La España sin piscina exige una pileta pública en su barrio: “No tenemos ningún espacio para huir del calor”

Las piscinas municipales son uno de los refugios ante el calor típicos del verano, sobre todo en hogares de bajos ingresos. Varios colectivos vecinales por todo el Estado piden a sus respectivos consistorios la construcción de una zona de baño municipal en su barrio.
Tetuán Construcción Piscina
David F. Sabadell Piscina pública del paseo de la Dirección (Tetuán, Madrid), una de las últimas construidas por el Ayuntamiento madrileño tras 32 años sin edificar ninguna.

Toalla, protector solar, bañador y todo listo para acudir a la piscina municipal. Solo un pequeño detalle: la pileta pública más cercana está a media hora andando bajo un sol de fuego y nada garantiza que el aforo no esté completo. En España hay 1,3 millones de piscinas descubiertas, pero el 90% son privadas. Un chapuzón es una forma efectiva y divertida de hacer frente a un calor cada vez más asfixiante, pero quienes no tienen una piscina en propiedad no siempre lo tienen fácil para acudir a una pública. Por ello, colectivos vecinales por todo el territorio exigen a sus respectivos ayuntamientos la construcción de espacios de baño de proximidad o la agilización de las obras de mantenimiento en las piscinas que permanecen años cerradas por reformas.

“Cuando tenemos suerte y no estamos a 40 grados, estamos a 38”, resume el calor invariable del verano en Córdoba Celia Romero, portavoz de la asociación vecinal de Valdeolleros, un barrio de rentas bajas en la ciudad de la mezquita. “No tenemos ningún espacio para poder huir del calor; lo que nos queda es estar en casa —quien se pueda permitir el aire acondicionado—”, añade Romero como parte de la argumentación de por qué su barrio exige la construcción de una pileta pública. Una de cada tres familias en España no puede mantener una temperatura adecuada en casa durante los meses de más calor por falta de aislamiento térmico, ausencia de aire acondicionado o de ingresos suficientes como para encenderlo; la cifra aumenta a algo más de la mitad de los hogares si nos fijamos en la población más vulnerable.

Córdoba es la segunda ciudad española con más piscinas —solo la supera Madrid, con diez veces más habitantes, y por poco—, pero, de esos 12.000 espacios de baño, solo nueve son públicos. Y tan solo dos están directamente gestionados por el Ayuntamiento. Las piscinas privadas se encuentran en los barrios con más renta de la ciudad: El Brillante y El Patriarca. El esquema se repite por todo el Estado. En Madrid, por ejemplo, el barrio de Nueva España (distrito acaudalado, Chamartín) tiene 121 habitantes por cada piscina comunitaria, mientras que en San Diego (en el distrito obrero de Puente de Vallecas) hay una sola pileta comunitaria y 45.000 vecinas y vecinos. El Ayuntamiento de la capital edificó dos piscinas públicas —en Tetuán y Barajas— en 2024 tras 32 años sin haber construido ningún espacio de baño.

Las líneas maestras de las políticas municipales en cuanto a piscinas deberían ser aumentar las plazas y garantizar el acceso a toda la población “desde un punto de vista de equidad social”.

Aumentar las plazas de piscinas públicas y garantizar el acceso para las personas más vulnerables económicamente. Estas deberían ser las líneas maestras de las políticas municipales en cuanto a piscinas “desde un punto de vista de equidad social”, según Koldo Hernández, coordinador del área de Agua de Ecologistas en Acción. El activista denuncia la “dejación” de las administraciones y señala el derroche de recursos que supone el “aumento constante” del número de piscinas privadas. “En algunos municipios hay una piscina por cada tres habitantes”, asegura Hernández.

Recogida firmas Valdeolleros - 1
Recogida de firmas por la construcción de una piscina municipal en el barrio de Valdeolleros (Córdoba).

Piscinas demasiado pequeñas y lejanas

Hay una excepción a la regla de barrio rico, más piscinas; barrio pobre, menos piscinas: los centros de las ciudades, tan faltos de espacio, no suelen tener gran cantidad de espacios de baño. Es el caso del distrito de Retiro, en Madrid, y sus residentes llevan años movilizándose por la creación de espacios de baño públicos y adecuados. “Necesitamos refugios climáticos y dotaciones deportivas”, expone Ángeles Rodríguez de Cara, presidenta de la asociación vecinal Retiro Norte.

El distrito de Retiro (Madrid) solo cuenta con una piscina pública, pero no cubre las necesidades del barrio. “Si quieren echar el día, la gente se va a otra”, dice la presidenta de una asociación vecinal.

El distrito solo cuenta con una piscina pública. Se encuentra dentro de un centro deportivo privado, está a más de media hora andando de los puntos más lejanos de la demarcación distrital y Rodríguez de Cara se refiere a ella como “la alberca” por lo pequeña que es y lo poco que cubre. “Esta es para refrescarte rápidamente; para echar el día la gente se tiene que ir a otra”, explica la vecina de Retiro.

No es que falten piscinas; es que están mal repartidas. En el distrito de Retiro hay nada menos que una piscina olímpica construida para el mundial de natación del 86, aunque fue techada en los 2010 y relegada al uso exclusivo de la Federación Madrileña de Natación. Una de las reivindicaciones de la asociación de Retiro Norte es poder retirar el recubrimiento en verano “para que la use toda la gente”, explica Rodríguez de Cara, aunque eso no les distrae del gran objetivo: conseguir una piscina construida específicamente para uso recreativo y general en un solar de Doctor Esquerdo, tal y como se ha comprometido la Junta de Distrito.

La asociación vecinal de Valdeolleros (Córdoba) pide una piscina para el barrio porque la más cercana cuesta 12 euros por persona.

La piscina más cercana a Valdeolleros es la del colegio Virgen del Carmen, a quince minutos del centro del barrio. Pero no es para todo el mundo, advierte Celia Romero: la entrada de día entero cuesta 12 euros por persona y “es una piscina de colegio, así que dan prioridad a las familias” del centro. La asociación vecinal de la que Romero es portavoz ha realizado varias acciones para exigir la construcción de una pileta en el barrio: han recabado más de 1.500 firmas pidiendo su construcción y el último viernes de julio hicieron la performance de ponerse vestidas de playa en una rotonda “para reivindicar el espacio de piscina”.

El Ayuntamiento de Córdoba se ha ofrecido a rehabilitar la piscina del antiguo camping municipal El Brillante como solución para Valdeolleros, pero sus vecinas y vecinos la rechazan por, entre otros, ser demasiado chica. “Es más pequeña que la fuente del parque de los teletubbies, por lo que sería más grande el espacio para el baño para los perros que para nosotros”, hacen la comparación en una nota enviada a medios.

La respuesta insuficiente de las administraciones

La exigencia de las asociaciones vecinales del distrito de Retiro de conseguir su piscina avanza poco a poco. La Junta del Distrito se ha mostrado favorable a abrir al uso público la piscina olímpica —aunque es competencia de la Comunidad— y está también a favor de la piscina pública en el solar de Doctor Esquerdo. Todo avanza. “Pero muy lento, parece que no es prioritario”, comenta Rodríguez de Cara. “Mientras no le den dotación presupuestaria, entendemos que no es prioritario para ellos”, ahonda la presidenta de la asociación.

En València también tienen quejas sobre la actuación institucional. El polideportivo del barrio obrero de Orriols —en el cual está la piscina pública del vecindario— lleva cerrada un año y no tiene fecha de reapertura. La estampa es común por todo el Estado: las reformas de las piscinas son largas y costosas. Dependiendo de la envergadura de la obra, la inspección de los defectos, redacción del proyecto, licitación y ejecución de las obras pueden durar años.

En Orriols (València), no creen que el retraso en reabrir la piscina del barrio se deba a la complicación de las obras. Ha habido falta de transparencia, planificación y claridad en la comunicación, consideran.

En Orriols no creen que la tardanza y retrasos en reabrir la pileta del polideportivo sea por causas legítimas: ha faltado transparencia, planificación y claridad en la comunicación, según Maica Barceiro, presidenta de la asociación vecinal Orriols-Rascanya. “Al principio, dijeron que en un año se hacía todo”, relata la vecina de este barrio al norte de la capital del Túria. Los residentes de la zona se enteraron “por la prensa” del inicio de las obras y empezaron a recoger firmas: consiguieron 2.000 en 15 días, asegura Barceiro.

“En el momento de la recogida decíamos algo que ahora se constata que es verdad: nos están mintiendo porque otras piscinas que se están arreglando siguen abiertas”, considera la vecina. La asociación que preside mantiene que el arreglo de la piscina podría haberse hecho por fases en vez de clausurar todo el polideportivo. Hoy, poco más de un año después del cierre, sigue sin estar abierta la licitación. “Solo pedimos que reconozcan el error y se pongan a trabajar”, expone Barceiro. Mientras, el vecindario de Orriols se va a las piscinas de otros barrios. El Salto pregunta a cuánto tiempo andando se encuentra la piscina abierta más cercana y Barceiro lo elude: “A Torrefiel hay autobús”. Tras una pausa, añade: “Pero suele estar llena”.

“Calculamos cuánto cachito de piscina municipal nos tocaría por habitante de Córdoba y nos salió el tamaño de la pantalla del móvil”.

“Calculamos cuánto cachito de piscina municipal nos tocaría por habitante [de Córdoba] y nos salió el tamaño de la pantalla del móvil”, cuenta Romero. La erección de la pileta serviría para dotar de refugios climáticos al barrio, otra de las carencias de Valdeolleros. “Pedimos que abran como refugio el centro cívico, pero no nos escuchan desde el Ayuntamiento”, dice Romero, que admite no tener “ninguna vía de escape” del calor. El consistorio cordobés instauró de forma temporal una serie de espacios como refugios climáticos durante la primera ola de calor del verano, pero solo para personas mayores. La antigua capital califal es una de las 16 —de 52— cabezas de provincia con red de refugios climáticos, aunque con severas carencias por el bajo número y la limitación de edad, entre otros.

En Retiro cuentan con el refugio climático más grande de la ciudad, el que da nombre al distrito. “El que cierran cada dos por tres y en olas de calor”, apostilla la presidenta de la asociación de Retiro Norte en referencia a los protocolos de cierres de parques de Madrid, que considera “muy estrictos” y pide relajar. “La alerta roja [cierre del parque] se activa con ráfagas de viento muy bajas”, asevera Rodríguez de Cara, además de con temperaturas por encima de los 35 grados.

Retiro “no es el peor distrito” en el que pasar el verano en Madrid, dice la vecina, “pero no se pasa bien”: “Faltan árboles, faltan bancos...”, enumera, aunque matiza que el urbanismo cambia mucho de unas zonas a otras y eso convierte en algunos lugares en más amables. Una demográfica que lo pasa especialmente mal son las infancias y adolescentes, explica Rodríguez de Cara: “Sabemos las recomendaciones: no salir de casa en horas de máximo calor. Eso es claustrofóbico para ellos, pero lo más que pueden hacer es irse a un centro comercial”.

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