Opinión
No te duele la derrota de Nadia Calviño, te duele la Unión Europea
La derrota de Nadia Calviño en su carrera por presidir el Eurogrupo parece una oportunidad perdida para cambiar la Unión Europea. Pero que alguien como ella haya llegado y que haya ganado un irlandés solo demuestran que nada va a cambiar pase lo que pase.
Chasco, jarra de agua fría, desolación o injusticia. Esas son algunas de las expresiones que se han podido leer en redes sociales tras la derrota de la ministra Nadia Calviño en su carrera por presidir el Eurogrupo. Al final no ha podido ser y tan solo un voto de ventaja ha dado el premio al liberal ministro de Finanzas irlandés, Paschal Donohoe.
A mí, personalmente, algunos de esos lamentos me descolocan. O me da la impresión de que mucha gente está descolocada en cuanto a lo que esta Unión Europea se refiere. Ver a gente de izquierda, a feministas o incluso a personas con el carnet del Partido Comunista deseando que la ministra del PSOE se llevara el puesto y lamentando con rabia su derrota, me produce una extraña sensación. He leído críticas hacia la elección del irlandés y la derrota de Calviño que, en realidad, lo único que hacen es evidenciar cómo es esta unión de Estados, para qué se creo, así como una demostración del proyecto neoliberal que ha sido siempre.
“Ha ganado un ministro de un paraíso fiscal”
Jean-Claude Juncker fue presidente del Eurogrupo entre 2005 y 2013, luego presidió la Comisión Europea de 2013 a 2019. Antes de ello, fue Primer ministro de Luxemburgo y ministro de Finanzas. Durante su mandato al frente de la presidencia y ministerio del ducado, su Gobierno ofrecía pactos fiscales bilaterales (los conocidos como tax ruling o impuestos a la carta) y privados a empresas para que no pagaran casi nada de impuestos a cambio de que trasladaran allí sus sedes. El caso fue conocido como los LuxLeaks y provocó un terremoto mundial en los medios de comunicación y algunas instituciones supranacionales, aunque en estas últimas fue más hacer un poquito de ruido y poner caras de sorpresa y enfado durante unos días, hasta que pasó y se olvidaron. ¿Cambió algo cuando esa descarada evasión fiscal que ofrecía Juncker a las empresas salió a la luz? Nada. De hecho, siguió siendo elogiado por otros liberales y por otros que dicen ser menos liberales pero que también lo son. Siguió presidiendo la CE, en la que trabaja Calviño, y Luxemburgo sigue siendo un paraíso fiscal de los más agresivos, mucho más que Irlanda.
Jeroen Dijsselbloem, aquel que dijo que los países del sur nos gastábamos el dinero “en mujeres y alcohol”, fue ministro de Finanzas de Holanda de 2012 a 2017 y (¡oh, qué casualidad!) también fue elegido presidente del Eurogrupo de 2013 a 2018. No creo que haya que explicar mucho más las prácticas que realiza Holanda y que permiten que empresas como Inditex, Nike, Netflix o Uber puedan reducir su factura fiscal en el resto de países. Según la organización Tax Justice Network, la fiscalidad agresiva de los Países Bajos le cuesta al resto de países una pérdida de ingresos fiscales en impuestos de sociedades de 22.000 millones de euros. ¿Ha hecho algo la UE o la CE para taponar esa sangría fiscal? Nada. De hecho, el Gobierno holandés sigue aportando menos de lo que le toca en la UE, las empresas siguen aprovechando su baja fiscalidad, la UE nunca se ha atrevido a señalar esas prácticas y las voces de los “frugales”, como su actual presidente, Mark Rutte, siguen marcando la agenda y el destino de los Estados miembro.
También he leído que “por lo menos Calviño es de un partido socialista”. Dijsselbloem también era del Partido del Trabajo (PvdA), un partido socialdemócrata. Pero tanto el holandés como Calviño son viciosos del déficit, amantes de los mercados y defensores de su libertad, creyentes del proyecto neoliberal de esta UE. Por eso Calviño, igual que pasó con su homónimo de los Países Bajos, está bien vista en las instituciones europeas y por ello se ha podido subir al podio en esta carrera. Porque la UE sabe que Calviño es socialista, pero no mucho. Española, pero sobre todo europeista. Muy poco obrera, pero muy fiel a la senda del déficit.
La UE sabe que Calviño es socialista, pero no mucho. Española, pero sobre todo europeista. Muy poco obrera, pero muy fiel a la senda del déficit
Por lo que no es para nada extraño ni nuevo que el ministro de finanzas del alumno aventajado de la fiscalidad agresiva neoliberal, Irlanda, sea el elegido para dirigir ese club en los próximos años. Lo extraño hubiera sido que un país donde resuena de fondo un impuesto a las grandes riquezas o una subida del tipo sociedades a la banca fuera el elegido para dirigir una mesa que ha estado controlada por ministros de paraísos fiscales durante casi 15 años.
“Es mala noticia para los países del sur de Europa”
¿Hola? ¿Qué creéis que significaba la “Europa de las dos velocidades”? Solo se nos ha rescatado cuando nuestro sector financiero le debía dinero al del norte, solo se nos ha utilizado como mano de obra barata, como consumidores para mantener su constante superávit comercial a costa de nuestro déficit, como lugar para ir de vacaciones y que unos precarios les sirvieran cervezas y sangrías a buen precio. Nos han obligado a recortar nuestros presupuestos (con Calviño dirigiendo la Comisión de Presupuestos de la CE) mientras los países del norte no pagaban ningún plato roto por la crisis financiera mundial en la que sus bancos estuvieron implicados. Los países que dirigen las instituciones de Bruselas y Frankfurt (con Alemania siempre a la cabeza) han manejado las políticas monetarias del Banco Central Europeo (BCE) al antojo de sus ciclos económicos, las directivas de la CE en su propio beneficio y los sistemas de rescate (MEDE) para rescatar sus propias economías e imponer la teoría liberal (privatizaciones que den más espacio al sector privado) bajo el chantaje de “cortar el grifo”. Un grifo del que el norte, incluso de países pequeños como Holanda, se creen dueños.
No es extraño que el ministro de finanzas del alumno aventajado de la fiscalidad agresiva neoliberal, Irlanda, sea el elegido para dirigir el Eurogrupo en los próximos años
Me cuesta creer que se pensara en algo diferente. Que la gente crea que el Eurogrupo iba a cambiar, que iba a empezar a virar las políticas económicas y fiscales de todos los Estados miembro hacia una política más solidaria con los países del sur.
¿Os acordáis de los PIIGS? (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). Aquel nombre tan despreciable que nos pusieron durante la anterior crisis los partidos políticos y medios de comunicación de los países dominantes de Europa. Pues para salir del club de los olvidados lo que hay que hacer es convertirte en uno de ellos, en un paraísos fiscal egoísta e insolidario con el resto de vecinos. Eso es lo que ha convertido a Irlanda en la niña bonita de los países que dominan esta UE y de los neoliberales en redes sociales. Por eso se ha convertido en el favorito por parte de muchos países en esa votación, porque muchos han decidido que esta UE no está unida para nada y lo mejor es tomar vías egoístas e insolidarias, solo hay que ver como ese “club de los frugales” ha aumentado en esta última crisis con la adhesión de Dinamarca o Suecia. La batalla en la votación era entre liberales y muy liberales, y han ganado los de siempre.
La batalla en la votación para presidir el Eurogrupo era entre liberales y muy liberales, y han ganado los de siempre
¿Y os acordáis de lo que pasó con Grecia? ¿Qué hizo el Eurogrupo presidido por un holandés de un partido socialdemócrata? La aplastó sin piedad. Porque ese es el orden establecido, los países del centro y su sistema financiero mandan y los países del sur obedecen, y no iba a venir ni un referéndum ni un ministro con chupa de cuero a cambiar eso. ¿Alguien cree realmente que la diferencia con Calviño en la presidencia iba a cambiar mucho? Yo dudo que las diferencias fueran realmente sustanciales.
“Otra vez, se lo ha llevado un hombre”
Esta puede ser la que más entienda, pero que tampoco comparto. Soy partidario de la feminización de la política, de que las mujeres tomen las instituciones y despatriarcalizar las estructuras de poder. Pero no creo que sirva para todas las instituciones, ni para todas las mujeres. Nadia Calviño es la única mujer en el Eurogrupo. No es casual. Los ministros de economía de una UE neoliberal tienen que tomar decisiones muy a menudo que son todo lo contrario a feministas. Por ello, incluso en el Gobierno de coalición español, el puesto se lo ha acabado llevando una liberal como Calviño, acostumbrada a codearse en su anterior puesto en la CE con aquellas personas que son capaces de tomar decisiones que pueden condenar a millones de personas a la pobreza y la precariedad sin pestañear. Daba el perfil para trabajar en la CE, daba el perfil para ser ministra de Economía y lo daba para luchar por la presidencia del Eurogrupo y quedarse a solo un voto de un hombre que, además, supera en liberal a la española.
Las organizaciones supranacionales que controlan este cotarro están atadas y bien atadas. Tienen estructuras rígidas, llamadas a veces “los Tratados”, que dejan muy poco margen de maniobra, que dificultan mucho los cambios de calado, que no permiten que gobiernos o ministras valientes y sociales puedan cambiar el orden establecido o combatir al poder financiero que reina en el continente. No digamos los cambios que se exigen desde el feminismo. El debate, muy interesante, de si la UE es liberal porque es patriarcal o patriarcal porque es liberal lo podemos dejar para otro día, pero lo que está claro es que es así. Y, personalmente, no creo que poner a una mujer en un puesto de responsabilidad tan importante vaya a cambiar nada. Más bien pienso que esa mujer no habría llegado a esa carrera y a subirse al podio si fuera una mujer de las que vienen dispuestas a cambiarlo todo. Para muestra un botón: la mujer que presidió uno de los organismos internacionales que con su imposición de las recetas neoliberales ha hecho más daño al mundo, y sobre todo a las mujeres, fue otra exministra de finanzas europea, Christine Lagarde. El premio a dirigir con mano de hierro durante años el Fondo Monetario Internacional fue la presidencia del BCE. ¿Alguien ha notado algún cambio en el BCE desde que lo preside la francesa? Yo ni lo más mínimo.
Por lo que, por desgracia, no creo que una mujer con el currículum de Calviño, el mismo currículum que le ha llevado a participar en esa carrera, vaya a poder cambiar las rígidas, injustas y patriarcales estructuras europeas en las que ella se ha sentido muy cómoda en sus años en Bruselas trabajando para la CE. Bueno, el feminismo liberal de Ana Patricia Botín puede que sí. Ese sí que tendría cabida en las instituciones europeas, siempre y cuando no haya un hombre cerca con un currículum parecido, claro.
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