Opinión
A vueltas con los afectos, la amistad y el amor

Sabemos que la amistad aparece como un tipo de afecto encorsetado. Que parece tener límites en cuanto a intimidad, tanto física como mental. Pero qué pasa si ya no queremos que sea así.
Bruno Thevenin LGTBI
Dos manifestantes se abrazan. Fotografía de Bruno Thevenin.
26 nov 2025 08:00

Mucho se ha escrito estos años sobre relaciones y vínculos. Infinitas páginas sobre cómo la amistad es la forma más grande de amor. Seguramente hay quien piense que no tenemos nada mejor que hacer. Antes que nada, una aclaración: politizamos los afectos y cómo nos relacionamos. Por supuesto. Pero, una vez más, la teoría precede a la práctica, aunque desde las no monogamias, los feminismos y lo cuir ya hay muchas aportaciones al respecto. Sabemos que la amistad aparece como un tipo de afecto encorsetado. Que parece tener límites en cuanto a intimidad, tanto física como mental. Pero qué pasa si ya no queremos que sea así. 

No es posible acabar con el amor romántico, la violencia de género o generar vínculos sanos si no apostamos por la amistad y los cuidados, por generar redes afectivas en las que sostenernos. Para esto no hace falta leer a la Vasallo (que nunca está de más) sino ser conscientes de nuestra vulnerabilidad y de que necesitamos a les otres. Frente al mensaje neoliberal de “yo puedo con todo”, apostamos por reconocer la dependencia.

El problema como siempre son las categorías estancas y rígidas en las que se supone que tenemos que clasificar los vínculos o afectos.

El problema como siempre son las categorías estancas y rígidas en las que se supone que tenemos que clasificar los vínculos o afectos. Categorías a veces binarias y que se presuponen excluyentes entre ellas. Así, amistad o pareja definirían dos tipos diferentes de categorías con sus propias características. Por ejemplo, le damos la mano o dormimos con nuestras parejas (o ligues), mientras que con nuestras amigas nos iríamos a bailar o a jugar juegos de mesa. Esto no deja de ser un encorsetamiento monógamo de los afectos: parece predefinir desde dónde nos relacionamos, lo que podemos querer hacer con cada y los límites de cada categoría. Pero cómo construir relaciones libres, cómo apostar por les amigues, si hay una parte de la intimidad que parece seguir siendo exclusiva a nuestras parejas o vínculos más románticos. 

El mundo bibollo también tiene mucho que aportar en esto: expertas en difuminar las fronteras entre parejas y amistad, seducimos a nuestras amigas y hacemos planes románticos con ellas. Sin significar eso necesariamente querer otro tipo de vínculo. Lo que pasa es que nos agobia no saber. Entramos a las relaciones pretendiendo controlar hacia dónde van y lo que buscamos en cada, como si cada persona no fuese un mundo y cómo si no estuviésemos dispuestas a que les otres rompan nuestros esquemas y nos lleven a un lugar afectivo inesperado. Y, sobre todo, limitando lo que poder hacer en cada.

A veces parecemos acabar confundidas, sin saber si queremos ser amigas, amantes o novias. Y yo me pregunto, ¿es acaso eso tan importante? El clásico “no somos amigas, nos comemos el coño” tiene la utilidad para el contexto en el que se invalida o se quita el erotismo a las relaciones entre mujeres o cuerpos feminizados, pero qué problema habría en comerse el coño entre amigas. Me parece mucho más importante, liberador y emancipador poder entrar en los vínculos sin ponerle límites a su profundidad que tener claro si es amistad o enamoramiento. Aceptando que a veces las etiquetas ayudan y explican en ciertos contextos. Pero que sean las etiquetas lo que usemos para nombrar sin que definan lo que podemos o no hacer. 

Ya sé que estamos muy pesadas con este tema. Claro que queremos resignificar la amistad. Si es que es importante. Si es que es lo que nos sostiene en este mundo neoliberal e individualista. Si es la familia de tantas personas cuir. Si ayuda a las personas que se mudan lejos de su hogar. Si nos hace ser más libres y fuertes en el día a día. No podemos socializar los cuidados, acabar con la familia, con el parejocentrismo o la monogamia sin problematizar la concepción actual de amistad. 

Lo verdaderamente cierto, y que no sé cuánto de radical hay en esto, es que la amistad no tiene ningún límite: no hay absolutamente nada que solo puedas hacer con tu pareja. Desde hacer un viaje, convivir, adoptar un animal, enamorarse o follar. Lo que pasa que no tenemos modelos en los que se haga esto. O que se haga sin que suponga un drama porque buscas algo que ahí no se pueda dar. Las expertas en enamorarnos de nuestras amigas confirmamos que no es el fin del mundo enamorarse de una amiga. Mucho más triste sería renunciar a una conexión profunda o a una intimidad física solo porque nos da miedo la vulnerabilidad fuera de la pareja. 

Cuidar la amistad es cuidar la vida. Cuántas veces une amigue es lo que más te hace falta. Y, aun así, vivimos en un sistema absurdo y parejocentrista. 

Como siempre, los ejercicios prefigurativos nos permiten proyectar una sociedad más libre. Así, nos imaginamos haciendo playlists con nuestras amigas, acompañándolas al médico o teniendo un proyecto futuro con ellas. Y con suerte hasta lo ponemos en práctica. No podemos cuestionar algo si no ofrecemos otro futuro deseable, si no somos capaces de imaginar y escribir sobre la alternativa. Aquí radica la amistad como práctica política (ojo, no digo sustituir la militancia por hacer amigues, solo poner el foco en algo que parece que damos por hecho que no se puede dar de otra forma).

Cuidar la amistad es cuidar la vida. Cuántas veces une amigue es lo que más te hace falta. Y, aun así, vivimos en un sistema absurdo y parejocentrista. No quiero decir que nuestra pareja no pueda ser tu amigue. El problema es que vamos a cada vínculo con unas expectativas tan concretas y delimitadas que a veces nos ciegan. Cuántas veces dedicamos mucho más tiempo y energía a les novies que a les amigues. Cuántas veces tenemos mucha menos paciencia y abordamos muchas menos conversaciones incómodas. Cuántas no verbalizamos la intencionalidad de ser amigues o las rupturas. Es que no tenemos modelos en los que cuidemos o demos esa centralidad a la amistad. 

Por supuesto, tenemos amores que son amigues y amigues que son amores. Y tenemos crushes en nuestras amigas y rupturas y dolores. 

El problema es que este tipo de afecto se invisibiliza porque no es el proyecto de familia que se espera de nosotres. Con todo lo que desde el transfeminismo se ha puesto en valor y transformado la amistad, y aun así seguimos sin ponerla en valor como práctica política. 

En esta práctica, si no entendemos que los afectos forman parte de ella, estamos perdidas. El amor-camaradería del que hablaba Alexandra Kollontai implica en parte trabajar esos lazos de amistad y cariño que se dan entre compañeres. Pudiera parecer que hablar de caricias, ternura y cuidados es una broma marika dentro de una organización revolucionaria. Pero no todo se reduce a la parte más racional: toda organización que quiera apelar a mayorías debe tener en cuenta la movilización de los afectos y el amor por les otres como un potente motor para las de abajo. Y para eso, es importante fortalecer lazos y estructuras que sostengan a la clase trabajadora más allá de lo que existe en este sistema. 

Feminismos
Sabina Urraca y María Folguera: “La mala amiga somos todas”
Asimetría en las relaciones de amistad, amistad de grupos, idealización del vínculo amistoso y duelo por la ruptura son algunos de los temas del libro-conversación ‘La amistad y sus derivas’.

Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.

Cargando valoraciones...
Comentar
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cargando...
Cargando...
Comentarios

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...