Política
El ‘zeitgeist’, la derecha rebelde y la izquierda conservadora

Nuestro modelo político y económico hace agua por todas partes. Se va consolidando un clima de miedo y rabia, donde solo es seguro que se aproximan cambios drásticos. Ante este panorama, la izquierda se equivoca al enrocarse en llamamientos a la prudencia y la responsabilidad, dejando a la derecha todo el terreno de la rebeldía frente a un sistema insalvable.
Profesor en la Universidad de Sevilla y militante de Defender Andalucía
16 feb 2021 20:19

Hace poco, un familiar que lleva décadas viviendo en Alemania me contaba sobre las costumbres teutonas que llaman su atención. Me decía sorprendido que en su círculo de amistades, donde todos se mueven en torno a los cuarenta años, observa que cada vez son más los que defienden orgullosamente un modelo heteropatriarcal de familia “tradicional”, aspiran sin complejos a ganar y gastar todo el dinero posible y repudian cualquier práctica o discurso que pueda sonar a socialismo, radicalismo o simplemente disconformidad crítica. Pero además asumen esta forma de vida como un acto de rebeldía. Este nuevo matiz contestatario en el orgullo por un estilo de vida tan convencional es lo que resultaba paradójico para mi familiar, que resumió su sorpresa con una frase: “En Alemania, lo moderno es ser de derechas”. Aquella frase se me quedó grabada, porque desde entonces he presenciado muchas situaciones que me han obligado a recordarla. Esto se explica porque aquel familiar mío, con su agudo comentario, había esbozado toda una hipótesis sobre el éxito de la derecha en su capitalización política del zeitgeist europeo de nuestros días.

El nuevo zeitgeist europeo

El zeitgeist es un concepto que tiene su origen en la literatura alemana del siglo XVIII, y que significa literalmente “el espíritu (Geist) de un tiempo (Zeit)”. El zeitgeist viene a ser el paisaje general de ideas y valores de una sociedad: el clima intelectual de una era. En la Europa de hace veinte años, España incluida, ese clima general invitaba al optimismo: la economía crecía, los niveles de consumo estaban disparados y la mayoría de la población podía pagar con su dinero muchas cosas y obtener créditos para cubrir los gastos mayores. En aquellos años, cuando yo exponía mis argumentos anticapitalistas ante familiares, amigos del barrio o compañeros de universidad, la mayoría los rechazaba por encontrarlos innecesariamente rupturistas con un modelo de sociedad que, desde su punto de vista, funcionaba. Decir en el año 2004 que el capitalismo era insostenible, decir que no era bueno seguir multiplicando las construcciones de edificios y las hipotecas, no parecía tanto una ofensa como una marcianada. Estos argumentos podían sonar razonables en términos lógicos, pero chocaban con la predisposición anímica de la sociedad. La preocupación por el futuro y el rechazo a la economía capitalista era incompatible con el zeitgeist de aquella generación criada entre algodones, que esperaba gozar eternamente de un crecimiento económico sin precedentes y gastarlo todo en buenas casas, buenos coches y buenas fiestas.

Las crisis económicas encabalgadas desde 2008, la precarización de los servicios públicos y la pérdida definitiva del control sobre una economía salvaje han ido convergiendo en la cristalización de un nuevo zeitgeist

Desde entonces, sin embargo, el cambio traumático de las circunstancias se ha traducido en un ambiente moral e intelectual totalmente diferente. Hoy la mayoría ya ha interiorizado la evidencia de que nuestro sistema político y económico, tal y como lo hemos conocido, no es sostenible a largo plazo. Por eso todos vivimos entre la incertidumbre hacia el futuro y la seguridad de que se avecinan cambios importantes. Por eso, ya casi nadie discute que tenemos un problema serio con la contaminación y, en general, con la destrucción física de nuestro ecosistema. Por eso casi todos somos escépticos hacia los partidos actuales y hacia el régimen parlamentario vigente. Porque las crisis económicas encabalgadas desde 2008, la precarización de los servicios públicos y la pérdida definitiva del control sobre una economía salvaje han ido convergiendo en la cristalización de un nuevo zeitgeist: el del miedo generalizado, la desesperanza hacia el futuro y la convicción de que el sistema, tal y como lo hemos conocido, está acabado. El reflejo de este nuevo clima lo observamos en la televisión, donde series distópicas como Black Mirror, El colapso o El cuento de la criada enganchan al espectador al sumergirlo en ambientes opresivos o directamente apocalípticos, que se ubican en el futuro pero que conectan con claridad con el presente en el que vivimos.

En este sentido, resulta interesante pararse a pensar qué interpretación vienen haciendo la izquierda y la derecha de este nuevo zeitgeist europeo. Conviene comparar qué respuestas dan a la sociedad y qué discursos han lanzado en este nuevo ambiente, para entender la situación de una y otra en el presente, pero también para vislumbrar lo que pueda suceder en el futuro inmediato.

La derecha rebelde y la izquierda conservadora

La derecha ha ido transitando junto a la sociedad desde la estabilidad hacia el precipicio, y ha sabido modular su discurso conforme al clima general de la época. La derecha era conservadora hace veinte años, cuando celebraba la despolitización general de los españoles, apostaba por mantener el sistema político y económico sin cambios y ridiculizaba la idea de que la gente montase manifestaciones y protestara en la calle. Dos décadas más tarde, la derecha se ha desplazado inequívocamente hacia principios de ruptura. Ahora plantean sin complejos discursos insolidarios que a muchos nos producen sonrojo —contra los inmigrantes, contra las feministas, etc.— pero que, paradójicamente, se construyen como un desafío a lo políticamente correcto. Ahora la derecha se exhibe en debates televisivos recreando discursos de contestación saturados de xenofobia, aporofobia y rencor mal disimulado. Incluso le van tomando el gusto a manifestarse en la calle, y los barrios de Salamanca en Madrid o Heliópolis en Sevilla ya han visto a ‘borjamaris’ agitar sus palos de golf en defensa de sus privilegios. Ahora la ultraderecha difunde mensajes conspiranoicos, donde los poderosos son otros, y donde llaman a la resistencia organizada contra lo que denominan el “nuevo orden mundial”. En definitiva, la derecha abandona el conservadurismo para ocupar el espacio político de la rebeldía. Y lo importante es que avanza. Y avanza porque el espacio de la rebeldía se va ensanchando en la medida en que se estrechan los niveles de confianza en el sistema actual.

Opinión
Hacia un capitalismo feudal
Las crisis son siempre un momento de reconfiguración del capitalismo. Eso define los campos de lucha y las formulas de resistencia y ofensiva de las clases subalternas.

Pero lo más llamativo del asunto, y lo más preocupante, es que la izquierda ha seguido la evolución contraria. Paradójicamente, la izquierda parece volverse más conservadora cuanto peor van las cosas. Uno, que se crió políticamente en el marxismo, podría pensar que en tiempos de crisis la izquierda radicalizaría su discurso para aprovechar la famosa agudización de las contradicciones del sistema. Pero cuando escucha hablar a los ministros del gobierno, incluidos los de Unidos Podemos, alucina con los llamamientos permanentes a la responsabilidad, con la pretensión de restituir el funcionamiento normal de la economía —capitalista, por supuesto— tras la pandemia y, en definitiva, con la renuncia a cualquier transformación estructural en el preciso momento en que el modelo social en su conjunto hace agua por todas partes. La izquierda va concentrando todo su empeño en salvar el sistema justamente cuando la población va metabolizando la idea de que el sistema es insalvable en su modalidad actual, y que será necesario implementar cambios profundos a corto plazo.

Para hacer frente a la derecha rebelde, la izquierda conservadora se limita a despreciarla haciendo de ella una caricatura: presentándola como un fantoche que manipula a los idiotas diciendo cosas sin sentido. Pero probablemente haríamos mejor en preguntarnos por qué las barbaridades de esta derecha ultra conectan con un número importante de personas en tantos países. Y para eso es conveniente saber interpretar y comprender ese nuevo zeitgeist compuesto de miedo, rabia e incertidumbre. Pero no para aplacarlo con significantes vacíos que permitan vender la moto en un envoltorio nuevo durante un tiempo, sino para atajarlo por derecho abriendo un debate serio sobre la inviabilidad del sistema y la necesidad de romper con él.

El sistema o la vida

Hoy el zeitgeist apunta claramente que el sistema político y económico que tenemos no es compatible con la vida. La mayoría de la población va interiorizando la evidencia de que la implantación del capitalismo a escala global se traduce en pobreza para millones de personas, en desahucios, en guerras contra terroristas, y contra pandemias y contra empresas que hacen negocio con las vacunas. La derecha ha reconocido este conflicto entre el sistema y la vida y está dejando clara su apuesta: ellos se quedan con el sistema. Ellos eligen salvar las fronteras nacionales, aunque eso signifique sacrificar la vida de los migrantes que huyen de la miseria. Ellos eligen salvar el sistema bancario, aunque eso implique sacrificar a quienes no pueden pagar sus viviendas. Ellos eligen salvar el consumismo aunque eso se traduzca en colocar los recursos naturales al borde de la extinción. La derecha propone así una salida brutal, pero al menos es una salida, que parte del reconocimiento de que es preciso tomar decisiones drásticas e iniciar un nuevo camino.

La izquierda necesita reconocer y asumir este nuevo zeitgeist de fin de ciclo, para ofrecer una alternativa distinta a un mismo modelo agotado

Ante este panorama, la izquierda necesita reconocer y asumir este nuevo zeitgeist de fin de ciclo, para ofrecer una alternativa distinta a un mismo modelo agotado. Necesitamos plantear sin complejos que, entre el sistema y la vida, nos quedamos con la vida. Necesitamos reconocer honestamente y transmitir con claridad que no es posible mantener el ritmo actual de explotación de los recursos sin destruir nuestro planeta. Necesitamos explicar que no es posible un capitalismo sin desahucios. Necesitamos decir con franqueza que los africanos nunca vivirán dignamente dentro del capitalismo, por la sencilla razón de que en este modelo económico no hay sitio para todos. Necesitamos explicar que si optamos por mantener nuestros niveles de consumo nos cargaremos el planeta que heredarán nuestros hijos. Y también necesitamos decir que la globalización capitalista es incompatible con la diversidad cultural que nos caracteriza como especie. Y que no es posible construir relaciones de género igualitarias dentro de un sistema que es desigual por naturaleza. Y a partir del reconocimiento y la explicación de todas estas incompatibilidades, necesitamos volver a ocupar el espacio de la rebeldía. Y explicar sin complejos que hoy la apuesta por la vida pasa necesariamente por la ruptura con el capitalismo, con el patriarcado y con el etnocentrismo occidental.

La izquierda asume un grave riesgo si se mantiene enrocada en su conservadurismo actual. Es peligroso fiar todo a la recuperación de un sistema político y económico que se está demostrando insalvable. Incluso si superamos la situación coyuntural de pandemia, nos veremos abocados a nuevas violencias por la incompatibilidad con la vida del sistema que intentamos salvar. Y lo que es aún peor: mientras sigamos ejerciendo de conservadores del sistema estaremos regalando a la derecha el terreno de la rebeldía, que seguirá creciendo por la evidencia de que necesitamos cambiar de modelo. Frente a un sistema que no tiene futuro, es urgente recuperar el espacio de la rebeldía para afrontar el nuevo mundo que inevitablemente surgirá, y cuya construcción debemos disputar desde los valores compromiso, la solidaridad y el amor.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Rap
Los Chikos del Maíz “La música urbana está llena de fachas y votantes de Vox”
Tras un fin de gira accidentado, Toni y Nega dan una tregua indefinida a su proyecto con dos conciertos en Madrid. Horas antes de llenar la sala en la primera cita, visitan la redacción de El Salto.
Análisis
Análisis del CIS La calma antes de la tormenta: la dimisión de Santos Cerdán como punto de inflexión
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha muerto pocas horas después de nacer por la dimisión de Santos Cerdán, aunque sirve como foto fija de un escenario que favorece a la derecha.
Extremadura
Extremeñismo Extremeñería presenta un portal web dedicado a Antonio Elviro Berdeguer
El sitio web recoge textos inéditos, artículos de prensa y materiales clave para entender el pensamiento extremeñista de principios del siglo XX.
Desastres ambientales
Crisis climática El negocio de la catástrofe en zonas azotadas por fenómenos extremos
Las entidades suben precios a la vez que intentan lavar su imagen presentándose como “sostenibles”. Mientras, muchas de ellas siguen invirtiendo miles de millones en industrias como el petróleo o el carbón.
LGTBIAQ+
Mes orgullo LGTBIQ+ Las ‘machorras’ del franquismo: habitar la disidencia sexual y de género en el régimen del miedo
Muchas mujeres lesbianas llegaron a construir vías de resistencia colectiva desde los márgenes del sistema, llegando a sostener en el tiempo vínculos románticos en la más absoluta clandestinidad.
Mallorca
Llucmajor Imágenes inéditas de la macrogranja de Mallorca ratifican las malas condiciones de las gallinas
El vídeo difundido este martes confirma el pésimo estado de la explotación, con gallinas enfermas, telarañas o huevos arrugados. Un juzgado de Palma ha abierto diligencias contra la granja por presunto maltrato animal.
Opinión
Opinión Pedro Sánchez, final de partida
El presidente del Gobierno se irá sin haber hecho nada para evitar que el circuito que ya estaba ahí cuando llegó siga funcionando.
Opinión
CEOE Los corruptores condenan la corrupción
Desde la CEOE, lobby de los grandes empresarios implicados en tramas de corrupción durante décadas, han criticado a los políticos que han formado parte de dicha corrupción.
Oriente Próximo
Oriente Próximo Israel pone la región al borde del abismo
La región vive una escalada de la tensión tras el ataque de Israel a Irán y la respuesta de este. El intercambio de ataques no ha cesado en todo el fin de semana.
Opinión
Opinión La Argentina de Milei: la nueva derecha avanza motosierra en mano
La prensa de derecha ensalza los éxitos económicos del Gobierno de Javier Milei, sin contemplar las consecuencias sociales ni las resistencias que está provocando.

Últimas

Baleares
Un modelo insostenible El rechazo a la turistificación se expande en Canarias, Baleares y Barcelona
Tras la masiva manifestación en las Islas Canarias del pasado mayo, Palma de Mallorca, Barcelona y San Sebastián salen este 15 de junio a la calle contra un modelo de turismo desmedido insostenible para el territorio y sus habitantes.
Oriente Medio
Oriente Medio Decenas de muertos en una noche de sirenas y misiles cruzados entre Israel e Irán
Después del ataque israelí contra la infraestructura energética y militar iraní, cientos de misiles iraníes atraviesan el cielo israelí e impactan en Tel Aviv, Bat Yam, Tamra y Haifa.
Más noticias
Opinión
Opinión Amor, alienación y nostalgia en la obra de Wong Kar Wai
El cine de Wong Kar Wai logró captar la avalancha de nostalgia que florecía en el capitalismo tardío frente a la desorientación y la enajenación de los propios sujetos sociales.
Crónica
Justicia En la sala de un juicio a una madre protectora
Esta es una crónica de un juicio a una mujer que pidió medidas por sospechar de abusos sexuales a su hija en el domicilio paterno sin que ninguna institución moviera un dedo y, un mes después, cogió un vuelo a su país para intentar protegerla.

Recomendadas

Consumo
David Sánchez “Shein está diseñado para crear adicción a través de patrones muy oscuros”
David Sánchez Carpio es director de la Federación de Consumidores y Usuarios (CECU), una de las organizaciones que han denunciado al gigante chino de venta de ropa por internet ante la Comisión Europea. “No hay que culpabilizar a los consumidores".
Violencia machista
El Estado que revictimiza Violencia institucional: “Si lo hubiera sabido antes, no hubiera denunciado nunca”
Rocío ha sufrido violencia psicológica, física y sexual por parte de su expareja. Y también violencia institucional en todas las puertas de la red de recursos institucionales que ha ido atravesando.
Galicia
Galicia Activistas bloquean una planta de Altri en Portugal y avisan de que frenarán su expansión en Galicia
El grupo atrancó con cadenas y soldadura las entradas de la planta de Celbi en Leirosa, en la mayor acción directa hasta el momento contra la expansión de la multinacional papelera en territorio gallego: “O povo é quem para Altri”.
Rap
Los Chikos del Maíz “La música urbana está llena de fachas y votantes de Vox”
Tras un fin de gira accidentado, Toni y Nega dan una tregua indefinida a su proyecto con dos conciertos en Madrid. Horas antes de llenar la sala en la primera cita, visitan la redacción de El Salto.