Tortura
El “caso Téllez”: memoria de un extremeño torturado

Este 11 de diciembre se cumplen 45 años del “Caso Téllez”, el primer caso público de torturas en la Catalunya que comenzaba la Transición. Acontecido solo veintiún días después de la proclamación de Juan Carlos I como monarca, fue un suceso de inmensa repercusión popular que desató una fuerte campaña de solidaridad e innumerables movilizaciones.


Tellez torturado
La imagen de Francisco Téllez tras las sesiones de tortura, extraída de un panfleto de la época

Téllez y Epi

Francisco Téllez Luna nació el 26 de enero de 1945 en el pueblo pacense de Montemolín. A los pocos meses de vida, su familia se traslada a vivir al poblado sevillano de El Puntal (actual Alfonso XIII), en Isla Mayor, para trabajar en las tareas agrícolas del arroz. Con 15 años emigra a Cataluña, donde ya habían marchado sus hermanas y su hermano mayor. La familia de Téllez pertenecía al PCE y él entra en contacto con Comisiones Obreras en 1968, reuniéndose clandestinamente en la iglesia Sant Medir, del barrio barcelonés de Sants. Trabajando de fontanero en la empresa Inmobiliarias Entenza comienza a militar en el Partido Socialista Unificado de Cataluña-PSUC.

Epi Román Rodríguez también es extremeña, de una familia de siete hermanos, y nacida en 1946 en Cristina (Badajoz), a dos kilómetros de Guareña. Como otros muchos miles de extremeños emigró, junto con tres de sus hermanos, a Cataluña. Téllez y Epi contrajeron matrimonio en 1972.

El contexto

El área metropolitana de Barcelona acogió una numerosa emigración en las décadas de 1960/1970, fundamentalmente procedente de Extremadura y Andalucía, creciendo las poblaciones cercanas a la capital a un ritmo de vértigo, con barrios sin dotaciones ni infraestructuras suficientes. Santa Coloma de Gramanet pasó de 30.000 habitantes, en 1960, a más de 100.000 en 1970. En el tiempo transcurrido entre 1968 (protestas contra de la subida de los autobuses) y 1977, la ciudad vivió incontables movilizaciones y conflictos sociales. Fue el período de implantación en Santa Coloma de varias organizaciones antifranquistas políticas y sindicales, desarrollándose también un amplio movimiento vecinal. Es la etapa del Concilio Vaticano II, de la Hermandad Obrera de Acción Católica-HOAC, de la Juventud Obrera Cristiana-JOC, de las primeras Comisiones Obreras y de un cierto distanciamiento de ciertos sectores de la Iglesia y el régimen franquista.

En abril de 1973 se desarrolló un conflicto laboral, duramente reprimido, durante la construcción de la central térmica del Besós. El resultado de las protestas tuvo como resultado varios heridos y un trabajador muerto por disparos, el también extremeño Manuel Fernández Márquez. A la vez, en Madrid, Barcelona y País Vasco se producen huelgas y protestas estudiantiles y vecinales. El régimen franquista las reprimirá con dureza, persiguiendo a dirigentes populares. El 20 de noviembre de 1975 fallece el dictador Francisco Franco y dos días después es proclamado Juan Carlos I rey de España. A continuación, su juramento: “Juro por Dios y los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional”. Unas palabras que presagiaban el continuismo del franquismo sin Franco.

En abril de 1973 se desarrolló un conflicto laboral, duramente reprimido, durante la construcción de la central térmica del Besós. El resultado de las protestas tuvo como resultado varios heridos y un trabajador muerto por disparos, el también extremeño Manuel Fernández Márquez

El día 11 de diciembre del mismo año se constituye el primer gobierno de la monarquía: Presidente, Carlos Arias Navarro. Ministro de Gobernación (hoy, Interior), Manuel Fraga Iribarne. Ministro de Exteriores, José María de Areilza y Martínez de Rodas. Educación y Ciencia, Carlos Robles Piquer. Comercio, Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo. Relaciones Sindicales-sin cartera, Rodolfo Martín Villa. Justicia, Antonio Garrigues Díaz-Cañavate. Secretario General del Movimiento, Adolfo Suarez González... Apellidos que conviene recordar porque volverán a aparecer, una y otra vez, en siguientes gobiernos de la interminable transición.

Manuel Fraga avanzó que, en principio, serian legalizadas asociaciones políticas, pero con exclusión del PCE. La presencia de miembros del sector más duro del franquismo incluso ponía en duda estas leves reformas. Para el día de constitución del nuevo gobierno, 11 de diciembre de 1975, la oposición antifranquista convocó una “jornada de lucha” con huelgas y protestas en toda la nación. Esta jornada fue calificada como “campaña subversiva” tanto por el Gobierno como por los medios oficiales y afines. Las reclamaciones eran de orden laboral, pero también de carácter político y en demanda de democracia. La huelga fue muy seguida en el ramo de la construcción y, sobre todo, en el área de las ciudades del cinturón de Barcelona. Su repercusión fue especialmente amplia en San Adrián del Besós, Badalona y Santa Coloma de Gramanet. En el éxito de la huelga resultaron fundamentales los piquetes de trabajadores vinculados a CCOO, PCE y a otras organizaciones de izquierdas. Durante el desarrollo de la jornada fueron detenidos cuatro de sus componentes. Entre ellos, Francisco Téllez.

Téllez libro
Portada de la segunda edición de 2004, del libro “Tortura y transición democrática. El Caso Téllez”, de Juanjo Gallardo.

Las detenciones

Además de Francisco, cayeron Alejo Castellano Blázquez, extremeño de Aldea Nueva del Camino, del PSUC, Alfonso Moya Cochinero, cordobés de Cardeña, del Partido del Trabajo y Emilio Conteras Fernández, llegado recientemente de Sevilla. Emilio era cuñado de Máximo Luna, destacado militante del PSUC y primo de Téllez. Formaban parte de un piquete de trabajadores encargado de cerrar las obras que no secundaran la huelga. En la última que quedaba por parar les estaba esperando, camuflada, la policía. Detuvieron en ese momento a Emilio Contreras, posteriormente a Alejo Castellano y, unas horas después, a Alfonso Moya.

La detención de Téllez se produjo mientras buscaban a Máximo Luna, aunque lo cierto es que llevaban tiempo intentando su captura. La Guardia Civil pensaba que Téllez era el responsable de propaganda del PSUC en Santa Coloma. Ya no lo era, aunque sí lo había sido con anterioridad. La detención es relatada por Téllez y Epi:

“Iba bajando por la calle Verdi... Iba ya casi al medio de la calle, pero sin correr ni nada, o sea, normal, pero claro... Si corres, entonces te pillan antes. Iba tranquilo ¿no? y cuando iba llegando al bar Las Vegas dos tíos corriendo detrás de mí y dicen: ¡No te muevas o te pegamos un tiro! ¿Eres Máximo Luna? ¡Pues no! ¿Y Francisco Téllez? Digo: sí. ¡Pues quedas detenido! ¡Y eso por qué! Entonces me llevaron para atrás, hasta la puerta del bar y, claro, como había muchos vecinos en la puerta, había una expectación... ¿Qué es lo que pasa? ¡Que quedas detenido! Y digo: ¿Por qué? Entonces ya bajó la Epi, y me dicen: ¿Dónde vives? ¡Yo, aquí, en la calle Milán! Dicen: ¿Podemos ir allí? Por qué no.

“Vinieron, entraron, estuvieron mirando y entonces, muy burros que eran los tíos... porque resulta que vieron la revista Grama y dicen: ¡Esta es comunista, de Cuba! (La confundían con el órgano del PC de Cuba, Granma)”

Es que ellos pensaban que el aparato de propaganda estaba aquí, (en su casa de la calle Milán), y había estado, pero no estaba en ese momento, no estaba aquí. Cuando llegan aquí, a la puerta, dicen: ¿Tú te haces responsable de todo lo que hay aquí? Yo, mientras que no lo traigáis vosotros, sí, pero si lo traéis, desde luego que no me voy a hacer responsable de nada. Y entonces allí empezó. Vinieron, entraron, estuvieron mirando y entonces, muy burros que eran los tíos... porque resulta que vieron la revista Grama y dicen: ¡Esta es comunista, de Cuba! (La confundían con el órgano del PC de Cuba, Granma). Epi les dijo que no, que esta es la Grama de Sta. Coloma. Digo: ¡Qué cojones, qué revista de Cuba, si ésta es de Sta. Coloma, es una revista legal! Claro, como ya había estado la policía y habíamos sacado todos los papeles y todas las cosas, pues no había nada”.

“(...) quitaron toda la ropa del armario, todos los cajones dados la vuelta, metieron la mano en la cisterna… Le dieron la vuelta a todo el piso. También registraron la casa de mis suegros, donde vivía el Máximo… Y entonces en casa de mis suegros teníamos muchos libros en francés, de mi cuñado que vive en Francia…Y ¡eran tan burros! que no sabían ni que querían decir, y decían: ¡Vaya un intelectual que estás hecho en francés! Y además los tíos se cabreaban porque estaban la mayoría en francés”.

“¿Así que tú eres el responsable político del PSUC ¿Eres de Comisiones? Digo: Yo que voy a ser ¿Creéis que yo puedo ser responsable político de nada?, aunque a lo mejor, si lo fuera, no os lo iba a decir. Dijeron: mira, mira que valiente. Ponle las esposas. Y les digo: sí, sí, ponérmelas. Y hago así (extiende las manos). ¡No, no, pónselas atrás! Entonces me pusieron las esposas (...). Luego, al ver que el Máximo no estaba por allí, pues dijeron: ¡Bueno, va, al cuartelillo!”.

Transición
El crimen de Feria: la Transición del miedo

Se llamaba Joaquín Mendoza Ladera. El 24 de agosto de 1980, un disparo de fusil hecho a bocajarro le atravesó el corazón. Tenía solo 17 años. Es el crimen de Feria, una de las grandes heridas de la Transición en Extremadura. Una herida escondida, arrinconada en el pacto de silencio, encerrada en los sótanos del olvido.

La tortura

Los detenidos fueron trasladados al cuartel de la Guardia Civil de Badalona. Se les aplicó la Ley Antiterrorista aprobada el 27 de agosto de 1975, resultando incomunicados durante 3 días. No dejaron nunca que recibiesen visitas de los familiares ni tampoco recibieron atención médica. Todos fueron torturados, siendo Téllez el más duramente castigado, quedando en situación critica. A continuación, la declaración jurada donde detalla el tormento al que fue sometido:

A la una del mediodía (aproximadamente) del día 12 me llevaron junto con los otros detenidos al Preventorio de Badalona. Allí nos metieron en una celda a cada uno y estuvimos hasta las seis de la tarde aproximadamente, en que vinieron a buscarnos. Nos volvieron a llevar al cuartel de la Guardia Civil de Badalona y, por primera vez, me dieron algo para comer (un bocadillo de tortilla y un botellín de vino, que yo pagué; mi mujer me había traído bocadillos, pero no me lo dijeron hasta el día siguiente).

Vino un coronel de la Guardia Civil que estaba de visita en el cuartel y me preguntó si era de los que había ido en el piquete, le respondí que había estado trabajando todo el día; intentaron otra vez hacerme hablar sin pegarme (estaba en una habitación vecina a la habitación donde estaban los otros tres); pasó un tiempo y se llevaron a dos a la Prevención y sólo quedamos Moya y yo en el cuartel.

“El guardia más alto me pegaba en los costados y en el hígado, y el teniente, cuando los otros paraban, me pegaba patadas en el estómago. Fue la peor tortura: tenía cortes en las muñecas y los riñones deshechos”

Vino el teniente, un cabo y un número muy alto, muy grande, muy fuerte, y me volvieron a llevar a la habitación de la mesa; tenían unas porras como las de los municipales, y me iban dando tandas de doce a catorce golpes con las porras y con los puños en el estómago (tenía las manos esposadas atrás). Esto duró unos tres cuartos de hora. Como no me sacaban nada, me volvieron a tender en la mesa y me estuvieron pegando durante una hora ―fue la tortura más pesada e incluso llegué a perder varias veces el conocimiento―.

El guardia más alto me pegaba en los costados y en el hígado, y el teniente, cuando los otros paraban, me pegaba patadas en el estómago. Fue la peor tortura: tenía cortes en las muñecas y los riñones deshechos. Les pedí que me quitaran las esposas y el teniente, asustado por el estado en que me habían dejado, ordenó que me las quitaran, mientras seguían tratando que hablara, sin embargo, al ver mi estado, me acostaron en la habitación donde había la cama y me pusieron una bolsa de hielo en el estómago, para tratar de calmar los dolores (supongo), pero con el frío aún me dolía más ―serían ya las ocho o las nueve de la noche―; me dijeron que me lavara los pies, pero yo ni podía moverme; me encontraba muy mal, tenía mucha fiebre y les decía: ‘mirad lo que me habéis hecho, cómo me habéis puesto los pies’. Ellos respondían: ‘Nada, aquí no te hemos hecho nada, eso te lo has hecho tú por ahí...’ y cosas así. Me pusieron una inyección en el brazo, supongo para calmar los dolores, pero de todas formas estuve con dolores toda la noche. Un cabo me amenazó con que si no hablaba irían a por mi mujer y le harían lo que a mí y mucho más; también me amenazaron con pegarme dos tiros y tirarme al mar.

Contesté a estas preguntas siempre teniendo presente las declaraciones de los demás, sacadas a fuerza de palos; todas estas declaraciones eran contestaciones a sus preguntas, pero no respondían a ninguna declaración oficial... (serían las nueve de la noche aproximadamente), a partir de este momento me ofrecieron leche y sopa y me comunicaron que mi mujer me había traído bocadillos.

“Por la tarde un cabo estuvo escribiendo la declaración siguiendo las preguntas que me habían hecho el día anterior; en mi declaración hicieron constar que la prestaba voluntariamente y sin ningún tipo de presión”

El sábado me obligaron a bañarme ―estábamos ya a trece― y por la tarde un cabo estuvo escribiendo la declaración siguiendo las preguntas que me habían hecho el día anterior; en mi declaración hicieron constar que ‘la prestaba voluntariamente y sin ningún tipo de presión’. Durante la noche del viernes y el sábado, como respuestas a mis dolores y quejas me iban diciendo: ‘No te quejes, si veo que te quejas te pego una patada en los cojones que verás’. El domingo, catorce, hacia las ocho de la mañana, un cabo hizo que me lavase los pies, me dijo que andara, me dio unos calcetines y probó que escribiese a máquina ―supongo que para poder acusarme de hacer los clichés de la propaganda―; le dije que no sabía y que ni siquiera podía escribir a mano.

Una mujer me preguntó: ¿Qué te ha pasado en el ojo? Tenía el ojo izquierdo amoratado. Dije: ¿En el ojo?, pues lo mismo que me ha pasado en los pies, en el estómago, en todo. Le enseñé los pies. Tenía dos uñas arrancadas, el estómago, etc. Me dice: ‘¡Qué barbaridad! ¿Quieres poner una denuncia?’ También me preguntaron quién me había hecho todo aquello y respondí: ‘Pues los civiles’. A los demás les preguntaron también y todos dijeron que les habían pegado.

Debido a su estado físico a causa de las torturas firmaron la declaración que les pusieron delante.  Posteriormente, declararían ante el juez que sus confesiones habían sido arrancadas bajo tortura y negarían los cargos. El domingo, día 14, son trasladados al Palacio de Justicia de Barcelona. Epi se enteró de casualidad de la llegada a los juzgados:

“Yo me entere precisamente, que estaba en el Palacio de Justicia, porque había una concentración en Barcelona, de la Asociación de Vecinos del barrio ―habían detenido a mucha gente del barrio que yo conocía― y entonces había mucha gente. Entre ellos estaba uno, que es de mi pueblo, el Sancho, un dirigente de CCOO, Francisco Sancho, y claro, fue su sorpresa que estaban todos esperando que saliera Maruja (una de las detenidas) y lo pasaron a él (Téllez) de los calabozos hasta el juez. Y entonces cuando lo vio, en qué estado estaría que salió vomitando. Entonces fue a la Montserrat (abogada de Téllez) y me llamó a mí. Cuando llegué me dijo: ‘mira no te asustes, pero está muy mal, le han puesto en un estado muy mal’. Y ya te digo, cuando nosotros fuimos al cuartel, a las 11 de la mañana, nos dijeron que al día siguiente, a las nueve de la mañana, lo llevaban... Y yo estaba en el Palacio de Justicia. ¡Cómo lo tendrían que no querían ni que lo viéramos! Dirían, bueno, cuando se enteren ya estará en el Palacio de Justicia ".

Francisco Sancho, “Quico Sancho”, a quien se refiere Epi, también era de Cristina (Badajoz), y pertenecía a CCOO y al PSUC; falleció el 25 de octubre de 2019 en el distrito barcelonés de San Andreu. Todos presentaban claros síntomas de haber sido torturados, revistiendo Téllez el peor estado. Epi y sus familiares solicitaron que fuese reconocido por un forense, a lo que el juez accedió. Tras ser reconocido por el médico forense del juzgado de guardia, el juez lo envía en calidad de detenido al Hospital Clínico de Barcelona. Los otros detenidos ingresan en la  cárcel Modelo de Barcelona. A todos se les imputa el delito de desórdenes públicos y quedan a disposición del Tribunal de Orden Público de Madrid.

La estancia en el Hospital Clínico

Téllez llegó al Hospital Clínico el domingo día 14 a las 19:00 horas, ingresando en cuidados intensivos en estado muy grave. Su cuerpo se encontraba totalmente amoratado y con graves problemas renales. A la puerta de la UVI permanecen policías vigilando y, a la vista del estado de Francisco, treinta médicos del Clínico redactaron una nota de protesta. Con ayuda de los facultativos, y a pesar de la presencia policial, se realizaron fotografías del cuerpo del detenido. Éstas fueron masivamente difundidas mediante octavillas y pasquines, constituyendo un testimonio gráfico que penetró en los hogares y atravesó fronteras. El informe clínico y diagnóstico recoge un panorama espeluznante. Un breve resumen del mismo: hemorragia en la membrana que cubre parte de la superficie del globo ocular, en las palmas de las manos, sangre dentro de los tejidos en la zona alrededor del ombligo y en ambos laterales hasta la zona terminal de la espalda, en glúteos, zona baja del pecho (boca del estómago), el estómago y ambos costados. Hematomas en el bajo vientre, en los testículos, en el pene y en el tercio superior de ambos muslos. Hematomas en ambas piernas y pies, con ampollas de sangre en torno al tobillo. Arrancamiento traumático de la uña del segundo dedo del pie izquierdo. Datos propios de Insuficiencia Renal Aguda”.

Con ayuda de los facultativos, y a pesar de la presencia policial, se realizaron fotografías del cuerpo del detenido. Éstas fueron masivamente difundidas mediante octavillas y pasquines, constituyendo un testimonio gráfico que penetró en los hogares y atravesó fronteras

“En vista de la escasa respuesta a la terapéutica medicamentosa empleada, el paciente fue trasladado el día 15 de diciembre (14 horas) al Servicio de Nefrología de este Hospital, siendo ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos de dicho Servicio con el diagnóstico de Insuficiencia Renal Aguda de origen post-traumático y en grave estado”. El día 15 de diciembre será sometido a una primera sesión de riñón artificial.

La campaña de movilizaciones

La campaña de apoyo no tardó en llegar, solicitando la libertad de los detenidos, una investigación de los hechos y sanciones para los autores de las torturas. En ellas toma protagonismo Epi y el resto de familiares de los detenidos, así como la movilización vecinal, política y sindical y el trabajo del gabinete de abogados. Los letrados de Téllez, Albert Fina y Montserrat Avilés, enviaron cartas al Ministro de la Gobernación, Manuel Fraga, narrando los sucesos. Una copia de la misma también fue enviada al Gobernador Civil de la provincia, al Capitán General de Cataluña, al Cardenal-Arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany, y a la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Barcelona.

Manuel Fraga también recibió misivas de Justicia y Paz (entidad de la Iglesia Católica dirigida por Joaquín Ruiz Jiménez), del Grupo Cristiano de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos y de las asociaciones de vecinos de Santa Coloma, de una de las cuales Téllez era vocal. Otras asociaciones de poblaciones vecinas también se sumaron, así como la Agrupación de Banca, Bolsa y Ahorros de Badalona, la Segunda Agrupación del Sindicato de Actividades Sanitarias o la Junta de la Unión de Técnicos y Trabajadores del Sindicato del Metal de San Adrián del Besós (todas, del Sindicato Vertical). La respuesta de Fraga llega el 19 de enero a los abogados, anunciando la apertura de una investigación y la petición de un informe al Director de la Guardia Civil.

Una manifestación con Epi, los padres de Téllez, los padres de Alfonso Moya, la mujer de Alejo Castellanos y otros familiares a la cabeza se dirigió al Ayuntamiento de Santa Coloma, con la intención de dar una carta a Blas Muñoz, alcalde de la ciudad. A pesar de que fue reprimida, el grupo de cabeza hizo entrega de la misma, no al alcalde ―ausente― sino a un guardia urbano. Epi y el resto de familiares sí consiguieron, no obstante, ser recibidos por el alcalde de Barcelona.

En esas fechas, se registró un atentado ultraderechista con bomba en el local de la Asociación de Vecinos de San Andrés, quedando éste destruido, y hubo amenazas de muerte a José Sánchez Muños, párroco de Santa Rosa, y a Salvador Cabré, párroco de Singuerlin, ambas en Santa Coloma

A pesar de la censura, aún omnipresente, la prensa de la época recogió los hechos en notas muy escuetas, diseminadas en páginas interiores y de sucesos de publicaciones como La Vanguardia, El Correo Catalán, Diario Barcelona, Hoja del Lunes, Diario, Tele-Exprés, Noticiero Universal... Se editaron miles de octavillas y pasquines con las fotografías de Téllez en el Clínico, siendo repartidas por toda el área de Barcelona. Esas mismas imágenes fueron publicadas en el semanario Cambio 16, en la revista local de Santa Coloma de Gramanet ―Grama― e incluso en el diario francés L´Humanité. Durante la retransmisión en televisión de un partido del F.C. Barcelona se lanzaron pasquines por todo el estadio, llevando al locutor de televisión a interrogarse en directo sobre la procedencia de aquella lluvia de papeles. Algunas televisiones europeas intentaron entrevistar a los detenidos, siéndoles denegado el permiso.

Juan Manuel Gómez Villaboa, juez del Juzgado número 2 del tribunal de Orden Publico de Madrid, dictó libertad bajo fianza de 10.000 pesetas para cada uno de los detenidos. El domingo, 4 de enero, se realizaron colectas a favor de los mismos en Badalona; en las mesas estaban las imágenes de Téllez torturado y pancartas pidiendo amnistía. Se recaudaron, solo ese día, 39.600 pesetas. Solidaridad era el organismo creado para ayudar las causas de este tipo en Santa Coloma, liderado por Morán, un sacerdote de la parroquia de Santa Rosa. En esas fechas, se registró un atentado ultraderechista con bomba en el local de la Asociación de Vecinos de San Andrés, quedando éste destruido, y hubo amenazas de muerte a José Sánchez Muños, párroco de Santa Rosa, y a Salvador Cabré, párroco de Singuerlin, ambas en Santa Coloma.

Las muestras de apoyo son relatadas por Epi: “el día de Navidad, pues, llegaron tarjetas de todas partes, desde particulares hasta empresas... Y entonces hacían recolectas y a mí, la mayoría me lo llevaban a mi casa, entonces mi cuñado Misael y yo lo cogíamos y lo llevábamos a Solidaridad”.

Téllez regresa a casa

El 29 de diciembre fueron finalmente puestos en libertad Alfonso Moya, Alejo Castellanos y Emilio Conteras, con obligación de presentarse cada 15 días en el juzgado. Téllez permaneció en el Hospital Clínico hasta el 18 de enero, siendo dado de alta el sábado día 17, tras permanecer 34 días ingresado. El propio mediodía del domingo 18 se esperaba su llegada a Santa Coloma, convocándose por ello un homenaje que no fue autorizado por las autoridades. Finalmente, se realizó un recibimiento en el puente del Besós, donde se reunieron entre 3.000 y 5.000 vecinos en medio de un fortísimo despliegue policial, pocas veces visto hasta entonces en la localidad. La policía actuó con gran violencia en la disolución de la concentración, que se congregó de nuevo en la Plaza del Reloj en número de 2.000 personas, siendo de nuevo disuelta. Finalmente, unos 200 manifestantes, con Téllez y sus compañeros a la cabeza, pudieron llegar acompañando a los liberados a sus domicilios.

Presentada ante la autoridad militar una denuncia por malos tratos, dado que no se contemplaba en el sistema jurídico español la acusación de torturas, se abrieron diligencias previas y un expediente judicial. Solo se conoce que un oficial fuera sancionado

Los cuatro debieron continuar presentándose cada 15 días en el juzgado, manteniéndose esta situación hasta el primer Decreto de Amnistía de julio de 1976. El 21 de diciembre de ese mismo año el Tribunal de Orden Publico remite a la fiscalía el sobreseimiento del caso. La Audiencia Provincial de Madrid acuerda el 17 de julio de 1977 el alzamiento definitivo del procesamiento. Presentada ante la autoridad militar una denuncia por malos tratos, dado que no se contemplaba en el sistema jurídico español la acusación de torturas, se abrieron diligencias previas y un expediente judicial. Solo se conoce que un oficial fuera sancionado.

Téllez en la actualidad
De izquierda a derecha: Epi Román, Francisco Téllez, Pedro José Pascual y Granada Téllez, en la cafetería del Mercado de Abastos de Guareña. Agosto de 2018.

Después del “Caso Téllez” 

Téllez trabajó de fontanero hasta su jubilación en la misma empresa, Inmobiliarias Entenza. Epi resultó elegida concejala en Santa Coloma, en las primeras elecciones municipales de 1979, en la lista del PSUC, que gana y gobierna la ciudad, siendo alcalde el sacerdote Lluis Hernández Alcacer. En 1983, vuelve a salir elegida.

El Instituto de Bachillerato La Salzereda, de Santa Coloma, editó un trabajo con entrevistas sobre el “Caso Téllez” y en 1996 aparece la primera edición del libro “Tortura y transición democrática. El Caso Téllez”, de Juanjo Gallardo, editándose el 2004 la segunda edición.

Téllez afirma en la actualidad no sentir odio o rencor hacia la policía como institución, pero sigue sin comprender el comportamiento de quienes le hicieron padecer aquellas torturas. Tanto él cómo Epi siguen vinculados a las causas sociales. Suelen pasar unos días de verano en Guareña (Badajoz), donde residen tres hermanos de Epi. Siempre restan importancia a sus vidas de militantes sociales y tampoco han querido que se organizase ninguna charla-coloquio, en sus días de visita en Extremadura, sobre el suceso.

Hoy en día, cuando recientemente ha sido destrozado el memorial con los nombres de los presos políticos de la cárcel de Carabanchel, cuando se escucha gritar “libertad” a partidos de ultraderecha y derecha en el Congreso de los Diputados, conviene evocar a los trabajadores torturados en la lucha por esa libertad, a los reprimidos por un Ministro de la Gobernación, Manuel Fraga, posteriormente fundador de uno de esos mismos partidos. Conviene también, hoy, más que nunca, recordar a Francisco Téllez, a Epi y a tantas otras personas anónimas que expusieron su vida en la consecución de libertades democráticas, de derechos sociales y laborales para las generaciones futuras. Este 11 de diciembre el “Caso Téllez” cumple 45 años.

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