Opinión
Toros para todos, sanidad para nadie: unos apuntes en pleno escándalo del cribado de cáncer de mama

Grotesco, zafio, bochornoso; no se me ocurren mejores palabras que puedan describir lo que estamos viviendo en Andalucía estos días con el doloroso caso del cribado de cáncer de mama. Si no es con esos términos, ¿cómo describirían la siguiente simultaneidad de acontecimientos recientes? Antonio Sanz, consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa, anuncia que va a blindar la tauromaquia en Andalucía para que sea parte inamovible de la identidad del territorio. Moreno Bonilla dice que no informaron a las mujeres con pruebas no concluyentes de cáncer de mama para no generar ansiedad; la presidenta de Amama anuncia que tienen constancia de que a consecuencia de este “error” hay varias mujeres muertas. Canal Sur no dice nada acerca de la polémica que todos los medios están dando en primera plana, pero emite un episodio de un programa de animales en el que el presidente andaluz juega con un cachorro de perro.
Ojalá los enunciados relucientes no nos cieguen y perdamos el foco: no necesitamos un cambio de nombres, necesitamos un cambio de sistema.
Todo forma parte de un mismo círculo, el del dinero, los business de puro en boca o, como lo llaman desde el Gobierno andaluz, y en general de cualquier territorio gobernado por el PP, “las iniciativas público-privadas” para “la eficiencia” de los servicios. Unas políticas que tienen su resultado en la imagen de dos mujeres vestidas de rosa que se abrazan y lloran con rabia la muerte de sus iguales y el recuerdo del sufrimiento de una enfermedad que da miedo hasta nombrar. Una estampa ante la que es imposible no conmoverse y movilizarse (bendito sea el ojo de mi compañero Rafa del Barrio). Por desgracia, es una imagen más en un álbum repleto donde también se puede ver la estampa de un abuelo narrando cómo a su nieta le dio un derrame cerebral sin que llegase una ambulancia para ayudarla o la lluvia cayendo e inundando la planta de urgencias de un hospital. Las imágenes son infinitas (y más si añadiésemos las de otros servicios destruidos) y si en su comparecencia Moreno Bonilla decía que lamentablemente no hay familia que no haya tenido o tenga un familiar con cáncer, es inevitable añadirle: estoy segura de que no hay familia andaluza que no haya tenido o tenga un familiar víctima del desmantelamiento de la sanidad pública en el territorio.
Ante esto, que ya hace mucho que pasó de crisis a drama, las prioridades de la Junta siempre han sido claras: toros, grandes eventos y turismo. Y en cuanto a sanidad, ya que les ha tocado gestionarla, disfrazar los millones de euros que se van a las empresas privadas en “el mayor presupuesto en sanidad de la historia”. Por eso no es suficiente cambiar una ficha por otra, porque las muertes de estas mujeres, así como todas las muertes invisibles y más difíciles de rastrear de la destrucción de la sanidad, son responsabilidad de muchos hombros, desde el primero al último miembro del Gobierno andaluz, empezando por su presidente, pero también de los CEO de empresas que se están lucrando de este proceso, como Quirón, Vithas o HLA, así como de los medios de comunicación que enmascaran y legitiman estas actividades criminales, en cuya cabeza está Canal Sur.
Ojalá los enunciados relucientes no nos cieguen y perdamos el foco: no necesitamos un cambio de nombres, necesitamos un cambio de sistema.
Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.
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