Centros sociales
            
            
           
           
“Fuimos Ingobernables”: la historia del lustro en el corazón de Madrid del centro social La Ingobernable
           
        
         
Es 6 de mayo de 2017 y una  manifestación avanza por el paseo del Prado hacia Atocha tras una  pancarta que reza “Madrid no se vende”. Quienes marchan claman  por la victoria de un modelo de ciudad sobre otro: que el Madrid  “feminista, solidario y ecologista” gane al de la especulación y  el Open  de tenis. Durante una pausa en el recorrido, un grupo de  activistas entran en un edificio que el Ayuntamiento de Ana Botella  regaló a un amigo de su marido, el expresidente Aznar, y lleva años  en desuso. A partir de ese día de primavera, el inmueble de la calle  del Gobernador número 39 pasa a formar parte indeleble de la  historia del Madrid autónomo: ha nacido el centro  social la Ingobernable.
Fast forward al presente. La  Ingobernable estuvo activa en tres inmuebles y sufrió cinco  desalojos públicos desde esa primera entrada en el edifico de calle  del Gobernador. Tras toda su historia, el colectivo se despide este  viernes en el EKO  de Carabanchel con la proyección de un documental sobre su  recorrido y la presentación del libro autoeditado Fuimos  Ingobernables. El legado textual del Centro Social la Ingobernable  (Madrid, 2017-2023), que cuenta con todos los comunicados  emitidos por el colectivo, además de textos de análisis.
“Toda experiencia política tiene la responsabilidad de dejar constancia de los aprendizajes que generó”, explicó el colectivo en un comunicado hace dos años haciendo referencia a los materiales que se presentan este viernes, que esperaban que sirviera para que “nuevas personas lo puedan tomar de referencia, para replicarlo o no repetirlo”. “El documental y el libro son una manera formalizar un cierre [el del colectivo] y pasar página para mirar al futuro habiendo aprendido de los procesos de lucha del pasado”, añade Álvaro, integrante de la comisión del antiguo centro social que ha preparado la pieza escrita y la audiovisual durante dos años.
“Mis momentos en la Ingobernable fueron de los que más me han marcado en mi vida. Gran parte de lo que soy como militante viene de la confluencia de militantes de luchas distintas que nos encontramos allí”
Y es que La Ingobernable ha dejado huella en las personas que militaron dentro de sus muros y en la ciudad en la que existía. “Mis momentos en la Ingobernable fueron de los que más me han marcado en mi vida. Gran parte de lo que soy como militante viene de la confluencia de movimientos y militantes de luchas distintas que nos encontramos allí”, cuenta Carlos, que se acercó al centro social en sus primeros años por su activismo en el movimiento ecologista juvenil de la ciudad.
Un centro social para los movimientos sociales
 El primer edificio okupado por la Ingobernable era considerado “casi un palacete”. 3 000 metros cuadrados que, desde la entrada de activistas en el inmueble, pasaban a servir la vocación del colectivo de poner un centro social al servicio de los movimientos sociales. “Un centro social metropolitano”, decían entonces. “La Ingobernable ha cambiado las vidas de muchas personas nuevas que se unieron a las luchas y se politizaron a partir de este espacio”, hace balance Álvaro.
“Gran parte de lo que acabó siendo el movimiento climático en 2019 fue gracias a habernos reunido en la Ingobernable y haberla tenido como hogar”
El integrante del colectivo se refiere  a todos los años de actividad de la Ingobernable, pero los primeros,  los del edificio en calle del Gobernador, fueron los más activos por  el momento político y las buenas características del inmueble.  Desde su posición en el paseo del Prado, Álvaro afirma que el  centro social contribuyó mucho al movimiento feminista de 2018 y  años posteriores.
Carlos, el activista que militó en los movimientos climáticos juveniles en la época de calle del Gobernador, añade que el centro social fue clave para el ecologismo. “Gran parte de lo que acabó siendo el movimiento climático en 2019 fue gracias a habernos reunido en la Ingobernable y haberla tenido como hogar”, declara el activista. Entre sus paredes se agrupaban colectivos de diversa índole, y fue esta confluencia de luchas que permitió al ecologismo dotarse de un aprendizaje que, según Carlos, no habrían tenido de otra forma. Se refiere a preparación de manifestaciones o cultura de la seguridad, pero también gestión de conflictos, feminismo o antirracismo.
Tensiones y desalojo en Gobernador
La Ingobernable se mantuvo en la calle  del Gobernador durante más de dos años. El entonces recién  investido alcalde José Luis Martínez-Almeida ordenó su desalojo  para el 13 de noviembre de 2019 con el objetivo de cumplir la que  había sido una de las principales promesas de su campaña electoral.  Fue un desalojo “ilegal y político”, dictaminó  el Tribunal Supremo en 2022, en el que el Ayuntamiento procedió  “por causas ajenas a sus competencias”.
No era la primera vez que el centro  social tenía roces con el Ayuntamiento. En el mandato anterior a  Almeida gobernaba Ahora Madrid y PSOE en un equipo de gobierno  encabezado por Manuela Carmena. El “gobierno del cambio” de  Carmena llegó a existir como consecuencia del 15M, que a su vez se  había fraguado en centros sociales, como el desalojado Patio  Maravillas. A pesar de este pasado, el consistorio de la  municipalista se negó a ceder el edificio y avisó dos veces de  desalojo a la Ingobernable, aunque los  lanzamientos finamente no tuvieron lugar.
“La relación con el Ayuntamiento fue  de conflicto. Algunos sectores de la asamblea no querían tener  ninguna relación con el Ayuntamiento; otros querían luchar para  blindar la estabilidad del edificio. Carmena no pudo desalojarnos,  pero tal vez lo habría hecho en una segunda legislatura”, declara  Álvaro.
Vida breve y desalojo “con nocturnidad y alevosía”
Cuatro meses después de su expulsión  del edificio de calle Gobernador, que sigue vacío tras cinco años,  la  Ingobernable resurgió no muy lejos de su ubicación anterior. La  nueva okupación se anunció cuatro días antes del 8M de 2020: el  inmueble elegido en esta ocasión estaba en la calle de Alberto Bosch  número 4, muy próximo al parque del Retiro, y era propiedad del  Ministerio de Justicia.
 
El edificio tuvo una vida muy breve.  Poco después de que activistas del colectivo entraran en él, unas  palabras sacudieron a toda la población española: “Acabo de  comunicar al jefe del Estado la celebración mañana de un Consejo de  Ministros extraordinario para decretar el estado  de alarma en todo nuestro país”, anunció el presidente Pedro  Sánchez. Con la ciudadanía confinada, la presión y negociación  con el Ministerio de Justicia para que cediera el edificio al  colectivo de la Ingobernable se limitó a mensajes por redes  sociales. “No hubo forma de negociar”, declara Álvaro, el  integrante del colectivo.
El 24 de abril de 2020, la  policía nacional desalojó el edificio vacío alegando motivos  de salud pública en un desahucio “con nocturnidad, alevosía y  negando cualquier capacidad de respuesta”, según expresaron desde  el colectivo de la Ingobernable en un comunicado.
El último año
Hubo que esperar más de un año para que la Ingobernable okupara de nuevo. Esta vez fue en el número 5 de la calle de la Cruz, el sitio más cercano al punto kilométrico cero de todos. Para Carlos, el día que entraron en el antiguo hostal Cantábrico es el momento que más recuerda de sus años en la Ingobernable: “Fue una victoria tangible y real, y uno de los momentos más felices que he vivió en militancia”.
 
El activista continúa: “Fue un día muy tenso [el de la okupación, el 2 de mayo de 2021]. Tras unos momentos en los que pensamos que no íbamos a mantener el edificio, nos enteramos de que Delegación de Gobierno admitía que no había orden de desalojo y la policía se retiró. Abrimos las vallas, nos encontramos con toda la gente abajo [apoyando la okupación] y gritamos ‘Diez, cien, mil centros sociales’. Habíamos conseguido recuperar un edificio entero dedicado a la turistificación de Madrid para consagrarlo a los movimientos sociales y las vecinas”.
A pesar de que la tercera sede de la Ingobernable no fuera la más apta para un centro social, el proyecto siguió vivo un año más y consiguió introducir a más personas a militar en movimientos sociales
El nuevo centro adoptó las  tesis del sindicalismo social y se proclamó oficina de derechos  sociales. Fue un año duro: la pandemia había generado un momento de  desmovilización, el edificio no tenía espacios diáfanos ideales  para asamblearse y los propietarios, los hermanos Fernández Luengo,  rechazaron negociar. El 24 de mayo del 2022 y un mes antes de la  cumbre de la OTAN, la  policía desalojó el inmueble sin preaviso. Con todo, Álvaro  hace un balance positivo del tiempo en Cruz: “El proyecto estuvo  vivo un año más y mucha gente entró a militar y sigue militando en  colectivos gracias a haberse unido a la Ingobernable en ese momento”.
UGT, Pez y el futuro
Las características arquitectónicas  poco apropiadas del edificio de Cruz y la inexistencia de tejido de  barrio tan cerca de Sol hizo que el colectivo de la Ingobernable  planteara una okupación antes de ser desalojados del céntrico  espacio. Por eso, 20 días antes de su desahucio de Cruz, activistas  okuparon un edificio del sindicato UGT en Malasaña que esta  organización quería convertir en hotel con la connivencia del  Ayuntamiento, dispuesto a recalificar el terreno para satisfacer la  propuesta. Un día después de su entrada y de madrugada, la policía  efectuó el desalojo a petición del sindicato.
La Ingobernable volvió a la carga una  última vez en octubre de 2022 con la okupación del edificio en la  calle del Pez, 21, antigua sede del Patio Maravillas. Unas horas  después de la entrada, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado  cargaron contra  las personas concentradas frente a la puerta y desahuciaron el  espacio.
“Aunque el centro social La Rosa no sea heredero solo de la Ingobernable, no habría existido sin ella, al igual que la Ingobernable no habría existido sin el Patio Maravillas, y este no habría nacido sin el Laboratorio”
Ya antes de la entrada en Pez, las personas integrantes del proyecto de okupación habían decidido que el siguiente edificio no llevaría el nombre de Ingobernable. Tocaba que nuevas personas y nuevas ideas se hicieran cargo de un centro social metropolitano en el corazón de la ciudad y para los movimientos sociales.
Así terminaba la vida de la Ingobernable, que este viernes tiene su epílogo con la presentación del documental y del libro. Ambos estarán pronto disponibles para su descarga gratuita en redes sociales —el libro— y su visionado en plataformas de vídeo como YouTube —el documental—. “Un proyecto al que le has dedicado tanto amor y energía se merece un cierre que conlleve el mismo amor y la misma energía, no es un drama”, dice Álvaro. El activista recuerda que la Ingobernable es uno más de los centros sociales que ha habido y hay en el centro, y celebra la existencia de La Rosa: “Aunque este centro social no sea heredero solo de la Ingobernable, La Rosa no habría existido sin ella, al igual que la Ingobernable no habría existido sin el Patio Maravillas, y este no habría nacido sin el Laboratorio”, traza la genealogía Álvaro.
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