Crisis climática
Otro enero “muy cálido”: ¿hacia una ‘Euskadi Tropical’?

Es el quinto primer mes del año más cálido desde que se tienen datos. Las expertas apuntan a una “mediterranización” del clima que tendrá fuertes impactos sobre el medio natural y la agricultura, entre otros.
Incendio navarra
Incendio en Artazu (Navarra) Unai Beroiz

El mes de enero ha estado varios días muy alejado de la estampa típica invernal de bufanda y gorro en Euskal Herria. Como profetizaban Lehendakaris Muertos en su Euskadi tropikal con “clima caribeño en manga corta todo el año”, nos hemos quitado el jersey, ha florecido la vegetación e incluso hay quien ha visto nacer manzanas por segunda vez en la temporada en el interior gipuzkoano. Fenómenos anómalos de un enero (otro más) que vuelve a ser “muy cálido”. La efeméride del mes la ha marcado la estación meteorológica de Hondarribia, que registró el pasado 28 de enero el récord que de máximas en este mes con 25,2 grados, algo que no se superaba desde 1999. ¿Qué implica todo esto?

Desde el área de Climatología del País Vasco de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ven una clara tendencia al calentamiento global que se aprecia en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) desde los años 80, con récords que se concentran en estos últimos 40 años. En décadas anteriores hay episodios puntuales que igualan las cifras; pero son eso, puntuales. En estas provincias, hay cuatro observatorios principales: en Gipuzkoa, el de Igeldo (con datos desde 1928) y el del aeropuerto de Hondarribia (desde 1956); en Bizkaia, el del aeropuerto de Loiu (desde 1947); y en Araba, el del aeropuerto de Foronda (en marcha desde 1980). “En los cuatro, la temperatura media de este mes de enero ha sido muy cálida”, señalan desde la AEMET.

AEMET: “Las temperaturas más elevadas se concentran en los últimos años”

Miremos los datos por estaciones. En Igeldo, la media de este enero ha sido de 10,6 grados, cuando la media climatológica está en 8 grados. Con estos registros, se ha convertido en el quinto enero más cálido desde que se tienen datos: la más elevada fueron los 11,5 grados de media de 1996 y le siguen los años 1936 (11,1 grados), 2002 (11 grados), 2016 (10,8 grados) y 1943 y 1982 (ambos con 10,6 grados, como este año). Como vemos, “las temperaturas más elevadas se concentran en los últimos años”, con cinco de siete registros récord desde la década de los 80.

En Hondarribia, la media climatológica es de 8,7 grados, pero este año ha estado en 10,7. Uno de los datos más llamativos son los 25,2 grados del 28 de enero de 2024, que es “el día más cálido que ha habido en todo el País Vasco”, un “valor anómalo” que es “efeméride”. Solo hay seis valores que superan esta máxima absoluta: los 26 grados que se registraron en 1965, 1990, 1999 y 2022, y los 25,8 grados de otro día de 2022. De nuevo, los récords se concentran en los últimos años.

País Vasco recursos - ría

Si nos vamos a Loiu, allí la media climatológica es de 9,1 grados, pero este pasado mes de enero tuvo una media de 11,6. Es el tercer enero más cálido desde que hay registros, por detrás de 1996 (12,2 grados), 2014 (11,9 grados) y 1955 y 1988 (ambos con 11,6). Casi todos a partir de las postrimerías de los 80. En cuanto a Foronda, la estación de más reciente creación, tiene una media climatológica de 4,7 grados y este enero tuvo 6,7.

En general, el día que más calor hizo este enero fue el 28 en la franja del Cantábrico y el 25 en el interior, como así lo demuestran las máximas absolutas registradas: el 28 de enero, con 21 grados en Igeldo, 25,2 en Hondarribia y 23,1 en Loiu; y el 25 de enero, con 18,2 en Foronda. El día más frío fue el 20 de enero en todo el territorio, con mínimas que llegaron a –6,3 grados en la estación de Araba. Desde AEMET señalan que hay una “situación anticiclónica desde el día 10 de enero que prácticamente no nos ha dejado”.

Nerea Bilbao, del BC3: los datos de temperaturas “son realmente alarmantes a nivel global”, el año 2023 “fue el más cálido registrado hasta la fecha con valores por encima de en torno a los 1.5ºC por encima de los niveles preindustriales”

Por otro lado, destacan que el medidor de temperatura del mar de La Kontxa, que funciona desde 1947 y es “un valor muy bueno para estudiar la evolución del clima y el cambio climático”, también ha dejado una media superior a la habitual: si la media climatológica es de 12,1 grados, el pasado mes de enero fue de 13,7, siendo el segundo más cálido por detrás de 1962 (cuando se registraron 13,8 grados). Expertos de AEMET explican que el mar “es un chivato muy bueno porque absorbe la temperatura y denota el calentamiento”.

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Euskal Herria, hacia una “mediterranización” o “tropicalización” del clima

Nerea Bilbao, investigadora sobre clima en BC3, explica que los datos de temperaturas “son realmente alarmantes a nivel global” y recuerda que el año 2023 “fue el más cálido registrado hasta la fecha con valores por encima de en torno a los 1.5ºC por encima de los niveles preindustriales”. En Europa fue el segundo año más cálido registrado, solo por detrás de su predecesor, 2022. Aunque señala que ahora estamos en una “fase positiva del fenómeno ‘El Niño’” que “está contribuyendo al aumento de temperaturas”, recuerda que “la causa principal es la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera derivada de las actividades humanas”.

En este escenario, Bilbao afirma que “Euskal Herria no es una excepción”: “La temperatura es solo una de las variables climáticas que se ve alterada por el cambio climático. Los patrones de precipitación también están cambiando”. Como recuerda la investigadora del BC3, todos estos cambios se traducen en impactos en los ecosistemas, en la disponibilidad de recursos hídricos, en el nivel del mar, en la pérdida de la biodiversidad de los ecosistemas y en un largo etcétera. “El cambio climático también está detrás del aumento de eventos de meteorología severa como las olas de calor, las inundaciones, las lluvias torrenciales y los vientos fuertes. Muchos de ellos están aumentando tanto en número como en intensidad”.

Según diferentes estudios, en Euskal Herria “gran parte del territorio” se transformará a clima mediterráneo “para finales de siglo”.  Los recursos hídricos disponibles estarán en torno al 13%

Nerea Bilbao cita diferentes estudios donde se revela que en Euskal Herria “se va a dar un proceso de mediterranización del clima”, con el que “gran parte del territorio” se transformará de “clima atlántico a clima mediterráneo para finales de siglo”. Aunque pueda haber industrias económicas que se froten las manos ante este pronóstico (como la turística), Nerea Bilbao advierte que esto tendría consecuencias nada deseables en Euskal Herria: “Este proceso dará lugar a una disminución de los recursos hídricos disponibles que se estiman en torno al 13% para finales de siglo. Además, afectará en los hábitats, siendo los hayedos unos de los más afectados. También se prevé un aumento del nivel del mar, que se estima entre los 29 y los 50 centímetros”.

El agricultor y profesor de Botánica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Gorka Menendez, matiza que Euskal Herria tiene dos zonas climáticas bien diferenciadas: la de clima atlántico (Bizkaia, Gizpukoa, Iparralde, norte de Nafarroa y norte de Araba) y la de clima mediterráneo (sur de Araba y sur de Nafarroa).

La zona atlántica se caracteriza por tener un verano sin sequía –a pesar de que hace dos años se dio un episodio puntual– y duda sobre si se “mediterranizará” o se “tropicalizará”, que querrá decir que aumentarán las temperaturas, pero seguirá lloviendo; en la zona mediterránea, donde la estación seca coincide con la cálida, apunta a que probablemente se intensificarán las sequías y tenderá a la desertificación. En todo caso, señala que es evidente el aumento de las temperaturas, pero “no está tan claro qué pasará con el régimen de precipitaciones”.

zarautz playa
Zarautzo malekoia olatuen menpe.

Para Menéndez, estos cambios tendrán diferentes impactos. Por un lado, señala la “transformación de la vegetación” con bosques “cada vez más secos”; de hecho, recuerda que en verano de 2022 “se secaron muchos encinares de las zonas de transición de clima mediterráneo a atlántico” en Euskal Herria. Esto afectará a la biodiversidad y empujará a la migración a especies animales, que ahora lo tendrían más complicado para sobrevivir.

“La mayoría de las especies de EH han estado aquí miles de años y han ido migrando con los cambios climáticos, pero ahora les va a resultar mucho más difícil porque Europa está atravesada por infraestructuras, que a menudo suponen obstáculos que no pueden superar”. Advierte que “si desaparecen muchas especies en un ecosistema, se produce un colapso ecológico” en el que “se puede alterar la cadena trófica”, con importantes desequilibrios entre sus eslabones.

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Por otro lado, a quien tenga la tentación de relacionar el cambio climático con consecuencias positivas para el sector turístico, el profesor de la UPV/EHU advierte que la subida del nivel del mar podrá provocar la desaparición de playas y la posible tropicalización del agua con cambios en las especies que habitan los mares. Además, habla de plagas que “tenderán a ser más fuertes” con inviernos cada vez menos fríos, como “mosquitos que hace tiempo no podían sobrevivir en Euskal Herria y que son vectores de enfermedades típicas de los trópicos, que se podrían hacer más comunes” en esta zona.

Los efectos del cambio climático en Euskal Herria están muy presentes desde hace años en el día a día de quienes trabajan en contacto directo con la tierra. El agricultor Ramón Roa, del proyecto agroecológico ‘Tierra, Papel, Tijera’ de Salcedo (Araba) y miembro de EHKolektiboa, cuenta que ha tenido que “cambiar muchísimo” lo que hacen desde que empezaron hace 15 años. Empezaron a hacer huerta, pero pronto advirtieron que “año tras año se iba haciendo más difícil” y “sería inviable en poco tiempo”, así que se pasaron en buena parte a cultivo de secano.

Cuando llegaron, recuerda que se regaba “algo” y de forma muy concentrada en verano, aproximadamente de mediados de julio a mediados de septiembre, unos dos meses; ahora comienzan a regar en mayo y acaban en noviembre. “Hemos pasado de regar dos meses a casi seis meses en la huerta”, observa. De hecho, asegura que hasta hace cinco años, “era impensable tener que regar las patatas para que nacieran, como se hace ahora”.

Con mermas en el cultivo de secano de entre el 30% y el 50% el pasado año, lo más preocupante del clima actual para los agricultores es que no son capaces “de predecir nada”. 

Los cultivos de secano también sufren consecuencias. Roa explica que el año pasado estos campos tuvieron mermas de producción entre el 30% y el 50%. Muchos agricultores pidieron indemnización por inundación a sus seguros en noviembre, y en la misma campaña, en agosto, la reclamaron por sequía. Dice que “lo más preocupante del clima actual” para los agricultores de secano es que no son capaces “de predecir nada”: “La agricultura va mucho con el calendario. Aunque cada uno tiene el suyo y el tiempo varía, sabías cuál era la época de lluvia, la seca, la fría y la cálida".

El cambio climático también ha terminado con las posibilidades de estimar el trabajo y recursos disponibles para llevarlo a cabo. “Ahora se ha revuelto de tal manera que no tienes la certeza de que vaya a pasar lo que debería. No puedes hacer una inversión si no sabes qué pasará en tres meses, no sabemos a qué atenernos. No sabemos qué sembrar porque no sabemos qué va a pasar”. Así que acaban plantando como quien hace una apuesta: “A ver qué pasa, y es difícil estar viviendo así. Muchos sufren ansiedad y otros problemas psicológicos, se lo acaban dejando y van a trabajar a otro sector”.

Cosecha de patacas

Ramón Roa opina que se debe poner más el foco sobre las consecuencias del cambio climático en el campo, y no tanto en otros sectores: “Nos llama la atención que se hable tan poco y de forma tan tangencial de algo tan importante como la alimentación y la ecología. Hay gente preocupada porque tendrán que irse más lejos a esquiar y no son capaces de unir la nieve a la falta de agua. Hay una desconexión gravísima entre lo urbano y lo rural y el medio ambiente. La gente que vive en las ciudades solo ve si hace bueno o no y si se puede sentar en una terraza. Hasta que no deje de haber agua en el grifo, no verán que es lo más importante que tenemos”.

El agricultor achaca esto a que “hay muy poca gente en el medio rural” y tiene “poco acceso a la opinión pública”, por lo que se sienten abandonados: “No hay ninguna propuesta que aborde este tema, ni siquiera desde la izquierda”. “Los alimentos se han encarecido un montón y nos hablan de la guerra de Ucrania o del Mar Rojo, pero aquí estamos bajando las producciones año tras año y cada vez hay menos comida en los campos, algo que se ve especialmente en los mercados locales”, subraya.

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