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En Extremadura, apelando a la defensa de un confuso concepto de ruralidad, de familia tradicional o de los “valores” encarnados en el toreo o la caza, con un discurso esencialista dirigido a las vísceras más que a la razón, Vox tuvo su explosión emocional hace ya cinco años. Entonces, abarrotó restaurantes y actos a todo lo largo y ancho de la región, recogiendo sin duda los afectos y papeletas de sectores siempre refugiados en el PP, pero también de una radicalidad difusa, primaria, que halló en su verborrea simplista, abiertamente xenófoba y excluyente, válvula de escape del descontento de un territorio a la cola de casi todo.
Incluso tuvo parlamentario propio antes de pasar por las urnas, ya que Juan Antonio Morales, diputado autonómico del Partido Popular, se pasó en plena legislatura al partido ultra con armas, bagajes y escaño, abriendo una agria polémica centrada básicamente en el propio personaje, del que en su momento dimos sobrada información. El asunto apuntaba, ya, malas maneras, pero la euforia todo lo cubre con su manto y la cosa quedó ahí.
Así, Vox llegó formalmente a las instituciones locales en 2019 (con menor fuerza de la prevista, todo hay que decirlo, habida cuenta de que ni siquiera entró en la Asamblea de Extremadura) y, lentamente, a las responsabilidades de gestión y, cómo no, de organización. Allí la cosa ya no fue tan bien y la felicidad prometida en los baños de masas rojigualdas quedó envuelta en una nube de transfuguismo, acusaciones internas, fracturas y abandonos. Un absoluto desastre.
¿Qué tiene Vox en Extremadura? Transfuguismo y luchas intestinas
De entrada, tiene un diputado en el Congreso de los Diputados electo por la circunscripción de Badajoz (es en las legislativas donde ha obtenido su mejor resultado electoral, con el 10,77% de los votos). Se trata de Víctor Sánchez del Real, periodista, consultor, profesor, ponente; cunero de pura raza, ceutí que jamás ha residido en Extremadura y de difusos vínculos con la región (su esposa es extremeña). De hecho, fue el candidato a la alcaldía de Las Rozas en las elecciones locales de 2015 y de sí mismo afirma tener como afición sus paseos por la sierra de... Madrid.
Es considerado uno de los ideólogos de la formación, no exento de polémica en algunas actuaciones pintorescas (como cuando difundió en Twitter el inexistente desprendimiento en un túnel, o se dirigió a Cuca Gamarra, del PP, señalando que “los tibios me provocáis el vómito”), pero que pertenece a Vox desde su formación y que, de acuerdo con todas las fuentes, es de obediencia exclusiva al núcleo duro del partido, sin responder a la organización territorial que representa... O que debiera representar, si al hombre le fuera posible encontrar una estructura digna de tal nombre.
Vox
Extrema derecha Arrecia el sainete ultra en Badajoz: militantes de VOX denuncian ser espiados por su partido con la colaboración de la policía
Porque, como Vox no se vertebra de acuerdo al marco autonómico, sino provincial, resultaría que, a fecha de hoy, no hay interlocución orgánica en Badajoz, sencillamente porque en esa provincia la organización está disuelta. No tiene dirección desde que en octubre del año pasado dimitiera su presidente, Ángel Borreguero, y con él decayera el resto del Comité Ejecutivo Provincial (CEP). De acuerdo con informaciones publicadas por el diario HOY, varios afiliados reconocieron que “con la dimisión de Ángel Borreguero ha caído también su vicepresidente, Ángel Pelayo, y otros cargos como Fernando Mendoza o Manuel Barragán. Hay quien extiende el cese a los coordinadores locales, que en marzo eran 67 en los 165 municipios de la provincia”.
De entrada, tiene un diputado en el Congreso [...] Víctor Sánchez del Real, periodista, consultor, profesor, ponente; cunero de pura raza, ceutí que jamás ha residido en Extremadura y de difusos vínculos con la región
¿El trasfondo? Disputas por parcelas de poder y por los favores de la dirección nacional, definitiva a la hora de marcar estrategias y de designar quién manda y dónde. Llegó tan lejos el tema que, como ya recogimos en su día, militantes de Vox en Extremadura denunciaron ser espiados por su partido con la colaboración de la policía. Ahí sigue abierto el sumario y en el aire la pregunta de qué pintan en todo este sainete los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. De hecho, el acceso a determinados datos de los denunciantes implicaría la consulta a bases de datos exclusivas de las fuerzas del orden.
En la capital pacense la cosa no está mejor. De hecho, no está. Alejandro Vélez, el único concejal electo, colocó a dedo como asesores (con su correspondiente salario) a Antonio Pozo, concejal a su vez en Guadiana y alcalde de la localidad varios años (en los que destacó en una defensa cerrada del nombre del municipio, ahora sustituido, de Guadiana del Caudillo), y Juan Antonio Morales, el tránsfuga que fue candidato a la Junta de Extremadura pero no logró alcanzar representación en la Asamblea (los dos, eso sí, caballeros de honor de la Fundación Francisco Franco).
Como ya recogimos en su día, militantes de Vox en Extremadura denunciaron ser espiados por su partido con la colaboración de la policía. Ahí sigue abierto el sumario
No tardó en desatarse la consiguiente crisis de liderazgo y en 2021 se marchó del partido, llevándose consigo el acta de concejal (parece la norma entre el voxismo). Ya había entrado en el equipo de gobierno con PP y Ciudadanos (que se han turnado en la alcaldía), asumiendo la concejalía de Limpieza, poblados y parque móvil. Una tarea llena de incógnitas, ya que la limpieza de la capital pacense está privatizada desde hace años bajo la responsabilidad de FCC. Eso sí, es el único puntal posible para que la derecha gobierne, siendo su voto indispensable para mantener la mayoría necesaria. Igual da que celebre y reivindique la toma a sangre y fuego de la ciudad en 1936 en un pleno municipal, que insulte a Erika Cadenas (única edil de Podemos) aludiendo a sus bragas, proponga el levantamiento de una estatua a Franco o se manifieste en contra del imán de la ciudad, Adel Najjar.
Agresiones homófobas
Agresión homófoba de seis militantes de Vox en Don Benito
La lista de abandonos no quedó ahí. A su marcha se sumaron, por considerar a Vox “un partido antidemocrático, que somete a los afiliados a técnicas totalitarias, exentas de las mínimas garantías legales exigidas por la ley”, Pozo y Morales (sus empleados), los cuatro ediles de Guadiana (José Andrés Gámez Gordillo, Marce Cuéllar Sánchez, Alicia Plaza Velasco y Francisco Miguel Paiva Méndez) y María Isabel Grajera, única representante en Lobón.
Números importantes si se atiende al dato de que Vox cosechó en Extremadura el magro resultado de 17 concejales en toda la región (el 1,99% del voto). Quienes quedaron en localidades referenciales fueron Ángel Pelayo Gordillo y Marta Gervasia Garrido (en Mérida, donde colocaron a la segunda en tiempo de descuento y por un puñado de votos) y Eloísa Gracia, de Almendralejo.
De Cáceres hablamos poco porque ahí la cosa fue rápida y ya se sabe que el tiempo trae el olvido: Teófilo Amores se marchó en octubre de 2019, tres meses después de acceder al cargo, alegando “discrepancias ideológicas”, pero de nuevo conservando el acta. Y ahí permanece, de concejal no adscrito, a su aire y ajeno a los vaivenes de las siglas que lo colocaron donde se encuentra. Es un hombre de mundo al que los virajes no le afectan. Tanto es así que fue militante del PSOE e incluso secretario de organización de UGT.
Ante el caos, Vox apela a don Pelayo
No sabemos si como metáfora de una épica reconquista de sus propias posiciones, el Comité Ejecutivo Nacional de Vox ha designado hace menos de dos semanas a Ángel Pelayo Gordillo (Pelayo es su segundo nombre de pila, por más que en todas partes se le designe como Ángel Pelayo) como candidato a presidir la Junta de Extremadura. Gordillo es el portavoz de la formación ultra en la capital extremeña y conocido en Mérida por haber sido presidente del Círculo Emeritense (el tradicional feudo y epicentro de actividad social de las élites locales).
Pelayo es fiel, sobre todo fiel, a la marca. Esa fidelidad que no ha caracterizado, precisamente, a la amalgama de personajes que se han ido sucediendo en las tareas de representación institucional del partido ultra
Don Ángel, del que algunos compañeros de consistorio afirman con socarronería que “habla falangista en la intimidad”, es un refinado empresario agrícola, soltero y amante de la cultura clásica italiana, nacido en 1962. Antiguo concejal de Cultura, Turismo, Museos y Limpieza con el PP entre 2011 y 2015, en la etapa de la alcaldía de Pedro Acedo (hombre que lo fue todo en el Partido Popular emeritense y que, por su parte, anda montando lista y candidatura propias para las próximas municipales, tras múltiples disensos con su organización y la presunta implicación en irregularidades urbanísticas ). Abandonado el PP tras, según sus propias declaraciones “intentar poner un poco de racionalidad en el partido”, ingresó en Vox justo a tiempo para encabezar la lista en Mérida. Y salió elegido.
Un personaje, en suma, de perfil sumiso a las directrices emanadas desde arriba, poco conflictivo, leal y al que no es difícil imaginar, dentro de unos cuantos años, ataviado con cuidado batín y encarnando el papel de Luis Escobar en su magistral interpretación del marqués de Leguineche en La escopeta nacional. Es persona de modales refinados y hondamente preocupado con la llegada del comunismo a su finca (las referencias al mismo son memorables en sus apariciones radiofónicas), estridente en su justa medida (está donde está como lo haría un cruzado)... Pero Pelayo es fiel, sobre todo fiel a la marca. Esa fidelidad que no ha caracterizado, precisamente, a la amalgama de personajes que se han ido sucediendo en las tareas de representación institucional del partido ultra. Ha sabido flotar en los procelosos mares de su partido, capeando todas las borrascas y protagonizando una actividad municipal de gestos, dirigida a la galería y conocedora de lo que la clientela demanda.
A falta de alguien con algún capital simbólico que colocar, Madrid ha ido a lo práctico y a confiar en el tirón nacional de la sigla. Desde luego que, a la vista del material humano con el que ha tenido que dar la cara en la comunidad extremeña, mejor correr pocos riesgos innovando.
La tentación de la confianza y el contexto global
Pero no hay que caer en la tentación de extrapolar a resultados electorales este completo desastre organizativo, por más que su contexto menos favorable hayan sido, precisamente, las elecciones locales y autonómicas, que serán las primeras en celebrarse la próxima primavera. De personajes como los citados puede depender la gobernabilidad de Extremadura, algo perfectamente posible una vez que en la propia Europa se está abriendo la mano, desde los partidos conservadores tradicionales, a la colaboración en tareas de gobierno con formaciones de extrema derecha, algo impensable cuando existía algo parecido a un cierto consenso antifascista.
Solo así se puede interpretar la posición de Manfred Weber, líder del Partido Popular europeo defendiendo los acuerdos con las formaciones ultras, a las que ha calificado, en una entrevista con el grupo Funke Media, de posibles “aliados constructivos” y con los que se manifiesta dispuesto a abordar “las grandes cuestiones europeas”. Justo lo que Feijoo necesitaba oír para ponerse manos a la obra a nivel estatal y comenzar a trazar un mapa de pactos. En la ultraderecha extremeña, por su parte, ha quedado claro que quien manda es Madrid, ya sean el marqués Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal o el defenestrado Ortega Smith. Todo bien.
Fascismo
El horror de una parodia, en casa
Y es que el avance y reconfiguración del espacio ultraderechista resultan evidentes. De entrada, en la Unión Europea la ultraderecha gobierna en Polonia (Morawiecki ), Hungría (Orban) e Italia (Meloni) y ha obtenido avances más que significativos en Francia, con Marine Le Pen. Demócratas de Suecia (fundado en 1988 por un antiguo voluntario de las SS), ha pasado a ser la segunda fuerza más votada en septiembre, con el 20,5% de los apoyos y Alternativa para Alemania (AfD) mantiene el liderazgo en dos estados alemanes del antiguo Este: Sajonia y Turingia. Atendiendo al área de los países nórdicos, también van ganando penetración en Dinamarca (Partido Popular Danés), Noruega (Partido del Progreso) y Finlandia (Partido de los Finlandeses).
De Asturias a Catalunya, pasando por Almería, todo son conflictos y marchas de diputados y diputadas (con su correspondiente acta, ahí no fallan). Y, aún así, acaban de entrar a gobernar en Castilla y León con un equipo creado sobre la marcha
No es la crisis extremeña una excepción, pues es permanente la convulsión de Vox en la práctica totalidad del Estado español. La rocambolesca partida de su particular Juana de Arco, Macarena Olona, es su último episodio sonado, pero ahí está el descabezamiento de Ortega Smith de la secretaría de general y de organización o la fuga masiva de cargos en Murcia (¡donde ganó las elecciones con el 28% del voto!). En todas partes cuecen las mismas habas: inquietud por la formación de las listas, retención de cargos, disputas domésticas de financiación y liderazgos. De Asturias a Catalunya, pasando por Almería, todo son conflictos y marchas de diputados y diputadas (con su correspondiente acta, ahí no fallan). Y, aún así, acaban de entrar a gobernar en Castilla y León con un equipo creado sobre la marcha. Dicen que hasta el peor reloj acierta la hora dos veces al día, y la ultraderecha española, por imbécil organizativamente hablando que parezca, está anclada en una posición privilegiada a la hora de conformar mayorías. Da prácticamente igual lo que haga porque, aún con las saetas paradas, inmovilizada en su laberinto, siempre le llega su momento de acertar. Y lo aprovecha.
Aquí, en Extremadura, el CIS les pronostica entrar en la cámara hasta con cinco escaños, que, sumados a un previsible avance del PP, podría colocar en disposición de ejercer tareas de gobierno a lo que ahora mismo no es más que una franquicia y una desordenada confluencia de intereses no siempre claros. Queda por ver, en este extremo suroeste, hasta dónde llegará en la próxima cita electoral un espectro político que ha recorrido históricamente, y sin dificultad, el camino que va de la parodia al horror.
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Fantástico análisis del espectro fascista extremeño. Y ejemplo literario además, de propina.
Cuando tengas tiempo estaría bien un análisis semejante del marco ideológico vocero extremeño: los asajeros de Metidieri, fedexcazeros de Casado... y demás cohorte de subvencionados que inundan los medios subvencionados con ideología fascista. Con dinero público y la indefinición ideológica de las élites PSOEistas extremeñas.
Menudo panorama en año electoral!