Jornadas parciales y horas complementarias, una flexibilización que genera empleo precario e inestable

Un estudio de CGT denuncia una situación creciente que reduce los derechos de los trabajadores a tiempo parcial, el 75% de ellos mujeres.
La patria efimera del Metro Elvira Megías - 6
Elvira Megías La fragmentación de horarios también es otra herramienta usada para ahorrar salarios

Una trabajadora, pongamos de hostelería, tiene un contrato de 20 horas semanales. Cuando entró a trabajar firmó un pacto de horas complementarias que dice que el empresario le puede pedir hacer más horas de las que pone en su contrato y que ella acepta hacerlas. También dice que puede que se las proponga o no. Y dice que no hace falta que avise con más de tres días de antelación, por lo que la planificación y la conciliación se hacen realmente difíciles. Esta es una realidad que no ha parado de crecer en los últimos diez años y que afecta a 110.000 personas cada trimestre de media, según los datos de 2024.

Esto denuncia un informe del sindicato CGT que estudia la relación entre horas complementarias, jornadas parciales, empobrecimiento y precariedad del mercado laboral en España. Para Lorién Cirera Sancho, del gabinete socioeconómico confederal del sindicato, la cuestión de las horas complementarias es un mecanismo más de flexibilidad interna que tienen las empresas “y que sale muy rentable”. “En lugar de tener trabajadores de continuo, con bajadas y subidas de picos de trabajo, las horas complementarias permiten tener a trabajadores solo para cuando lo necesiten”, indica, aunque estas subidas puedan ser planificadas y para nada extraordinarias. 

Para este sindicato, la existencia de las horas complementarias debería limitarse a las verdaderamente voluntarias por parte de los trabajadores, no a las llamadas ‘pactadas’. “Se trata, muchas veces, de un pacto que se firma a la vez que el contrato laboral, lo que hace que la libertad para firmarlo esté en entredicho”, explica Cirera Sancho, autor del estudio, que explica que esta situación deja a los trabajadores sin garantías de poder conciliar, sin una regularidad en su jornada y sin poder contar con ese extra de horas y de salario. “Además, hay muchos impedimentos para desistir del pacto de horas complementarias por parte de la persona trabajadora”, advierte. 

Los datos del estudio demuestran que no se corresponden a picos imprevisibles de trabajo, ya que el tiempo medio en 2024 fue de hacer 5,3 horas complementarias a la semana, un total de 21,3 horas al mes. Esto hace que haya 80 horas complementarias al mes por cada cien personas trabajadoras a jornada parcial, lo que debería traducirse en jornadas completas o en un aumento de las horas al no tratarse de una producción extraordinaria. “Para muchos trabajadores y trabajadoras parciales las horas complementarias son un parche, pero no es una solución, y se asume una precariedad porque no queda otra”, denuncian desde el gabinete socioeconómico confederal de CGT. 

Jornadas parciales, irregularidades y pobreza

Desde el estudio han visto que esta precarización no depende solo de las horas complementarias si no de una serie de herramientas que se pusieron en marcha en 2013 con una reforma laboral que liberalizaba estas normas. Destacan que incluso hay convenios que reducen el aviso para hacer más horas a las 24 horas o que permiten que se aumente la jornada laboral de una persona hasta un 90%. “Así, por ejemplo, una trabajadora con una jornada parcial de 20 horas semanales establecidas en contrato, podrá realizar hasta 38 horas semanales con las horas complementarias”, ejemplifican. “Entendemos que esta situación de precariedad de los contratos parciales también tiene que ver con el reparto del trabajo y que esas horas complementarias deben pasar a ser horas ordinarias, con mayores derechos y estabilidad”, comenta el sindicalista, que asocia esta reivindicación a la de la reducción de jornada a 30 horas semanales que hacen desde CGT. 

Entre estas otras herramientas que tienen los empresarios para ahorrarse horas de trabajo está la modificación de contrato. Esto permite tener un tiempo a un trabajador con 20 horas, por ejemplo, pasar a 25 después y volver a 20 un tiempo más adelante. Siempre en función de las necesidades de la empresa y rara vez con la posibilidad, por parte del trabajador o trabajadora, a negarse o quejarse. Una situación que afecta a gran parte de los trabajadores con jornada parcial, que equivalen al 14,3 % de la población asalariada, 2.645.500 personas. De estas, según se desprende en el estudio de CGT, el 48% están en esta situación por no haber encontrado un empleo a tiempo completo y solo el 14% por la necesidad de compatibilizar el empleo con trabajo de cuidados. 

La tasa de riesgo de pobreza entre trabajadores parciales es del 19,2%, el doble que entre las personas trabajadoras a jornada completa (9,6%)

“Entre los trabajadores y trabajadoras a tiempo parcial, la tasa de riesgo de pobreza es del 19,2%, el doble que entre las personas trabajadoras a jornada completa (9,6%)”, advierte el informe, que también señala que las mujeres son las perjudicadas: las trabajadoras son el 75% de las personas asalariadas a tiempo parcial, porcentaje que se dispara al 93% entre las que buscan la jornada parcial por estar al cargo de familiares y de los cuidados. 

Se trata de una situación de inestabilidad para estas personas que contrasta con la buena marcha del mercado laboral al tener más personas afiliadas que nunca a la Seguridad Social y al aumento de contratos indefinidos frente a los temporales. “Es innegable que hay cosas que están mejorando, como el descenso del desempleo, la subida del SMI o la reducción de la temporalidad, pero eso no es la imagen completa. Ha habido un decrecimiento en el poder adquisitivo de los trabajadores, los salarios por hora se han reducido, además de que hay una parte de trabajadores que sigue teniendo condiciones muy precarias”, explica Cirera Sancho.

De hecho, no sorprende que quien más parcialidad tiene son los sectores de empleo doméstico (58% de parcialidad), las actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento (34%), la hostelería (26%), las actividades administrativas (26%) o el comercio, con un 18% de parcialidad. En esto sectores es muy común problemas de precariedad como la distribución irregular de la jornada, los fijo-discontinuos, etc. “Que el principal sector sea el de los cuidados no es una sorpresa, es una situación grave y problemática que reproduce las propias dinámicas desiguales en lo laboral: trabajos precarios con salarios bajos, encima con contratos de jornada parcial, lo que les hace económicamente dependientes y con un reparto desigual de los cuidados dentro de la unidad familiar”, denuncian desde CGT. 

Desde el sindicato no señalan a un simple cambio legislativo el que podría hacer mejorar las cosas, si no que lo enmarcan dentro de una situación de lucha de clase. Preguntado sobre si hay una relación entre precariedad y mujer, Lorién Cirera Sancho lo tiene claro: “Entendemos que hay una relación directa entre las jornadas cortas para conciliar que conecta con clase y género, por el mismo hecho de que los sectores con peores condiciones son los que más cargas tiene, al no poder externalizar los cuidados, con personal, guarderías o residencias, por ejemplo”.  

“Nuestra propuesta es avanzar hacia una jornada de 30 horas semanales para permitir repartir el trabajo y mejorar la situación económica de las trabajadoras", demandan desde CGT

El estudio también demuestra que el riesgo de pobreza por el trabajo parcial ha aumentado en España respecto a la media en la Unión Europea. En 2013, se puede ver como este índice está relativamente cerca de los valores de la media europea (un 15% de riesgo en los trabajadores a tiempo parcial en la UE de media, frente al 18,7% en España) mientras que diez años después se han disparado (mientras la media europea se ha reducido a un 12,8% en España ha crecido al 19,2%). Por estos datos y todos los recopilados en la comparativa, desde el sindicato CGT ponen el objetivo en un mejor reparto del trabajo y un aumento salarial como meta. “Nuestra propuesta es avanzar hacia una jornada de 30 horas semanales que puede permitir, no sólo repartir el trabajo, sino también mejorar sustancialmente la situación económica de quienes actualmente se ven forzadas a aceptar empleos a tiempo parcial y con bajos ingresos”, concluyen. 

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