Teatro
El teatro contra las excavadoras no resiste: Cabanyal Íntim se toma un descanso

El festival Cabanyal Íntim puso el teatro frente a las excavadoras que querían derribar casas emblemáticas en el barrio marinero. Después de 12 años, su directora artística ha hecho un parón en busca soluciones para no dejar morir esta propuesta única, activista y cultural, tras las muestras de apoyo del público y de la profesión.
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Esther Melo, bailaora, durante una de las celebraciones del Cabanyal Íntim. Foto: Laura Requena
5 feb 2023 06:00

Cabanyal Íntim es el Festival de teatro que, desde 2011, ha llenado de espectadores las calles y las casas del valenciano barrio del Cabanyal. Creado por Isabel Caballero y Jacobo Julio Roger, con su compañía Francachela Teatre, Cabanyal Íntim se había convertido en uno de los eventos culturales más emblemáticos de la ciudad de València. Una propuesta tan sencilla como compleja e interesante: llevar el teatro a las casas del barrio para luchar contra las excavadoras que pretendían hacer el pasillo al mar soñado por Rita Barberá y su gobierno. Junto a la plataforma Salvem el Cabanyal,  la compañía de teatro comenzó la andadura de este festival por el que han pasado casi 300 propuestas escénicas y más de 10.000 espectadores al año en sus últimas convocatorias, con llenos absolutos desde la primera edición en 2011.

Editorial
Cabanyal Zona Zero

Cada vegada són més les veus que reclamen el nostre dret a gaudir d’un país amb un turisme sostenible i menys nociu per a la nostra realitat física i social.

Isabel Caballero abre la puerta de L'Escola del Cabanyal para hablar de su criatura una fría mañana de enero con mucha luz. Hablar del festival de teatro en un lugar tan especial en el barrio como L'Escola, un espacio que tuvo tiempos mejores, puede resultar premonitorio. Tiempos en los que hace unos años pululaban por aquí los creadores y participantes de la webserie Cabanyal Z y programaban en su salón numerosas actividades culturales, entre otras algunas del Cabanyal Íntim. Hoy se cae un poco el alma a los pies al ver L'Escola envejecer tan rápido. En estos momentos en los que todo el mundo coincide en que el barrio, este Cabanyal tan emblemático se va arreglando y se está poniendo realmente bonito, L'Escola se antoja como símbolo de un tiempo que se fue. El tiempo del activismo vecinal y del activismo cultural y artístico de la ciudad en perfecta comunión.

La primera convocatoria del Cabanyal Íntim surgió en 2011 por casualidad. La compañía se encontraba haciendo una obra en una casa del barrio, en la zona más degradada, recuerda Isabel Caballero. “Trabajamos las dramaturgias en espacios no convencionales, la intimidad, la no cuarta pared y esta obra estaba basada en los siete pecados capitales”. Transcurría mientras un grupo de personas pasaba por cada habitación y en cada espacio había parte de la representación, rememora. “En aquel momento había una energía muy buena en la ciudad. Fue el momento de las manifestaciones del Luis Vives y había algo en el ambiente muy especial”.

“Llevar el teatro a sus casas y unirnos a su lucha era nuestra manera de participar, de ser activistas en ese momento tan singular en que sentíamos ganas de hacer algo contra aquel plan de tirar la mitad del barrio”

Una noche tomando algo se les ocurrió la idea de hablar con los vecinos para llevar artes escénicas al interior de los hogares de barrio, igual que ellos ya estaban llevando artes plásticas, continúa diciendo. “Llevar el teatro a sus casas y unirnos a su lucha era nuestra manera de participar, de ser activistas en ese momento tan singular en que sentíamos ganas de hacer algo contra aquel plan de tirar la mitad del barrio y sobre todo teníamos muchas ganas  de hacer un festival con pequeñas piezas teatrales en algunas casas”. Aquella noche se les ocurrió hasta el nombre: Cabanyal Íntim.

Dos días después, tras una manifestación, hablaron con Maite del Teatro La Estrella. Ella también estaba en la plataforma Salvem el Cabanyal, con lo que se pusieron en marcha y  junto con la plataforma —que ya tenían la estructura y tenían las casas a las que llevar las obras— surgió y se hizo la primera edición. “Aquello comenzó en julio y en octubre estrenamos.  Ese primer año estuvo basado en historias recopiladas en un libro que iba a publicar la editorial Media Vaca, que recogía testimonios de vecinos y vecinas del barrio y se iba a  llamar Benvinguts al Cabanyal. Nos lanzamos de cabeza sin un euro pero con toda la energía que podía brotar de estar tan cerca de otros colectivos hermanos y fue maravilloso porque se llenaron todos los espacios, de hecho algunas obras se tuvieron que repetir”.

Los comienzos

Aquellos primeros años tampoco fueron sencillos. El festival se llevó a cabo con el miedo permanente a que la policía pudiese aparecer en cualquier momento y clausurar, pues luchaban junto con la plataforma vecinal contra los planes de la propia alcaldesa y su gobierno, lo que hacía más complicada la gestión de un festival que ya arrancó con gran afluencia de público. Debido a la logística de tener tantos espacios, conllevaba la implicación de muchas personas voluntarias, además de vecinos y vecinas, comerciantes, las compañías de teatro... “Vimos que el festival se hacía cada vez más grande y que debíamos que continuar, pero también percibimos la necesidad de estar allí, de no olvidar la causa primera por la que nació”. El Escorxador se convirtió en la sede de la plataforma como centro neurálgico del festival. “Allí hemos pasado momentos maravillosos. Esos primeros años, cuando Rita Barberá era alcaldesa, eran los de mayor activismo, muy difíciles pero también los más chulos”. Ahora el Escorxador se va a convertir en un centro cultural y archivo histórico del barrio tras ser rehabilitado.

En 2015, con el cambio de gobierno, algo esperado por los organizadores del festival, aparecía por primera vez la posibilidad de encontrar mayor apoyo institucional. La convocatoria de ese año se llamó “Transformacció”, con el fin de aportar un granito de arena a que se produjera ese cambio porque, como cuenta la directora del festival “queríamos dejar de estar siempre pendientes de lo que pudiera pasar, de si nos enviaban a la policía, teníamos ganas del cambio”. La ayuda se materializó en la colaboración con el Teatre El Musical (TEM) que a día de hoy sigue en marcha. El teatro ubicado en barrio tenía que formar parte importante del festival como explica su organizadora. “A partir de ahí, con la ayuda del TEM, contamos con el apoyo para celebrar en el Musical el quinto aniversario y desde entonces es una ayuda importante para el festival. Esto nos abrió una segunda etapa diferente a la anterior, ya que el gobierno y el Ayuntamiento de Valencia han estado algo más a favor”.

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Celebración del Cabanyal Íntim. Foto: Laura Requena

En los últimos años Cabanyal Íntim ha ido creciendo en popularidad y reconocimiento a la par de la transformación que, desde hace unos años, viene sufriendo el barrio. Como indica Isabel Caballero y coincide con muchos de los colectivos relacionados con el barrio, el peligro que tiene ahora el Cabanyal de perder su identidad con este proceso de aumento de precios de vivienda en la ciudad de Valencia es enorme. La gentrificación ha llegado para quedarse en el barrio. El Cabanyal y sus casitas de marineros, casas grandes, típicas y protegidas, declaradas bien de interés cultural, hacen las delicias de inversores y extranjeros. La cercanía a la playa, el auge del turismo en la ciudad de Valencia y que la propia ciudad haya sido varias veces la declarada mejor ciudad del mundo para vivir, hacen que el proceso gentrificador del Cabanyal vaya a toda máquina. 

Derecho a la vivienda
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“Hay muchos vecinos que se están yendo y es una pena enorme. Pagar un alquiler en el Cabanyal ya no es fácil si no eres turista o extranjero con un poder adquisitivo mucho más alto que los sueldos que podemos encontrar aquí”, dice Caballero. Están abriendo muchos negocios y locales nuevos, cada vez hay más cadenas y franquicias globales homogeneizando el barrio con otros similares del centro de las ciudades europeas, pero la gente que estuvo parando las excavadoras se ha empezado a plantear buscar otro sitio más barato para vivir. Lleva todo el camino de convertirse en un barrio de lujo hipster a orillas de la playa de la ciudad del sol, con los mismos smothies y tostas de rúcula y aguacate que te puedes tomar en una calle de Berlín, pero con mejor clima y haciendo desaparecer la tapita de anchoas autóctona en la bodega de hace 100 años. Ha comenzado el proceso y si nadie lo remedia, si las instituciones no toman cartas en el asunto, se acabará expulsando a aquellos que pararon las máquinas para tratar de evitar precisamente esta gentrificación hoy imparable.

Ahora mismo quedan reductos de resistencia ciudadana, resistencia activista que preservan la identidad del barrio, como explica la creadora —junto con Jacobo Roger— de Cabanyal Íntim con cierta tristeza. Como el Cabanyal Horta, “que es un proyecto muy bonito, con gente que sigue luchando para parar esta gentrificación”. El propio festival de teatro tiene que ser, añade, otro reducto de activismo para preservar la identidad del barrio. “Por eso me da rabia que el festival no siga adelante, porque hay que continuar con la lucha. Evidentemente los precios están por las nubes, ya no se puede ni alquilar, y encontrar casas para hacer piezas de teatro cada vez es más difícil”. Están, expresa, en en otro momento: ahora es casi imposible que los vecinos abran sus casas para que conozcas de primera mano lo que se reivindicaba, como sucedía en las primeras ediciones. La plataforma Salvem el Cabanyal se disolvió y por otro lado muchos vecinos del barrio que tienen viviendas también están aprovechando la situación, añade. 

Al calor del festival han surgido propuestas más arriesgadas y creativas porque este ha sido un espacio cultural en el que poder crear con libertad y arriesgar ante la mirada abierta y sin complejos de sus organizadores

El festival nació como una propuesta de teatro contra excavadoras y se ha centrado en apoyar la lucha a través de la creación teatral. La lucha no ha acabado para las personas que han hecho posible cada convocatoria de Cabanyal Íntim, porque tampoco es fácil parar este proyecto cuando en poco tiempo se había convertido en lo que sus creadores habían soñado: un semillero de nuevas creaciones escénicas y compañías de teatro,  un referente teatral para la profesión en todo el país gracias al esfuerzo de todas las personas, compañías y voluntarios que participaron en sus ediciones. Al calor del festival han surgido propuestas más arriesgadas y creativas porque este ha sido un espacio cultural en el que poder crear con libertad y arriesgar ante la mirada abierta y sin complejos de sus organizadores. El hecho de que, durante sus 11 ediciones y la edición especial “Íntims en pausa” —celebrada en el TEM en 2020 a causa de la pandemia— casi trescientas propuestas escénicas hayan visto la luz en este evento hace que sea uno de los mayores dinamizadores artísticos de la ciudad y en especial del teatro en vivo. 

Muchas de las obras estrenadas en Cabanyal Íntim han tenido largo recorrido llegando a ganar incluso premios Max, explica su directora artística. “Ha sido un espacio de encuentro y reflexión. Siempre hemos tenido en cuenta en la elección de las obras, su relación con el tema de cada convocatoria del festival”. Cada propuesta, detalla, tenía que estar dentro de ese “mapa temático central”. “Cada pieza tenía que aportar algo en base al lema que se presentaba. En la selección también se tenía en cuenta la originalidad, el riesgo de la propuesta y por ello se hacía una convocatoria pública”. Todo esto, recuerda Caballero, se ha hecho siempre con recursos mínimos, con mucha gente trabajando de forma voluntaria. “Hemos intentando crecer y mejorar las condiciones, pero llega un punto en que por mucho que te esfuerces no es suficiente”.

Paréntesis

Isabel Caballero y Jacobo Julio Roger, directores del Festival Cabanyal Íntim, así como las dos versiones rurales del festival —Matarranya y Polinyà Íntim—  que arrancarían más tarde, deciden en 2018 separar sus caminos para focalizar sus acciones y tratar de gestionar los tres festivales de una manera más eficiente. A partir de ese momento, Isabel Caballero se hace cargo de la dirección del Cabanyal Íntim mientras que Jacobo Roger se hace cargo de las propuestas rurales en Matarranya y Polinyà. Este 2023 será el primero año, desde 2011, que el público no pueda disfrutar en mayo del teatro en las casas del Cabanyal, dejando huérfano al barrio, a las amantes del teatro y a la profesión, que cada año sueña con presentar sus propuestas en el barrio marinero. Su directora manifestó a principios de diciembre del 2022 la necesidad de parar para reflexionar sobre la viabilidad del proyecto después de todos estos años de trabajo y esfuerzo en que han levantado este singular festival que reunía cada año a unos 10.000 espectadores.

Este 2023 será el primero año, desde 2011, que el público no pueda disfrutar en mayo del teatro en las casas del Cabanyal, dejando huérfano al barrio, a las amantes del teatro y a la profesión, que cada año sueña con presentar sus propuestas en el barrio marinero

En sus otras dos versiones locales, los festivales Polinyà y Matarranya Íntim, que parten de la misma premisa, corren suertes distintas. Polinyà ha sido una apuesta del ayuntamiento local, que lo vio claro y ha querido tener su versión Íntim para potenciar el teatro en su localidad, con lo que su supervivencia está garantizada de momento. No es así de claro en  la versión Matarranya Íntim, que corre una suerte más compleja, por las diferencias entre proyectos. El de Matarranya tiene la particularidad de que, para dinamizar la zona, cada edición se lleva a cabo en un pueblo distinto de la región, por lo que cada año el equipo de producción prácticamente tiene que partir de cero. Si bien es cierto que la premisa de su director, ante la idea de exportar el modelo “Íntim” a Matarranya era dinamizar y llevar el teatro a una zona tan alejada de la cultura, lo cierto es que la complejidad en la producción tampoco asegura el futuro del festival. 

El Íntim es marca Cabanyal como lo puede ser su mercado o la playa, pero también es marca València. Grupos de personas se desplazaban desde todas las ciudades de España parra asistir a las representaciones del festival. Personas atraídas por la singularidad del proyecto y del barrio, así como los Erasmus y personas extranjeras que encontraban en el festival algo único. Era frecuente disfrutar de una cerveza en las numerosas terrazas del barrio, o de unas tapas en Casa Montaña, discutir sobre una obra en La Paca, y cenar algo rico en La otra parte. Probar la gastronomía y los ambientes de aquellos locales singulares que ya estaban en el barrio entonces, cuando el festival surgió a modo de protesta. Es marca València lo que el festival ha conseguido en sus compañías, en lo arriesgado y original de sus propuestas, y también y más importante en la complicidad con el vecindario. Por ese motivo es doloroso que por primera vez se pare, pero a veces un parón puede ayudar a coger impulso. El impulso que necesitan proyectos singulares como este, tan cerca de la gente y tan cerca del arte que generan una atmósfera especial creando cultura de barrio y cultura de ciudad.

Como sucede con festivales de cine o de música que se ligan a una ciudad y hacen marca, habría que preguntarse hasta qué punto Cabanyal Íntim hace marca Valencia para ser merecedor de un mayor apoyo institucional

De hecho, como sucede con festivales de cine o de música que se ligan a una ciudad y hacen marca, habría que preguntarse hasta qué punto Cabanyal Íntim hace marca Valencia para ser merecedor de un mayor apoyo institucional. Poner en pie un proyecto que implica tanto sin saber desde el inicio con qué presupuesto puedes contar, teniendo que adelantar el trabajo y el dinero y sin saber cuándo puede llegar una ayuda ni cómo, según explica Isabel, su directora, hace complicadísimo para una pequeña compañía gestionar algo tan grande con ese nivel de inseguridad y que, sin embargo, ha cumplido las mejores expectativas en cuanto a afluencia.

Tanto al equipo del Cabanyal Intim como a su directora artística, Isabel Caballero, les gustaría volver a poner en pie una nueva edición para el año que viene. Pero según explica ella, la pandemia y el recorte de subvenciones públicas no lo facilitan. “El año pasado se recortaron muchísimo las ayudas del  Institut Valencià de Cultura, se resolvieron a final de diciembre y a fecha de hoy aún no ha llegado ni un solo euro de la ayuda concedida. Seguir adelante este año, adelantando todo el dinero es realmente insostenible”, expresa. La intención es hacer grande lo pequeño y cuidar las cosas pequeñas, pero también mantener la calidad de lo ya conseguido, dice. Han conseguido, sentencia, demostrar que el festival funciona: “Ahora hace falta que se piense en esta propuesta artística como una seña de identidad cultural de la ciudad”.

La idea, concluye, es encontrar la manera de hacer el proyecto sostenible y rentable, “pero este año ha sido imposible, porque además las ayudas que ya iban mal, este año se han resuelto tardísimo”. Caballero insiste en definir como abrumadora la respuesta de la ciudadanía, de la profesión y del barrio; probablemente por lo original de la propuesta: “Nada mejor cuando llega mayo: te vienes al festival, disfrutas del sol, de una cerveza en una terraza y, por la respuesta del público, a veces se consigue que gente que no va al teatro haya venido al festival para ver obras de teatro que nunca vería”, defiende. “Hemos sacado el teatro del teatro, lo hemos metido en las casas de la gente y eso lo ha acercado a muchas personas que jamás hubieran pisado anteriormente una sala”.

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