País Vasco
La neoliberalización del espacio urbano avanza en Campos Negros de Gasteiz

Una semana después del inicio de las obras en la calle Los Herrán, el plan urbanístico de Vitoria-Gasteiz levanta dudas sobre las intenciones gentrificadoras del Ayuntamiento, y las vecinas se expresan en defensa de los espacios públicos que sirven de encuentro.
campos negros
Grafiti en Campos Negros, Gasteiz. Aitziber Jimenez de Aberasturi

Una ciudad más habitable y resiliente. Calles regeneradas, recalificadas y rediseñadas. Espacios amables, verdes y saludables, con énfasis en el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos. El nuevo léxico urbano resuena en cada transformación más o menos grande de los rincones de las ciudades europeas. Entre tantas, es el caso de Gasteiz, donde la reforma de la calle Los Herrán, en marcha desde el inicio de la semana pasada, será aparentemente una apropiación atractiva, incluso radical, de la infraestructura urbana heredada que simulará un paisaje natural, una ecología nueva y una experiencia emocionante, inspiradora y hasta poderosa.

Esa zona a destruir, a la que el Ayuntamiento de Gasteiz se refiere como negra, invivible y de marginalidad, es un lugar de encuentro para decenas de jóvenes, deportistas y familias trabajadoras.

La otra cara de este diseño ambicioso la conforman los espacios que se pretenden transformar. Aquellas zonas a las que, siguiendo la misma lógica, llaman degradadas. Lugares “negros, invivibles y de marginalidad” tal y como las denominó Eduardo Rojo, técnico del Servicio de Espacio Público y Medio Natural de Gasteiz, en las jornadas de arquitectura “Creación. Ciudad. Paisaje” a principios de octubre. El técnico se refiere a espacios como Campos Negros, canchas de baloncesto y de fútbol en Los Herrán que desaparecerán en una segunda fase del proyecto y que serán sustituidas por una moqueta verde, un estanque y un parking. “El asfalto será sustituido por la naturaleza”, defiende Rojo.

Sin embargo, esa zona a destruir, a la que se refiere como negra, invivible y de marginalidad, es un lugar de encuentro para decenas de jóvenes, deportistas y familias trabajadoras. Y es que la eliminación de los campos supondría una expulsión directa de estos colectivos desposeyéndolos del espacio público que les servía de encuentro y disfrute de su tiempo libre. Además, el anuncio de la desaparición del lugar llegó poco después de que el Ayuntamiento eliminase la cancha de baloncesto situada en la Plaza Rafa del casco antiguo de la ciudad, algo que ha aumentado el enfado entre los vecinos de estos espacios y que evidencia la tendencia de la neoliberalización del espacio urbano.

“Campos Negros es el único lugar público de la zona donde se puede practicar deporte en equipo gratis“, denuncian las vecinas.

La ciudadanía ha respondido. Para denunciar estas intenciones, vecinos y usuarios de los campos se unieron en una jornada de reivindicación que organizó GKS Gasteiz a finales de septiembre. Una jornada bajo el lema “Campos Negros Mantendu” con música, 3x3, grafiti y otras actividades en defensa de los espacios de ocio de la juventud trabajadora. “Campos Negros es el único lugar público de la zona donde se puede practicar deporte en equipo gratis y su destrucción no solo no promete ninguna alternativa real a la necesidad de un ocio sin privatizaciones y de calidad, sino que entorpece las condiciones para el libre desarrollo personal y el disfrute del tiempo libre de la clase trabajadora”, tal y como explica una militante.

Beatriz Artolazabal (PNV), concejala de Espacio Público y Barrios de Vitoria-Gasteiz, responde a las críticas y presiones explicando que la destrucción de Campos Negros se hará en una segunda fase, y sostiene que no existe un proyecto definido para esa zona. En cambio, el exalcalde Urtaran sí que definió cómo sería en su momento y las intenciones que se presentan hoy por técnicos y responsables siguen siendo las mismas que las del plan urbanístico previsto en mayo del 2022. Incluso expresan el propósito de “repensar los deportes” para evitar la competitividad instalando canastas que no estén enfrentadas, sobre una superficie irregular y un espacio limitado, como han hecho en la ya mencionada Plaza Rafa para dar pie a “una modalidad de juego más inclusiva”, según Eduardo Rojo.

La línea de planificación urbanística del Ayuntamiento (PSE-EE y PNV) implica la eliminación sistemática de los epicentros de la vida social de, especialmente, colectivos desplazados

La Corporación sostiene que este tipo de proyectos pone el foco en el bienestar de los ciudadanos y pretende mejorar la calidad de vida urbana. Los usuarios de las canchas se muestran dudosos ante esas explicaciones y se señala que estas iniciativas alimentan interrogantes profundos sobre los modelos de ciudadanía y la justicia social que dicen promover desde el Consistorio, especialmente en cuanto se refiere a las condiciones de vida de los desplazados, cuyas posiciones de clase y culturales divergen de aquella de los constructores y sus segmentos de mercado. Y es que si la línea de planificación urbanística del Ayuntamiento (PSE-EE y PNV) implica la eliminación sistemática de los epicentros de la vida social de estos colectivos, es decir, que los priva del libre uso del espacio público, cabe pensar que el concepto de ciudadanía manejado por aquel no los incluye lo más mínimo.

También se habla del interés público, de reforzar la relación entre las personas y sobre el “mayor y mejor uso” de los espacios. El gris será sustituido por el verde y el único lugar donde se puede practicar deporte en equipo de la zona desaparecerá. Esto supondría un paso más en la privatización del ocio y está lejos de ser compatible con un discurso sobre el fortalecimiento de la comunidad y la promoción de la convivencia. Como varias organizaciones denuncian, es más bien compatible con un modo de vida progresivamente más individualizada y encarecida.

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Canchas de Campos Negros donde los jóvenes y las familias se encuentran Aitziber Jimenez de Aberasturi

Además, junto con este proceso de neoliberalización de la zona urbana, expertos en urbanismo explican que la reorganización del espacio depende cada vez más de un costoso sistema de vigilancia –realizado a través de una mezcla de diseño arquitectónico, CCTV, seguridad privada, una serie de remedios jurídicos y un aumento de presencia policial en la ciudad– aparentemente diseñado para inculcar patrones de comportamiento aceptables acordes con el libre flujo del comercio y la nueva estética urbana. Estas tácticas finalmente intensifican la exclusión penal de la gente de la calle, de los activistas políticos y de los artistas independientes. Al fin y al cabo, lo que todo ordenamiento del espacio implica en última estancia: ordenamiento social.

La ciudad como determinante de la construcción de nuestras formas de vida levanta dudas sobre para quién se quieren construir estos espacios o para quién se quieren hacer más habitables, más resilientes, más amables o saludables. Espacios verdes y deportes no competitivos satisfacen a una clase media que lo relaciona con el bienestar, y al que apela el discurso securitario que señala la marginalidad de ese lugar. El plan urbanístico de Los Herrán es solo otro ejemplo de un proceso más amplio de gentrificación, turistificación y desplazamiento de la clase trabajadora a la periferia, y promueve, más bien, la construcción de una ciudad excluyente atravesada por relaciones de poder y dominada por las élites de la clase dominante y las demandas de los turistas. Mientras tanto, se descarta, como se evidencia en Gasteiz, todo aquello que no se puede valorizar.

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