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Hong Kong
A 25 años del regreso de Hong Kong a China: un episodio ¿resuelto? del imperialismo
En 1997, la República Popular China recuperaba la soberanía efectiva sobre el territorio de Hong Kong, a quien le otorgaba un estatus especial hasta 2047. Hoy, un renovado interés de los imperialismos europeos —en especial, el británico—, de la mano de movilizaciones de sectores enfrentados al PCCh, ponen al territorio en el foco mediático al tiempo que el gobierno chino reafirma el papel que Hong Kong debe jugar en su proyecto socialista “con particularidades chinas”.
Era el año 214 a.C. cuando la Dinastía Qin, por aquel entonces esqueleto de gobierno de los territorios de los que, siglos y siglos de cambios mediante, hoy es heredero el Estado-nación chino, incorporaba al actual territorio de Hong Kong bajo su mando. Unos cuantos años más tarde, en 1842, la Dinastía Qing sufría una derrota en la Primera Guerra del Opio (1839-1842) contra los británicos. Es importante apuntar que aquella fue una guerra enmarcada en las dinámicas de los incipientes imperialismos europeos que, por aquellos años, extendían sus tentáculos en los territorios protonacionales, cunas de lo que más adelante fueron la base física sobre la que se construyeron modernos Estados-nación en Asia.
Las entidades de gobierno de los territorios chinos pretendieron confrontar la entrada de opio procedente de Gran Bretaña, que formaba parte de una estrategia integral de saqueo para el impulso del desarrollo del capitalismo británico y que, lateralmente, estaba minando a enormes capas de población china en su empleo como droga. Como respuesta (o excusa), los británicos entraron militarmente en los dominios de la Dinastía Qing en un conflicto bélico profundamente desigual que se saldó con una imponente derrota de la parte invadida que certificó el comienzo de lo que se conoce en China como el siglo de la humillación (1839-1949) en el que el país fue dominado por los distintos imperios. El Tratado de Nankín (1842) oficializó la victoria británica y, a través de él, Gran Bretaña usurpó Hong Kong a los chinos y fue puesto a disposición del comercio marítimo del capitalismo británico. A lo largo de las décadas posteriores, el imperialismo británico empleó aquel tratado, evidencia de la rendición, como pretexto legal para justificar su presencia en territorio extranjero, tal como viene haciendo en otros casos como el de las Islas Malvinas.
El Hong Kong “británico”
Hasta 1997, el actual Hong Kong estuvo dominado por los británicos. Antes del fin de la II Guerra Mundial, la mano de hierro fue la herramienta de gobierno sobre el territorio. Las prácticas parasitarias en lo económico se sirvieron de una superestructura racista en lo ideológico —con verdaderas dinámicas de segregación contra la población local— y autoritaria en lo político. Luego de la II Guerra Mundial, y en el marco de una salida relativamente institucionalizada para algunos territorios bajo dominio colonial, las dinámicas violentas se atenuaron en Hong Kong, no obstante fue mantenida la dominación política y la asignación del gobernador desde la metrópoli británica.
En los “good old times” del Hong Kong británico, los derechos laborales, políticos y culturales de las grandes masas trabajadoras hongkonesas eran sistemáticamente reprimidos en favor de una estrategia de dominación político-económica verdaderamente rentable para los intereses del capitalismo británico en su disputa interimperialista.
Hasta 1997, Hong Kong estuvo dominado por los británicos. Las prácticas parasitarias en lo económico se sirvieron de una superestructura racista en lo ideológico —con verdaderas dinámicas de segregación contra la población local— y autoritaria en lo político.
Luego de que el Partido Comunista fundase la República Popular de China en 1949, la situación comenzó a cambiar. En los planes del PCCh estuvo siempre presente la recuperación de los territorios que, en teoría, pertenecían por herencia de las antiguas dinastías a la nación china. No obstante, tal como explica Xie Chuntao en ¿Cómo gobierna el Partido Comunista de China?, Mao renunció en un primer momento a lanzar una ofensiva diplomático-militar por el territorio. A cambio, el gobierno aseguró a Gran Bretaña su posición en Hong Kong con el objetivo de que, a modo de compensación, la nación europea reconociese al Partido y a la República Popular como gobierno oficial de China.
1972 marcó un antes y un después. Aquel año, Huang Hua —en representación del gobierno chino— expuso lo siguiente frente al Comité de Descolonización de las Naciones Unidas: “Las cuestiones de Hong Kong y Macau pertenecen a la categoría de aquellas cuestiones resultantes de la serie de tratados desiguales que los imperialistas impusieron a China”. Si, efectivamente, el moderno Estado-nación chino es el heredero de la Dinastía Qing en tanto órgano de gobierno del pueblo chino, le correspondería de hecho al PCCh la recuperación de los territorios perdidos durante la expansión imperialista de las potencias capitalistas; por lo menos, esta era la mirada del socialismo chino al respecto.
Como respuesta a la declaración de intenciones de Huang Hua, Margaret Thatcher —por aquel entonces Primera Ministra del Reino Unido —propuso una administración británica bajo dominio chino, aunque semejante idea no tuvo largo recorrido. En diciembre de 1984 fue firmada la Declaración conjunta sino-británica por la que se confirmaba el retorno de Hong Kong a la República Popular China con fecha 1 de julio de 1997, con una salvedad: el territorio no adscribiría al sistema socialista chino, sino que mantendría sus particularidades políticas y económicas… por lo menos hasta el 2047.
25 años de Hong Kong retornado a China
A lo largo de este mes de julio, China ha celebrado el 25 aniversario del retorno efectivo de Hong Kong al país. 25 años en los que el país en su conjunto ha cambiado considerablemente y, en consecuencia, lo ha hecho también el papel jugado por la Región Administrativa Especial de Hong Kong en el desarrollo económico nacional. Estos 25 años son justamente el 50% del tiempo que ha de pasar para que, en teoría, Hong Kong pierda sus particularidades políticas y se convierta en una región más adscrita al “socialismo con particularidades chinas”. Y, de cara a pensar el 2047 como próxima fecha clave en Hong Kong, es fundamental preguntarse: ¿cuál es la importancia relativa del territorio en el conjunto del cuerpo nacional chino?
Hong Kong fue durante varios años un lugar de entrada de capitales extranjeros que eran incorporados al circuito desarrollista por el cual el PCCh estaría aprovechando los impulsos del modo de producción y acumulación capitalista para potenciar el desarrollo de las fuerzas productivas en su particular camino al socialismo (véanse otros casos similares como el laosiano). A su vez, era el lugar de referencia para una emergente clase media que quería comprar productos de avanzado componente tecnológico provenientes, a menudo, de los circuitos productivos de economías centrales como la estadounidense (p.ej: videojuegos).
A día de hoy, la relevancia de Hong Kong a este respecto se ha visto reducida como consecuencia lógica del crecimiento general de la economía china y de la incorporación de múltiples empresas nacionales a la competencia internacional en ramas industriales tecnológicas. Tal situación afecta enormemente al medio plazo del territorio, por cuanto los sectores de clase y políticos interesados en el mantenimiento de la autonomía tendrán más difícil renegociar los términos de su vinculación con China de cara a 2047 si la posición de Hong Kong en relación al conjunto del país continúa debilitándose.
Los sectores de clase y políticos interesados en el mantenimiento de la autonomía tendrán más difícil renegociar los términos de su vinculación con China de cara a 2047 si la posición de Hong Kong en relación al conjunto del país continúa debilitándose
En tal contexto, se sucedieron las tan sonadas movilizaciones anticomunistas antes de la pandemia. Para comprenderlas en toda su magnitud hace falta, como mínimo, cuidarse bastante de dar por sentadas las “certezas” difundidas por los grandes conglomerados mediáticos occidentales, por un lado, y, por el otro, considerar dos elemento de contexto: que Hong Kong ha dejado de ser el hermano rico de una China continental pobre —debido al considerable éxito, por el momento, de las reformas iniciadas por el PCCh en la era de Deng Xiaoping— y que las movilizaciones tuvieron lugar en simultáneo a la intensificación del conflicto entre Estados Unidos y China.
Apuntar esto no significa necesariamente negar una cierta autonomía a los movimientos hongkoneses autodefinidos como “pro-democráticos”; al contrario, ningún movimiento político local es una mera traslación de intereses foráneos. Sin embargo, no se puede ocultar que los Estados capitalistas competidores de China, muchos de los cuales son potencias imperialistas con antiguos y renovados intereses parasitarios sobre Hong Kong, tienen intereses lógicos en la desestabilización interna de China y en la reducción de su control sobre los territorios hongkoneses que se materializan en las ayudas económicas de organismos como el National Endowment for Democracy o la United States Agency for Global Media.
Crisis económica
Hong Kong, algo más que una ficha en la disputa de China por la hegemonía global
Los medios occidentales amplifican las protestas en Hong Kong, un “problema interno” de China que confluye con los temores del establishment a que las sociedades europeas simpaticen más con el país dirigido por Xi Jinping.
De hecho, la intensificación —en forma de movilizaciones y de un auge de la violencia política— de los conflictos entre el socialismo chino y los sectores anticomunistas, autonomistas y, en ocasiones, añorantes del pasado británico, ha reavivado el interés de Gran Bretaña en Hong Kong. En China, no son pocos los foros de debate público en los que se critica que existe una profunda hipocresía entre los líderes y medios occidentales que critican el vínculo actual entre la metrópolis china y la Región Administrativa Especial de Hong Kong, por cuanto Gran Bretaña impuso sobre el mismo territorio una violencia imperial muy presente en la memoria colectiva china.
“We are not giving up on Hong Kong”, dijo el saliente Primer Ministro británico Boris Johnson, constatando que la tensión política en el territorio es mirada de cerca por Gran Bretaña. 2047 es la fecha clave —2049 para otro territorio en similar situación, Macau—. En aquel año, está dispuesto que Hong Kong abandone su estatus especial y se incorpore de lleno al proyecto nacional del Partido Comunista de China de construir “una gran nación socialista, moderna, próspera y poderosa”. Entretanto, conviene observar cómo se desenvuelve la correlación de fuerzas dentro de Hong Kong bajo la atenta mirada del imperialismo británico, de los grandes Estados competidores de China y de un PCCh dispuesto a unificar a todo el territorio nacional bajo las líneas dictadas por Deng Xiaoping, entonces, y por Xi Jinping, hoy.
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Considerar a China como un país socialista o que aprovecha el capitalismo en su camino hacia el socialismo me parece inadecuado. Se trata de un régimen autoritario de partido único, terrorista, corrupto hasta la médula, con un capitalismo salvaje y hoy en día con políticas imperialistas y coloniales no muy distintas a las de los imperios que la dominaron antes. El análisis de los movimientos por la democracia en Hong Kong es también muy pobre porque, ante todo, olvida que surgieron incluso en las últimas décadas del periodo colonial británico en oposición a su autoritarismo y que luego han continuado criticando tanto al régimen de China continental como a las autoridades farsa de Hong Kong, a pesar del fracaso y la brutal represión que miles de activistas han acabado sufriendo en los últimos tres años. Lo cuento con más detalle aquí: https://www.miguelangelmartinez.net/?Paraguas-amarillos-a-la-sombra-de-China-el-movimiento-por-la-democracia-en-Hong