en la sede del Gobierno gallego de Alfonso Rueda para animar a gallegos y gallegas a asistir a la manifestación de este domingo en la Praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.
Fronteras
Túnez Túnez endurece la represión contra las ONG de ayuda a las personas migrantes
Mientras el presidente Kaïs Saied se prodiga en discursos racistas, el estado persigue a las entidades solidarias con quienes llegan al país, bajo el silencio cómplice de la Unión Europea.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Opinión
Opinión Lo raro es estar viva
¿De qué sirve agobiarse por ciertas pequeñeces si somos un punto mínimo, una huella desdibujada, un puntito sobre un folio en blanco con un boli bic que casi no pinta?

Últimas

Ibex 35
Ibex 35 Las retribuciones de los grandes empresarios multiplican por 118 lo que ganan sus trabajadores
Los directores y ejecutivos de Inditex, Banco Santander, Iberdrola, Indra, CIE Automotive y otras empresas del Ibex 35 multiplican por cientos de veces los sueldos medios de sus empleados.
Personas sin hogar
Personas sin hogar El Ayuntamiento de Granada, APDHA y ‘La Calle Mata’ acuerdan un Plan de urgencia para las personas sin hogar
Después del encierro de decenas de activistas en el consistorio y la muerte de dos personas sin hogar en la calle en menos de 24 horas, el Ayuntamiento y las organizaciones civiles acuerdan un Plan de Urgencia para el frío de aplicación inmediata
Memoria histórica
Memoria histórica La parte oculta de las exhumaciones: la recuperación paso a paso del Fossar d’Alzira
Una exhumación va más allá de desenterrar huesos. Se necesita un equipo de expertos y meses de trabajo para identificar las víctimas del franquismo.
Más noticias
Catalunya
Derecho a la vivienda La “revuelta de las llaves” echa a andar con tres huelgas de alquileres en Catalunya
Tres promociones de vivienda deciden ir a la huelga de inquilinos, una de las medidas defendidas por las manifestaciones del 13 de octubre y el 23 de noviembre en Madrid y Barcelona para hacer frente a los alquileres impagables.
Inteligencia artificial
Inteligencia artificial Los creadores rechazan las licencias ampliadas para el uso de sus obras en la IA: “Es un genocidio cultural”
El Real Decreto para regular la concesión de licencias colectivas ampliadas para la explotación masiva de obras protegidas por derechos de propiedad intelectual para el desarrollo de modelos de Inteligencia Artificial recibe un rechazo generalizado.

Recomendadas

Galicia
Economía ¿Quién lidera el negocio del eucalipto en Galicia al que Altri quiere sumarse?
El estallido social que ha producido el intento de la multinacional Altri y la Xunta de instalar una nueva celulosa en Galicia abre la necesidad de poner el foco en el sector forestal, donde se encuentran algunas de las mayores fortunas del Estado.
Siria
Rojava El rompecabezas sirio que estalló en Alepo
El nuevo escenario sirio se ha gestado bajo la intervención implacable de Turquía, patrocinadora del Ejercito Nacional Sirio y otros grupos yihadistas que libran la guerra de Erdogan contra el pueblo kurdo.
Cine
Ramón Lluis Bande “Asturies tiene sin construir el relato de su tiempo revolucionario”
El cineasta Ramón Lluis Bande entiende la memoria histórica como un “camino de exploración formal infinito” y de reflexión sobre el propio lenguaje cinematográfico “en relación con la realidad, la historia, el arte y la política”.
Fondos buitre
Madrid Ecosol, la cooperativa agroecológica que lucha por sobrevivir al desalojo del fondo buitre Élix Rent
Este gigante inmobiliario, que ya ha logrado hacerse con la práctica totalidad del edificio que alberga el proyecto, se niega a renovar su contrato de alquiler ya que busca rehabilitar el inmueble y alquilarlo a precios desorbitados.