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Sanidad pública
Centros de salud saturados y en cuadro: un paseo por la Atención Primaria del Madrid confinado
Personal sanitario de las zonas más afectadas del sur de la comunidad de Madrid describen su situación límite y demandan a la presidenta, Díaz Ayuso, el refuerzo de los recursos sin más dilación.
Son las 21:30 de la noche y Mar Noguerol, médica de familia en el Centro de Salud Cuzco de Fuenlabrada, atiende a El Salto tras acabar su turno. Con una agenda de mínimo 40 pacientes al día, describe con voz fatigada como es su día a día en uno de los centros de las 45 zonas sanitarias confinadas de Madrid. Hoy ha mandado a tres pacientes con neumonía al hospital y ayer a otros tres. “La situación es de saturación total y absoluto desbordamiento. Las colas nos dan la vuelta al edificio. Hacemos 100 PCR diarias, no tenemos contacto con los rastreadores. A todas las personas sospechosas con PCR hay que aislarlas. Imagínate el trabajo que hay de emisión de bajas”, explica mientras se queja de que, además de atender a los pacientes, ha aumentado su trabajo burocrático.
Y todo con menos plantilla en un centro que atiende a una población de 25.000 pacientes. “En medicina tenemos dos bajas y otras dos en enfermería. Pero la saturación no está condicionada por las ausencias, es que necesitamos más personal, necesitaríamos aumentar la plantilla más allá de las bajas. Es imprescindible que se hagan públicas las bolsas de empleo del SERMAS y que se contrate a todas las personas que están en la bolsa ahora mismo de manera indefinida”, demanda.
“No es que no haya médicos, es que no hay contratos dignos. 15.000 médicos han abandonado la Atención Primaria en los últimos 10 años. Las condiciones laborales son bajas, te ofrecen días sueltos y cubrir vacaciones“
Como Mar Noguerol, personal sanitario de Atención Primaria de las zonas con movilidad reducida de la comunidad de Madrid confirman a El Salto que la situación es insostenible y observan absortos la falta de refuerzos en las plantillas unida a las medidas de confinamiento, además de arremeter contra lo que consideran “excusas” de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. “Dice que no hay médicos... Pues aquí estoy yo”, expresa Cristina Sanz Plaza, quien lleva desde que acabó la residencia encadenando contratos precarios. El último, de días sueltos en el Centro de Salud Vicente Soldevilla de Vallecas. “No es que no haya médicos, es que no hay contratos dignos. 15.000 médicos han abandonado la Atención Primaria en los últimos 10 años. Las condiciones laborales son bajas, te ofrecen días sueltos y cubrir vacaciones y ahora se suma que ya ni siquiera tienes el incentivo de poder hacer atención primaria. Ya no es solo una cuestión laboral, es que estamos haciendo burocracia”, sentencia Sanz.
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VALLECAS, INFRADOTADA
Sus días en el Vicente Soldevilla, perteneciente también a zona confinada, han sido estresantes. “Ahora mismo solo faltan dos profesionales y tenemos una agenda de 80 pacientes al día. Esto te da una idea de lo infradotado que está el sistema”, alerta mientras destaca que esta infradotación es más acuciante en las zonas con menos renta per cápita. “Los centros de salud de la zona sur están históricamente infradotados porque no están adaptados a la complejidad del territorio. La esperanza de vida va bajando en función de los condicionantes sociales. Se debería invertir más para quienes más lo necesitan y no se hace”, añade.
“Ahora mismo solo faltan dos profesionales y tenemos una agenda de 80 pacientes al día. Esto te da una idea de lo infradotado que está el sistema”
Sanz ilustra lo que ella llama “inequidades en salud” con un ejemplo gráfico. “Si miras la esperanza de vida media en la Línea 1 de metro, en Vallecas es hasta ocho años menor que en otras zonas. Sin embargo, en Madrid se da la ley de cuidados inversos, recibe más el que más tiene pero los más vulnerables suelen estar abandonados”, concluye. Y alerta de que en Vallecas están con servicios mínimos tanto el Centro de Salud Campo de la Paloma —zona recientemente confinada— como el Centro de Salud Buenos Aires, “que se ha mantenido abierto porque los compañeros han estado doblando”.
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Del otro lado, el Centro de Salud Nueva Numancia, donde se desató un brote oculto de covid-19, no ha conseguido ser cerrado para llevar acabo una desinfección adecuada, tal y como confirma el personal. “Ahora ya estamos todos, han vuelto las bajas médicas, aunque las enfermeras de la mañana doblan por la tarde. Casi toda la atención es telefónica y no se llegó a cerrar, vinieron a desinfectar cuando cerramos, o eso dijeron”, expresa una trabajadora del centro a El Salto.
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Desde otra de las zonas recientemente confinadas de Vallecas, el Centro de Salud Rafael Alberti, la médica de familia Guadalupe Rincón explica que son uno de los pocos centros que cuenta con la plantilla casi al completo. “Tenemos sobrecarga pero comparándonos con otros centros no estamos tan mal”, asegura. “Eso sí, si no se toman medidas, puede ir a peor. La gente se va a terminar agotando, tratas de hacer las cosas lo mejor posible y la sensación es de no llegar nunca. La población está quemada y nos usan como diana para soltar su frustración social”, explica, mientras remarca la “pérdida de tiempo” que supone la “burocratización de los aislamientos”. “Se podría informatizar el proceso, para que los médicos no tengamos que estar dando los partes y vigilando caso por caso”, explica.
LAS GRANDES COLAS EN LA ELIPA
Antonio Cabrera es médico de atención primaria en el CS Daroca. En su centro de salud se atienden a 57.400 personas de dos zonas confinadas: la zona de Daroca y la de la Elipa. Avisa de que quien vaya de visita se encontrará con grandes colas a la puerta y con una centralita colapsada. “Nuestro centro es el más saturado de la zona, nuestra población es como la ciudad de Cuenca —describe—. Vemos entre 60-70 pacientes al día. Son las 18:30 de la tarde y todavía me faltan 15 personas por llamar y ya tendría que estar acabando”, denuncia.
“Tenemos tres personas para coger todas las llamadas. Se ha pedido que refuercen las líneas telefónicas con cuatro administrativos. Tenemos muchas patologías crónicas sin controlar”
Cabrera relata que faltan entre seis y siete médicos y tienen tres enfermeras de baja, además de un gran déficit en la recepción de llamadas. “Tenemos a tres o cuatro personas para coger todas las llamadas. Se ha pedido que refuercen las líneas telefónicas con cuatro administrativos. No podemos dar respuesta en tiempo y calidad a muchos problemas que nos estamos encontrando. Tenemos muchas patologías crónicas sin controlar”, advierte.
El Equipo Directivo de este centro exigía el 22 de agosto a la comunidad de Madrid el refuerzo de la plantilla con un escrito detallado de los recursos necesarios. Pedían que se cubriesen el 100% de las ausencias, más dos médicos de familia, dos enfermeros y cuatro administrativos; así como dos trabajadores de la limpieza y cuatro rastreadores. A día de hoy no han recibido ninguna respuesta.
200 PCR DIARIAS EN CARABANCHEL
Desde una de las zonas confinadas de Carabanchel, la enfermera Rosa Gómez, que trabaja en el Centro de Salud Nuestra Señora de Fátima, alerta de que, dado a que el número de contagios están en alza, llegan a hacer hasta 200 PCR diarias. “Llamamos a mucha gente para comunicar resultados, nosotras mismas realizamos rastreamientos. Mientras, la plantilla está cada día más diezmada. Hay un 15% de ausencias sin cubrir. La trabajadora social se ha jubilado y no la han cubierto. En una zona básica como la nuestra —Vista Alegre, Carabanchel— esta profesional es indispensable. Su trabajo durante la pandemia fue enorme”, explica Gómez.
“El confinamiento selectivo dado que afecta a las zonas más pobres es una discriminación claramente. En general todo Madrid está con cifras muy altas de contagios y la gente pobre tiene que salir a trabajar a los barrios buenos, se hacinan en el transporte público y luego en sus hogares”
Gómez considera que “el confinamiento selectivo dado que afecta a las zonas más pobres es una discriminación claramente. En general todo Madrid está con cifras muy altas de contagios y la gente pobre tiene que salir a trabajar a los barrios buenos, se hacinan en el transporte público y luego en sus hogares”, señala.
Recuerda que en su zona de Madrid, el Centro de Salud de Abrantes, que por el momento permanece en las fronteras del confinamiento, se ha visto en el límite. “Como faltaban muchísimos médicos y solo quedaban tres, en el peor momento los médicos se desplazaron a otro centro de salud que está en Carabanchel Alto. En Abrantes solo se quedaron las pediatras y las enfermeras que quedaban”. Las protestas por esta situación se generalizaron en el barrio y las vecinas han organizado nutridas manifestaciones frente a su fachada.
Mientras se redactan estas líneas, las concentraciones frente a los centros de salud del sur de Madrid se multiplican y consiguen que el foco se pose por unos minutos en las carencias que este confinamiento selectivo pueda llegar a camuflar. “No pueden aislarnos así. La segunda ola se está cebando con los pobres”, concluye Rosa Gómez.
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Seguimos hablando de terrazas de bares y restaurantes o nos ponemos manos a la obra para restaurar una sanidad destruida por el PP en Madrid.
La culpa de esto la tiene el gobierno de coalición, si no estaba preparado Madrid para la nueva normalidad porque le dejarón pasar de fase? Quien les dijo que estaba bien? El comite de expertos que no existe? Y no solo con Madrid, las situaciones de este verano que nos han dejado como mal ejemplo en todo el mundo tambien responde a las decisiones del comite de expertos fantasma? Que decepción de gobierno...y la gente solo pidiendo cuentas a Madrid, en las urnas ya veras como gana de derecha otra vez, al tiempo.