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Partidos políticos
Las horas más bajas del artefacto político Unidas Podemos
El 9 de mayo de 2016, con una estudiada puesta en escena, Alberto Garzón y Pablo Iglesias anunciaban la confluencia de Izquierda Unida y Podemos de cara a las elecciones que se iban a celebrar el 26 de junio. El anuncio, a través de las redes sociales, se fraguaba después en la sala Mirador, conocido teatro del barrio madrileño de Lavapiés. En el plazo de tres años y medio se iba a consolidar con la entrada por primera vez en la historia de tres organizaciones “a la izquierda del PSOE” en el Consejo de Ministros. IU, Podemos y el Partido Comunista de España pasan por una grave crisis, seis años después del llamado Pacto de los Botellines.
El detonante ha sido la negociación agónica de la lista electoral de la confluencia de cara a las elecciones del próximo 19 de junio en Andalucía. Un error informático derivado de la tarde de estrés en torno a esa negociación ha abierto una crisis que pareció cerrarse por unos instantes cuando se confirmó que el proyecto de Ione Belarra se sumaba a IU, Más País, PCE, Equo y Alianza Verde.
Pese a que a las 23:45h del viernes 6 de mayo Podemos remitía el acuerdo y era aceptado por el resto de la mesa de partidos, hasta las 00:17 no llegaron las firmas autorizadas: el texto no se registró y la única lista válida no contemplaba la participación de Podemos en la jerigonza de partidos que, de la mano de Inma Nieto —diputada de IU en el Parlamento andaluz— aspira, al menos sobre el papel, a conseguir un resultado equiparable al 16% que obtuvo la coalición electoral de las izquierdas en 2018.
El acuerdo político alcanzado el viernes aun puede reencauzarse —aunque es posible que Podemos tenga que ceder— pero no hay acuerdo económico posible, toda vez que ese error ha dejado fuera de la lista al partido morado, que no podrá acceder a los recursos económicos asignados por la junta electoral y el parlamento andaluz. En el resto de partidos, el enfado es palpable, el proceso de frente amplio ha empezado a andar entre la mutua desconfianza y, aunque se subraya que hay voluntad de mantener las líneas generales de los pactos alcanzados, se subraya que no se puede proceder a un “cambalache”.
Izquierda Unida ha sido taxativa a la hora de advertir a su socio en Madrid de que no se moverá ni un milímetro de la situación jurídica que ha provocado la situación del viernes. Fuera del registro desde esa madrugada, Podemos no puede optar a la financiación prevista en situaciones normales, a riesgo de que el Tribunal de Cuentas sospeche de un pasteleo en la asignación de recursos. Para Podemos esto es un problema, en cuanto el reparto del pacto alcanzado le reconocía como socio sénior de la coalición, y le debía aportar seis de cada diez euros en el reparto.
Las fuentes consultadas para este artículo confían en que la reunión de la mesa de partidos que hoy tendrá lugar en Andalucía sirva para cerrar el episodio de la configuración de listas
Las magulladuras ya eran evidentes el viernes, hoy las acusaciones salpican hacia todos lados. Podemos se ve atacado por el que consideraba su socio más importante a la hora de generar un frente amplio, aumentan las voces críticas contra Alberto Garzón y se redoblan sobre Yolanda Díaz, quien está previsto que encabece ese proyecto de cohesión de la izquierda en el plano federal.
Las críticas a Podemos se extienden también desde varios flancos. Sus socios consideran que el partido morado está encerrado en sí mismo, que aspiraba a mandar en el frente amplio con IU en papel subsidiario y que la dirección ha reaccionado mal cuando se percató de que el pacto en Andalucía podía funcionar sin su concurso.
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La vuelta del pasado
Los recuerdos se agolpan y, como dice la frase de Faulkner, “el pasado nunca está muerto; no es ni siquiera pasado”. Podemos no ha superado las contradicciones que lo debilitaron tras los dos congresos en los que se establecieron las líneas maestras del partido. Una vez producida la salida hace casi un año de Pablo Iglesias de la política nacional, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz recibió la misión de ampliar el espacio que había quedado maltrecho por los resultados electorales decrecientes que comenzaron a producirse precisamente en las autonómicas andaluzas de 2018. El diagnóstico era que Unidas Podemos no podía por sí sola. Al nuevo vehículo frente amplio estaban llamados muchos, pero destacaba una pieza, más por su simbolismo que por sus prestaciones electorales en el conjunto de España. El Más País de Íñigo Errejón era un objeto de deseo para echar a andar el proyecto de Díaz.
Y también fue el primer punto de fricción entre Pablo Iglesias, en su papel de referente de Podemos, y de Yolanda Díaz, que poco después de su designación al frente del proyecto encontraba el refrendo de las encuestas de opinión, que la situaban como la líder política más valorada del panorama nacional. El acto “Otras Políticas” de Valencia, celebrado en noviembre de 2021 y organizado por Díaz con el apoyo de Compromís, fue un antes y un después en la relación entre los excompañeros del Consejo de Ministros. Al acto acudió Mónica García, de Más País, pero el problema no estribó tanto en esa presencia o en la falta de representantes de los morados en la mesa sino en la falta de comunicación de la ministra de Trabajo con los que se consideraban sus socios prioritarios y en hechos menores como que se invitase a figuras como Pedro Santisteve, exalcalde de Zaragoza, enfrentado a Podemos en Aragón.
Tras lo ocurrido el viernes, las tintas no se cargan contra Yolanda Díaz, cuya mediación fue clave para llegar al acuerdo sino sobre Garzón
Las malas relaciones entre Irene Montero y Yolanda Díaz, y desencuentros posteriores con Ione Belarra durante la crisis provocada por la decisión de Pedro Sánchez de aprobar unilateralmente el envío de armas a Ucrania, medida que Díaz aceptó sin cuestionar y que fue respondida muy críticamente por Belarra, han seguido incrementando la brecha entre Díaz y el partido morado. En ese último episodio fue importante la mediación de Enrique Santiago, secretario general del PCE y secretario de Estado para la Agenda 2030, pero el capítulo de Andalucía ha dejado a Podemos solo y molesto con sus socios.
Tras lo ocurrido el viernes, las tintas no se cargan contra Yolanda Díaz, cuya mediación fue clave para llegar al acuerdo —aunque este resultara malformado— sino sobre Garzón, a quien se le propuso por parte de la propia ministra de Trabajo que encabezara la lista autonómica y que declinó la oferta.
La desconfianza se extiende también al entorno de Errejón, con quien nunca se han reestablecido relaciones tras la defección que supuso la salida del entonces diputado morado y la alcaldesa de Madrid del marco que Podemos había establecido en la Comunidad de Madrid. Las fallas en el acuerdo del viernes y la sinergia mostrada entre Díaz y Garzón y Díaz y Errejón, que unos días antes coincidían en un acto, alimentan el malestar en el partido morado.
La entrada de Más País en el acuerdo de Andalucía no era una prioridad para Podemos pero sí lanzaba un mensaje en la clave en la que quiere trabajar Díaz. Podemos, por su parte, intentó encontrar un candidato independiente de consenso pero, o no hubo consenso, o el candidato dijo que verdes las han segado.
La intervención de Iglesias el lunes defendiendo que su partido sí ha celebrado primarias, a diferencia de todos los demás, para elegir a Juan Antonio Delgado, de profesión guardia civil, como candidato, ha aumentado el enfado en IU, desde donde se asegura que se ha ofrecido a Podemos en repetidas ocasiones un sistema de primarias conjuntas al que el partido de Belarra, y antes de Iglesias, se ha negado.
Un mal resultado en junio volverá a poner en entredicho la teoría del frente amplio y puede generar un nuevo giro de la trama en el culebrón en el que se ha convertido la vida orgánica y no orgánica de los partidos de izquierdas. Desde Podemos, se considera que se ha cedido mucho —más de lo esperable— en la negociación en este proceso, se insiste en que su candidata es Yolanda Díaz y recuerda que la correlación en otros territorios no es equiparable a la de Andalucía. Hoy parece claro que un frente amplio sin Podemos puede o no funcionar pero uno contra Podemos tiene un riesgo evidente de nacer tocado del ala.
De momento, las fuentes consultadas para este artículo prefieren “no enrarecer aun más el ambiente” y confían en que la reunión de la mesa de partidos que hoy tendrá lugar en Andalucía sirva para cerrar el episodio de la configuración de listas.
Seis años después de que se llegase al punto de no retorno del encuentro entre la fuerza emergente —Podemos— y la organización en crisis —Izquierda Unida— el desgaste de Unidas Podemos ha llegado en un momento crítico: sin un proyecto definido en torno al liderazgo de Díaz, con un problema explícito en la confianza entre los socios, y sin respuestas ante la emergencia de la extrema derecha, que aspira a dar otro zarpazo en Andalucía ante la incomparecencia de la izquierda.
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Esta película ya la he visto, y no acaba bien. Si van así en Andalucía, donde básicamente había que ponerse de acuerdo Podemos e IU (Más País y compañía son marginales y Adelante no juega), pues no me quiero imaginar como será en Madrid o en País Valencià...