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COP30
Rumbo a la COP30: entre la retórica de eliminar los combustibles fósiles y la perforación de la Amazonía

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), cuya edición número 30 se celebrará en noviembre en la ciudad Belém, Brasil, tiene una “troika”, una alianza que conforman el país organizador y los últimos dos anfitriones, Azerbaiyán (COP29) y Emiratos Árabes Unidos (COP28), tres naciones que en estos momentos, con un planeta que en 2024 ha superado la línea roja de 1,5ºC establecido en el Acuerdo de París (2015), están expandiendo la producción local de petróleo y gas. Mientras con una mano perforan en la búsqueda de más combustibles fósiles, con la otra, sin ruborizarse, escriben una carta a todos los gobiernos del mundo pidiendo “acción y ambición” para afrontar “una crisis climática que ya no es un riesgo futuro, sino una emergencia mundial”. “Todo muy cínico”, resume el periodista británico Ed King, director de Climate Home, quien ha cubierto las últimas diez COP.
Amazonía
Pablo Fajardo “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
Este abismo entre retórica y realidad viene socavando la confianza y credibilidad de las últimas cumbres. En 2023, las negociaciones se llevaron a cabo en el petro-Estado de Emiratos Árabes Unidos, en país que late al ritmo de las exportaciones fósiles. El presidente de aquella COP fue el Sultán Al Jaber, director de la petrolera estatal ADNOC. En 2024, la sede se trasladó a Bakú, la capital de un país que contempla aumentar hasta un tercio su producción de gas —un “regalo de dios”, en palabras su presidente, Ilham Aliyev— en la próxima década.
El testigo lo ha cogido Brasil, un país, en principio, no salpicado por estas burdas contradicciones. Su presidente, Ignacio Lula Da Silva, ha vuelto a poner la agenda medioambiental —la lucha contra la deforestación, como principal bandera— entre las prioridades de su gestión, poniendo fin a los cuatro años de negacionismo y retarismo de la administración de Jair Bolsonaro. Sin embargo, al rascar un poco la olla, el país sudamericano tampoco escapa de estas incoherencias.
A finales de mayo, el Ibama otorgó un permiso a la petrolera estatal Petrobras contrariando el dictamen de 29 técnicos que recomendaban la denegación de la licencia
A finales de mayo, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) le otorgó un polémico permiso a la petrolera estatal Petrobras para perforar en una zona de altísima sensibilidad ambiental, en la desembocadura del río Amazonas. La decisión se adoptó pese a un dictamen firmado por 29 técnicos de la propia agencia ambiental que recomendaban la denegación de la licencia.
El bloque a perforar está situado a 160 kilómetros de la costa del municipio de Oiapoque, en el estado de Amapá. “Se trata de una región económicamente pobre de la Amazonía donde la explotación de petróleo se vende como garantía de prosperidad y abundancia”, explican los periodistas brasileños Rafael Moro Martins y Claudia Antunes, quienes vienen siguiendo el caso de cerca.
Lo llamativo es que en 2023, la agencia rechazó una solicitud similar de Petrobras para perforar en el área. En febrero de este año, los técnicos publicaron otro documento ante el “deficiente” plan de emergencia de la compañía para resguardar la flora y fauna en caso de un derrame en la zona.
“Más de la mitad del petróleo que se produce en Brasil se exporta y el Gobierno depende cada vez más de ese dinero”, explican los periodistas brasileños Rafael Moro Martins y Claudia Antunes
“La presión del Gobierno de Lula para que se permita perforar en el bloque 59 tiene causas económicas y políticas. En la actualidad, más de la mitad del petróleo que se produce en Brasil se exporta y el Gobierno depende cada vez más de este dinero. En el Congreso, gran parte de los líderes de la inestable y menguante base gubernamental también está a favor de abrir una nueva frontera de explotación de petróleo en la Amazonía”, analizan los periodistas en su última investigación.
La industria petrolera ha tomado la autorización como un “gesto político” a futuro”: son muchas las multinacionales que pujan por la concesión de licencias ambientales para otros 34 bloques ya adjudicados. En paralelo, la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil ha incluido otros 47 bloques de la cuenca del Amazonas en una subasta que se celebrará el 17 de junio.
“¡Perfora, cariño, perfora!”
Días antes de oficializarse esta concesión, la directora general de Petrobras, Magda Chambriard, participó en la Conferencia de Tecnología Offshore en Houston, en Estados Unidos, un encuentro que reunió a representantes de casi todas las empresas petroleras del mundo.
En un vídeo obtenido por el periódico brasileño Valor Económico se la ve dirigiéndose al gobernador del estado amazónico de Amapá, presente entre el público, y pronunciando, con sorna, la famosa frase de Donald Trump, “drill, baby, drill”. “Creemos que tendremos muy buenas sorpresas una vez que tengamos la licencia para perforar. Lo que uno quiere decirle a Amapá es: “¡A perforar, cariño, a perforar!”. La frase dio paso a una ovación generalizada del auditorio.
Natalie Unterstell: “La retórica de ‘perfora, cariño' puede consolar a los líderes de la industria y a los políticos de visión corta, pero la historia los recordará como los que enterraron el objetivo de 1,5 C”
“La retórica de ‘perfora, cariño' puede consolar a los líderes de la industria y a los políticos de visión corta, pero la historia los recordará como los que enterraron el objetivo de 1,5ºC”, afirmó Natalie Unterstell, presidenta del Instituto Talanoa, un centro de pensamiento brasileño que trabaja en cambio climático.
La huella de carbono de Petrobras representa el 3% de las emisiones brasileñas. La propia compañía ha reconocido que, “pese a las mejoras en los procesos”, las metas de descarbonización de 2030 y 2050 no se van a cumplir. Por tal motivo, la empresa ya adelantó que recurrirá a los créditos del mercado de carbono, donde una empresa paga por los esfuerzos de captura de carbono de terceros.
Análisis
Análisis Mercados de carbono sesgados, distorsionados y debilitados
Una autovía en una zona protegida
En marzo, la antesala de la COP30 quedó manchada por otra paradoja: la necesidad de tener que construir una autovía en una zona protegida para poder recibir a los miles de visitantes que arribarán a Belém por esta cumbre.
Las obras pretenden conectar a la ciudad con las localidades del interior. Una vez finalizada, la autovía cruzará una área protegida por ley de 7.500 hectáreas por donde discurren dos manantiales que abastecen a la ciudad y un parque.
La autovía que llevará a Belém atravesará el Parque Estatal de Utinga, un espacio natural protegido de la selva amazónica
La carretera atravesará el Parque Estatal de Utinga, un espacio natural protegido que pertenece a la selva amazónica. También el Área de Protección Ambiental de la Región Metropolitana de Belém, otra zona medioambiental preservada por la legislación brasileña.
El Estado de Pará (Brasil), responsable de la obra, ha aclarado que el proyecto no es nuevo y que comenzó en 2020, antes de que la ciudad fuese elegida sede de la cumbre. No obstante, el informe de impacto ambiental, publicado reconoce impactos negativos: tala de árboles, erosión, cambios en la calidad del agua y fragmentación de los ecosistemas.
Más retórica
De cara a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se llevará a cabo en Bonn, Alemania, del 16 al 26 de junio, el presidente de la COP30, André Correa Do Lago, Secretario de Clima, Energía y Medio Ambiente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, ha escrito su tercera carta a la comunidad internacional.
Obviando la decisión de su gobierno de abrir más pozos petroleros, Correa insta a los tomadores de decisiones a “abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa”.
“Debemos apoyarnos unos a otros para avanzar colectivamente en la tarea de triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial, duplicar la tasa anual promedio mundial de mejoras en la eficiencia energética y abandonar los combustibles fósiles”, pide en su misiva.
Correa reconoce que “alcanzar estos objetivos interconectados requerirá más que un simple compromiso. Requerirá un cambio en nuestra forma de pensar”. “El pensamiento sistémico es la clave para la exponencialidad en la cooperación, la justicia en las transiciones y la sostenibilidad en el éxito”, remarca.
En otro tramo del texto, el presidente de la COP llama a “conectar la ambición climática con las realidades cotidianas de las personas” y a “tomar decisiones audaces” para las políticas de mitigación y adaptación. Correa, por último, coloca a los pueblos indígenas y las comunidades locales —los más afectados en Brasil por el combo de deforestación y perforación— como “aliados esenciales en la respuesta global al cambio climático” por el “conocimiento generacional” y el cuidado de la naturaleza.
En Amapá, donde Petrobras extraerá petróleo, viven tres pueblos indígenas: los Karipuna, los Waiapi y los Ka'apor. El “conocimiento generacional” de estas tribus dice que la Amazonía está en peligro por la industria fósil, la minería y la deforestación.