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Coronavirus
Boris Johnson es ingresado en la UCI y el Coronavirus se acerca a su punto álgido en el Reino Unido
Los expertos piensan que, en apenas una semana, el número de fallecidos podría ascender hasta 20.000 en el país británico. Aun así, durante el pasado fin de semana se descartó la implementación de un confinamiento más estricto.
Al término del lunes 6 de abril, la cifra de infectados por el Coronavirus en el Reino Unido era de 51.608 y la de fallecidos de 5.373. Cuando comenzó el confinamiento el pasado 23 de marzo, 6.650 personas habían dado positivo, y el número de víctimas mortales era de 335. En apenas dos semanas, los números han aumentado de manera alarmante, al igual que ha sucedido en países como Estados Unidos, Italia o España, que son los más afectados por la pandemia.
El pasado fin de semana, Neil Ferguson, uno de los epidemiólogos más importantes del país, declaró que el punto álgido en el Reino Unido se alcanzará “entre 7 y 10 días”, añadiendo que el número de fallecidos en el país podría ascender hasta 20.000. De manera similar, el director médico nacional del NHS, Stephen Powis, ha advertido de que la tasa de mortalidad podría seguir aumentando “durante 1 o 2 semanas más”.
Por otra parte, no se ha descartado que el confinamiento se extienda hasta principios de junio, y Jenny Harries, subdirectora médica, va más allá al explicar que el país tardará al menos seis meses en volver a la normalidad. Ella es partidaria de revisar las medidas de confinamiento cada dos o tres semanas. Incluso se ha pensado en utilizar la aplicación del NHS para alertar a los usuarios que han estado en contacto con personas infectadas por el covid19. Sin embargo, esta opción ha generado rechazo, ya que se requeriría que alrededor de 40 millones de personas se registrasen y compartiesen información privada.
Jenny Harries, subdirectora médica, cree que el país tardará al menos seis meses en volver a la normalidad
También se planteó la idea de implantar un confinamiento más estricto, en el cual se prohibiese la posibilidad de salir a hacer ejercicio. Esto surgió debido a la cantidad de personas que, durante el pasado fin de semana, aprovecharon las altas temperaturas para ir a los parques a tomar el sol, especialmente en Londres. Unas 3.000 personas fueron el sábado a pasar el día a Brockwell Park, situado en el condado de Lambeth, y que fue cerrado el domingo para evitar más aglomeraciones.
Situación similar sucedió en Primrose Hill, un parque del condado de Camden, donde cientos de personas decidieron ir a disfrutar del caluroso sábado, e incluso la policía tuvo dificultades para convencerles de que abandonasen el lugar. Todo ello llevó a Matt Hancock, secretario de Salud del Reino Unido, a remarcar el domingo que tomar el sol está en contra de las reglas, y a lanzar un mensaje claro: “Si no queréis que prohibamos el ejercicio al aire libre, tenéis que cumplir las normas”. También declaró que no habrá cambios “inminentes”, en otra muestra más de la diferencia con la que se está tratando la crisis del Coronavirus en el Reino Unido respecto a otros países.
Boris Johnson, ingresado en la UCI por coronavirus, no era partidario del confinamiento, pero se vio obligado a imponerlo por la agrupación masiva de personas durante los días 21 y 22 de marzo
No hay olvidar que Boris Johnson, ingresado en la UCI debido al coronavirus, no era partidario del confinamiento, hasta que tuvo que imponerlo prácticamente obligado debido a la agrupación masiva de personas que se dio en diferentes espacios abiertos durante los días 21 y 22 de marzo. En el bando de la oposición, Keir Starmer, el nuevo líder del Partido Laborista, ha expresado que él “apoyaría al Gobierno” si estos deciden endurecer las normas de confinamiento. “Voy a involucrarme de manera constructiva con el Gobierno”, declaró, y reconoció haber llamado a Boris Johnson el sábado para transmitirle esa idea. Para finalizar el domingo, la Reina Isabel II ofreció un discurso a través del cual apeló a la unión del país y elogió a los trabajadores del NHS.
Aumenta la violencia doméstica desde el confinamiento
Saltó la alarma cuando 25 organizaciones británicas que luchan contra la violencia doméstica denunciaron un aumento considerable de abusos en los hogares desde el comienzo de la cuarentena. La organización benéfica Refuge corrobora esta realidad: afirma que, desde el 30 de marzo hasta el 3 de abril, el número de llamadas a la línea telefónica de ayuda para las víctimas de violencia doméstica aumentó en un 25%. También las visitas a la web nationaldahelpline.org.uk se incrementaron en un 150% respecto a la última semana de febrero.
El número de llamadas a la línea telefónica de ayuda para las víctimas de violencia doméstica aumentó en un 25%
Analizando esta situación, la directora ejecutiva de Refuge, Sandra Horley, explicó que “el confinamiento puede agravar actitudes agresivas ya existentes por parte de los infractores”. Una situación grave en el Reino Unido, donde el año pasado “1.6 millones de personas fueron víctima de abusos domésticos”.
Falta de respiradores y test de escasa fiabilidad
Inicialmente el Gobierno planteó la adquisición de 30.000 respiradores, pero durante la conferencia del domingo, Matt Hancock reconoció la dificultad de obtener incluso 18.000 respiradores antes de que se acabe la semana. Ahora mismo, la cifra oscila “entre 9.000 y 10.000”.
Los científicos han reconocido que los 17.5 millones test que se adquirieron no son fiables y que fallan en la mitad de los casos
En cuanto a los test, se están llevando 10.000 a diario, y se ha marcado el objetivo de llegar a 100.000 al día para finales del mes, pero, respecto a los 17.5 millones de test que se adquirieron, los científicos han reconocido que no son de fiar y que fallan en la mitad de los casos. Precisamente, Matt Hancock fue preguntado al respecto, y reconoció que los test no eran “suficientemente buenos”.
Por otro lado, el aspecto positivo en el ámbito de la sanidad fue la apertura el pasado viernes de un hospital de campaña en Londres, en el que trabajarán 16.000 personas y tendrá capacidad para 4.000 camas. El hospital de Nightingale fue construido con la ayuda del ejército en sólo nueve días en un enorme centro de conferencias situado en la zona este de Londres, cerca del Támesis.
Keir Starmer se alza como líder del Partido Laborista
Es inevitable pensar que, cuando finalice la crisis del coronavirus, la gestión que haya realizado Boris Johnson repercutirá durante el resto de su mandato. Habiendo derrotado claramente a Jeremy Corbyn en las elecciones del 12 de diciembre, era imprevisible que, apenas meses después de convertirse en el Primer Ministro del Reino Unido, el actual líder del Partido Conservador tuviese que enfrentar la mayor crisis del país desde la Segunda Guerra Mundial.
Ahora tendrá un nuevo rival en la oposición, Keir Starmer, que fue elegido el 4 de abril como nuevo líder del Partido Laborista con un 56% de los votos. A diferencia de Jeremy Corbyn, en esta ocasión se ha optado por un político que se aleja de los ideales de la izquierda más pura y al que se considera más centrista, quizá teniendo sus análogos europeos en Pedro Sánchez y Emmanuel Macron.
A nivel local, muchos piensan que el Partido Laborista volverá a un estilo similar al que operaba con Tony Blair y Gordon Brown. El hecho de que la opción más continuista al modelo de Jeremy Corbyn, Rebeca Long-Bailey, obtuviese solamente el 28% de los votos, es un claro ejemplo del cambio de ideología que se quería por parte de los seguidores.
Aunque Keir Starmer, que no quiere ser englobado ni en el grupo de los corbinistas ni en el de los blairistas, ha prometido que no se alejará demasiado de los ideales implementados por su antecesor, especialmente en la lucha contra la austeridad y en el programa de nacionalización de diferentes industrias. De hecho, en sus años de juventud participó en la revista Alternativas Socialistas, y abogaba por un cambio en las bases de la economía para lograr un modelo socialista. Se convirtió en un abogado de derechos humanos y ha tomado parte en defensa de sindicatos y activistas.
Probablemente, el caso que más repercusión tuvo fue la defensa que hizo, de manera gratuita, en el caso que enfrentó a Helen Steel y David Morris contra McDonald’s. Una batalla legal que duró 15 años y que tuvo su veredicto en las cortes europeas en 2005, donde los activistas medioambientales vencieron a la empresa de comida rápida. El propio Starmer resaltó este hecho como un “acontecimiento de la libertad de expresión”, y en los medios el juicio fue calificado como un duelo entre David y Goliat.
Pasaron los años, y se pronunció en contra de la guerra de Irak, oponiéndose a Tony Blair, desafiando además las políticas del Partido Laborista sobre bienestar y solicitantes de asilo. Entre 2003 y 2008, trabajó como consejero de derechos humanos para el estado, y fue nombrado Fiscal General en 2008 por Gordon Brown, que sustituyó a Tony Blair al mando del Partido Laborista. Fue censurado por los conservadores después de sus críticas a David Cameron por su plan de derogación de la ley de los derechos humanos, y fue reclutado por Ed Miliband en 2013, líder del Partido Laborista, para revisar las políticas de justicia de la institución.
Habiendo trabajado como portavoz del Brexit para el Partido Laborista, Starmer reconoció hace unos meses su intención de discutir la “introducción de libre movimiento después del Brexit”. “Damos la bienvenida a los inmigrantes”, concluyó. Su postura europeísta es evidente, y él mismo se posicionó a favor de un segundo referéndum, criticando a Theresa May por el acuerdo que intentó implementar con la Unión Europea. “No protegía a los sindicatos, lugares de trabajo o derechos medioambientales”.
Para las siguientes elecciones todavía faltan cuatro años, y su periplo al frente del Partido Laborista difícilmente podría haber comenzado en circunstancias más caóticas
Respecto a Boris Johnson, Starmer ha sido incluso aun más crítico, remarcando que es el peor de los tres últimos líderes del Partido Conservador. “Es un hombre sin principios”, y por ello, se muestra a favor de pelear por que vuelva el derecho al libre movimiento. Lidiando en la oposición, espera romper la racha de cuatro victorias consecutivas que ha obtenido el Partido Conservador. Para las siguientes elecciones todavía faltan cuatro años, y su periplo al frente del Partido Laborista difícilmente podría haber comenzado en circunstancias más caóticas: envuelto en la crisis mundial del coronavirus y con el Reino Unido preparado para salir oficialmente de la Unión Europea cuando termine el año.
Jeremy Corbyn: un lustro liderando al Partido Laborista
Terminó la era de Jeremy Corbyn al frente del Partido Laborista, uno de los políticos más de izquierda y anti sistema en la historia de la institución. Vilipendiado por la prensa incluso antes de ser elegido como máximo mandatario del Partido Laborista debido a su vida como activista defendiendo la igualdad y un estilo socialista, fue el 12 de septiembre de 2015 cuando se anunció que él sería el nuevo líder.
No importaron las críticas sin fundamento de Tony Blair, aquel Primer Ministro que llevó al Reino Unido a la guerra en Irak, o que sus opciones de ganar el liderato llegaron a ser del 1%. Su implicación contra los conflictos bélicos, su intención de terminar con la época de austeridad e implementar medidas sociales, y su historia como activista político le hicieron ganar el favor de los votantes, que vieron en su figura a una persona con ideales honestos de igualdad y solidaridad.
Estuvo cerca de ni siquiera poder optar a la elección en 2015, por el hecho de contar solamente con el apoyo de 20 miembros del Parlamento, cuando la suma requerida era de 35, de un total de 232. Sin embargo, horas antes de que se cerrará el plazo, varios miembros del Parlamento, que no apoyaban a Corbyn, se pusieron de acuerdo para nominarle y que de esta manera el debate final fuese más amplio.
Precisamente el mismo día que fue elegido como líder del Partido Laborista, tuvieron lugar varias manifestaciones a favor de los refugiados en diferentes ciudades europeas
Y precisamente el mismo día que fue elegido como líder del Partido Laborista, tuvieron lugar varias manifestaciones a favor de los refugiados en diferentes ciudades europeas. Apenas unas horas después de su nombramiento, Corbyn asistió a la protesta que se celebró en Londres. Antes, más de 10.000 personas ya habían empezado a caminar desde Hyde Park, pasando por Green Park y continuando la marcha con destino a Parliament Square. Las calles estaban cortadas, era un día caluroso típico del verano en la capital británica, muchos vestían de manga corta y bermudas, y el cielo brillaba sin ninguna nube.
Desde el comienzo de la manifestación, ya se veían pancartas en favor de los refugiados y urgiendo a que se abriesen las fronteras. Hubo cánticos en contra del Gobierno Conservador, entonces presidido por David Cameron, y contra Theresa May, que era la secretaria del Ministerio del Interior y que pretendía disminuir la cifra anual de inmigración neta en el Reino Unido a menos de 100.000. Por aquel entonces, el referéndum del Brexit aun quedaba lejos, y los manifestantes clamaban a favor de los derechos humanos. Iban por Picadilly cuando la gente empezó a gritar. Dos palabras se repetían: “Jeremy Corbyn”, sin el tarareo de la melodía de Seven Nation Army creada por The White Stripes y que se haría viral en el verano de 2017. Comprobando a través del móvil el resultado de las elecciones, nos dimos cuenta de que lo impensable se había logrado.
Se empezó a aplaudir y a entonar canciones en favor del recientemente nombrado líder del Partido Laborista, un férreo defensor de medidas igualitarias para todos. El ambiente no hacía más que mejorar, se iba uniendo cada vez más gente a la marcha y el griterío seguía cuando atravesamos Trafalgar Square. La imagen era abrumadora: la plaza repleta de gente, el monumento del Almirante Nelson en lo más alto, y en la cuarta columna, donde se va cambiando la escultura cada cierto tiempo, había entonces un esqueleto de caballo adornado con una cinta. Para el 26 de marzo de 2020, se había planeado la exposición ‘The End’ en dicho luchar, pero se canceló por covid19, y ahora la cuarta columna está vacía.
Finalmente, se atravesaba Downing Street hasta llegar a Parliament Square, donde el mes pasado se celebró la manifestación del 8 de marzo, pero que por entonces no tenía siquiera la estatua en homenaje a Millicent Fawcett, la líder del movimiento Sufragista. Pero el que sí estaba en la plaza fue Jeremy Corbyn, que empleó un discurso en el que remarcó la palabra “unidad” en repetidas ocasiones, y habló de paz, justicia, “de abrir los corazones y la mente” a favor de aquellos en situación desesperada. Al grito de “Jez we can”, un juego de palabras con el lema de Barack Obama y el apelativo que tiene el líder del Partido Laborista, la gente no cesó de vitorearle entre los monumentos de Nelson Mandela, Mahatma Gandhi y Abraham Lincoln.
Después de casi cinco años al mando del Partido Laborista, Jeremy Corbyn ha asegurado que seguirá peleando por sus ideales. Su corbinismo, dice, seguirá presente: ese enfrentamiento contra el capitalismo moderno para acabar la austeridad y la eterna pelea contra el cambio climático. Miembro del Parlamento desde el 1983 e involucrado en el socialismo desde su adolescencia, se ha manifestado a favor de la paz en Oriente Medio, por la unión de Irlanda o ante los recortes en el Reino Unido. Fue parte de Stop the War coalition, y ha recibido galardones como el Gandhi Foundation International Peace Award en 2013 y el Seán MacBride Peace Prize en 2017.
El propio Jeremy Corbyn afirma que “Gran Bretaña necesita un gobierno que invierta en las personas de todas las comunidades para lograr un futuro mejor”. En su despedida de la política, Boris Johnson elogió su “sinceridad”, y este le respondió diciendo: “Mi voz no será callada. Seguiré discutiendo”.