We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Comercio justo
Mascarilla y otras respuestas del Comercio Justo frente al coronavirus
Con motivo del Día Mundial del Comercio Justo el 9 de Mayo muchas personas reclamamos un cambio de rumbo.
El movimiento del Comercio Justo lleva años denunciando el sistema económico actual, apostando por un modelo alternativo al modelo impuesto, poniendo en el centro a las personas y el medio ambiente. Por eso, ante el Día Mundial del Comercio Justo, insistimos todavía más en ello.
Ahora que celebramos nuestro Día Mundial especialmente nos acordamos de las más de 2000 organizaciones productoras de Comercio Justo de América Latina, África y Asia que luchan con sus medios contra el coronavirus sin dejar a nadie atrás.
Muchas de ellas, especialmente las dedicadas al textil y la artesanía, desde el comienzo de la pandemia han empezado a elaborar mascarillas, y algunas también gel desinfectante. Es el caso de la organización artesana BaSE, de Bangladés, del proyecto de Comercio Justo de Fundación Vicente Ferrer, en India, o de la empresa social de textil Selyn, de Sri Lanka. Las mascarillas que elaboran las distribuyen entre la población cercana y personal esencial (del ámbito sanitario y empleados públicos que trabajan en la prevención de la pandemia). Aún con su producción habitual detenida, y ante la incertidumbre del futuro, las organizaciones mantienen el pago de los salarios a las trabajadoras y trabajadores. Parece algo obvio, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que muchas fábricas que trabajan para empresas convencionales o multinacionales no han pagado marzo o abril.
En esta situación de crisis, prácticas habituales del Comercio Justo como la prefinanciación del 50% del pedido antes de la entrega, por parte de las entidades distribuidoras de Comercio Justo, permite a las organizaciones textiles tener un “colchón” para pagar salarios y minimizar los efectos de eventualidades de cualquier tipo. Otras prácticas de este sistema comercial, como la no cancelación de pedidos o las relaciones comerciales estables a largo plazo, también constituyen medidas de protección para los trabajadores y trabajadoras.
Otras organizaciones de Comercio Justo, dada la vulnerabilidad de las regiones en las que trabajan, están ofreciendo adelantos de pagos y ayuda económica y material a miembros que no pueden trabajar por salud y a familias de la comunidad que lo necesitan. Por ejemplo, el Taller de Mandaluyong, de Filipinas completan el pago de salarios a las trabajadoras con una ayuda adicional porque los maridos no cuentan con ingresos. Así pueden asegurar una ayuda para ellas y sus familias, mientras se concretan los programas de asistencia del gobierno.
También la asociación productora de jabones Palam Rural, de India, están ofreciendo arroz y dinero para compra de necesidades básicas a personas de poblaciones cercanas. Otras están haciendo aportaciones a la comunidad, como la cooperativa azucarera Manduvirá (Paraguay), que se ha volcado con el centro de salud de su región, instalando carpas como salas de espera y comprando material de apoyo.
Otra de las iniciativas que estos días están realizando las organizaciones de Comercio Justo es la prevención de la pandemia entre sus miembros y la población de la zona. Las acciones son variadas: desde la provisión de mascarillas, gel, jabón y guantes, hasta campañas informativas, como la que está desarrollando la cooperativa cafetalera Aldea Global de Nicaragua, o las cooperativas agrícolas Asunafo North Farmers Union y ABOCFA de Ghana, que están realizando programas de radio y carteles informativos que distribuyen en las comunidades.
Por todo ello, en el Día Mundial del Comercio Justo, tenemos más motivos que nunca para exigir un cambio de rumbo. Porque sabemos no solo que es necesario sino que es posible. Y lo decimos en voz alta y lo reivindicamos, aunque tengamos que hacerlo desde nuestras casas, y no en las calles como normalmente hacemos en este Día.