Partidos políticos
La izquierda rota en 2023 cierra un 2024 para olvidar

Peleados y débiles, los partidos, organizaciones y objetos no fácilmente identificables que compusieron la papeleta de Sumar en julio de 2023 han vivido el primer año completo desde la separación de Podemos, en diciembre del año pasado. Lejos de los dobles dígitos en intención de voto, las pruebas electorales de 2024 han evidenciado la distancia sideral entre estas organizaciones y la “clase votante” y han hecho bueno el dicho “días de mucho, vísperas de nada”.
Si en 2015 se superó un tope de seis millones de sufragios en las elecciones generales que propiciaron un cambio político y una avería seria en el bipartidismo, en las europeas del año que se cierra, los dos espacios procedentes de aquellos vientos, Podemos y Sumar, no acumularon conjuntamente más de 1,3 millones. En esos comicios, de hecho, las dos papeletas fueron superadas por Ahora Repúblicas, gracias al empuje de EH Bildu y BNG, y, en el caso de Podemos, también por el partido de la fracción criptobró de la omnipresente extrema derecha, Se Acabó la Fiesta. Un año antes, la fusión fría de cara al 23J bajo la marca Sumar, había dejado la demanda electoral de ese espacio “a la izquierda del PSOE” en tres millones pelados de votos. Son elecciones diferentes —hay más participación en las generales— pero ese hecho no acalla el dictamen innegable de que la cosa está muy mal.
“Tras el espectáculo que hemos dado, hay poco margen para la táctica”, señala Amanda Meyer, coportavoz de Izquierda Unida. Meyer sigue la hoja de ruta marcada por quien en mayo fue elegido secretario general, Antonio Maíllo. En noviembre, se presentó Convocatoria por la Democracia, un proceso que la más veterana de las organizaciones de este espacio político ha puesto en marcha para reafirmarse dentro del nebuloso espacio que es Sumar y que también, anticipa un posible reencuentro con Podemos. Eso convierte a IU en el único de los tres espacios federales que habla en este momento abiertamente de un proceso de alianzas y de reconstrucción. Esto implica desandar parte del camino iniciado en la primavera de 2022 cuando, en la preparación de las elecciones autonómicas andaluzas, saltaron los plomos de la, por lo demás, precaria instalación eléctrica Unidas Podemos.
Meyer cree que hay que superar aquellas precariedades de Unidas Podemos, que, desde su diagnóstico achaca a la “falta de reconocimiento del otro (entre las organizaciones) y la falta de método democrático de toma de decisiones y a la hora de afrontar discrepancias”. Y plantea un 2025 en el que son necesarias “buenas noticias” y no solo la llegada de acuerdos agónicos para los comicios por venir. “Incluso con un acuerdo, con este contexto, si no hay desarrollo de nuevas maneras de participar, ese acuerdo sería insuficiente (aunque la buena noticia es que podemos llegar a él mañana)”, indica esta portavoz de IU.
En Sumar se agarran a la gestión, como medio de salir de esa parálisis y poner en primer plano los logros que reivindican de esta segunda etapa de Gobiernos de coalición
La situación, no obstante, está marcada por aquello tan rimbombante de los vetos cruzados. Fuera Íñigo Errejón de la ecuación —su caso es de los que marcan un punto y aparte en un año de declive general—, los vetos aparecen, como en el cuento de Charles Dickens, en tres momentos temporales. Uno, el del pasado, que afectó a Irene Montero, fue definitivo para la ruptura completa de la confianza entre las partes; otro es que, a día de hoy es altamente improbable una reunificación que pase por ver a Podemos otra vez bajo la férula de la vicepresidenta segunda. Los vetos futuros son material, aun más, para la especulación, pero en ningún caso a lo largo de 2024 parece haber cambiado la cultura política que los impulsó.
Al margen de esas cancelaciones, ni Podemos ni Sumar —el partido, que en marzo tendrá su segundo Congreso— están en la página de la unidad. En la sede de los morados la palabra clave es “presión”: presionar al PSOE para que se decante a la izquierda y presionar en medios de comunicación para subrayar la parálisis legislativa del Ejecutivo, lanzando con ello dardos a Sumar, contra el que se manda el mensaje de que es un simple apéndice de los socialistas.
En Sumar se agarran a la gestión, como medio de salir de esa parálisis y poner en primer plano los logros que reivindican de esta segunda etapa de Gobiernos de coalición: la anunciada reducción de la jornada laboral, las multas a aerolíneas aplicadas desde el Ministerio de Consumo o la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia. Sus portavoces reclaman que el espacio de referencia es Sumar y que, a pesar de la caída de valoración, Yolanda Díaz sigue siendo la líder mejor ponderada de la izquierda en las encuestas. En cualquier caso, 2024 parece haber sido el año del definitivo abandono, hasta nuevo aviso, de la palabra ilusión.
Podemos quiere hacer su propio camino
“Fue una decisión que solo tiene beneficios porque hemos podido hacer lo que se nos impedía: política”. Así resume Pablo Fernández, secretario de organización de Podemos, la experiencia de su partido tras la decisión de abandonar el grupo confederal en el grupo mixto en el Congreso de los Diputados. En 2024, los morados han salvado otra bola de partido en las elecciones europeas, en las que consiguieron el 3,28% de los votos y dos diputadas —Irene Montero e Isa Serra— y han reafirmado su papel outsider con la prórroga de la gratuidad del transporte público pactada sobre la bocina del año. El pulso con el Gobierno, no obstante, llevó al partido de Ione Belarra a plantear unas líneas rojas fuertes de cara a la negociación de los Presupuestos Generales de 2025 que aún no han tenido que ser testadas: romper con Israel y bajar el alquiler el 40%. 38.000 personas votaron en la consulta para establecer esas condiciones al Gobierno.
Podemos se agarra a la narrativa de una mayor confrontación con el PSOE y a la realidad de que, en la actual legislatura, los avances del Gobierno en materia legislativa han sido escasos
Fernández evita usar la palabra “unidad”, al aludir al resto de grupo que compusieron la papeleta Sumar en 2023 y prefiere hablar de una “izquierda no subordinada”, que “colabore” con el PSOE pero que no esté supeditada a los socialistas. Para este portavoz de los morados: “Nuestra tarea ahora mismo es poner a la izquierda en pie, y hacer que esa izquierda se exprese política y electoralmente”.
Podemos se agarra a la narrativa de una mayor confrontación con el PSOE y a la realidad de que, en la actual legislatura, los avances del Gobierno en materia legislativa han sido escasos: “Con cuatro diputadas hemos logrado lo que no han hecho otros grupos parlamentarios en un contexto de parálisis del Gobierno con un PSOE que busca acuerdos con la derecha”, defiende Fernández.
La demoscopia ha dado, en los últimos meses del año y coincidiendo con la crisis Errejón, un cierto margen de crecimiento a Podemos, que se sitúa al cierre del año en el 4,1% de intención de voto según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, cuando en 2024 había comenzado con el 2,7% en la misma encuesta mensual.
Entre medias, no obstante, los morados pasaron las de Caín en las elecciones gallegas, que también devinieron en un fracaso estrepitoso para Sumar; en las de la Comunidad Autónoma Vasca, donde perdieron toda representación en un territorio en el que llegaron a ser la fuerza más votada en las elecciones generales de 2016, y en las elecciones catalanas, en las que directamente no se presentaron para no perjudicar el ticket electoral de las Europeas.
Una anotación: los Comunes, que retrocedieron, pero no se la pegaron en las elecciones al Parlament de mayo, vieron cómo su candidato, Jaume Asens, recibía un castigo importante en esa Comunidad en las europeas, en las que Podemos superó a Sumar. Fue el único territorio donde pasó.
Sumar tampoco habla explícitamente de unidad
Aunque públicamente hay pocas referencias a un regreso a un escenario previo al cisma de 2023, lo cierto es que ya ha habido movimientos que resultan esperanzadores para las verdaderas creyentes de la unidad de la izquierda. En septiembre, Por Andalucía elegía a una portavoz de Podemos y abría una nueva fase que debería desembocar en una lista de unidad —descontada Adelante Andalucía, que mantiene su propia agenda— en mejor sintonía de la que llegó a la de los comicios de 2022.
Sumada a las experiencias de Extremadura, donde la unidad autonómica Unidas por Extremadura se ha mantenido contra viento y marea desde 2019, y en Navarra, donde en 2023 fue creada Contigo Navarra-Zurekin Nafarroa, los brotes verdes autonómicos parecen más factibles allí donde no hay actores nacionales o regionales consolidados a lo largo de los años como los Comunes, Compromís o Más Madrid.
Elizabeth Duval, coordinadora colegiada de Sumar, cree que hablar del próximo ciclo electoral es superfluo: “La conversación hoy sobre alianzas electorales o cómo se mejora en demoscopia o sondeos es realmente adelantarse, cuando la conversación que hay que tener es cómo se sacan adelante las iniciativas, los compromisos para los cuales se votó a la izquierda el 23J”.
Trabajo y derechos sociales son, además de las palancas que Duval propone para volver a atraer a esa clase votante, los Ministerios desde los que Sumar cree que puede diferenciarse más del PSOE. En las últimas semanas, Yolanda Díaz, la líder del espacio, ha marcado cada vez más distancias con Pedro Sánchez y el PSOE, quizá consciente de que la fuga de votantes en esa dirección y también hacia Podemos ha hecho mella en las expectativas de voto de los magentas.
Para Duval el diagnóstico es claro: si no se legisla, la valoración de los ministros de Sumar decae: “Recuperar la buena valoración, o recuperar una buena puntuación en los sondeos, tiene que ver con poder desplegar esas políticas, porque fueron, por ejemplo, las políticas, lo que en su momento solidificaron también a Yolanda en esa imagen de la mejor ministra de trabajo de la historia”.
Un 2025 de encaje de bolillos
Casi un 20% de las personas que votaron a Sumar en 2023 creen que la vivienda es el principal problema del país y un 18% dice que es el problema que más le afecta personalmente. Ese hecho anticipa lo que va a ser el gran tema político de 2025, por encima incluso del ascenso de la extrema derecha. Los partidos de izquierdas tienen la oportunidad de confrontar directamente con el PSOE sobre este asunto —también sobre los derechos LGTBIQ+— y lo usarán intentando conectar con sus votantes y exvotantes —hoy hay más exvotantes que votantes. Para Duval, “hay que ser conscientes de que si no se ataja el problema de la vivienda, si no se hacen cosas de verdad, seguirá creciendo la desafección ciudadana”.
Meyer cree que hay que superar las fallas de Unidas Podemos, que, desde su diagnóstico achaca a la “falta de reconocimiento del otro y la falta de método democrático de toma de decisiones”
Fernández subraya se trata de poner en pie “una izquierda que dé respuesta a la problemática de la vivienda, que se atreva a intervenir el mercado y a hacer que los ricos y poderosos paguen lo que les corresponde, que mejore la vida de la gente y que no piense que el mal menor es la única opción posible”.
Desde el punto de vista de Amanda Meyer, el PSOE está ocupando un espacio de centro y, a la vez, como demuestran las encuestas, da un bocado a la izquierda que solo se puede resolver si se llega a un acuerdo y, al mismo tiempo, se multiplican las movilizaciones “vinculadas al territorio, como las de vivienda o sanidad”. Lo programático, las reivindicaciones materiales, parece ser el clavo al que se agarran unas organizaciones que, durante 2024 han tenido pocas alegrías sustanciosas, más allá de algún acuerdo menor en el Consejo de Ministros y el Congreso de los Diputados —adonde el Ejecutivo no se ha atrevido a llevar los Presupuestos Generales.
Con una población crecientemente preocupada por la subida de los precios acumulada desde la crisis de la inflación y por el problema de la vivienda, la izquierda federalista tiene poco margen para volver a ser vista como algo útil, capaz de movilizar algo más que pasiones tristes. 2024 ha sido un mal año, pero nada asegura que el año que viene vaya a ser mejor para ese espacio izquierdo que, como dice una vieja canción, si se esfuerza, puede desaparecer.
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