La UE acuerda una reducción de emisiones del 90% para 2040 pero los países podrán ‘comprar’ hasta un 10%

Los países partidarios de ralentizar la lucha contra la crisis climática consiguen ampliar el porcentaje de emisiones que podrán ser compensadas gracias a la adquisición de los controvertidos créditos de carbono.
Alemania Energía Contaminación  - 5
David F. Sabadell Los mayores emisores de gases contaminantes siguen siendo el sector industrial y los transportes

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com

5 nov 2025 16:53

Con retraso, pero ha habido acuerdo y avance climático, aunque no es el que pide la comunidad científica y el texto tiene una letra pequeña susceptible de hacerse muy grande. El Consejo Europeo de Medio Ambiente, formado por los ministros del área de los 27, ha acordado reducir las emisiones de la UE un 90% para 2040 respecto a 1990. Lo ha hecho, sin embargo, con importantes concesiones a la industria y a los países más a la derecha —han votado en contra Hungría, Eslovaquia y Polonia—, alineados con posiciones que van desde la ralentización de la acción contra la crisis climática al negacionismo más trumpista.

La decisión, que deberá ser negociada en el Parlamento europeo previsiblemente este 13 de noviembre, era un requisito establecido por la Ley Europea del Clima, que obligaba a que la UE tuviera un objetivo climático intermedio entre la neutralidad climática anunciada para 2050 y la reducción del 55% en las emisiones establecida para 2030 por el paquete legislativo Fit for 55. Asimismo, la mayoría de cualificada de ministros ha firmado además un rango de reducción de gases de efecto invernadero para 2035 de entre el 66,25 % y un 72,5 % por debajo de los niveles de 1990.

Los países podrán utilizar los controvertidos créditos de carbono internacionales por valor del 5% de las emisiones netas de la UE de 1990, cuando hasta ahora esa cifra era del 3%

El nuevo objetivo se enmarca en los preparativos de la XXX Cumbre del Clima de la ONU (COP30), que comienza el próximo lunes en Belém (Brasil). Los países están presentando sus Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), como se conoce a los planes de reducción de emisiones. Con el acuerdo hecho hoy, y a falta de la ratificación del Europarlamento, la UE tiene sus NDC para poder decir que tiene los deberes hechos.

La letra pequeña que esconde la trampa

Pero la letra pequeña a veces lo es todo, y en ella se esconde una trampa que hace que el acuerdo esté siendo criticado por las organizaciones que luchan contra la desestabilización del clima en la Tierra. El acuerdo incluye lo que desde el Consejo califican de “ciertas áreas de flexibilidad y elementos clave para el objetivo de 2040 y para el marco climático posterior a 2030”.

La primera de ellas es que los países podrán utilizar los controvertidos créditos de carbono internacionales por valor del 5% de las emisiones netas de la UE de 1990, cuando hasta ahora esa cifra era del 3%. Esto supone una rebaja de la ambición climática, pues el Comité Científico Asesor Europeo sobre el Cambio Climático (ESABCC) ya dejó claro que este tipo de compensaciones, ampliamente criticadas desde organizaciones medioambientales, deben ser adicionales a los objetivos de los países y no formar parte estructural de sus planes de descarbonización.

Thomas Gelin: “Es como prometer correr una maratón entrenando solo 10 km, coger el autobús para recorrer el último kilómetro y reservarse el derecho de quedarse en casa si llueve”

El ESABCC ya señaló en mayo que, con datos relativos a 2024, solo el 16% de esos créditos supuso una reducción de emisiones real y efectiva. Para Greenpeace, “permitir que hasta cinco puntos porcentuales se compensen con supuestos recortes de emisiones fuera de la UE rebajaría la ambición hasta el 85% de reducción de emisiones”.

La flexibilización que supone poder formalizar como reducción de emisiones ese 5% en créditos podrá utilizarse a partir de 2036, aunque los países dispondrán de un “periodo piloto” aún por definir que podría comenzar en 2031.

Un acuerdo con demasiada cláusulas de revisión

Lejos de quedar ahí, el acuerdo establece una cláusula para añadir otro 5% adicional de créditos de carbono extras en el futuro válidos como reducciones reales, una opción defendida por la Italia de Giorgia Meloni. También una revisión bianual de los objetivos y “una mayor flexibilidad dentro de los sectores y entre ellos, así como entre los distintos instrumentos, para apoyar el logro de los objetivos de manera sencilla y rentable”. Esto abre la puerta a suavizar aún más el objetivo climático bajo pretexto como como que el precio de la energía se muy elevado o se perciba un impacto económico negativo.

Además de las críticas a la trampas hechas con los créditos de carbono y la flexibilización, desde las organizaciones ecologistas recuerdan que el Consejo Asesor Científico Europeo de Cambio Climático de la UE había pedido una reducción de emisiones del 90-95 % para 2040 “referido a reducciones internas, y no a recortes externalizados a otros países”, denuncian desde Greenpeace.

“La posibilidad de poder contabilizar reducciones de emisiones en países de fuera de la Unión Europea significa que el compromiso real de la UE es mucho menor. Ese compromiso es todavía menor con otra cláusula que permite revisar y reducir el objetivo cada dos años”, lamenta Thomas Gelin, representante de Greenpeace en la UE, quien finaliza: “Es como prometer correr una maratón entrenando solo 10 km, coger el autobús para recorrer el último kilómetro y reservarse el derecho de quedarse en casa si llueve”.

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