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Cine
El joven Karl Marx
Hay momentos en la Historia que pueden pasar desapercibidos en el momento en el que ocurren pero tener una trascendencia enorme. Esta podría ser la premisa de partida de El Joven Karl Marx (Le Jeune Karl Marx). Una película que si bien se adentra en la formación del pensamiento del filósofo, se centra en un aspecto mucho más sutil pero cargado de significado: los comienzos de su relación con Friedrich Engels y cómo se formó su pensamiento y compromiso. Aquel fue un encuentro con consecuencias históricas. Una amistad que lo cambió todo.
Hay momentos en la Historia que pueden pasar desapercibidos en el momento en el que ocurren pero tener una trascendencia enorme. Esta podría ser la premisa de partida de El Joven Karl Marx (Le Jeune Karl Marx). Una película que si bien se adentra en la formación del pensamiento del filósofo, se centra en un aspecto mucho más sutil pero cargado de significado: los comienzos de su relación con Friedrich Engels y cómo se formó su pensamiento y compromiso. Aquel fue un encuentro con consecuencias históricas. Una amistad que lo cambió todo.
Todo biopic, por interesante que sea la vida del protagonista, suele ser flojo en el comienzo. Sin embargo, esta película avanza directamente al momento en el que Marx tiene 25 años y es redactor de La Gaceta Renana (Reinische Zeitung) en Colonia, periódico cerrado por la censura prusiana: “un par de noches en la cárcel nos sentarán bien a todos”, dice el imberbe pensador. Posteriomente sigue a Marx por París, Bruselas y Londres hasta alcanzar la treintena.
Siendo sinceros, la película dirigida por Raoul Peck (I Am Not Your Negro) debería llamarse Los jóvenes Marx y Engels. El joven Friedrich no se queda en el papel de segundón sino que disputa a Karl la atención del espectador. Valiente, elegante y alocado, se enfrenta al dilema al que tantos se nos ha presentado: elegir entre seguir la tradición familiar (como empresario textil) o seguir sus principios y apostar por la emancipación de los de abajo. Su padre era el causante de la precariedad del proletariado y del uso de mano de obra infantil. La cercanía a esta realidad y su contacto con Mary Burns, obrera, mujer e irlandesa, le permitió conocer de primera mano Las condiciones de vida de la clase obrera de Inglaterra, ensayo que le daría fama. Mientras que el trabajo de Marx era más teórico (leyendo, interpretando y criticando a los clásicos), el de Engels era algo más empírico, según la distinción que suele hacerse en ciencias sociales.
Dicho escrito llegaría a ojos de Marx y esto no es baladí. Aunque el encuentro entre ambos jóvenes en Berlín fue desagradable, en París confiesan la admiración que sienten por el trabajo del otro y consagran su nueva amistad de la mejor forma posible: yéndose de juerga. Tras una escapada de la policía, largos diálogos sesudos y vaciar bastantes vasos de vino, llega la inspiración necesaria para que Marx lance una frase histórica: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Emociona pensar que la tesis undécima sobre Feuerbach surgió de la cabeza de Marx entre los vapores del alcohol. Emociona pensar cuantos jóvenes actuales estarán, siglo y medio después, pasando horas debatiendo sobre política y activismo y que dentro de unas décadas serán protagonistas de los cambios sociales.
Y es que este es uno de los aciertos del film. Aunque no profundiza en la complejidad del pensamiento de Marx (como sí ocurre en biopics similares como Hannah Arendt), la película tiene la virtud de enseñarnos momentos, conversaciones y lecturas que fueron dando forma a su pensamiento. Las discusiones con Proudhon que le hicieron ver la propiedad como producto de una explotación, las lecturas de los economistas ingleses David Ricardo y Adam Smith recomendados por Engels, que fueron decisivas para su teoría del valor trabajo. La propia escena inicial va acompañada con la voz de Marx citando pasajes de Montesquieu. De igual forma, determinadas escenas muestran detalles más sutiles que sugieren detalles del pensamiento de ambos autores: en una escena Jenny Marx y Mary Burns hablan sobre la familia y el tipo de vida que desean tener. Sin ánimo de desvelar este interesante diálogo, basta decir que la posición de Mary y Friedrich nos parecen bastante más actuales (aunque en la actualidad no se han resuelto), anticipando los escritos de Engels sobre la familia y la situación de la mujer, que ocuparían gran parte de su estudio.
Y es que esta cinta dedica una notable atención a las compañeras de vida y lucha de los protagonistas: Jenny Von Westphalen abandona el lujo de su vida de aristócrata por compromiso político y para formar una familia con el melenudo judío y socialista de Marx. Su familia, encantada. Por su parte, Mary Burns era una mujer con carácter, triplemente oprimida (mujer, proletaria, extranjera), concienciada con las penurias de su clase y fue clave para que Engels entrara en contacto con el proletariado.
Uno de los atractivos de El Joven Marx —particularmente para quienes amamos la Teoría Política— es ponerle cara a varios de aquellos pensadores que se reunían, carteaban, discutían y se ponían verdes entre sí. En la cinta podemos ver la enorme influencia que tenía Proudhon entre los socialistas (utópicos) de la época o el discurso anarquista de Bakunin o el mesianismo de activistas como Wilhem Weitling. Se mencionan a otros pensadores como Moses Hess, Adam Smith, Friedrich Hegel, David Ricardo o Montesquieu. Finalmente aparecen colectivos como los jóvenes hegelianos o la Liga de los Justos.
La ruptura entre los socialistas utópicos y los “nuevos” comunistas se materializa en la convención de la Liga de los Justos en la que por primera vez interviene Engels como delegado. Esta organización utilizaba como lema “Todos los hombres son hermanos” en consonancia con la idea abstracta de solucionar las injusticias. Contra este enfoque, Engels enuncia un apasionado discurso que introduce un concepto clave en el pensamiento emancipatorio: el antagonismo. Aunque había antecedentes (Weitling), la moción de Engels consagra la lucha de clases entre proletarios y burgueses como parte de la esencia del movimiento, lo que hace que la organización pase a llamarse la “Liga Comunista” y su lema uno que hoy es de sobra conocido: “Proletarios de todos los países, ¡uníos!”.
Como su propio nombre indica, El Joven Karl Marx únicamente narra la juventud de Marx y Engels. Se queda mucho en el tintero: la Internacional y la disputa con Bakunin, la observación de la revolución de 1848, la redacción de El Capital… Lo bueno es que así, siguiendo esta línea, habría material para una trilogía sobre estos dos pensadores. Dos jóvenes activistas cuya amistad tuvo, a largo plazo, consecuencias revolucionarias.
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Carta a Joseph Weydemeyer
En Nueva York
Londres, 5 de marzo de 1852
... Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses* habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses** la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado [el Estado Socialista]; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases...
*Guizot, Thiers, Mignet, Thierry, Niebuhr.
**Adam Smith, David Ricardo...