Siria
Kurdos, entre el sueño y el pragmatismo

En las entradas de los barrios kurdos de Ashrafie y Sheij Maqsud de Alepo, la segunda mayor ciudad de Siria, hay puntos de control integrado por miembros del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la milicia pro-kurda que controla todo el noreste del país, casi un tercio del territorio sirio. “La situación es tranquila en el barrio, ya no hay ningún tipo de tensión después del acuerdo del mes de abril”, explica Tahar, un cocinero kurdo de Ashrafie en referencia al pacto que sellaron el Consejo Municipal de los dos barrios kurdos y representantes del gobierno de Damasco. El debate sobre la concesión de algún tipo de autonomía a las zonas de mayoría kurda es uno de los más trascendentales que afronta la Siria post-Asad y que, si no se resuelve de forma negociada, podría reabrir la guerra civil.
De momento, la seguridad dentro de ambos barrios sigue siendo responsabilidad de las FDS, y a esta milicia pertenecen los hombres armados que patrullan las calles. Pero lo hacen en cooperación con el Ministerio del Interior. Igualmente, a pesar de la decisión de integrar los Consejos Municipales en el Ayuntamiento de Alepo, son los Consejos Municipales de ambos barrios quienes gestionan los servicios públicos. El acuerdo en Alepo se selló en paralelo a otro de más calado firmado por el presidente interino de Siria, Ahmed Sharaa, y el general Mazlum Abdi, comandante en jefe de las FDS, por el que se establece la apertura de un período de negociación con el fin de integrar las FDS y la Administración Autónoma Democrática del Nordeste de Siria (AANES), la estructura política que ha gozado de una independencia de facto en el noreste del país desde el inicio de la guerra civil, en las estructuras estatales sirias.
Un problema de confianza
“El pacto en Alepo fue una medida importante para crear confianza entre las partes, pues no la hay. Desconfiamos de las milicias que gobiernan Damasco porque han cometido muchas matanzas”, asevera una fuente de seguridad kurda. Los kurdos representan aproximadamente un 10% de la población siria y fueron marginados por el régimen de los Al Asad, de ideología panarabista. Por ejemplo, a miles de kurdos se les negó el derecho a poseer la nacionalidad siria, mientras que otros muchos fueron desplazados de la zonas fronterizas, repobladas luego por colonos árabes, para dificultar la hipotética creación de un Estado kurdo en el futuro al no haber contigüidad entre las zonas de mayoría kurda.
“Entre los kurdos de Siria, Ocalan es muy popular. Pero las FDS son independientes, y nuestro proceso político sigue una lógica propia”, dice Ali Rahmun, del Consejo Democrático Sirio
En el territorio de la AANES cohabitan varios grupos étnicos —kurdos, árabes, asirianos y turcomanos, etc—, si bien la ascendencia de los kurdos en el gobierno es la más importante, pues a esta etnia pertenecen la mayoría de dirigentes tanto políticos como militares. Según fuentes bien conectadas con el liderazgo de la AANES, la firma del pacto para la integración responde sobre todo a las presiones de EEUU y de Turquía, cuyo apoyo a las milicias rebeldes sirias fue imprescindible para que derrocaran al régimen de Al Asad en diciembre. Ankara, que considera a las FDS una extensión del PKK, la milicia kurda que ha llevado a cabo una insurgencia de más de 40 años en Turquía, no quiere ver ni en pintura una entidad autónoma kurda en Siria.
Precisamente, a instancias del líder del PKK, Abdullah Ocalan, esta milicia se ha disuelto recientemente con el fin de comenzar un proceso de paz en Turquía. “Entre los kurdos de Siria, Ocalan es muy popular. Pero las FDS son independientes, y nuestro proceso político aquí sigue una lógica propia”, asegura Ali Rahmun, vicepresidente del Consejo Democrático Sirio, una coalición de una treintena de partidos, la mayoría kurdos, y que defiende un sistema federal para Siria.
El papel de Washington
El otro actor externo con un papel muy relevante para el futuro de la AANES es Washington, pues tiene desplegados unos 2.000 soldados en la región con la misión de evitar el resurgimiento del Estado Islámico —ISIS, por sus siglas en inglés— en Siria. De hecho, el partenariado entre EEUU y las tropas kurdas, los peshmergas, fue clave para desmantelar el autoproclamado “califato” del Estado Islámico en 2019, que había llegado a abarcar varias provincias de Siria e Iraq. Probablemente, la presencia estadounidense es lo que ha limitado la intervención militar de Turquía en el norte de Siria, garantizando la supervivencia de la AANES.
Actualmente, son las tropas de las FDS en cooperación con EEUU quienes velan por la seguridad de varios campos de internamiento donde se hallan recluidos miles de combatientes del Estado Islámico y sus familias. Para Washington, es de vital importancia que las tensiones entre las FDS y las milicias pro-turcas del Ejército Nacional Sirio, que provocaron la muerte de decenas de personas los meses siguientes a la caída del régimen de Al Asad, no escalen y provoquen un caos que facilite la evasión de los yihadistas recluidos en la AANES.
“Trump dijo durante la campaña electoral que se retiraría de Siria, pero, de momento, no lo ha hecho. Solo ha movido centenares de soldados de una base a otra. A raíz de la reciente guerra con Irán, dudo que EEUU vaya a retirar sus soldados de Siria pronto”, confía la fuente securitaria. La alianza con Washington ha sido clave para los kurdos de Siria, como también lo ha sido para los kurdos de Iraq. Ahora bien, la ideología aislacionista del presidente Donald Trump y su estrecha relación con el presidente turco, Recep Tayip Erdogan, generan recelos en Rojava. Ante una eventual ruptura de la alianza con Washington, los kurdos podrían buscar otro socio para mantener su seguridad.
Rahmun argumenta que la constitución de un sistema político descentralizado debería ser del interés de todos los demócratas sirios, no solo de los kurdos
“Hay otras opciones sobre la mesa, como Francia, Rusia o Israel”, desliza la citada fuente. El Estado hebreo, que promueve la fragmentación de Siria, ya intervino militarmente a mediados de julio para mantener la autonomía de la provincia de Sueida, habitada mayoritariamente por drusos, y algo parecido podría suceder si estallaran las hostilidades entre Damasco y la AANES. A diferencia de Israel, Washington apuesta por un Gobierno central fuerte en Damasco que controle todo el territorio sirio. “No les debemos [a los kurdos] la capacidad de tener su propio gobierno independiente ... No hay ninguna señal de que habrá un Kurdistán libre, un Estado separado para las FDS. Habrá una sola Siria”, declaró el enviado de Trump para Siria, Tom Barrack, en una comparecencia de prensa en Nueva York, en la que reiteró su apuesta por la disolución de la AANES.
Los escollos de las negociaciones
Desde la firma del acuerdo entre Sharaa y Mazlum Abdi, varias delegaciones de la AANES han visitado Damasco, pero el contenido de las conversaciones no se ha filtrado a la prensa. “Las negociaciones van despacio porque hay desconfianza entre las partes. Creo que el calendario, que fijaba finales de año como la fecha para poner fin al proceso de integración, deberá alargarse”, explica Ali Rahmun, Los dos principales escollos tienen que ver con qué estructura de seguridad se establecerá en el noreste del país una vez se disuelvan las FSD, y qué régimen de autonomía política tendrá esta región.
“A diferencia de Iraq, en Siria no tenemos un territorio poblado de forma homogénea por el pueblo kurdo, sino que diversas etnias están mezcladas. Por eso, lo que proponemos es una descentralización de base geográfica, no étnica”, comenta Rahmun, que reconoce la dificultad de llegar a un acuerdo en esta materia. Y es que algunos partidos kurdos no renuncian al sueño de un Estado independiente de facto como el que tienen los kurdos en Iraq.
Formalmente, existen dos procesos de negociación paralelos sobre la cuestión kurda. Por un lado, la liderada por Abdi y la cúpula militar de las FDS, y que aborda la integración de las FDS en el Ejército sirio y de la AANES en las estructuras estatales, y en la que participan actores no kurdos. Y por otro, un comité que agrupa a todos los partidos kurdos y que aborda los derechos de los kurdos en la nueva Siria, incluida la oficialidad de la lengua kurda, una demanda capital para los kurdos. El comité mantiene una postura más ambiciosa que las FDS, y exige un Estado federal y una amplia soberanía para las regiones de mayoría kurda.
Rahmun argumenta que la constitución de un sistema político descentralizado debería ser del interés de todos los demócratas sirios, no solo de los kurdos. “Sharaa está intentando concentrar todo el poder en sus manos, y eso resulta preocupante. En este sentido, un sistema autonómico sería positivo, pues dificultaria la creación de una nueva tiranía en Siria”, sostiene este político de mediana edad y que luce un tupido bigote. Sin embargo, la idea suscita fuertes resistencias en Damasco. " A nivel político, hay un consenso de que debe haber un solo Gobierno, no un Estado federal o una autonomía como la de los kurdos en Iraq. Existe la preocupación de que si los kurdos logran la autonomía, los drusos de Sueida pedirán lo mismo, y también las zonas alauíes de la costa”, opina Mohsen Al Mustafa, una analista del Omran Center for Strategic Studies, un think tank basado en Damasco. En Siria, la cuestión de la autonomía regional trae malos recuerdos, pues fue la estrategia que utilizó Francia durante el periodo colonial para dividir el movimiento independentista.
Al Mustafa, en cambio, considera que sí sería posible diseñar un sistema con un alto grado de autonomía municipal, por lo que una posible vía de acuerdo sería la creación de una mancomunidad de municipios kurdos. Respecto al otro escollo, la integración de las FDS, Damasco quiere que se haga una integración individual de los combatientes, mientras que la cúpula de la milicia pro-kurda quiere que se haga de forma colectiva en una misma unidad, lo que permitiría mantener la misma estructura de mando actual. No obstante, el reciente estallido de violencia sectaria en la provincia de Sueida, por el que fallecieron más de 1.000 personas, no facilita que las conversaciones lleguen a buen puerto. Las FDS mantienen una estrecha relación con las milicias drusas, e incluso enviaron ayuda humanitaria a la zona tras la firma de la tregua.
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