Unamuno
La exhumación de Unamuno ya es una posibilidad 89 años después de morir sospechosamente
La exhumación de Unamuno para su reconocimiento ya es una posibilidad. Su muerte, el último día del oscuro año 1936, fue sospechosa desde el principio, pero no ha sido hasta ahora, 89 años después de su fallecimiento, que las instituciones científicas de la Universidad de Salamanca (USAL) —de la que fue rector, la misma que albergó su fatal enfrentamiento con Millán-Astray, en la ciudad donde falleció— y el reciente apoyo de la Universidad del País Vasco (EHU) han prestado atención a las pruebas y pistas que en los últimos años se han ido encontrando.
Por citar las más destacadas, la posibilidad de una punción en el cuello, el motivo de la misma certificación de muerte por «hemorragia bulbar» sin autopsia, las cartas y llamadas escritas del propio Unamuno donde hablaba de la posibilidad de ser asesinado o la presencia en su casa de un agente doble de Falange, Bartolomé Aragón, que en ningún momento fue alumno suyo e incluso participó en la quema de, entre otros, libros del bilbaino como El sentimiento trágico de la vida o Agonía del cristianismo, prohibidos durante la dictadura.
El profesor había estado bajo vigilancia en su casa durante 24 horas desde su enfrentamiento con Millán-Astray en el «Día de la Raza», aquel fatídico 12 de octubre que la biógrafa Margaret Rudd describió como «el día del destino». Las notas tomadas ese día por el profesor de Derecho Civil Ignacio Serrano, cuyo cuaderno la familia de Unamuno depositó en el Instituto Cervantes, registraban que «Millán Astray terminó con varios vivas y muertes, entre ellos un 'abajo con la intelectualidad' con viva a Franco. Fue bueno, pero se alejó de lo debido cuando dijo que ciertos profesores morirían».
Tras el impulso a la investigación, el matrimonio Rabaté, biógrafos de Unamuno, declaró esta semana que la exhumación es el paso lógico para intentar esclarecer aspectos de la muerte.
Pese a las amenazas probadas y las sospechas evidentes en un contexto de brutal represión, especialmente en Salamanca, sede del golpe de Estado franquista, todas las biografías –con excepción de la de Rudd, de 1963, que no se publicará en español hasta este año que comienza–, la mayoría de películas y documentales –como Mientras dure la guerra de Alejandro Amenábar–, los libros de historia y la prensa en general se habían negado hasta ahora a valorar la hipótesis del asesinato, pero los múltiples indicios de criminalidad, evidenciados durante los últimos años, han comenzado a cambiar la percepción general respecto al mismo.
A modo de ejemplo, cabe señalar que la semana pasada los biógrafos y siempre reconocidos por su profundo conocimiento de la vida y obra de Miguel de Unamuno, Colette y Jean-Claude Rabaté, declararon a El Correo que, tras el impulso a la investigación, la exhumación es el paso lógico para intentar esclarecer aspectos de la muerte.
Hace años, Manuel Menchón y Luis García Jambrina fueron los primeros en recopilar todas las pruebas disponibles en ese momento y en describir con precisión las últimas horas de Unamuno, primero en el documental Palabras para un fin del mundo (2020) y luego en el libro La doble muerte de Unamuno (Capitán Swing, 2021). Para ello, reconstruyeron los posibles motivos de la cruzada de Millán-Astray contra el intelectual, donde tuvo un papel central el filipino José Rizal, sedicioso antiespañol para el fundador de la Legión y entrañable amigo de Unamuno. Otra importante sospecha provino de la centralidad de Falange en la construcción del relato de la muerte del escritor, llegando a documentar que el cuerpo fue prácticamente retirado de la casa del vasco-salmantino, construyendo una infraestructura para fotografiar un funeral sin apenas familiares y coordinando un increíble relato épico en prensa, esquelas y publicaciones inmediatas, como la del prólogo del rector José María Ramos y Loscertales a un libro publicado ese mismo inicio de 1937 por el propio Aragón y que es la versión oficial más conocida de la muerte natural.
Don Miguel, por su parte, ya lo había avisado, como cuando en noviembre de 1936 escribía al rector Esteban Madruga que “he decidido no salir ya de casa desde que me he percatado de que el pobrecito policía esclavo que me sigue -a respetable distancia- a todas partes, es para que no escape -no sé dónde- y así se me retenga en este disfrazado encarcelamiento como rehén no sé de qué, ni por qué ni para qué”. En un escrito del 25 de diciembre, seis días antes de “la segunda muerte de Unamuno”, Don Miguel finge o transcribe una “conversación con el rector Madruga” donde se puede leer: “Que vengan acá a asesinarme como a [Arturo] Pérez Martín y a Vila. En esa Granada… Peores los hotros que los hunos. Estos, ingenerados, salvajes; aquellos, degenerados, resentidos, pervertidos. García Lorca”. Esto mismo quedó recogido en un anexo en la edición de El resentimiento trágico de la vida, preparada por Colette y Jean-Claude Rabaté. “Y con orden, si intento salir de casa, hasta de asesinarme”, escribió a su amigo Henry Miller, en una carta interceptada y que junto a la siguiente notificación fue entregada al mismísimo Franco el 20 de diciembre de 1936, semana y media antes de su extraño fallecimiento, ambas encontradas por Carlos Sá y publicadas en el libro Miguel de Unamuno : ¿Muerte natural o crimen de Estado?
Investigación de la USAL
Más allá de la información que ofrecen los numerosos escritos, las cartas y otros documentos, analizados por este medio en anteriores efemérides; en este momento la USAL está llevando a cabo una investigación exhaustiva para intentar esclarecer de una vez por todas qué ocurrió aquel día de la muerte de Unamuno. Hordago se ha puesto en contacto con Francisco Javier de Santiago Herrero, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos y Director de la Unidad de Análisis de la Conducta Criminal en la USAL; y el coordinador del Grupo de Transferencia del Conocimiento sobre Miguel de Unamuno.
Preguntado de Santiago sobre cuáles son los avances que se prevén dentro de esta investigación y cómo se está avanzando en un proceso tan delicado, afirma que “se fundamenta por ahora únicamente en evidencias históricas, documentales y conductuales, las cuales dejan una huella imborrable que no puede ser alterada a lo largo de la historia”.
Tras haberse reunido con familiares de Unamuno, el equipo de la USAL sigue “aunando fuerzas conjuntas de carácter apolítico y sin sesgos personales que buscarán acabar con las dudas respecto a las circunstancias de la muerte de Unamuno”
De Santiago se muestra cauteloso como corresponde a una investigación de este calibre. Recuerda que “no debemos caer en la ilusión ni dar por válida la investigación sin cuestionar la metodología”. Por esta razón advierte que es mejor ser “muy escépticos y asépticos” durante todo el proceso, aunque rompe una pequeña lanza a favor del éxito de esta investigación: “Obviamente, no dedicaríamos nuestro esfuerzo sin entender que podemos aportar nuevos datos desde la evidencia científica”.
Para ello se valen de “la unión interdisciplinar de profesionales expertos en el análisis de la conducta criminal, la autopsia psicológica, la psicolingüística forense, la pericia caligráfica, la antropología forense, filología, historia, derecho, e incluso contando con la reconstrucción de escenas en 3D o la ayuda de la inteligencia artificial”, afirma De Santiago.
Javier de Santiago, junto a la catedrática de Derecho penal Ana Isabel Pérez Cepeda, el literato Luis García Jambrina, el cineasta Manuel Menchón, el criminólogo Javier Caro, la penalista Ana Isabel Alfaraz, el jurista y experto en memoria histórica Julio Fernández García y la psicóloga María Montfragüe García constituyen un grupo de transferencia del conocimiento que cuenta también con el respaldo de la Casa Museo Unamuno de la Universidad de Salamanca y la participación directa de su directora Ana Chaguaceda.
Tras haberse reunido con familiares de Unamuno y el rector de la USAL Juan Manuel Corchado, este equipo se sigue ampliando y ganando apoyos para, como concluye el propio Javier de Santiago “aunar fuerzas conjuntas de carácter apolítico y sin sesgos personales que buscarán la verdad en uno u otro sentido. Sin duda alguna, acabaremos con las dudas respecto a la realidad o mito de las circunstancias de la muerte de Miguel de Unamuno”.
Nuevos apoyos y necesidad de exhumación
Recientemente, y con apoyo expreso del rector Joxerramon Bengoetxea, un grupo de docentes de EHU se unían a la USAL en el cometido de investigar en profundidad la muerte de Unamuno. También se ha sumado la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que cuenta con expertos de amplia experiencia en la exhumación de las víctimas de la guerra civil, como Paco Etxeberria, y que se ha comprometido a aportar todos sus conocimientos científicos y los recursos de los que dispone para esclarecer la muerte de Unamuno, del que Telesforo Aranzadi era primo íntimo.
Igualmente, participará en la parte forense de la investigación el Instituto Vasco de Medicina Legal y, por su parte, la Asociación Unamuno Elkartea se ofrece a ayudar en todo el proceso.
Como explica David Hoyos, coordinador de la iniciativa vasca de apoyo, “en la reciente reunión celebrada en Bilbao se decidió que uno de los objetivos centrales de la cooperación es lograr un respaldo institucional sólido por parte de ambas universidades, de modo que la familia perciba la investigación como un proyecto riguroso y colectivo”.
Por su parte, uno de sus impulsores, el catedrático de Literatura Jon Kortazar subrayaba en aquella reunión “la necesidad de mantener una posición estrictamente neutral y académica, con un trabajo basado exclusivamente en datos y evidencias contrastables, evitando hipótesis atractivas pero indemostrables”.
La antropóloga forense e investigadora de Aranzadi Lourdes Herrasti y personal del Instituto Vasco de Medicina Legal como Benito Morentin ya están trabajando en una justificación técnica de la necesidad de exhumación.
La catedrática de Derecho penal Ana Isabel Pérez Cepeda subraya que “sólo un análisis forense podría aportar pruebas materiales concluyentes, y que el informe inicial debe ordenar los indicios existentes y justificar qué hipótesis podrían confirmarse o descartarse mediante una eventual exhumación”
En la reunión, la catedrática de Derecho penal Ana Isabel Pérez Cepeda insistía en que “el trabajo actual se basa en indicios probados: amenazas documentadas contra Unamuno, su situación personal y familiar, y la revisión crítica del certificado de defunción”. De esta forma, subraya que “sólo un análisis forense podría aportar pruebas materiales concluyentes, y que el informe inicial debe ordenar los indicios existentes y justificar qué hipótesis podrían confirmarse o descartarse mediante una eventual exhumación”
Hace semanas que los siguientes pasos marcados por la USAL han dado el salto a la prensa, evidenciando que los apoyos para llegar hasta el final en la investigación son, al menos por ahora, unánimes.
La Gaceta de Salamanca afirmaba que “entre las diferentes hipótesis de la muerte de Unamuno, en la que no hubo autopsia, se encuentran el envenenamiento o inyecciones letales que podrían dejar algún tipo de rastro. Hay que tener en cuenta, tal y como recuerdan los investigadores, que a Unamuno no se le realizó una autopsia tras su muerte y se enterró de forma precipitada, por lo que la causa oficial de «hemorragia bulbar» resulta difícil de verificar sin una certificación legal forense”.
En el mismo artículo se anunciaba que “el escritor Luis García Jambrina, dentro del grupo de investigación, abordará en una nueva novela que presentará a partir de enero las circunstancias que rodearon a la muerte de Unamuno en la segunda parte de la secuela de 'El caso Unamuno'. El nuevo libro abordará las circunstancias que rodearon a la muerte del rector y dibujará el contexto de la Salamanca ocupada por los sublevados en el inicio de la Guerra Civil”.
Por su parte, El Correo ha dedicado en los últimos días numerosos artículos a la reapertura del caso y uno de sus articulistas ha solicitado que se “desentierre la cátedra Miguel de Unamuno, creada hace años por la Universidad del País Vasco (EHU) y que duerme el sueño de los justos”, pidiendo que esta sea dotada de medios y de un equipo investigador a la altura de la talla del intelectual vasco más universal de todos los tiempos.
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