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Antiespecismo
Combatiente contra el Daesh, libertador de animales, insumiso, antifascista
Un año después de la muerte de Fernán.
El 1 de noviembre se celebra el día mundial del veganismo. Para quienes le conocimos se cumple también el primer aniversario de la muerte de una de las primeras personas en abrazar el antiespecismo en Aragón: Fernando Sánchez Grassa, Nano, Nanuk, Ciya, o como se le llamaba en el movimiento por la liberación animal, Fernán.Su muerte en el descenso del Himlung (Himalaya) fue un duro golpe en el mundo de la montaña y en numerosos movimientos sociales. Pese a que los medios de comunicación turcos celebraban sin reparo la muerte de quien consideraban un terrorista y compartían una fotografía de Fernán portando un AK-47 junto a otros milicianos de las YPG que habían viajado a Siria a combatir el Daesh, Fernán era una de las personas menos violentas que podías conocer. Legitimaba el uso de la violencia para luchar contra la opresión, pero su actitud y su voz suave eran las opuestas a las de un machito agresivo. Él siempre decía que ser revolucionario era ser buena persona.
Se habla mucho de él por su pasión por la montaña, los picos que subió en diferentes partes del mundo y las paredes que escaló. Se le recuerda también por su lucha vecinal en el barrio de Torrero, su implicación en el antifascismo, anticapitalismo, apoyo al feminismo, insumisión y otras muchas causas. Pero su discreción ha hecho que se pase por alto su aportación al movimiento antiespecista.
Aunque se declaraba ecologista, apoyaba sin reparo las liberaciones de visones y tuvo relación con algunas de ellas. A principios de 2002 buscó con un grupo de activistas la granja de visones de Viver, pero tras muchas horas de búsqueda sin éxito pensaron que la información que tenían era errónea y que esa granja no existía. Unos años después, en 2007, los más de 20.000 visones que había ahí fueron liberados. Él se encontraba viviendo lejos (seguramente en Alemania) y no pudo participar. Pero sí que formó parte de la liberación de 1000 visones realizada el 9 de agosto de 2002 en Gondomar. Hubiesen sido muchos más si el granjero no hubiese interrumpido la acción.
En julio de ese mismo año viajó a Salamanca para cortar el vallado de una granja de perdices en Nava de Béjar y dejar volar libres a cientos de perdices que iban a ser destinadas a satisfacer la afición de la caza.
La noche del 14 al 15 de enero de 2003 Fernán entraba cargado con garrafas de gasoil junto a otros dos activistas a una granja de visones en Lubia (Soria). Las instalaciones estaban vacías y después de los incendios de aquella noche no volvieron a albergar visones nunca más. Esta acción fue dedicada a la lucha Palestina. Se daba la coincidencia de que tres palestinos que habían resistido en la basílica de Belén los ataques del ejército de ocupación Israelí, habían sido extraditados al Estado español y permanecían confinados en Lubia. En el comunicado del FLA se aprovechó para recordar la resistencia del pueblo palestino.
Sus últimos años los pasó en Aragües del puerto, un pequeño poblado del Pirineo bajo el pico Bisaurín. Ahí trabajaba como guía de montaña. A pesar del aparente aislamiento del valle del río Osía, siempre estuvo para ayudar en otras causas. Antes de coger el avión con destino a Nepal, a finales de octubre de 2019, pasó unos días en Barcelona. Por el día se reunía con los editores del libro en el que trabajó durante años y que acaba de ser publicado: “Viviendo la revolución del 36. Clara y Pavel Thalmann en la revolución libertaria”. Las noches las pasó formando parte de los disturbios contra la sentencia a los presos políticos catalanes.
En grandes ciudades de costa o en pequeños pueblos de montaña la vida de Fernán estuvo marcada por sus ideas políticas, y el antiespecismo era una de ellas. En Aragües los cazadores, que sabían que él pasaba la mayor parte del tiempo en la montaña, le preguntaban si había visto sarrios, corzos o jabalíes y él siempre daba información errónea. Fue el único guía de montaña que cuestionó públicamente las prácticas de Trekking mule, una empresa de guías de montaña que utiliza a mulas para cargar las mochilas de sus clientes. En 2018 rescató dos perros encerrados en cheniles que dormían sobre un suelo de excrementos, se alimentaban de restos de comida en mal estado y soportaban las temperaturas extremas del Pirineo. Ese mismo año colaboró con la Protectora de Jaca para denunciar otro caso de maltrato de perros.
Poco más de un mes antes de su muerte, Fernán se encontraba molesto por la mentalidad y actuaciones de un joven que había venido de Madrid a vivir al pueblo para dedicarse a la explotación de cabras. En septiembre el pastor organizó unas jornadas a las que llamó “Encuentro de jóvenes pastores en resistencia”. Una de las actividades que preparó era un concurso de lanzamiento de piedras con onda. Cuando acabó la feria, dejaron las piedras que habían utilizado en un montón. Fernan, que en el pastoreo no veía resistencia, sino opresión, recogió algunas piedras y escribió mensajes en ellas: “Gracias por cuidar de las montañas”, “Gracias por preocuparte de las personas mayores”, “Gracias por cuidar de los animales”... y las dejó en las puertas de las casas correspondientes. Ese era Fernán, una persona que transformaba lo negativo en algo positivo.
Hace unas semanas un pequeño grupo de personas rescató a un perro en una granja de vacas en el Pirineo aragonés. Llevaba años encadenado. Ahora quiere recuperar el tiempo perdido. Juega con otros perros, es alegre y cuando coge confianza, cariñoso. Ahora se llama Fer.
Fernán hacía las cosas por convicción, no por reconocimiento. Por eso personas cercanas a él quizá piensen que este artículo no es necesario. Pero creemos que Fernán puede aportar a la lucha incluso después de su muerte. Tenemos mucho que aprender de su visión transversal de la revolución y, sobre todo, del compromiso revolucionario que siempre mostró. Nos gustaría acabar parafraseando unas palabras que escribió en el citado libro:
“Esperamos que este artículo no sea más que el germen del que broten muchas más memorias y corazones. (...) Os pasamos esta arma, cogedla”.