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Agrotóxicos
Pesticidas en nuestras ensaladas
El informe “Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores” de Ecologistas en Acción alerta sobre presencia de disruptores endocrinos entre los pesticidas presentes en nuestros alimentos.
Retengan, por favor, este dato: en 2017, según los datos publicados por Eurostat, el Estado español era ya el mayor consumidor de plaguicidas de Europa, con un total de 71.987 toneladas comercializadas.
Es probable que volvamos a ocupar este primer puesto cuando Eurostat publique un nuevo informe este otoño y nos revalide en este negro liderazgo.
Las miles de toneladas de plaguicidas que se fumigan cada año sobre cosechas, espacios públicos, jardines o arcenes, exponen a agricultoras y agricultores, sus familias y ciudadanía en general a sustancias tóxicas que contaminan el suelo, el agua, el aire, la flora y la fauna silvestre.
Pero además, residuos invisibles de estos pesticidas quedan en los alimentos, llegando directamente a los consumidores. Muchos de ellos afectan a nuestro sistema endocrino, que mediante producción de distintas hormonas controlan y coordinan diversas actividades en todo el organismo, pudiendo ocasionar enfermedades de muy diversa índole y gravedad. Por ello se habla de contaminante hormonal o disruptor endocrino (EDC, por sus siglas en inglés) para referirnos a un conjunto diverso y heterogéneo de compuestos químicos exógenos, capaces de alterar la síntesis, liberación, transporte, metabolismo, enlace, acción o eliminación de las hormonas naturales del organismo.
En relación a ello, este es el tercer año que Ecologistas en Acción publica el informe ‘Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores’ con el objetivo de visibilizar la exposición de la población española a pesticidas a través de los alimentos, centrándose en los plaguicidas contaminantes hormonales y analizando los últimos datos oficiales disponibles sobre su presencia en alimentos correspondientes al año 2018.Una legislación muy laxa
Hasta abril de 2018 la Unión Europea no había establecido los criterios científicos para identificar legalmente a un plaguicida como disruptor endocrino, lo cual ha provocado que la prohibición de uso de este tipo de productos se haya aplicado de forma muy liviana. A esto se le suman varios factores que inciden en la débil regulación del empleo de estas sustancias. El principal es el poder de los lobbies de la industria química y de los pesticidas.Esta regulación, aprobada en 2018, establece un nivel de prueba tan elevado para identificar una sustancia como disruptora endocrina, que muy pocas sustancias van a ser prohibidas. El principio de precaución no se tiene en cuenta, y solo seis plaguicidas han sido identificados como tales. Pese a ello, cuatro de ellos siguen estando autorizados.
Regula, además, la cantidad máxima permitida de residuos de cada plaguicida en alimentos y piensos, que vigilan las autoridades sanitarias. Sin embargo, según este informe de Ecologistas en Acción, los límites legales de residuos, por haberse establecido con criterios poco restrictivos, no protegen la salud de la población frente a los plaguicidas con capacidad de alterar el sistema hormonal. Y muy posiblemente tampoco protegen a la población de los riesgos para la salud de los plaguicidas con otras características tóxicas.
Presencia de contaminantes hormonales en nuestros alimentos
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha publicado los datos disponibles del Programa de residuos de pesticidas en alimentos en España correspondientes al año 2018.
Se analizó la presencia en alimentos de 700 plaguicidas, incluyendo sustancias cuyo uso está autorizado, y también un elevado número de plaguicidas no autorizados (como DDT, lindano o endosulfán). No obstante, no todas estas sustancias fueron analizadas en todas las muestras.
Los resultados del análisis muestran que el porcentaje de incumplimiento de España, es decir, de muestras con residuos por encima de los límites máximos de residuos (LMR), fue en 2018 de 2,1%, un porcentaje superior al 1,8% de 2017. Los datos de la UE fueron sensiblemente más altos, con un incumplimiento del 4,1% en 2017 y del 4,5% en 2018.
Pero atención a esto: en el 34 % de las muestras de alimentos analizadas se han encontrado residuos de plaguicidas. Este porcentaje aumenta nada menos que hasta el 41,69% en el caso de las frutas y verduras.
Por lo tanto, lo importante y sustantivo de los resultados es que nos muestran que la población española está expuesta a un elevado número de plaguicidas a través de la alimentación.
Los alimentos más contaminados con plaguicidas disruptores endocrinos
Los alimentos españoles contienen al menos 36 pesticidas con capacidad de alterar el sistema hormonal según el criterio de PAN Europe, o 72 pesticidas EDC si tenemos en cuenta el criterio del documento de trabajo de la Comisión Europea. Si incluimos, además, dos de las sustancias prohibidas detectadas (DDT y endosulfán), las cifras ascienden a 38 y 74 respectivamente.
Además, los programas de control de residuos de plaguicidas en alimentos no analizan todas las sustancias en uso y, para reducir costes, solo se analizan un número limitado de plaguicidas en cada alimento. Por ello es posible que algunos alimentos contengan más residuos de diferentes plaguicidas que los que muestran los datos.
Las frutas y verduras son el grupo donde se han detectado el mayor número de residuos de plaguicidas (118 sustancias diferentes), según los criterios de PAN Europe, 37 de los mismos son disruptores endocrinos. Se han detectado en total residuos de 37 plaguicidas EDC, 13 de los cuales se tratan de sustancias no autorizadas en la Unión Europea. Por tanto, aproximadamente un tercio de los plaguicidas detectados en frutas y verduras son disruptores endocrinos.
Propuestas para reducir la exposición a plaguicidas a través de la alimentación
Vas a la sección de frutas y verduras de un supermercado de tu localidad y lo encuentras todo tan reluciente, perfecto, bien colocadito en sus cajas o empaquetado en plástico. En lo último que piensas es en lo que hay detrás de tanta falsa perfección. Y eso que nos va la salud en ello. Basta comprobar este cuadro y otros del informe, y ver el número de pesticidas al que están expuestos los alimentos más usuales que llenan nuestra cesta de la compra diaria para asustarnos de verdad.
Pero, ¿podemos hacer algo? En el informe se formulan estas propuestas, en las que podemos implicarnos.
- Exigir a las administraciones públicas que apliquen la normativa y prohiban cuanto antes los plaguicidas con capacidad de alterar el sistema endocrino, tal como establece el Reglamento 1107/2009 de plaguicidas. El retraso de la Unión Europea no debe impedir al Gobierno español tomar medidas de prohibición de la comercialización y uso en España de determinados plaguicidas. Esto ya lo han hecho otros países como Alemania.
- Colaborar con la transformación del insostenible sistema agrario industrializado a un sistema agroecológico sostenible y socialmente justo. Lo hacemos cuando compramos productos de temporada y cercanía en el pequeño comercio (tiendas y fruterías), y pedimos allí productos sin pesticidas.
- Exigir medidas que faciliten la producción, distribución y acceso a productos libres de pesticidas y de origen agroecológico. La agroecología plantea formas de manejo basadas a la vez en modernos conocimientos científicos y en los aspectos positivos que nos aporta el conocimiento tradicional campesino. La agroecología procura la reducción al máximo del uso de productos externos a la finca y la sustitución de los pesticidas por un manejo adecuado y preparados naturales, realizados a partir de las plantas locales. Este es el auténtico camino de la salud y la sostenibilidad.
Además, podemos consumir fruta y verdura a diario, elegir alimentos sin plaguicidas, locales y de temporada; elegir los alimentos con menos plaguicidas, y si son de agroecología, mucho mejor; lavar y pelar la fruta y la verdura que no sea de agroecología; alimentar a los bebés con estos productos naturales sin plaguicidas. Si esto no es posible, parecerá mentira, pero es preferible no utilizar frutas y verduras provenientes de la agricultura industrial y optar por productos infantiles procesados.
En definitiva: tenemos que apostar todas y todos por productos de agroecología que son los que nos garantizan que no hay pesticidas de síntesis química en lo que llega a nuestras ensaladas o guisos.