Opinión
Las madres de Daniel

Juana Rivas nunca ha estado sola, Daniel tampoco. Anoche, miles de mujeres en nuestro país respiraron aliviadas porque el niño no tenía que viajar a Italia con un padre al que tiene terror.
Juana Rivas concentración
Susana Sarrión Cabecera de la manifestación de apoyo a Juana Rivas en la puerta del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. 2021, Plaza Nueva,Granada.

La alegría es temporal, momentánea, pero si no celebramos las pequeñas cosas de cada día qué sentido tiene esta vida llena de retos. Anoche, muchas personas en nuestro país respiraron aliviadas después de que Susana Álvarez Civantos, jueza en el Juzgado de Guardia de Granada, escuchara por primera vez a Daniel Arcuri Rivas, el hijo menor de Juana, de casi once años y determinara que su discurso, donde describía el miedo terrible que le inspiraba su padre, era lo suficientemente “serio y convincente” como para —junto con documentación jurídica del caso, un escrito de Fiscalía y la aplicación del Convenio Internacional de La Haya para resolver las competencias jurídicas— suspender el temido viaje a Italia, de forma temporal, para protegerlo. La importancia de la palabra. La importancia de la palabra de la infancia.

El caso de Juana Rivas es sentido como propio por muchas madres protectoras que han sufrido y sufren todo tipo de condenas, pérdidas y frustración. El dolor de Juana es su dolor, sus pequeñas victorias, las suyas

Hace pocos días también escuchamos por primera vez la voz de Gabriel Arcuri Rivas en un escalofriante vídeo donde narraba lo que “ni él ni su hermano habían podido expresar durante muchos años”. Las voces de estos hijos representan las voces de muchísimos hijos e hijas en nuestro país que no han sido escuchadas por la justicia, es por eso que la frase “Juana somos todas” no es una cáscara vacía sino un lema lleno de significado que durante todos estos años ha sido el emblema de muchas mujeres, no solo en nuestro país sino en todos donde se sigue sufriendo la injusticia. El caso de Juana Rivas es sentido como propio por muchas madres protectoras que han sufrido y sufren todo tipo de condenas, pérdidas y frustración. El dolor de Juana es su dolor, sus pequeñas victorias, las suyas.

Las voces de estos niños, de Daniel y Gabriel, han sacado a la luz hechos que las mujeres que acompañan a Juana conocen desde hace años. Una información que ha sido callada por el bien de los menores y su causa, pero muy sufrida por todas ellas que en silencio han apoyado a Juana en este difícil camino. Han sido ellas las que se han concentrado, manifestado y levantado la voz cuando Juana no podía; han sido y son las que organizan comunicaciones, campañas, donaciones; las que solicitan traducciones juradas, las que la acompañan y guardan.

Cuando todo comenzó escondieron a Juana en su casa, un movimiento torpe y desesperado que Juana y sus hijos han pagado con creces durante muchísimos años pero que parece permanecer como una eterna espada de Damocles sobre sus cabezas y que durante muchos años generó una oleada de insultos y escarnio público sobre quienes les apoyaban. El tiempo ha pasado y las voces de los menores se han alzado para contar su versión y ser escuchados. Ha costado mucho esfuerzo y determinación pero esas voces se van abriendo paso y anoche, después de mucho tiempo, disfrutamos de una buena noticia. Aún queda mucho camino, ha sido una gota en el océano, pero, si no celebramos las pequeñas alegrías qué futuro nos queda.

Gracias a todas esas mujeres, que son, a su manera, madres de Daniel y Gabriel, que son Juana y no bajarán la guardia hasta que se haga justicia.

Justicia
Daniel, el hijo menor de Juana Rivas, se queda en Granada con su madre
Daniel ha sido escuchado por el Juzgado de Guardia de Granada, en su primera y única declaración en España, que ha acordado una medida cautelar de suspensión de la entrega del menor a su padre en Italia, de forma temporal, para protegerle.
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