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Unión Europea
Von der Leyen despliega una agenda de vallas, rearme y menos regulación para las empresas
El 18 de julio, cuando el Parlamento Europeo eligió a Ursula von der Leyen para otros cinco años como presidenta de la Comisión, la institución más poderosa de la Unión Europea (UE), se publicaron las directrices que marcarán su agenda hasta 2029, muy similares a la agenda estratégica aprobada por el Consejo Europeo en junio.
“Examinaremos todas nuestras políticas desde el punto de vista de la seguridad”, se lee en el apartado “Una nueva era para la defensa y la seguridad europeas”.
“La mejor inversión en seguridad europea es invertir en la seguridad de Ucrania”. “Planificaremos escenarios que esperamos que nunca lleguen a producirse, pero no podemos correr el riesgo de estar mal preparados o de depender demasiado de los demás”. Estas son algunas de las frases que marcan el documento que reproduce la estrategia de confrontación de la Casa Blanca con los “adversarios” Rusia y China. “Nuestro trabajo en los próximos cinco años se centrará en construir una verdadera Unión Europea de Defensa”. Algo que ya había prometido hace cinco años.
La Comisión Europea compromete más gastos militares apuntalando el Fondo Europeo de Defensa, un “verdadero mercado único de productos y servicios de defensa” y el Programa Europeo de la Industria de Defensa para “incentivar las adquisiciones comunes” y “proyectos emblemáticos” de la Unión Europea de Defensa. También premiará la “inversión privada en defensa” con la ayuda del Banco Europeo de Inversiones que socializará posibles pérdidas a través de los presupuestos públicos de los Estados miembros.
Asimismo reforzará la asociación UE-OTAN ampliando “la cooperación” para “abarcar todas las amenazas, incluidos los nuevos peligros relacionados con la cibernética, los híbridos o el espacio” y propondrá Proyectos de Defensa de Interés Común Europeo, “empezando por un Escudo Aéreo Europeo y la ciberdefensa” con la pretensión de que los productos de la industria europea “se diseñan, construyen y despliegan en suelo europeo” —actualmente buena parte de la tecnología viene por ejemplo de Israel que la ha “comprobado en combate” contra la población civil palestina—.
Por esta apuesta militarista, Von der Leyen, contó con el respaldo de los tres grupos de la “Gran Coalición”: la derecha (EPP), la socialdemocracia (S&D) y los liberales (Renew) así como la dirección de los Verdes
Para coordinar el régimen de guerra, se nombrará un Comisario de Defensa y se determinará las necesidades de inversión en un “Libro Blanco sobre el futuro de la defensa europea en los primeros 100 días de su mandato”.
Precisamente por esta apuesta militarista, Von der Leyen, contó con el respaldo de los tres grupos de la “Gran Coalición”: la derecha (EPP), la socialdemocracia (S&D) —aunque digan que ha sido por la promesa de un nuevo plan europeo de vivienda— y los liberales (Renew) así como la dirección de los Verdes. Obtuvo 401 votos a favor, 284 en contra, 15 abstenciones y 7 votos declarados nulos. Como hubo diputadas y diputados del extremo centro —como del FDP de Alemania— que no han votado a la aristócrata —los cuatro grupos sumarían 454 escaños—, los Verdes aseguraron el resultado.
La justificación del grupo verde sonó a debilidad: “¿Tiene [Von der Leyen] un programa ambiental? “Yo digo que no”, pero “lo crucial es que la mayoría actual sea una mayoría proeuropea”, afirmó su copresidenta Terry Reintke. Aún más inverosímiles parecían los argumentos de Verdes-Equo y Más Madrid en X cuando todas las eurodiputadas y los eurodiputados a la izquierda del PSOE votaron que ‘no’ al segundo mandato de la política conservadora.
Los Verdes Europeos han apoyado a la candidata del Partido Popular Europeo por el poder y no por sus anuncios ambientales. Saben muy bien que cuando el “Pacto Verde Europeo” se convirtió en un obstáculo para la Presidenta del Ejecutivo comunitario, simplemente dejó de lado el concepto. Sus votos se han dado a cambio de nada con el fin de formar parte de la mayoría gobernante (algo que está por ver si ocurre).
Del ‘Pacto Verde’ al ‘Pacto Industrial Limpio’
De hecho, el nivel de urgencia climática en las directrices políticas de Von der Leyen, comparado con las de hace cinco años, es escandalosamente bajo, cuando los retos son aún más grandes. No incluyen la eliminación de los combustibles fósiles, el autoconsumo ni el objetivo de alcanzar el 100% a las energías renovables, pero sí señala lo que el Pacto Verde realmente es: un negocio privado. En su nueva carta de presentación las políticas ambientales han pasado por la sala de maquillaje y han recibido la etiqueta “industrial”.
¿Una estrategia para reducir drásticamente las emisiones industriales? Llamémosla “Pacto Industrial Limpio” (Clean Industrial Deal), recogiendo punto por punto las propuestas de la industria. ¿Alejarse de los combustibles fósiles o reforzar la adquisición conjunta de combustibles? Lo central es bajar los precios de la energía a la industria. ¿Un pacto para proteger los océanos? Es un programa de crecimiento de la “economía azul” o sea extraer aún mas recursos (renovables y no renovables) de los mares. ¿Adaptarse al aumento de las temperaturas? Ella lo enfoca en crear un Mecanismo Europeo de Protección Civil e implicar a los ejércitos. O una nueva Ley de Economía Circular para “crear una demanda de materiales secundarios en el mercado” y asegurar las materias primas críticas utilizadas en la industria automóvil, energética o militar.
El nivel de urgencia climática en las directrices políticas de Von der Leyen, comparado con las de hace cinco años, es escandalosamente bajo, cuando los retos son aún más grandes
“Los que se queden quietos se quedarán atrás. Los que no sean competitivos serán dependientes. Así que la carrera está en marcha, y quiero que Europa cambie de velocidad”, defendió Von der Leyen ante el Parlamento Europeo. Esa competición “dictará quién será el primero en la neutralidad climática y el primero en desarrollar las tecnologías que darán forma a la economía mundial en las próximas décadas”, anuncia su programa.
Todos los guiños al clima —como el anuncio de una Ley de Aceleración de la Descarbonización Industrial— están enmarcadas como medidas para “apoyar a las industrias y empresas durante la transición”. O sea impulsar el crecimiento económico y blindar los beneficios monetarios privados bajo la consigna de la “seguridad”. Las inevitables medidas ante la emergencia ambiental se dejan para otra década (cuando los actuales dirigentes ya están jubilados).
Tampoco es nuevo. Los poderes políticos y económicos, llevan tiempo disfrazando cualquier ley sobre cambio climático, biodiversidad o respuesta a la pandemia como un paquete de estímulos económicos para el gran capital (en Estados Unidos se llama Ley de Reducción de la Inflación, aquí Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia o España 2050).
Von der Leyen y el capital fósil
En el anterior mandato de la Comisión Europea, la industria del petróleo y el gas ha disfrutado de un acceso sin precedentes a la toma de decisiones europea de la UE anteponiendo los intereses del capital fósil al interés público. Por ejemplo, tras la invasión de Ucrania, la Von der Leyen creó un Grupo Consultivo de la Industria de la Plataforma Energética formado exclusivamente por las principales empresas gasísticas europeas (Shell, TotalEnergies, Eni, Repsol, BP, etc.), con el mandato de codirigir los planes de la Comisión para reducir la dependencia del gas ruso. Los beneficios de las energéticas reventaron.
Cuando en febrero de 2024 la Comisión Europea presentó la evaluación de impacto sobre las posibles vías para alcanzar el objetivo acordado de que la Unión Europea sea “climáticamente neutra” en 2050, ya avisó que el ‘Pacto Verde’ debía convertirse en un “acuerdo de descarbonización industrial”. Basándose en esta evaluación, la Comisión recomendó una reducción neta del 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2040 en comparación con los niveles de 1990 a sabiendas que este escenario tecno-optimista implicaría el incremento de las necesidades de producción de electricidad y el uso de la energía nuclear en el mix energético, entre otras, así como aumento del consumo de recursos y energía, por lo menos, en la primera década.
En su anterior mandato, la industria del petróleo y el gas ha disfrutado de un acceso sin precedentes a la toma de decisiones europea de la UE anteponiendo los intereses del capital fósil al interés público
Otro aspecto preocupante de su programa es el “planteamiento tecnológicamente neutro”, desde la energía a la movilidad, para lograr los objetivos climáticos. Pero la tecnología no es neutra, especialmente la compleja, la basada en máquinas sofisticadas y autómatas, es intrínsecamente insostenible, implica un acceso de pocas personas y permite una capacidad de coacción mayor a los centros de poder, quienes son los que controlan la tecnología.
El ejecutivo de Von der Leyen ya ha dado un enorme impulso a las trampillas de escape de la industria fósil, como el hidrógeno y la captura y almacenamiento de carbono (CAC). Aunque se presenta como milagros verdes ante la adicción a los combustibles fósiles, el hidrógeno corre el riesgo de extender el uso de combustibles fósiles y profundizar las prácticas extractivistas neocoloniales. La CAC es una tecnología fracasada, cara y arriesgada, promovido por el capital fósil, que desvía enormes fondos públicos para seguir quemando combustibles fósiles durante décadas.
En sus directrices, el hidrógeno y los carburantes sintéticos (e-fuels) aparecen como tecnologías claves del futuro sistema energético de la UE, como ocurrió con los biocombustibles hace 20 años. Sin embargo, en 2022, el 99% del hidrógeno se había producido con combustibles fósiles. El propio Tribunal de Cuentas Europeo ha amonestado recientemente a la Comisión Europea porque los planes de fabricar e importar 20 millones de toneladas de hidrógeno de aquí a 2030 son “poco realistas” y necesitan ser “revisados”. Y todo ello a pesar de haber inyectado más de 18.800 millones de euros de financiación pública en la burbuja del hidrógeno.
En definitiva, la nueva Comisión Europea —en el que la vicepresidenta tercera Teresa Ribera pretende dirigir las competencias del ‘Pacto Verde’— apuesta por un plan con una elevada demanda de energías renovables hipertecnológicas, almacenamiento de electricidad, movilidad eléctrica y otras tecnologías complejas que genera nuevas dependencias de materias primas o importaciones de electrónica de países no pertenecientes a la UE.
La cruzada de la UE por acceder a los minerales críticos
Teniendo en cuenta que la pandemia del coronavirus y la guerra de Rusia contra Ucrania han puesto de relieve la vulnerabilidad europea derivada de las dependencias en sectores estratégicamente importantes, incluido el acceso a combustibles y alimentos, la transición “verde” y “digital” promovida por las élites de la UE sólo agravaría este problema. Porque la fabricación y el despliegue de las tecnologías —sea solar, fotovoltaica, eólica, lanzadores espaciales, robótica, drones o satélites— aumentarán las necesidades de minerales críticos —cobre, cobalto, litio, níquel, niobio— que no se encuentran en el subsuelo de la UE —de hecho sólo aporta el 4%—.
Los vehículos eléctricos representan la mayor parte —entre el 50% y el 60%—) de la demanda prevista de materiales de todas las tecnologías de “bajas emisiones de carbono”, por lo que la mayoría de los minerales acaban en las baterías de los coches eléctricos de propiedad privada, no en las turbinas eólicas o los paneles solares, según un informe de SOMO.
Pero a pesar de todo ello, la prioridad de la Comisión Europea es “garantizar el acceso” de las empresas transnacionales europeas a estas materias primas y tecnologías imprescindibles para los planes de industrialización así como asegurar la seguridad energética de la UE-27 y el funcionamiento de las cadenas de suministro. Y la ejecuta a través de varios ejes.
El primero es el “Clean Industrial Deal”, mencionado antes, que pretende incrementar la capacidad industrial europea para fabricar tecnologías complejas. El objetivo es que las grandes industrias se beneficien —aun más— de la transición energética. Para ello, se aumenta la “inversión en infraestructuras y tecnologías energéticas” tales como las fábricas de baterías (Tesla en Berlín, Volkswagen en Sagunto), el vehículo eléctrico (véase el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica en España) así como los nuevos corredores de gas fósil y hidrógeno (ejemplificado por el gasoducto H2Med entre España y Francia).
“Nos centraremos plenamente en apoyar y crear las condiciones adecuadas para que las empresas alcancen nuestros objetivos comunes. Esto significa simplificar, invertir y garantizar el acceso a suministros energéticos y materias primas baratos, sostenibles y seguros”, reza el documento de Von der Leyen que es casi idéntico a las posturas de grandes asociaciones industriales como CEFIC.
La guerra de Ucrania ha puesto de relieve la dependencia europea de sectores estratégicos. La transición “verde” y “digital” promovida por las élites de la UE sólo agravaría este problema
Con una “Ley de Aceleración de la Descarbonización Industrial”, la Comisión Europea pretende “apoyar a las industrias y empresas” y canalizar más fondos públicos en infraestructuras e industrias, “en particular para los sectores de alto consumo energético”.
Estos planes convergen con las iniciativas aprobadas en la anterior legislatura, que atienden las encomiendas del gran capital, entre las que destacan los fondos europeos Next Generation, el Plan Industrial del Pacto Verde, la Ley sobre la Industria de Cero Emisiones Netas y la Ley Europea de Materias Primas Fundamentales.
Un segundo eje es “proteger los intereses estratégicos” de la UE, en una “era de rivalidades geoestratégicas”, con una “nueva política exterior y de seguridad” y una “verdadera Unión Europea de Defensa” disparando los gastos militares y las subvenciones al complejo industrial-militar.
El tercero es la pugna geoeconómica por los recursos. Lo que significa profundizar el colonialismo, el saqueo y el extractivismo en terceros países —sobre todo del Sur global—. En lugar de abordar su propio consumismo excesivo, la UE intensifica su demanda de minerales críticos redoblando la firma de acuerdos de comercio e inversión (Von der Leyen los llama ahora “Asociaciones para un comercio y una inversión limpios”) y memorándum de entendimiento que sirven de infraestructura jurídica para atenazar a los países ricos en materiales tales como Argentina, Brasil, Chile, China, Indonesia, Kazajistán, Namibia, República Democrática del Congo, Ruanda, Ucrania, Uzbekistán y Zambia.
Un cuarto eje consiste en robustecer las cadenas de suministro por donde se comercializan materias primas y mercancías. Un ejemplo es el “Global Gateway” (Pasarela Global) para “invertir en proyectos de infraestructuras” (energéticas, de transporte, etc,). En la siguiente fase, Von der Leyen ofrece a los socios de la UE un paquete “inversión en infraestructuras, el comercio y el apoyo macroeconómico”.
Otro eje del plan de Von der Leyen es una “verdadera Unión Europea de Defensa” disparando los gastos militares y las subvenciones al complejo industrial-militar
Podríamos resumir el plan de la Comisión Europea en “militarización, fronteras y extractivismo”, como denuncian Pedro Ramiro y Juan Hernández Zubizarreta en el informe La Unión Europea y el capitalismo verde militar: materias primas y acuerdos comerciales para el extractivismo neocolonial, publicado por Ecologistas en Acción y el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL).
Adicionalmente al hecho de que la UE no sabe cómo va a proveer los recursos necesarios para llevar a cabo la “transición energética” piloteada por el capital fósil y lograr la “neutralidad climática” en 2050, abandera que buena parte de estos recursos escasos sean para fines bélicos.
Haber amoldado los intereses de la industria militar en la Ley de Materias Primas Fundamentales debe estar relacionado con el temo de la OTAN y sus aliados que podrían toparse con serios riesgos de quedarse sin suficientes minerales para la producción de tanques, municiones y proyectiles de artillería. El suministro de minerales —muchos controlados por la industria china— puede sostener el poder militar, mientras que su escasez puede socavarlo.
Puede ser uno de los motivos del tono belicoso de Von der Leyen con China a quien acusa de “postura agresiva”, “competencia económica desleal”, amistad “sin límites” con Rusia así como “monopolio de materias primas esenciales para baterías o chips”. Pero toda esta agenda poco o nada tiene que ver con la “transición ecológica” o la “lucha contra el cambio climático”.
Inversión turbo en la competitividad
El principal eje de la agenda de Von der Leyen es el “Nuevo Plan Europeo de Prosperidad” para “facilitar los negocios y profundizar en nuestro Mercado Único” así como “invertir masivamente” en la competitividad. Este mantra lo lleva repitiendo el poder político y económico desde la era de Jacques Delors, el Acta Única (1986) y el Tratado de Maastricht (1992).
“Esta será una Comisión de inversiones”, destaca. “Debemos desbloquear la financiación necesaria (…) maximizaremos la inversión pública y apalancaremos y reduciremos el riesgo del capital privado”. Aspira a completar la Unión de los Mercados de Capitales para “atraer una inversión adicional de 470 000 millones de euros al año”.
La actual agenda de competitividad —menos regulación ambiental, social, laboral o de igualdad de género— está impulsada en gran medida por grupos de presión empresariales
Como ya ocurrió en otros momentos, la actual agenda de competitividad está impulsada en gran medida por grupos de presión empresariales. La competitividad siempre aparece como una cuestión de menos regulación ambiental, social, laboral o de igualdad de género.
Por ejemplo, la iniciativa “Europe Unlocked” —liderada por la industria escandinava y alemana, en la que la CEOE, por cierto, está ausente— aboga por menos legislación. Pasar de la sobrerregulación a las políticas de “pensar primero a pequeña escala” es una de sus principales reivindicaciones.
Si el contenido de la agenda de competitividad promovida por el gobierno de derechas de Suecia durante su presidencia rotatoria del Consejo de la UE (2023) procedía de la Confederación de Empresas Suecas, Business Europe y la Mesa Redonda Europea de la Industria (ERT) podrían haber escrito el borrador de las políticas económicas de Von der Leyen y el Partido Popular Europeo. Sus reclamos de un “respiro normativo” y “controles de competitividad” más amplios de las nuevas propuestas legislativas, fueron incluidos tal cual.
Desconfíe de la iniciativa “Legislar mejor”
“A cada comisario se le encomendará la tarea de centrarse en la reducción de las cargas administrativas y la simplificación de la aplicación: menos burocracia y presentación de informes, más confianza, mejor aplicación, permisos más rápidos.”, avanza Von der Leyen en su agenda y “trabajarán con un Vicepresidente de Aplicación, Simplificación y Relaciones Interinstitucionales para poner a prueba todo el acervo de la UE”.
“Haremos propuestas para simplificar, consolidar y codificar la legislación a fin de eliminar cualquier solapamiento”, avisa Von der Leyen que aplicará el programa de la derecha europea de recortar la acción climática y la protección de la naturaleza así como favorecer aun más, si cabe, las ayudas públicas a la industria y las explotaciones agrícolas intensivas.
Entre sus prioridades no están los problemas de contaminación ni la pérdida de biodiversidad. Todo lo contrario. Quiere presentar un “nuevo paquete de medidas para la industria química, con el objetivo de simplificar REACH y aportar claridad sobre las ‘sustancias químicas para siempre’, o PFAS” (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas). Un claro aviso de la influencia industrial en el segundo mandado que contradice propósitos aprobados en el pasado como la “salud preventiva” y el “Plan para vencer al cáncer” que buscaban justamente abordar la creciente contaminación por este grupo de más de 4.700 agentes químicos sintéticos, cuyos costes para la sanidad pública ascienden ya a varias decenas de miles de millones de euros anuales.
Política económica exterior
Estas políticas de competitividad evidencian que los conceptos neoliberales no han desaparecido y siguen jugando un papel muy importante, tanto en la doctrina así como en los procesos legislativos. Es también el caso de la política fiscal, con las “nuevas” reglas de gasto social más austericidas, y las relaciones comerciales con otros países y regiones.
Al mismo tiempo, el documento evidencia que han cambiado las constelaciones globales y europeas. Consideraciones geoeconómicas y geopolíticas ocupan un espacio cada vez mayor en el discurso político y se exige a la UE y los Estados miembros que intervengan políticamente en los mercados transnacionales más todavía de lo que se ha hecho en el pasado.
“En el mundo actual, geopolítica y geoeconomía van de la mano. La política exterior y económica de Europa debe hacer lo mismo” dice Von der Leyen en el apartado “Europa global: aprovechar nuestro poder y nuestras asociaciones”. “En un mundo marcado por la lucha por la ventaja tecnológica, por la militarización de las dependencias económicas y por una línea cada vez más delgada entre economía y seguridad... necesitamos una nueva política económica exterior”, recalca.
Considera, además, un “imperativo moral, político y geoestratégico” la ampliación de la UE hacía Ucrania y los países bálticos. Allí las empresas transnacionales europeas, para sus planes de expansión, pueden contar con las “inversiones y reformas del Plan de Crecimiento para los Balcanes Occidentales y el Mecanismo para Ucrania”.
Los tres pilares de la “nueva política exterior económica” son las de siempre: la seguridad económica (frente a “competidores estratégicos y rivales sistémicos”, o sea China), el comercio (“nueva gama de asociaciones para el comercio y la inversión limpios y profundizar nuestras relaciones en materia de minerales y materias primas esenciales”) y la inversión (Global Gateway). Todo para redoblar los intereses del capital transnacional en las regiones Indo-Pacífico (particularmente India y los estados de ASEAN), África y América Latina y el Caribe.
Con objetivos como “hacer más seguras nuestras fronteras”, “triplicar a 30.000 el número de guardias de fronteras y costas europeos” y “agilizar y simplificar” las deportaciones, Von der Leyen abraza las ideas de la extrema derecha
La Conferencia sobre Inversión UE-Egipto en El Cairo en junio es un ejemplo de cómo se dan las manos las políticas migratorias, energéticas y geoeconómicas de la UE. Ursula von der Leyen declaró: “Aportamos inversiones estratégicas que ayudarán a transformar Egipto en un centro de energía limpia en el corazón del Mediterráneo”. En esta conferencia, las empresas europeas firmaron más de 20 nuevos acuerdos, cuyo valor supera los 40.000 millones de euros, del hidrógeno a la gestión del agua, de la construcción a los productos químicos, del transporte marítimo a la aviación y la automoción., añadió “ambicioso objetivo de Egipto de convertirse en un centro de energía limpia”.
La apuesta forma parte de la Asociación Estratégica y Global entre Egipto y la UE que Von der Leyen y el-Sissi acordaron en marzo cuando la UE prometió transferir 7.400 millones de euros a la economía del gigante árabe, en un período de cuatro años, para “potenciar el comercio y la energía” a cambio del control militar de los flujos migratorios en el norte de África, desde la militarización de fronteras hasta las deportaciones ilegales pasando por la creación de grandes centros de retención de refugiados (el país acoge a nueve millones de migrantes). Los macabros cálculos del ejecutivo europeo pretenden impedir que la población desplazada por el genocidio de Israel en Gaza cruce el Mediterráneo.
El régimen migratorio
Con objetivos como “hacer más seguras nuestras fronteras”, “triplicar a 30.000 el número de guardias de fronteras y costas europeos” y “agilizar y simplificar” las deportaciones, Von der Leyen abraza las ideas de la extrema derecha. Igual que los partidos reaccionarios y autoritarios ella relaciona migración y seguridad y promete “cero tolerancia con quienes amenazan la seguridad de nuestras fronteras”. Al tiempo que plantea la nueva figura de Comisario para el Mediterráneo y jura “implementar todas las partes del Pacto sobre Migración y Asilo.
Cuando en abril, el Parlamento Europeo aprobó el nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, no sólo selló la reforma del llamado Sistema Europeo Común de Asilo (SECA) sino también respaldó la necropolítica migratoria de la presidenta de la Comisión Europea, quien celebró como “un gran éxito para Europa" la enésima vuelta de tuerca de una peligrosa tendencia a la privación de derechos que comenzó en los años 90.
El pacto legitima las normas jurídicas hasta tal punto que los Estados miembros pueden continuar con las expulsiones ilegales y sus medidas de aislamiento como les parezca violando impunemente el derecho internacional de los derechos humanos.
Por ejemplo, el nuevo Reglamento sobre el control introduce un examen preliminar de las solicitudes de asilo en toda la UE. Se basa en la “ficción de no entrada”, una construcción jurídica especial. Los solicitantes de asilo son preseleccionados en un proceso de cribado: Las personas que tienen una conexión con un “tercer país seguro” o proceden de países donde la tasa media de reconocimiento de asilo es inferior al 20% son canalizadas hacia un procedimiento fronterizo. El objetivo es rechazar rápidamente sus solicitudes de asilo o clasificarlas como “inadmisibles”. Los afectados serán deportados inmediatamente a sus países de origen o a los llamados “terceros países seguros”.
Muchos Estados lo quieren endurecer aún más (es el caso del Ministro del Interior, Fernando Grande- Marlaska). Por eso, el Reglamento sobre Crisis permite suspender completamente los derechos fundamentales en caso de crisis indefinida y “fuerza mayor”. Si se argumenta que los refugiados están siendo instrumentalizados por otros Estados o por “actores no estatales hostiles”, pueden anularse varios derechos fundamentales en función de los intereses del Estado miembro de la UE. Se puede incluir a todos los solicitantes de protección en los procedimientos fronterizos para expulsarlos directamente en la frontera.
La Comisión Europea tiene en mente situaciones como la de la frontera entre Polonia y Bielorrusia, donde las personas refugiadas son rechazadas a la fuerza y detenidas en los bosques porque no se les considera personas, sino “armas híbridas”, y entre Marruecos y España donde ocurrió la masacre de Melilla. De este modo, la UE lleva a cabo sus conflictos geopolíticos sobre las espaldas de personas y niega el hecho de que se ha hecho vulnerable al chantaje de otros gobiernos por haber firmado los acuerdos migratorios con los Estados de tránsito que ahora exigen más y más dinero.
“A pretty crap cordon you have there”
Aunque se ha celebrado la reelección de Von der Leyen como una “victoria de los proeuropeos” del extremo centro y un “cordón sanitario contra la ultraderecha”, está por ver si los conservadores (EPP) opten por una mayoría de derechas con los grupos Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), Patriotas por Europa, el tercer grupo más grande del Parlamento Europeo, y Europa de las Naciones Soberanas para derribar y bloquear legislaciones sociales y ambientales.
A la pregunta si debería haberse abstenido de buscar los votos del partido de Meloni, Von der Leyen respondió: “El planteamiento de decir a todos aquellos que son proeuropeos, pro ucranianos y pro Estado de derecho, les ofrecimos trabajar juntos, y el resultado de hoy habla por sí solo”. ”Fue correcto", afirmó.
Aunque los jefes de Estado —Macrón, Biden, Sunak— simularon celebrar el fin del fascismo en Europa en la ceremonia del Día D en la Normandía, llevan años imitando la retórica de la extrema derecha
Pero “en realidad, los eurodiputados de Meloni son tan ultras como los de Le Pen y los de Kaczynski, tan euroescépticos como los de Orbán. Pero el Partido Popular Europeo ha decidido que el baremo para aplicar el cordón sanitario es la posición sobre Ucrania no el ser de extrema derecha”, comentó el periodista Bernardo de Miguel.
Además, en estas últimas décadas, se ha normalizado a los herederos de Mussolini y Pétain. Por ejemplo, aunque los jefes de Estado —Macrón, Biden, Sunak— simularon celebrar el fin del fascismo en Europa en la ceremonia del Día D en la Normandía, llevan años imitando la retórica de la extrema derecha —al igual que Von der Leyen— mientras Meloni y Le Pen son honrados como respetables estadistas.
La eurodiputada italiana Ilaria Salis resumió así por qué su grupo La Izquierda votó en contra de Von der Leyen: representa la “continuidad con el mandato anterior” de una “Europa neoliberal, que prioriza los beneficios del mercado sobre los intereses materiales de la gente corriente y las clases populares”; una “Europa de las fronteras y Frontex, que criminaliza la migración, mata y daña a las personas”, y “sigue afirmando el racismo sistémico en continuidad con su pasado colonial”. Asimismo, Salis ha criticado la subordinación de la UE a “la agenda de la OTAN”, que renuncia a una “política de paz” y el “falso Pacto Verde” que “carece del coraje para perseguir a fondo la reconversión ecológica de la economía” sino busca “salvar al capitalismo de su necesario final”.
Grietas
Proyectar una Unión Europea de Defensa contra la Rusia de Putin es una cosa y la realidad otra. El gobierno de Alemania planea reducir a la mitad su apoyo militar a Ucrania. Hace poco, Kiev interrumpió el tránsito de petróleo a Hungría y Eslovaquia, lo que puede generar una crisis de suministro energético en ambos países y a las industrias occidentales allí ubicadas (sobre todo si se corta también el gas), así como afectar los planes de integrar a Ucrania en la UE.
Grecia ha cancelado sus planes de construir una red de terminales para la importación de gas fósil licuado (GNL) para convertirse en un “centro neurálgico para el abastecimiento de gas del sudeste de Europa”. El gobierno conservador griego vuelve al gas ruso, mientras el régimen de Turquía se beneficia de las nuevas rutas de la multinacional energética rusa Gazprom a través del gasoducto Turkstream.
En estas decisiones no se ve la “unidad de la OTAN” de la que Pedro Sánchez hablaba tras la reciente cumbre en Washington.
Todo este escenario enormemente frágil e incierto, se verá también impactado dependiendo del grado de movilización y organización social y política. Lo que no cabe duda es que es vital que trabajemos por la convergencia de los movimientos antimilitaristas, internacionalistas, ecologistas, feministas, antirracistas y anticoloniales para desmontar esta necropolítica europea.
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La UE en estado puro. Estar a la izquierda de la UE es formar parte del problema. Ilusionistas e ilusos pro europeos dejan campar a los ultras con su falso discurso anti sistémico a la par que aplican las políticas neo fascistas. El "caos o nosotros" y los del "mal menor" nos llevan al desastre.
«Podríamos resumir el plan de la Comisión Europea en “militarización, fronteras y extractivismo». Desolador o descorazonador? Destructor. Y eso con el Global Warming en su primera fase. Imagine (que dijo Lennon) lo que se nos viene encima con +3ºC pre 1850 ca. 2050. Mejor no estar para verlo. The Road, de Cormac McCarthy.
Completamente de acuerdo. Con esta mujer al mando en la UE y la composición de ultraderecha del Parlamento, se abre, ya oficialmente, el fascismo en Europa.