Málaga
Torremolinos pide justicia para Haitam, el joven marroquí muerto durante una actuación policial

El pasado domingo, Haitam, un hombre de 35 años, se encontraba en un locutorio de la localidad malagueña de Torremolinos cuando la Policía Nacional le redujo. Los ocho agentes allí congregados, con el objetivo de esposarlo, le realizaron tres descargas con dos pistolas táser; tras ello, Haitam murió de un infarto. Este tipo de instrumento puede llegar a emitir una descarga de 1.200 voltios, provocando la parálisis muscular por un tiempo de entre cinco y diez segundos. En un vídeo difundido en las redes sociales se puede ver tras el mostrador de la tienda a los policías reduciendo a Haitam; además, se escuchan los gritos de dolor del detenido y cómo un agente le dice: “quieto o te pego otra”.

Según la versión oficial, los agentes acudieron al establecimiento alertados por un intento de robo, y el joven se encontraba retenido en el local por los dueños del negocio. Los agentes justifican la actuación alegando que Haitam se encontraba “en avanzado estado de agitación” y que la maniobra tenía como objetivo “reducir y detener al sospechoso, dado su estado”.

Sin embargo, la familia y allegados de este vecino de Torremolinos sostienen que se trataba de “una falta de entendimiento” y que el hombre solo quería un cargador de móvil. Desde el pasado domingo, el círculo de Haitam se ha manifestado en diversas ocasiones pidiendo ver las cámaras de seguridad del establecimiento para monitorizar la actuación policial de lo que consideran “un abuso policial” a través de un “uso desproporcionado de la fuerza”. El hermano de Haitam ha insistido en que su hermano no padecía de ninguna dolencia cardiaca y que el infarto fue a consecuencia de las descargas: “Ningún corazón aguanta eso”.

En el último año, al menos otras cuatro personas racializadas han muerto durante una actuación policial.

En la puerta del locutorio donde ocurrieron los hechos se ha montado un altar en el que, entre otras cosas, se puede leer “en este local se ha matado injustamente” o “haremos justicia, basta de racismo”. Los hechos están siendo investigados por la autoridad judicial para esclarecer si la actuación de los agentes cumple con lo establecido en el protocolo. La Dirección General de Policía establece a través del art. 5 de la LO 2/1986 que el uso de las pistolas táser está restringido a casos de “extrema necesidad”.  Axon, la empresa fabricante de las pistolas Taser, desaconseja su uso en personas que se encuentren en un estado de agitación, una recomendación que no siguen los protocolos policiales. Además, la Policía Nacional no está obligada a llevar un desfibrilador. 

Los sindicatos policiales se encuentran estos días defendiendo a capa y espada la versión de los agentes. Jupol ha expuesto su apoyo a nuestros “compañeros que intervinieron enTorremolinos ante un sujeto muy agresivo que les recibió al grito de Alá es grande esgrimiendo unas tijeras”. Ione Belarra, líder de Podemos, ha expuesto en sus redes sociales que “decir que 'mueres' de un infarto mientras la policía te detiene es lo mismo que decir que las mujeres 'mueren' a manos de su pareja mientras les dan una paliza. No son muertes, son asesinatos y esta violencia policial racista que hay que parar ya". Unas palabras por las que el Sindicato Unitario de Policía ha registrado durante la jornada del miércoles una querella contra ella.

Desde colectivos sociales como Zambra insisten en el fallecimiento de Haitam: “No es una muerte, es un asesinato”. El periodista y experto en islamofobia ha expuesto que “no son hechos aislados, hay un patrón y es racial”. En el último año, al menos otras cuatro personas racializadas han muerto durante una actuación policial: Mahmoud Bakhum, vendedor ambulante que se tiró al río en Sevilla mientras le perseguía la policía; Abdoulie Bah, abatido a tiros por la Policía Nacional en el aeropuerto de Gran Canaria; Abderrahim, asesinado por dos policías fuera de servicio en Torrejón de Ardoz; y Mahamedi, muerto en una comisaría de Barcelona.