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Antifascismo
Un fuego silencioso y denso
Dos incendios en el Mirador de la Memoria, en El Torno, metáfora de una Extremadura de fuegos, de olvido y de impunidades históricas. Una reflexión sobre el fascismo tentacular, magmático, asentado en instituciones y complicidades. Un mirador de la memoria de aquí y de ahora.
Se conoció hace unas jornadas. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (Armhex) denunció públicamente cómo, en pocos días, se habían producido dos incendios intencionados en la zona donde está ubicado el Mirador de la Memoria, en El Torno (Cáceres), un conjunto escultórico dedicado a la memoria de las víctimas de la represión franquista. Recientemente se ha hecho mundialmente famoso al aparecer en la película "El silencio de otros”, ganadora del último premio “Emmy” a mejor documental. Ya en el año 2009, sólo un poco después de su inauguración, fue tiroteado por desconocidos. Ni manchado con pintura, ni apedreado; tiroteado.
Hasta ahí la noticia y hasta ahí los datos para la crónica, en esta tierra de cartuchos, de cotos y de fuegos, donde arde el monte sin culpables, donde nunca arde la lógica de la sumisión, donde llueve poco, últimamente.
Pero sí que llueven esas llamas y otras parecidas, como las agresiones homófobas en Villanueva de la Serena, como la increíble campaña de odio desatada en las redes sociales tras la muerte de Pablo Iglesias Fernández, conocido activista LGTBI de Don Benito... Paradójicamente, lo hacen sobre terreno fértil y abonado. Sobre el rearme (in)moral de una extrema derecha local que nunca se fue, conviviente tolerada con décadas de ibarrismo anestesiante, amnésico; una derecha a la antigua, vociferante en su ignorancia más primitiva, con diputado en el Congreso de los Diputados votado y electo en la provincia más pobre de la más pobre de las comunidades de este país en eterno proyecto, región que se debate entre la ruina económica, el sálvese quien pueda y el desaliento histórico.
Que alguien intentara reducir a cenizas el monumento en El Torno encajaría perfectamente con los sórdidos martillazos arrancando la placa en recuerdo a Largo Caballero
Víctor Sánchez del Real se llama ese diputado patriota por Badajoz, ceutí de pura cepa, residente en Alicante, en Barcelona y Madrid, perfecto ejemplo de cunero, que de este suroeste sabrá lo que le cuenten antes de ir al bar del Parlamento. De ahí en adelante, todo cuesta abajo y sin frenos. Política intestinal de la peor especie que lo mismo alude sin ruborizarse a las bragas de la concejala de Unidas Podemos en Badajoz (recordemos las palabras de Alejandro Vélez, concejal que fue de Vox, ahora tránsfuga por libre pero sin soltar el puesto: “mírese sus bragas podemitas y verá que le huelen a democracia secuestrada por el socialcomunismo”) que, en boca del mismo elemento, es capaz de reivindicar, en el aniversario de la toma de Badajoz por Yagüe en el 36, la matanza consiguiente como “día histórico para la ciudad” por proclamarse “la liberación de las garras comunistas”.
IMPUNIDADES Y COMPLICIDADES
Este es el ecosistema que tenemos, el que da contexto a lo sucedido en El Torno, desde el que se explican y se deberían, también, contemplar muchos sucesos y desde el que se infieren legitimidades e impunidades. En relación a las complicidades directas, recordemos, no nos cansemos, que en Badajoz gobierna su alcalde Fragoso (PP) gracias al decisivo voto del intelectual ya convenientemente citado (Vélez, el orador), compadre del que fue a su vez diputado tránfsuga popular, Juan Antonio Morales, alcalde de Lobón durante lustros y al que, por no sacar acta de congresista por Cáceres ni encontrar otro acomodo donde sestear, terminó contratando de asesor en su concejalía de basuras (literal). El auxiliar administrativo de Vox (o lo que ahora sea que quede en la capital pacense, habida cuenta de que el propio Ortega Smith procedió a su decapitación orgánica), es otro viejo conocido, don Antonio Pozo Pitel, ex-alcalde de Guadiana, la que gracias a la presión popular y contra su voluntad institucional manifiesta dejó de ser del Caudillo.
Memoria histórica
Guadiana Despierta frente a Guadiana del Caudillo
La Plataforma “Guadiana Despierta” convoca una nueva concentración en Guadiana para exigir la eliminación de simbología franquista en su localidad. Tendrá lugar en la Plaza Mayor del pueblo el próximo sábado, día 16 de febrero, a partir de las 17:00 horas.
En cualquier caso, lo de aquí con esta tropa no es excepción. Esta vez Extremadura sí está a la altura peninsular, integrada en sus ritmos, en sus tristes derroteros. Por eso, que alguien intentara reducir a cenizas el monumento en El Torno encajaría perfectamente con los sórdidos martillazos arrancando la placa en recuerdo a Largo Caballero. En su cumpleaños —hay que ser malintencionado y borrico, fascista— y en Madrid, claro, ese que ya no es “rompeolas de las Españas” machadiano sino dique seco de la política más sórdida y cansina o, como mucho, mascarón de proa de la inanidad institucional, a fuerza de Ayusos y Almeidas (iba a decir Gabilondos, también, pero no quisiera estropear con brusquedad su siesta).
Y todo esto, este desparrame fascista, esta reconversión en marcha de lo colectivo en estercolero, se articula básicamente sobre la ignorancia, sobre apelaciones directas al imaginario, tonterías que harían sonreír condescendientemente si no fuera por su capacidad de penetración: los toros, la caza, la familia ortodoxa, la heteronormatividad sin fisuras, la comunidad cerrada, la patria. La economía y la mercancía, las relaciones de dominación de clase, mandando en la sombra, pero ¿quién las ve cuando el debate real está empañado y embarrado en pasiones primarias? ¿Alguien puede pretender interpelar con seriedad a una horda borracha en una despedida de soltero?
Porque así es y así está la derecha (toda ella es extrema) que tenemos. Envuelta en mil disputas internas a nivel estatal, destrozada en Murcia (¡donde ganó las elecciones!), devorada en Andalucía por la corrupción, vociferando enormidades desde sus escaños, en este preciso instante enfrascada en su moción de censura hacia ninguna parte, mitad propaganda capturadora de foco mediático y mitad apretón a un PP con el que sabe que comparte electorado y del que es escisión bastarda. Pero una extrema derecha, en cualquier caso y a pesar incluso de sí misma y de su estupidez, incrustada en la agenda política y, más veces de las debidas, condicionándola, trasladando el debate sobre la desigualdad al terreno viscoso del racismo, emponzoñando la convivencia con mentiras organizadas en las redes sociales, permeando el tejido social con sus blanqueadas apariciones en los medios. La naturalización de lo grotesco, la tormenta perfecta en un país comprometido desde arriba en no tener memoria antifascista.
una radicalidad solidaria frente al fascismo
Frente a ella sólo cabe acudir a la movilización de todos los talentos posibles, y ésta pasa por la apelación organizada a realidades materiales cotidianas, inmediatas; ser una izquierda útil en lo próximo, generar una radicalidad solidaria real frente a la crisis económica. Y sí, también, dar la batalla necesaria en cada guerra cultural, poniendo toda la carne en el asador. Ahí está el combate ganable y posible. Consiste, en el fondo, en no dejar nunca libre el campo impugnatorio, el de la incorrección; en reconstruir lo arrasado en las eternas convulsiones de las que quisieron ser fuerzas del cambio, tanto tiempo ensimismadas en guerras civiles. Es ahora cuando se nota —y de qué manera tan poco callada— la demolición que, a la izquierda del PSOE, se ha efectuado sobre cualquier discurso ajeno al de las intocables cúpulas mediáticas de la nueva política, traducida en este presente imperfecto en falta de frescura, de iniciativa, en cansancio y perplejidad militante. En parálisis y en falta de capital simbólico más allá de la apelación a un gobierno “de progreso”.
Frente a ella sólo cabe acudir a la movilización de todos los talentos posibles, y ésta pasa por la apelación organizada a realidades materiales cotidianas, inmediatas; ser una izquierda útil en lo próximo, generar una radicalidad solidaria real frente a la crisis económica
Resulta indispensable la acción y el compromiso institucional —allá donde la izquierda esté presente— en el desmontaje del imaginario fascista, xenófobo, abiertamente enquistado en el miedo y el odio, y ese compromiso tendrá que venir por la vía de los hechos. Pero es ya abiertamente insuficiente, incluso poco convincente para unas mayorías que, con el golpe brutal que está suponiendo la crisis presente, van a apreciar con dificultad las bondades posibles de tener algunos de los nuestros (¿los identificarán como de los suyos?) en el Consejo de Ministros si las políticas de ajuste les siguen castigando sin piedad. Observados desde las urgencias cotidianas y la fractura social, desde abajo, a menudo los parlamentos quedan demasiado en cuesta y, sobre todo, muy lejos. Desde ahí arriba, por otra parte, para cuando se ve el humo metafórico del incendio en El Torno ya pueden estar diseminadas cientos de lumbres tóxicas en todas partes, en un magma cotidiano y multiforme, sordo; un fuego silencioso, espeso, el mismo que ya consumió a Europa, que apesta en Hungría y en Polonia, que no va a desaparecer ni ignorándolo ni consintiéndolo.
Fascismo
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Así, sin miedo. Muy, muy valiente y bueno. No ceder ni un espacio a esa peste.