Andalucismo
En torno a la identidad política de Andalucía (II/II)

Describiendo la identidad política andaluza como una “identidad anidada” por su carácter no competitivo con otros sentimientos de pertenencia y poniendo el foco en los factores que erosionan hoy dicha identidad mestiza e inclusiva, el autor hace una propuesta para renovar sus contenidos políticos como instrumento para afrontar la transformación de Andalucía.
Identidad política Andalucía 2
Manifestaciones del 4 de diciembre de ayer y hoy. Fotografías: Fondo UMA Bienvenido Arenas y Alfonso Torres

Paralelo 36 Andalucía

7 mar 2021 15:00

“Ninguna persona es una isla, algo completo en sí mismo; toda persona es un fragmento del continente, una parte del conjunto”

(John Donne)

En general, el marco prepolítico, la naturaleza del proyecto político que ha formulado la identidad política y el proceso de movilización por sus objetivos políticos, determinan su contenido popular o elitista, y, a su vez, una vez anclada, esa identidad política condiciona en buena parte la naturaleza de los proyectos políticos hegemónicos en ese territorio.

La identidad política andaluza es una identidad de naturaleza popular tanto por la conexión, en su matriz prepolítica, entre cultura andaluza y las circunstancias sociales de desigualdad y pobreza de Andalucía durante los últimos siglos, como por el contenido emancipador del andalucismo histórico, y por la naturaleza popular, al margen de las élites económicas e incluso de los partidos, del periodo de movilizaciones andalucistas que van desde el 4D de 1977 al 28F de 1980.

La identidad política andaluza hoy aporta un contexto cultural de bienes y objetos y un marco ético-afectivo que provee a los residentes de sentidos y referencias para la convivencia, potenciando, por un lado, la libertad individual, y su conexión con los derechos de ejercicio colectivo, frente al uniformismo cultural que despliega el neoliberalismo y, por otro, potenciando la centralidad de Andalucía en un mundo caracterizado por la jerarquización de territorios.

La identidad andaluza está asociada a un proyecto político de pertenencia emocional múltiple y plural, con Andalucía como su componente primordial y profundo por su conexión con la identidad prepolítica que, lejos de entrar en competencia con otros sentimientos de pertenencia, hace posible su convivencia y su sinergia, dada su naturaleza democrática, progresista, abierta y mestiza, tal como ha sido asumida mayoritariamente y tal como está descrita en el preámbulo del actual Estatuto de Autonomía.

Todas las encuestas coinciden en que las andaluzas y andaluces tienen mayoritariamente un sentimiento de pertenencia compartido, múltiple y plural, entre su municipio, la provincia, Andalucía, España y la Unión Europea, que no supone contradicción alguna, sino que, por el contrario, es enriquecedor por su plasticidad y capacidad adaptativa. Esta característica de la identidad andaluza, su carácter no competitivo entre las distintas escalas territoriales sino complementario, implica una naturaleza implícitamente federal.

Andalucismo
En torno a la identidad política de Andalucía (I/II)
Partiendo del concepto de identidad, y haciendo un recorrido desde la posición subalterna de Andalucía dentro del Estado español hasta la singular conquista de la Autonomía andaluza, el autor diserta sobre cómo se ha construido la identidad política andaluza.

A título de ejemplo, la encuesta de ADEMO (enero de 2019), indica que el 55% de los encuestados dicen compartir el mismo sentimiento de pertenencia entre Andalucía y España, el 27% más con Andalucía que con España, el 7% más con España que con Andalucía, y solo el 9% se siente únicamente andaluz y el 3% únicamente español.

Llama la atención la estabilidad en el tiempo de esos sentimientos de pertenencia compartidos ya que, si tomamos como referencia la encuesta del CIS de enero de 1982, el 57,6 % de los andaluces se consideraba, tan español como andaluz, siendo las opiniones excluyentes de sólo español o sólo andaluz, igualmente minoritarias.

Esta cualidad de la identidad política andaluza encaja con el concepto de “identidad anidada”, acuñado por Calhoun y Brewer, que Gutiérrez Medrano aplicó al caso español y Xabier Coller al andaluz: “El anidamiento puede incluso tener varios niveles (europeo, español, andaluz, sevillano), lo que nos conduce a tener en cuenta que las identidades pueden manifestarse con intensidad diferente en el individuo en función del valor que cada persona asigne a los diferentes vectores de la identidad (Brewer, 1999).”

En efecto, Coller ha señalado “la evidencia de que la identidad colectiva andaluza se imagina como una identidad «anidada» dentro de las identidades españolas y europeas.”

Factores de erosión contra la identidad política andaluza

Maíz (2005) ha explicado que “Los cambios identitarios se producen por deslizamiento, en respuesta a incentivos y alteraciones exógenas;”. Durante estos 40 años de autogobierno ha habido, y hay, multitud de factores endógenos y exógenos que afectan a la naturaleza y a los contenidos de la identidad política andaluza, tal como se percibe mayoritariamente.

La etapa autonómica coincide con la expansión de la globalización neoliberal. Margaret Thatcher fue elegida primera ministra del Reino Unido en mayo de 1979 y Ronald Reagan en enero de 1981. Durante este periodo, mientras los Estados mantuvieron su dimensión territorial, con la excepción del proceso de construcción europea, el sistema financiero internacional y las grandes empresas, el gran capital que marca los ritmos y orientaciones de la inversión y tiene la capacidad para influir sobre los mercados, adquirió una dimensión global dominante, lo que implica capacidad para funcionar como una unidad en un ámbito que abarca todo el planeta, a través de nuevos sistemas de información, redes de transporte y cadenas globales de producción y distribución. La crisis ambiental adquirió una gravedad extrema al dañarse las estructuras de los ecosistemas planetarios, como el clima.

La identidad política andaluza se ha visto erosionada por la frustración causada porque el autogobierno no ha cubierto las expectativas sociales

El Estado democrático y social es un factor clave para el fortalecimiento de la comunidad, tanto en cuanto que constituye el principal instrumento para la igualdad y la participación política ciudadana. La globalización aumentó la capacidad de presión de los poderes económicos para neutralizar el poder regulador de los Estados (que han sufrido una pérdida del control de los ingresos fiscales, en un mecanismo donde los paraísos fiscales juegan un papel fundamental), para privatizar empresas públicas o desregular el mercado de trabajo, con la consiguiente pérdida de poder político de la ciudadanía y el aumento de las desigualdades.

La globalización también promovió la divulgación de una cultura consumista, uniformadora e individualista. Como ha señalado Pérez Yruela (2014) “los efectos culturales homogeneizadores del gran discurso modernizador-globalizador, soporte de la economía liberal de mercado, al que se están incorporando cada vez más sociedades nacionales, amenaza con desplazar a las identidades singulares cuyos rasgos no coinciden o no son compatibles con los requisitos culturales de este proceso dominante”.

La crisis de 2008 desveló todas las contradicciones de la globalización neoliberal. En España 2008 tuvo unos efectos devastadores por la debilidad de la estructura económica y del sistema político bipartidista, con repercusiones en todas las esferas de la vida ciudadana. A lo largo de estos últimos años, hemos sufrido una crisis multifuncional que ha afectado a todos los aspectos de nuestra realidad social. En Andalucía, el aumento de la desigualdad fue superior a la media y es precisamente la desigualdad el mayor disolvente de ese triángulo para la cohesión social que forman “capital social, Comunidad e identidad política”.

Derechos Humanos
Pobreza, desahucios, recortes, ley mordaza: los derechos humanos en Andalucía flaquean

La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) hace una radiografía negativa del estado de distintos derechos en la autonomía y denuncia un retroceso en igualdad, servicios públicos, migración y expresión a partir de la entrada de las derechas en el gobierno andaluz.

La pandemia del COVID-19 también está suponiendo cambios profundos. La interrupción de las actividades sociales y económicas en todo el mundo por las necesarias restricciones para combatir el virus, tanto en movilidad como en concentración de personas, y la prolongación de la pandemia, está provocando trasformaciones estructurales en las estructuras económicas globales.

Las consecuencias de la pandemia han puesto en evidencia las debilidades de nuestro tejido productivo porque afecta de forma especial a los sectores productivos en los que está especializada la economía andaluza: turismo, transporte, comercio, cultura, ocio que, a su vez, determinan una estructura empresarial de pequeñas empresas con grandes dificultades para resistir durante tanto tiempo, lo que está generando multitud de cierre de empresas, más paro, más pobreza y más desigualdad.

Además, la globalización y las crisis de 2008 y 2020, están modificando las relaciones básicas que estructuran nuestra convivencia: las condiciones de trabajo, las estructuras afectivas, el tiempo y espacio social o las formas de comunicarnos. Estos cambios están provocando que nuestra sociedad está cada vez más fragmentada y, al mismo tiempo, más polarizada, debilitando los lazos sociales.

El cambio climático como la expresión más visible de la crisis ecológica, la precarización de las relaciones laborales, el aumento de las desigualdades, la cultura del individualismo, nos sitúa, como personas y como sociedad, en una posición de extrema vulnerabilidad.

Todos estos factores han acentuado las dificultades e incertidumbres del presente y el miedo al futuro, debilitando a la identidad política andaluza, tal como se ha configurado hasta ahora.

Frente a todos los factores debilitantes y, de forma directa, frente a los ataques de la ultraderecha, con una presencia significativa en el Parlamento, y frente a la labor de desgaste del actual gobierno en la Junta, la identidad política andaluza es resistente

Pero hay dos factores endógenos que catalizan la erosión de todos estos factores: la identidad política andaluza se ha visto erosionada por la frustración causada porque el Autogobierno no ha cubierto las expectativas sociales y el cambio de ciclo en Andalucía tras las elecciones de diciembre de 2018.

En Andalucía, tras las elecciones al Parlamento de Andalucía del 2 de diciembre de 2018 (XI legislatura), ha habido un cambio de ciclo. A pesar de que volvió a ganar el PSOE-A, el pacto entre PP, Ciudadanos y VOX, le dio el gobierno a la coalición PP-Ciudadanos con el apoyo parlamentario de VOX.

Los resultados de estas elecciones han puesto fin a una larga etapa, determinada por los gobiernos del PSOE en la Junta, y ha supuesto un nuevo tiempo en el que la dirección política de Andalucia la desarrolla un gobierno que no se identifica con la identidad política andaluza y que, además, está condicionado por VOX, que tiene como uno de sus objetivos la lucha cultural para la sustitución del sentimiento andalucista por un españolismo esencialista y excluyente.

A pesar del debilitamiento de la identidad política andaluza, ésta tiene sólidos anclajes, no solo sociales y políticos sino también jurídicos, como los contenidos en el citado preámbulo del Estatuto de Autonomía. Son cimientos conquistados mediante la movilización popular que han sido refrendados por una inmensa mayoría, más del 80% en los cuatro referéndums citados (28F, Estatuto de Autonomía del 81, Estatuto de Autonomía del 97 y referéndum sobre la Constitución europea), lo que implica un altísimo consenso social.

Junta de Andalucía
Moreno Bonilla altera el escudo de Andalucía incumpliendo el Estatuto

“Mamarrachada”, “carajotá”, “ridiculez”, “frivolidad”, “disparate”. La alteración del escudo oficial de Andalucía acometida por el gobierno de las derechas ha cosechado un amplio rechazo en los círculos mediáticos y políticos andaluces con sonoros epítetos.

Los símbolos andaluces se han convertido, además, en símbolos inclusivos, transversales, que identifican al conjunto de los andaluces, sin connotaciones de exclusión ni de confrontación.

Frente a todos los factores debilitantes y, de forma directa, frente a los ataques de la ultraderecha, con una presencia significativa en el Parlamento de Andalucía, y frente a la labor de desgaste del actual gobierno en la Junta de Andalucía, la identidad política andaluza es resistente.

La disputa de la identidad política andaluza plural por los soberanismos

Ante el sentimiento de pertenencia compartido, múltiple y plural, como característica básica de la identidad política andaluza mayoritaria, hay corrientes políticas minoritarias que le oponen una propuesta soberanista, ya sea reivindicando una España soberana o una Andalucía soberana, en el sentido de la definición de Rosanvallón (2020) de soberanía como “el ejercicio de una voluntad ilimitada que se determina a sí misma”. Ambas propuestas representan espacios políticos opuestos, pero tienen en común que identifican Estado con nación o su simétrico, nación con Estado, porque están cautivos del dogma de la soberanía única. En su raíz vive la idea de que en el Estado solo cabe una nación y una cultura, o la simétrica: que la proyección de una nación solo se realiza con plenitud mediante un Estado propio.

Las posiciones soberanistas implican un proyecto de ruptura con la transversalidad y el consenso de la identidad política de Andalucía, para tratar de convertirla en un arma de confrontación y de exclusión de quienes no compartan sentimientos de pertenencia unidimensionales

Los estatalistas (un Estado, una nación) defienden que el Estado español solo tiene una nación, la española, y los nacionalismos soberanistas interiores (una nación, un Estado) reivindican un Estado propio para “su nación” y, aunque utilicen a veces fórmulas como la confederación o incluso la federación como añadidos, éstas son posiciones tácticas que se conciben explícita o implícitamente como etapas hacia la plena identificación entre nación y Estado.

Las posiciones soberanistas implican un proyecto de ruptura con la transversalidad y el consenso de la identidad política de Andalucía, para tratar de convertirla en un arma de confrontación y de exclusión de quienes no compartan sentimientos de pertenencia unidimensionales. En cualquier caso, el proyecto soberanista conlleva, en sus dos formulaciones, un debilitamiento, en la práctica, del Estado frente a los poderes económicos globales.

El soberanismo andaluz es una propuesta vinculada a la izquierda anticapitalista y a grupos provenientes del PA que han radicalizado su nacionalismo. Tiene un mimetismo con nacionalismos del País Vasco y Cataluña, a pesar las diferencias de nuestra realidad social ya que en Andalucía ni hubo ni hay una burguesía territorial capaz de articular un proyecto político propio. Su concepto de la democracia es de carácter instrumental, al entender a las instituciones como altavoces, pero sin perspectiva de realizar pactos para gobernar, y no valoran apenas las conquistas autonómicas y democráticas ni los cambios que se han producido desde la transición. En cierta forma es una huida hacia adelante ante los factores de erosión de la identidad política andaluza.

El nacionalismo soberanista español (españolismo) niega la identidad andaluza, así como la de cualquiera otra nacionalidad subestatal. Solo existe la identidad política española que, eso sí, se nutre en gran medida de rasgos de la cultura andaluza.

Su identidad política la construyen sobre tres pilares ideológicos, la monarquía, la confesionalidad católica y el centralismo, ligado a valores reaccionarios (patriarcales, desarrollistas, clasistas, racistas y antisolidarios), con una nostalgia más o menos explícita del franquismo, porque su idea de España es incompatible con la democracia.

Ha sido la adscripción mayoritaria de la oligarquía andaluza, por su miedo a la democracia y a perder los privilegios que le proporcionan un Estado débil y centralizado, al que poder controlar.

Su capacidad de movilización para penetrar en segmentos de las clases medias y populares ha sido de naturaleza reactiva. Durante la democracia, han utilizado sobre todo al terrorismo de ETA y luego el sentimiento de agravio provocado por el soberanismo catalán. En los últimos años han logrado ocupar el espacio público apareciendo como los promotores de las banderas españolas en los balcones y como adornos personales, convocando numerosas manifestaciones y, lo más preocupante, el partido que más representa esta posición política, VOX, ha conseguido en las últimas elecciones andaluzas, 12 escaños y cerca de 400.000 votos, comenzando precisamente en Andalucía su irrupción en las instituciones de toda España.

Una propuesta de renovación del contenido político de la identidad andaluza

1. La renovación de la identidad política andaluza como base para la transformación para Andalucía

En cualquier caso, hoy hay dos polos políticos de referencia en el conflicto político en torno al futuro de la identidad andaluza. De un lado, su negación y sustitución por una identidad política española única que es la que defiende la extrema derecha y buena parte de la derecha, en el marco de propagar la ilusión de una vuelta a la soberanía nacional, prometiendo una seguridad ficticia e inventando conspiraciones globales y falsos enemigos, con mentiras y bulos, mientras destruyen el tejido de la realidad social y enconan la polarización política, o su opuesto, una renovación de la identidad política andaluza para el fortalecimiento del tejido de la realidad social, con más Comunidad, más Estado y más democracia, desde los valores universales de igualdad, libertad y fraternidad, para lo que también es necesaria una nueva narrativa.

La identidad política andaluza necesita evolucionar en un proceso abierto y dinámico para adaptarse a los profundos cambios que estamos viviendo y a las nuevas necesidades, demandas y expectativas, porque la identidad política andaluza no es una identidad coagulada, sino que tiene una funcionalidad experimental. Su naturaleza es fluida y de ningún modo ha constituido ni constituye una atmosfera social densa. A pesar de que aparentemente esa característica es una debilidad, sin embargo, aquí reside una de sus fortalezas.

La nueva narrativa de los contenidos políticos de la identidad andaluza es el andalucismo democrático, federalista, social, ecologista y feminista. Una propuesta que es transversal, con vocación de mayorías, popular y no confrontacional

En palabras de Gonzalez de Molina (2014), “es posible imaginar un discurso identitario sobre Andalucía que se aparte de los tradicionales y que recupere su capacidad para crear vínculos colectivos entre los andaluces. Un discurso que de nuevo conecte con el sentimiento andalucista que sigue existiendo y que las encuestas ponen de manifiesto año tras año. Un discurso que de nuevo otorgue legitimidad a las instituciones de autogobierno”.

La nueva narrativa de los contenidos políticos de la identidad andaluza es el andalucismo democrático, federalista, social, ecologista y feminista. Una propuesta que es transversal, con vocación de mayorías, popular y no confrontacional. En este contexto de evolución y cambio, la identidad política andaluza recobra todo su valor social.

El objetivo político de la renovación de la narrativa de la identidad andaluza es llevar a cabo con éxito la transición ecológica, industrial, financiera y digital para hacer posible que Andalucía supere la dependencia y la desigualdad económica, para conquistar una autonomía estratégica o material, que haga efectiva la finalidad política y social de la autonomía jurídica. En este objetivo, la interrelación entre transición ecológica, justicia social y profundización y extensión federal, constituye el eje central. La transición ecológica y social es la funcionalidad clave del federalismo en este contexto, mientras que el federalismo es el instrumento que puede hacer viable la transición ecológica y social, desde una perspectiva democrática.

2. La base: identidad política, comunidad, capital social y Estado democrático

Se trata de un formidable reto para esta primera mitad del siglo XXI, en el que se resalta la importancia de las interrelaciones sociales y políticas entre la comunidad y el Estado social y democrático para la transición ecológica, la justicia social y la plena igualdad de género, como nuevos contenidos democráticos en una malla de poder público y cohesión social que vaya desde lo local a lo global.

Desde nuestra autocentralidad entendemos a Andalucía como una Comunidad plural y compleja, que forma parte de un sistema de Comunidades que se solapan y entrelazan, donde se superponen culturas e identidades territoriales y no territoriales, ya sean colectivas o individuales, que requieren de arreglos institucionales que garanticen la flexibilidad y el respeto a todas sus expresiones.

La potenciación de la identidad política andaluza, ante el nuevo ciclo político, económico, social y ecológico e, incluso, antropológico, es un factor imprescindible para el proyecto de transformación de Andalucía.

En el capital social andaluz destaca el mayor peso que tiene el capital social vinculante, “tienen un mayor peso los recursos sociales producidos en los grupos primarios y, de manera especial, en la familia.” (Camarero, 2009), que el capital social aglutinante, en donde la identidad política andaluza constituye un componente específico, que trasciende “del reino de la proximidad” (Philippe Robert), ya que promueve los sentimientos de solidaridad más allá de los grupos primarios.

Se trata de un capital social aglutinante también anidado, en coherencia con esa característica de la identidad política andaluza, como expresión de un sentimiento de pertenencia en el que coinciden, de forma más o menos explícita, la mayoría de la ciudadanía andaluza, sin que, como hemos insistido, implique oposición a otros sentimientos de pertenencia, al contrario, se expresa en múltiples lealtades compartidas, lo que refleja su raíz democrática.

La potenciación de la identidad política andaluza, ante el nuevo ciclo político, económico, social y ecológico e, incluso, antropológico, es un factor imprescindible para el proyecto de transformación de Andalucía. En el fundamento de la propuesta está situar a Andalucía como nuestro marco político fundamental, como el espacio político básico de interacción social, como un espacio público y común de solidaridad ciudadana.

Se trata de reforzar la identidad andaluza en toda su extensión, tanto en la dimensión prepolítica (cultural, social y geográfica), como política (una comunidad ético-emocional autocentrada en torno a objetivos políticos y sociales comunes, dotada de autogobierno, que defiende valores universales), profundizando en sus vínculos con las necesidades y demandas de las clases populares para un proyecto hegemónico de éstas, en el contexto de la plena democratización de la idea de España dentro de una Europa federal.

Como hemos expresado recientemente (Rodríguez de León, 2020) “la acción política de impulsar a Andalucía como nuestro marco político fundamental es un factor decisivo en la lucha por la hegemonía del bloque social de las clases populares, en competencia con las estrategias para la hegemonía de los poderes económicos globales.”

3. Un nuevo modelo político, económico, social y ecológico para Andalucía

La renovación de los objetivos de nuestra identidad política para lograr una posición de igualdad en el concierto mundial, europeo y del Estado, implica la defensa de un nuevo modelo político, económico, social y ecológico para Andalucía, capaz de generar consensos en la mayoría del pueblo andaluz: un pacto verde, social, digital y feminista, en línea con el paradigma del Green New Deal. Hoy, además de la profundización en los derechos sociales y laborales y en la garantía de los servicios públicos, el federalismo, la ecología y el feminismo constituyen nuevos contenidos democráticos imprescindibles.

En la renovación de la identidad andaluza, la conexión entre identidad política andaluza y la identidad democrática es la argamasa para un proyecto hegemónico de las clases populares porque proporciona los afectos y los marcos éticos necesarios para construir y fortalecer una comunidad abierta que, en su despliegue pluralista, se superpone y complementa con otras identidades, sin excluirlas, en conexión con el fortalecimiento de los poderes públicos.

La transformación económica de Andalucía (...) de una nueva clase empresarial alejada del rentismo especulativo y del centralismo, para alcanzar una autonomía estratégica que llene de contenido a la autonomía política

La identidad política andaluza es un instrumento al servicio de la cohesión comunitaria para un nuevo modelo de sociedad, abierta e intercultural, antipatriarcal y feminista, que promueva modelos de convivencia basados en la valorización de la cultura, la autonomía personal, la vida buena y la seguridad personal y colectiva. La potenciación de su funcionalidad ético-afectiva para más y mejor conocimiento mutuo y para intensificar la solidaridad social, tiene el efecto de reforzar las bases de una sociedad democrática.

Igualmente requiere potenciar la legitimidad de las instituciones de nuestro Autogobierno y la importancia política del Estatuto de Autonomía, desarrollando todas sus potencialidades como Constitución propia de Andalucía, para avanzar hacia una autonomía estratégica en energía, innovación, industria y sistema financiero.

Es la base también del reforzamiento del Estado democrático, que lejos de ser una realidad política antagónica con la Comunidad, establecen entre sí una dinámica virtuosa de modo que sin Estado democrático no hay Comunidades jurídicamente defendidas y sin Comunidades fuertes no hay Estado que pueda funcionar democráticamente.

Es imprescindible un nuevo modelo económico para una autonomía estratégica. El camino que se emprenda para reconstruir y reformar nuestra economía va a determinar el futuro. Necesitamos un nuevo horizonte, tanto internamente como en el modelo de articulación de las distintas escalas del poder político territorial, para vencer la dependencia y la desigualdad.

La transformación económica de Andalucía requiere unir innovación, derechos laborales, feminismo y ecología en torno a una estrategia de desarrollo selectivo que prime el empleo de calidad, la industria verde, la territorialización de la cadena de valor, la economía circular, la transición energética, la innovación, poder financiero propio, liderazgo de los poderes públicos y solidaridad interterritorial, pero también de una nueva clase empresarial alejada del rentismo especulativo y del centralismo, para alcanzar una autonomía estratégica que llene de contenido a la autonomía política.

4. Federalismo

El federalismo es la respuesta institucional para hacer frente a los problemas globales desde la democracia, porque puede articular la diversidad interna y externa de culturas y nacionalidades, al mismo tiempo que fortalecer al poder público, al Estado en sentido amplio.

La idea federal permite, por una parte, el engarce necesario entre las distintas escalas institucionales, y, por otro, un horizonte de profundidad y extensión, en especial en la escala europea, para que la comunidad y la democracia logren embridar a los poderes económicos privados, regulando de forma efectiva los mercados, que ahora dominan el ámbito global.

República
Xavier Domènech: “Necesitamos una estrategia republicana conjunta”
Xavier Domènech regresa a la historia con “Un haz de naciones. El Estado y la plurinacionalidad en España (1830-2017)”, un ensayo que apuesta por el republicanismo confederal, y rastrea sus orígenes y devenires como alternativa popular al Estado monárquico y centralista de las clases dominantes.

Defendemos una idea de España plural e inclusiva, profundamente democrática y republicana, en una Europa federal, con comunidades abiertas e interconectadas, que fortalezcan al Estado democrático, e incrementen su capacidad efectiva para defender su autonomía política frente al poder económico privado global y frente a la visión reaccionaria de España que pretende un estado débil, con un solo centro de poder y autoritario para que la oligarquía pueda controlarlo con más facilidad.

Proponemos un federalismo del siglo XXI, que se estructure a través de la autonomía en todos los niveles existentes, enlazando, mediante la participación y la codecisión, las distintas escalas de poder público, desde los municipios, las Comunidades Autónomas y el Estado central hasta la Unión Europea. En este contexto, la plurinacionalidad es la cultura que puede lubricar todo el sistema para una convivencia basada en el respeto y la tolerancia de las diferencias, en la diversidad multiétnica y multicultural.

La lucha contra la pandemia ha puesto en primer plano la exigencia de comunidades cohesionadas y Estados democráticos fuertes

Reivindicamos la naturaleza plenamente constitucional de nuestro Estatuto de Autonomía, la reforma federal de la Constitución española y un proceso federal constituyente para la Unión Europea, así como la interconexión de sus textos constitucionales existentes y futuros.

A nivel global defendemos la multilateralidad y el fortalecimiento institucional, en especial la democratización y reforma de las Naciones Unidas para dotarla de capacidad para tomar decisiones vinculantes para sus Estados miembros.

Como ha señalado Luigi Ferrajoli (2020):

Por primera vez la humanidad entera está unida a la fuerza por un interés general mucho más vital que en el pasado: el interés en la supervivencia de la humanidad y en la habitabilidad del planeta. Hay problemas globales que no forman parte de la agenda política de los gobiernos nacionales, pese a que de su solución depende la supervivencia de la humanidad: el rescate del planeta del calentamiento climático, los peligros de los conflictos nucleares, el crecimiento de las desigualdades y la muerte cada año de millones de personas por falta de alimentación básica y medicamentos, el drama de centenares de miles de migrantes que escapan de un problema no resuelto.

Un horizonte de esperanza

Hoy, a pesar de la gravedad de la situación que estamos sufriendo como consecuencia de esta pandemia global, también hay motivos para la esperanza. El fin de la presidencia de Trump; la nueva disposición de la Unión Europea en la estrategia del Pacto Verde, la Agenda Digital, la estrategia industrial, el cambio climático, la economía circular, la estrategia para la biodiversidad y, sobre todo, la respuesta a la pandemia con los fondos NGEU, y el impulso en España, con el nuevo gobierno de coalición progresista, de la cogobernanza como estructura decisional para gestionar la lucha contra la pandemia, revelan un horizonte más propicio para impulsar dinámicas federalizantes con las que poder hacer frente a los enormes retos globales a los que nos enfrentamos. Precisamente, la lucha contra la pandemia ha puesto en primer plano la exigencia de comunidades cohesionadas y Estados democráticos fuertes, así como la necesidad de una sociedad global, democrática y federal, capaz de llevar a cabo la transición ecológica y digital, con justicia social e igualdad de género.


Referencias

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Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
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Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.
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Opinión Sobrevivir pagando en el Álvaro Cunqueiro
Una de las victorias ideológicas del PP de Feijóo en Galicia ha sido hacernos creer que pagar por servicios esenciales en los hospitales durante el cuidado de nuestros enfermos es lo natural, que no hay otra manera de abordarlo, pero es mentira.

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Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
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Oriente Próximo Israel impone hechos consumados sobre Siria para condicionar la transición según sus intereses
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Ocupación israelí Un tercio de los asesinatos de periodistas en 2024 fueron obra del ejército de Israel
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Análisis Los aerogeneradores no son molinos, son gigantes
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