Caparrós y las balas que atravesaron Andalucía

Las más de un millón y medio de personas que salieron a todas las calles andaluzas aquel 4 de diciembre de 1977 para pedir la autonomía de Andalucía tuvieron la sensación de que esa bala le podría haber tocado a cualquiera de ellos.
Caparrós entierro
Entierro de Manuel José García Caparrós

Otro 4 de diciembre Andalucía se mira la herida. Una herida en el territorio, en la historia colectiva, que no solo se originó con la bala que acabó con la vida del joven sindicalista Manuel José García Caparrós aquel día de 1977 en Málaga, también tiene su génesis en las decenas de personas que murieron asesinadas a causa de la represión y la persecución de la transición y de aquel tiempo donde la autonomía era un sueño por alcanzar. 

El camino incansable de las hermanas de Caparrós por esclarecer quién asesinó a su hermano, por insistir en que su recuerdo no se difumine y por querer encontrar explicaciones es el foco de guía para mantener la memoria y rescatar del olvido a quienes, como el malagueño, cayeron a causa de la violencia posfranquista en Andalucía. No ha sido hasta este año, 48 después de la muerte del sindicalista, que las hermanas han podido acceder a los documentos clasificados del suceso. El pasado 18 de noviembre, tras la aprobación de la Mesa del Congreso, los 2.000 folios de investigación junto con archivos sonoros. Una documentación que esperan les ayude a dar con el asesino de su hermano. La familia también ha comenzado los trámites para que Manuel José García Caparrós sea considerado víctima de terrorismo.

Las más de un millón y medio de personas que salieron a todas las calles andaluzas aquel 4 de diciembre de 1977 para pedir la autonomía de Andalucía tuvieron la sensación de que esa bala le podría haber tocado a cualquiera de ellos

 Para ello han enviado una carta a la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo, que depende del Ministerio de Interior, en la que informan de que “el pasado 22 de octubre de 2025 recibieron contestación de Presidencia de Gobierno para hacer efectivo dos asuntos que consideramos de vital importancia para la reparación de nuestro hermano, Manuel José García Caparrós, asesinado en Málaga por un policía armado en la manifestación por la autonomía andaluza” y piden a la Oficina que “informe de cómo podemos comenzar a hacer efectivo esta consideración de víctima de terrorismo para nuestro hermano”.

Las más de un millón y medio de personas que salieron a todas las calles andaluzas aquel 4 de diciembre de 1977 para pedir la autonomía de Andalucía tuvieron la sensación de que esa bala le podría haber tocado a cualquiera de ellos. No hubo provincia en la que la represión policial no actuara en esa manifestación. “Cargó la policía (en referencia a Granada y Sevilla), lo mismo que en Almería y Cádiz. En Huelva fue aún peor. La Policía Nacional seguía anclada en el pasado”, recuerda sobre aquella jornada el periodista Juan de Dios Mellado en el libro Crónica de un sueño. Una idea que resuena en las palabras que en una entrevista profirió Loli García Caparrós: “La bala fue para Andalucía entera”.

Balas para Andalucía

Antes de la muerte de Franco, la policía asesinó a tres trabajadores de la construcción mientras protestaban por la falta de acuerdo del convenio regulador de su empleo. Era julio de 1970, y nunca se supo que agentes durante las cargas acabaron con la vida de Antonio Huertas Remigio, Cristóbal Ibáñez Encinas y Manuel Sánchez Mesa. Un año después, la policía disparaba de muerte a Antonio Ruiz Villalba en una huelga de la SEAT. En 1973, Cipriano Martos Jiménez era detenido y sometido a torturas por las que finalmente acabó muerto.

El mismo año de la muerte de Caparrós, un par de trabajadores morían asesinados por agentes policiales en la ciudad de Sevilla, Enrique Mesa Bugatto y Francisco Rodríguez Ledesma. 

El foco donde se producía esta violenta represión eran las manifestaciones que en muchas ocasiones tenían un factor más material que explícitamente político. En 1974, un vecino de la localidad de Carmona era atravesado por una bala de la Guardia Civil durante una movilización local para la mejora del sistema hídrico de la localidad. En 1981, año en el que se aprueba el Estatuto de Autonomía, otra manifestación por el agua, en esta ocasión en Huércal-Overa (Almería), acababa de modo trágico cuando una vecina, María Asensio Morales, moría a causa de ser impactada por un bote de gas lacrimógeno tirado por la policía. En esa misma provincia, un año después de la muerte de Franco, la Guardia Civil asesinaba al joven Javier Verdejo mientras realizaba una pintada en la capital almeriense.

El mismo año de la muerte de Caparrós, un par de trabajadores morían asesinados por agentes policiales en la ciudad de Sevilla, Enrique Mesa Bugatto y Francisco Rodríguez Ledesma. Un estudiante moría en la represión policial acaecida en la manifestación proamnistía, Arturo Ruiz García. El caso Almería acabó con la vida de Luis Cobo Mier, Juan Mañas Morales y Luis Montero García, asesinados por la Guardia Civil en 1981 al ser confundidos por miembros de ETA.

El día de la bandera

El 4 de diciembre, ha sido siempre para los andaluces una fecha simbólica alejada de las instituciones y que antes que todo celebra los movimientos populares que desembocaron en la autonomía territorial. Una fecha más política que conmemorativa que sin embargo, el Gobierno de Moreno Bonilla ha conseguido hacerla pasar por la oficialidad proclamándola desde el 2022 como el Día de la Bandera de Andalucía.

Moreno Bonilla expone en su libro Manual de convivencia, su propia visión del andalucismo, “ser andaluz es nuestra forma de ser españoles” donde acerca la identidad y la autonomía andaluza al nacionalismo español. Una realidad que se aleja de lo que postulan los movimientos andalucistas que desde los setenta vertebran el territorio. El presidente andaluz, hace un recorrido por la historia de la autonomía en sus memorias, sin olvidar a Caparrós por ser figura ineludible, pero olvidando que la autonomía de la que hoy presume está sostenida por el sudor, y en muchas ocasiones por la sangre de jornalera y jornaleros, peones de obra, mecánicos y todo tipo de trabajadoras y trabajadores andaluces.

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