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Música
“Fundé la Afro Jam para dar respuesta a la demanda de participación de nuestra comunidad”
Nacido en el pueblo fang de Ncolanvam, en la comarca Ekang, centro sur de Guinea Ecuatorial, Justo Aliounedine llega a España en 1981, aunque posteriormente se reencuentra con el continente africano viviendo en él durante dos etapas. Estudió “de manera formal” Contabilidad de gestión en Dakar (Senegal), Informática de gestión en Fez (Marruecos) y Bellas Artes en el Hastings College of Arts de Inglaterra. “De manera informal” se formó en La Ciudad de los Muchachos en Ourense en las artes del circo.
Autodidacta en cuanto a la música, la danza, la literatura y las artes plásticas, lleva años militando en diversas organizaciones y colectivos de la comunidad “afroespañola”, como le gusta llamarla.
Músico bajo el nombre Aka “Yast Solo” y creador de la Afro Jam Oficial, que se retoma todos los miércoles por la noche hasta junio en Lavapiés, es también artista plástico bajo el nombre de Aka “V.R.U.S.”, con una retrospectiva de su obra que puede ser visitada en estos momentos en La Parcería.
Además, la primera semana de agosto participará en un festival de reggae con amplia presencia también de músicos y ritmos africanos y afroespañoles, planteado a la vez como un retiro espiritual en un cortijo de Lucainena de las Torres (Almería), el Conezion I & I Fest.
Has vivido un tiempo en África, ¿cómo es el reencuentro con las raíces?
En mi caso, el reencuentro con las raíces se ha realizado en diferentes etapas y contextos. La primera vuelta a casa fue a Senegal, en el año 1995. El primer impacto se produce en el proceso de des-idealización comunitaria y, por ende, la humanización del negro mediante la aceptación de las múltiples identidades africanas y su correlación interna. El segundo viaje es a Guinea Ecuatorial, en 2009, y desde entonces, el objetivo de volver se hace cada día más intenso.
Empiezas tu inmersión en el mundo artístico en La Ciudad de los Muchachos, ¿verdad?
Exactamente, así es. Para la época yo era un niño, comencé junto a otros como Patrick, Elisa y Sopete Mitogo, Eugenio, Pedro y Clemente, Lucas, Mariela, y un buen número de hermanas y hermanos que vivimos una época excepcional. Realicé giras con el circo y obviamente aprendí muchísimo de aquella experiencia. El testimonio del documental Manoliño Nguema de Marcelo Ndong, habla bastante sobre aquel proyecto, en el cual él estuvo y tuvo mucha mayor participación que yo, obviamente.
Defiendes fervientemente el concepto de “afroespañolidad”, ¿cómo podría definirse y a quiénes incluye?Defiendo el concepto de “la afroespañolidad”, aunque solo sea por sentido común. En términos conceptuales, “Afroespañol” se compone de dos definiciones: la comunidad y el lugar. La comunidad Afro, negra o como se quiera llamar y el lugar, que es España.
La afroespañolidad trata sobre la historia invisibilizada de personas afroespañolas que forman parte de este territorio y cuyas hazañas son patrimonio de estas instituciones y pueblos
La afroespañolidad no se basa en un sentimiento individual o colectivo sobre el concepto de nación española y todo lo que ello implica históricamente, sobre todo para con nuestros pueblos, sino en el reconocimiento institucional de una comunidad fenotípicamente homogénea y de una cosmovisión pareja, que comparte una historia común en este territorio.
La afroespañolidad trata sobre la legislación, en relación al derecho a la igualdad ciudadana de todas las personas no blancxs. La afroespañolidad trata sobre la historia invisibilizada de personas afroespañolas que forman parte de este territorio y cuyas hazañas son patrimonio de estas instituciones y pueblos. Habla y trata sobre esa cultura afroespañola en la cual el flamenco es un registro vivo del término “mano negra” o la misma “cofradía de los negritos”. Por lo tanto, hablar sobre la afroespañolidad no solo es hablar de nosotros los vivos, sino representar el legado de los que estuvieron antes y preparar el terreno de quienes aún están por llegar.
Hablar sobre la afroespañolidad no solo es hablar de nosotros los vivos, sino representar el legado de los que estuvieron antes y preparar el terreno de quienes aún están por llegar.
Para la afroespañolidad, como para cualquier término de identidad, no cabe imposición alguna para con el individuo a quien representa, todo lo contrario, solo existe desde una voluntad sincera de pertenencia, lo que viene a ser, que ninguna persona negra que vive en el territorio del reino de España está excluida, a la vez que nadie se sienta obligado a sentirse parte de dicha comunidad.
Eres músico, ¿qué grupos has formado o en cuáles has participado?
Soy músico desde los 11 años. Mi primera formación data de aquella época en Arganda del Rey, en los años 90. En el año 93 fundé la banda Anarkia Positiva junto a los miembros de una antigua formación llamada “Factótum”, una formación de rock asturiana, compuesta en aquel tiempo por Patxi al bajo, Miguel en la batería, Jandro en la guitarra principal y Carlos en la guitarra también, y yo a la voz. Éramos una formación de Rap metal, con influencias de Living Colours, Urban Dance Squad, 24/7Spice, o Rage Agains the Machine. Lo más parecido a nivel nacional serían bandas como Def con Dos.
La formación tuvo bastante repercusión, llegando a firmar con la distribuidora BMGAriola y, tras su disolución en el año 98, fundé el proyecto La Sombra, una formación que combinaba lo orgánico con lo eléctrico.
Posteriormente, en Inglaterra fundé la banda Noise un Harmony, una formación de música bastante experimental con el rap como punto fundamental. Ya de vuelta a Madrid, y de vuelta a Arganda del Rey, junto a Sergio Arboleda, creé el proyecto Calor de Espíritus, que es rap acústico, guitarra, voz y djembe, proyecto del que nace Yast Solo.
Yast Solo como proyecto realiza Haz Volumen 2, junto a DJ Caution en el año 2007 y, un par de años más tarde, El Reinicio Volumen 1, junto con producciones de diversos artistas, así como la colaboración de un variado elenco de MCS madrileños undergrounds de la época.
Más tarde, sobre el 2012, fundé junto a Moussa Tchandoum, Paula Leon, Chirly y Joel Piñeiro, el proyecto de The SoulYast band, para concluir con el proyecto de la Afro Jam, primero en el centro de arte internacional La Kupula, junto con Tom Sullivan, Wallas Oliveira y Andres Kaba, y luego ya en la Sala Juglar, junto con Tom Sulliva, Wallas, Licanto, Jorge Mostaza, Mefe, Profesoul y R-MicKess en la filmación y fotografía.
¿Qué fue Madrid Afro?
Madrid Afro comenzó siendo una idea, de ahí pasó a ser una plataforma en línea para visibilizar a la comunidad Afro de Madrid, y terminó siendo el proyecto que abrimos en 2013 en la calle San Cayetano del barrio de Lavapiés, en Madrid. Era un centro de “formación, investigación y desarrollo de cultura afroespañola”, cuya función iba mucho más allá de lo planteado hasta el momento respecto a la comunidad y cultura afroespañola. De esa experiencia surgieron muchas otras y muy interesantes
Háblame un poco más sobre la Afro Jam que decidiste crear en el barrio de Lavapiés de Madrid hace ya bastantes años, ¿con qué objetivo lo hiciste?
Como ya expliqué anteriormente, fundé la Afro Jam en 2015, en principio para dar respuesta a una demanda constante de participación activa de miembros de nuestra comunidad en espacios culturales de la ciudad que no se estaba dando.
Cuando no hay acceso, tiendo a crear el tablero entero y, en ese sentido, Afro Jam significa Afro empoderado en la gestión de una Jam en la ciudad, o simplemente, la Jam comunitaria. Donde tuvieran cabida también los instrumentos de nuestras comunidades, los estilos musicales y, sobre todo, la creación nueva.
Ha habido algunos problemas con ella, ¿quieres explicarlo?
Ha habido muchísimos problemas con ella.
El objetivo era traer una Jam comunitaria al barrio de Lavapiés y a la Sala Juglar, por lo que ello significa tanto para la imagen del barrio como de la comunidad en ese mismo barrio. De esta manera, nuestra gente tiene acceso a la sala, los músicos comunitarios tienen acceso al escenario, nuestros instrumentos tienen cabida y, desde ahí, todo el resto es más que bienvenido.
Uno de los objetivos es el de fomentar la creación de bandas musicales marcadas por el sonido urbano, inspirando a artistas urbanos a interesarse por la música con instrumentos y, sobre todo, instrumentos orgánicos. Para ello, el proyecto consistía en una suerte de rotación de bandas residentes durante un tiempo determinado, así como la apertura del mismo concepto en otras ciudades, con capacidad de abordar debates sociales, económicos, éticos y políticos referentes al sector cultural y a nuestras comunidades.
El conflicto principal es que marché a Senegal y dejé al frente a Mefe y Profesoul, avisando en todo momento a Javier, responsable de la Sala Juglar, acerca de mi marcha temporal y de a quiénes dejaba al frente del proyecto. A mi vuelta, un señor al que desconozco ha tenido la osadía de patentar mi proyecto por Oficina Española de Patentes y Marcas, es decir, de registrarlo de forma legal como si fuese suyo. Un guitarrista americano llamado Sheehan Jack, junto a un batera llamado Bruno y un teclista llamado Ricardo, se apropiaron de las cuentas del proyecto, de su imagen y de todo lo demás. Tras intentar mediar para la devolución de mi proyecto, no solo reconocen mi autoría, sino que, con mofa, se niegan a devolverlo aludiendo a su trabajo. Desde ese momento, emprendo una campaña por todos los medios a mi alcance para denunciar una práctica muy peligrosa en nuestro sector, el robo de proyectos artísticos. El nuestro es un sector ya muy castigado de por sí como para permitirnos el lujo de robarnos las ideas unos a otros de manera tan violenta e impune.
Mientras preparamos las medidas judiciales a todo este daño cometido al proyecto y a mi persona, así como a un gran número de otras personas, seguimos trabajando la línea del verdadero proyecto mediante “Afro Jam Oficial”, en la misma sala El Juglar y en nuestro barrio Lavapiés. Hasta junio de este año podrá disfrutarse de la Afro Jam Oficial todos los miércoles en la Sala Juglar.
Las preguntas que me hago con este caso suelen ser las siguientes: ¿Cómo podemos denunciar la apropiación cultural y no mover un dedo ante un robo tan flamante? ¿A qué es debida la apatía y desinterés por apoyar esta denuncia por parte de las personas influyentes de la comunidad? ¿Qué ejemplo damos al resto, que es fácil robar proyectos comunitarios y no solo gozar de impunidad social sino también de apoyo por parte de personas como “Erin Corin” y muchas otras personas negras, supuestas luchadoras por nuestros derechos?
¿Qué me dicen los que luchan por la justicia social?: “Que me olvide y siga creando más proyectos”. Supongo que esa propuesta ante tal injusticia es el reflejo del estado de nuestra comunidad en cuanto a la lucha por nuestros derechos se trata.
También eres pintor, creo que empezaste a pintar en Holanda casi por casualidad. Cuéntame la historia, por favor.
Sí, soy también artista plástico y efectivamente comencé mi andadura en Holanda, pero para explicártelo aquí, mejor invito a la gente a comprar el libro El Arte de la Interpretación Interactiva en el que lo cuento mejor, ¿no crees? La nota quizá más reseñable de ese inicio es el reconocimiento y gratitud que le debo a aquel muchacho francés blanco que me enseñó a apreciar lo que yo dibujaba.
¿Cómo definirías tu tipo de pintura? ¿Qué es eso de la Interpretación Interactiva?
La Interpretación Interactiva, que es mi estilo de arte, es la razón por la que he publicado el manifiesto El Arte de la Interpretación Interactiva. Para mí, supone una salida coherente y valiente de lo comúnmente llamado “arte contemporáneo”, donde la cultura no parece tener relevancia, así como los reclamos de la sociedad en la que se supone se inspira. El simple hecho de poder girar una imagen para descubrir otra imagen dentro o fuera de la misma, ya me resulta revolucionario como concepto. Tanto es así, que para poder apreciarlo se requiere de un marco giratorio.
A menudo pintas los cuadros “al revés”, ¿qué dificultad supone esa técnica?
¿Pintar los cuadros al revés? El revés no existe en mi estilo y “al revés” desde mi concepto significa completar la obra desde que el maestro Moises Eyama Maye realizara la obra “Bendiciendo el movimiento”, óleo sobre lienzo realizado en Madrid, que convirtió el concepto en movimiento, bautizado como la corriente del Arte Interactivo. A la que se suman diferentes artistas junto a los que tengo el honor de caminar, tales como Marián Davies, Eric Álvarez Claif o Mogambo, artista étnico.
Antes has invitado a la gente a comprar tu libro “Manifiesto de la Interpretación Interactiva”, ¿qué crees que aporta y qué van a poder encontrar en él?
Mi obra es un manifiesto artístico visual, que relata el nacimiento de mi estilo en su contexto y fundamento, planteado en las etapas de mi vida que hacen referencia al lugar en el que mi obra se iba desarrollando y asentando. Al mismo tiempo, el libro también relata sobre mi música mediante los textos de las canciones correspondientes a cada época, así como de los poemas, añadiendo una mención explícita a referentes Afroespañoles, como el maestro Moises Eyama Maye y el ilustre Juan de Pareja.
Por otro lado, el libro en sí mismo es un objeto interactivo que debe ser girado en ciertos capítulos para que puedan ser leídos correctamente, eso como un ejercicio del concepto de “la interactividad”. El libro tiene varias lecturas diferentes, así como diferentes modos de empleo, tanto en el campo de la experimentación como de la formación.
Sin lugar a duda, “El Arte de la Interpretación Interactiva” será un libro de referencia en un futuro muy cercano en muchos sentidos, tanto en el campo de la cultura como en el comunitario.
Dices que eres un “obrero cultural”, explícame mejor ese concepto.
Me dedico a las artes desde muy temprana edad, lo cual ha sido mi vida profesional, social y personal desde que hago uso consciente de mi razón. Para mi infortunio, mi sector profesional ha sido el medio por el que hacer entrega absoluta de las inquietudes, demandas, conclusiones y propuestas de mi entorno hacia sí mismo, desde el cual, tanto mi trabajo plástico como audiovisual es entendido como un deber o servicio a la sociedad que me hace ser. Lo que inevitablemente me lleva a ser, no solo una persona consciente de la realidad de su entorno, sino también un ser activo en la búsqueda de soluciones a los problemas de mi entorno, que puede ser una vivienda, una calle, un parque, un estado, un continente o la propia existencia.
El obrero cultural es aquel que no aspira a la fama para componer, crear, trabajar en el puesto que sea de su sector laboral con tal de seguir construyendo la sociedad desde su parcela
Discierno diferentes tipos de agentes culturales: de un lado quienes obedecen al mercado y su tinglado montado desde la cúpula; de otro quienes, como yo, creemos en la autogestión de nuestra creación y solo debemos obediencia a nuestra pura inspiración pagando con ello el precio de la libertad, que siempre viene en forma de miseria.
El obrero cultural es aquel que no aspira a la fama para componer, crear, trabajar en el puesto que sea de su sector laboral con tal de seguir construyendo la sociedad desde su parcela, donde los hechos hablan más que los dineros. Alguien que antepone el interés común a cualquiera propio, quien vulgarmente es conocido como el “pringado” por su tenacidad a la hora de hacer realidad lo proyectado en común, al precio que sea.
Desde ese rigor y respeto constantes a las estructuras culturales más allá de financiadores y subvenciones, sitúo al obrero cultural en medio de su entorno natural, la sociedad en la que se desarrolla como persona y como duende o personaje.
Ahora andas detrás de la creación del primer sindicato de artistas afroespañoles, háblame un poco más de esa idea.
La idea de fundar un sindicato nacional de artistas afroespañoles nace de la acuciante necesidad de potenciar, divulgar, empoderar y, sobre todo, auto organizar la comunidad cultural que más faltas de oportunidades acumula. Desde esa óptica, hemos iniciado los procedimientos para dicha fundación. Sobre su situación actual no estoy legitimado a hablar por no ser portavoz de dicho proyecto, sino simplemente alguien que anima a la creación de procesos comunitarios necesarios para el desarrollo social de manera sostenible. Cuidar la fuente de la cultura es cuidar el futuro legado de toda una sociedad.