Opinión
El despertar catalán a las miserias del Estado español

La entrada en prisión de los líderes de Òmnium y la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC) provoca una nueva jornada de movilizaciones masivas.

10 de octubre -Catalunya
Bárbara Boyero Una persona aplaude durante la intervención de Puigdemont el pasado 10 de octubre.
18 oct 2017 07:29

Una marea de velas. En un ruidoso silencio. Gritando libertad sin abrir la boca.

Llenando un buen trozo de la Diagonal. Aquella por donde hace casi 80 años entraron los llamados Nacionales. Los fascistas, vaya. Hoy, llena de gente gritando que quizás nunca se fueron.

200.000 según la Urbana. Solo en Barcelona. Y sin autocares ni Aves de media España al rescate. Con un solo día de convocatoria. Y con réplicas masivas en las principales ciudades del territorio. Lleida, Tarragona, Girona, Vic, Terrassa... Incluso en Madrid, Valencia y Palma se oyó el mismo grito.

Un hombre reparte un cartel corporativo donde se lee Save Europe. No sé en qué sentido va esa demanda ni quién debe salvar a quién. Otro se lo mira y refunfuña. “Ya nos dejaron tirados el 36, no sé qué puñetas esperáis ahora de estos” dice antes de dibujar un desolador mapa político del continente ante la desesperación de su parroquia, aparentemente familiar.

És molt fort això, eh, dice una señora. ¡Presos Políticos! ¡En pleno siglo XXI! grita.

También aparentemente no se lo esperaba. Cierto, hay mucho indepe aenecero que se creyó que esto de la independencia y enfrentarse al Estado era como quitarle una golosina a la Heidi. O como una excursión de la Imserso a, no sé, algún lugar exótico. Y ahora se sorprenden.

Es el auténtico desborde. Una sociedad entera descubriendo que los límites del Estado de derecho están en el derecho del Estado

Bueno, que la selección de las víctimas es un tanto inquietante, no lo negaremos. Han ido a por un par de hombres de orden, que siempre tienen la palabra pacifismo en la boca y que tienen el delito, eso sí, de haber levantado un pueblo entero por el derecho a decidir y la autodeterminación. Pero en seis años de mover a cientos de miles, a millones, de personas en las calles, ni un incidente. Por mucho que nos enseñen del derecho y del revés ese par de coches de los picoletos con las ruedas pinchadas y llenas de pegatas. Algo que en dos semanas de movilizaciones por la unidad de España no podemos decir.

Pero este par han apelado siempre al pacifismo. Hasta la desmovilización. El mismo día de marras, ese 20 de setiembre pasado, de hecho pidieron a la gente que volviera a casa cerca de la media noche. Algo que no se ha incluido en los atestados ni en la interlocutoria judicial que los ha llevado a cárcel. Según la Comisión de Defensa del Colegio de Abogados de Barcelona la juez Carmen Lamela se ha inventado una acción para considerarla delito. Y para ello tienen que sacarle polvo al Código Penal de 1973. Es decir, que para salvar la democracia, se apela a la legalidad de cuando el tío Paco. Todo, como siempre, muy normal.

Pero vaya, ahora nos sorprende que en España haya presos políticos.

Algunos arquean las cejas.

Dejando de lado que todo preso lo es por un criterio político, a muchos les vienen a la mente nombres como los del sindicalista Andrés Bódalo, el huelguista Alfon o la tuitera Cassandra y sus peligrosos tweets sobre Carrero Blanco. O los raperos Valtonyc o Pablo Hásel, cuyas letras también fueron consideradas sediciosas. O los titiriteros. O los ocho del Parlament a quienes se condenó a tres años de trena por, literalmente y según condena en firme, no haber hecho nada concreto pero participar de una manifestación que incitaba a cometer delitos. Y sin hablar del País Vasco, desde los recientes chavales de Altsasu, algunos todavía entre rejas, al atropello de Egunkaria, cuyo cierre en 2003 se dictaminó siete años después que había sido del todo improcedente.

Con precedentes como estos, no sé qué esperaban algunos. ¿Que asestarle un golpe así al estado iba a salir gratis?

España, país de presos políticos y no de políticos presos, leía por las redes. Porqué mientras tanto no hace falta recordar dónde andan los Urdangarines, Ratos, Montulles, Pujoles y compañía.

Pero en este caso, el golpe sirve para que decenas, cientos de miles de personas que vivían ajenas a todo esto tomen conciencia de lo que es un Estado. Y más concretamente uno como el español. Es el auténtico desborde. Una sociedad entera descubriendo que los límites del Estado de derecho están en el derecho del Estado.

Llevamos ya demasiados días en que lo menos surrealista de la actualidad son los titulares de El Mundo Today

“No están en la cárcel por sus ideas, sino por sus actos” dicen desde el Gobierno. No te jode. Que cuando decimos que esto parece un orwelliano 1984 reconocemos que el crimental todavía no se aplica. De momento. El crimen preventivo sí. Ya hemos inconstitucionalizado cosas todavía por convocar. Pero es que ni durante los años más duros del nacionalcatolicismo se le pasó el garrote vil a nadie por, simplemente, pensar. El problema es que vivimos décadas con el rollo de que, en ausencia de violencia, se podía hablar de todo y nos hemos encontrado finalmente con todo esto.

Un abdicación

El Estado ya parece hacer tiempo que ha abdicado de Catalunya. Si no no se entienden muchas cosas.

Como que pocas horas después de la repetida petición de diálogo por parte de Puigdemont llegue una aberrante petición de cárcel preventiva sin fianza para los dos Jordis. Los presidentes de dos de las más importantes entidades de la sociedad civil. Y que la prensa jalee e incluso se prepare para entalegar también al jefe de los Mossos. Y la Fiscalía vaya afinando. Y no por el Caso Macedonia, precisamente.

España, país de pirómanos.

Mientras siguen obviando el desastre de Galicia, siguen lanzando leña al fuego en Catalunya.

Al igual que Casado hace unos días mencionando a Companys, Lamela volvió a prender la mecha en Barcelona. Y mira que la cosa parecía más o menos calmada tras el intercambio de gallegadas entre Rajoy y Puigdemont. Y así un surrealista intercambio de mensajes sin contenido, como el que juega a aquello de la patata caliente sin querer siquiera responder la pregunta que toca. Uno que debe pero no quiere aplicar la DUI y otro que no debe pero quiere aplicar el 155.

A ver, señor Rajoy, si no entendió lo del miércoles, solo hace falta que viera la cara que pusieron los de la CUP para comprenderlo. Y al señor Puigdemont, a quien tampoco le costaba tanto aclararle el discurso al presidente en su propio lenguaje. Bueno, quizás el problema fue ese. Que quiso decirlo en lenguaje Rajoy y somos el resto los que no nos enteramos.

Y a cada paso el Estado abdica más y más de Catalunya.

Porqué ahora ya prácticamente no queda casi nadie, ni siquiera en el PdCat, que pueda defender por mucho tiempo no aplicar ya la DUI. From lost to the DUI. Quizás era eso lo que buscaban en Génova. Allí ya dan por perdida Catalunya calculando el rédito que el tema les da en otras regiones mientras siguen tapando los kilómetros de tierra arrasada en Galicia y el resto del país con el monotema del año.

Y todo esto tras una semana en la que el foco mediático ha estado en el adoctrinamiento que se realiza en las escuelas catalanas. Con Albiol diciendo que se enseña a odiar España en algunos colegios sin ser capaz de dar ejemplos concretos. Con una andaluza de jefa de la oposición y siete años después de tener a un cordobés de President de la Generalitat.

Adoctrinamiento. Y nos lo cuentan la misma semana en que se celebra como fiesta nacional el inicio de un genocidio disfrazado bajo el insultante eufemismo de Descubrimiento. Descubrimiento de una población de no menos de 50 millones de personas del ala. Un Descubrimiento que siguió a otro insulto histórico todavía enseñado en la escuelas, catalanas y españolas, llamada Reconquista en un gobierno que sigue presidido por un hombre que sostiene que España es la nación más antigua del mundo. Y se queda tan tranquilo. En fin. Lamentamos que la lista de reyes godos haya caído del plan educativo. Puro adoctrinamiento.

Si no fuera en serio nos partiríamos de la risa. Y es que llevamos ya demasiados días en que lo menos surrealista de la actualidad son los titulares de El Mundo Today.

Repitan conmigo.

Leopoldo López, preso político.

Jordi Sanchez y Jordi Cuixart, instigadores y agitadores golpistas.

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