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Energía
Reducir el consumo energético, el debate olvidado (e incómodo) del gran apagón

Más robustez e inversión. Más baterías. Más inercia sintética. Más hidráulica. Más energía nuclear. Más interconexiones. El debate sobre el gran apagón que ha sufrido España y ha dejado a 55 millones de personas sin electricidad, ha girado en torno al “más”, en todo aquello que hay que agregarle al sistema para fortalecer y estabilizar la generación. En estos días de discusiones álgidas ―con muchos intereses de por medio―, donde la energía ha sido protagonista de la agenda política y mediática, muy pocas voces han cruzado a la acera de enfrente, a la demanda, para en tiempos de descarbonización y crisis climática repensar también los consumos energéticos. “La reducción de la demanda es un pilar de la transición y lo estamos pasando por alto”, coinciden Sara Pizzinato, experta en Energía en Greenpeace; Carlos Pesqué, Subdirector del Área Energía de Ecodes; y Fernando Prieto, director del Observatorio de Sostenibilidad.
Energía
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Los tres especialistas cierran filas respecto al modelo energético de España: 100% renovable, eficiente y justo. Para esto, aclaran, se necesita la electrificación de la demanda, un proceso ya en marcha de sustituir los combustibles fósiles por electricidad en todos los sectores económicos y actividades, como el transporte, la calefacción y los procesos industriales. Pero agregan otro elemento clave a la ecuación: la suficiencia, reducir el consumo para adaptarlo a lo que el planeta nos puede dar sin comprometer la capacidad de sostener la vida.
Carlos Pesqué (Ecodes): “El discurso de reducir el consumo es impopular porque nadie quiere decirle a la ciudadanía que va a tener que cambiar hábitos, pero urge romper este silencio”
“Lamentablemente no estamos hablando de este elemento. Todo el foco tras el apagón se ha puesto en la tecnología y en cómo asegurar el sistema, cómo hacerlo más robusto. En el otro lado, el consumo, no hay ningún debate. Y necesitamos poner esto también en agenda. Es cierto que es impopular, porque nadie quiere decirle a la ciudadanía que va a tener que cambiar hábitos y modos de vida, pero urge romper este silencio”, reflexiona Pesqué, ingeniero en electrónica industrial con un Máster Europeo en Energías Renovables por la Universidad de Zaragoza.
Para Pizzinato, licenciada en Ciencias de los Materiales por la Università di Padova, el apagón es una oportunidad para “hacernos muchas preguntas sobre si necesitamos todos los servicios energéticos que tenemos a disposición o si podemos prescindir de algunos”, porque más generación, incluso verde, es también “más ocupación del suelo, más minerales y más impacto en la biodiversidad”.
Por el modelo renovable que está eligiendo España, “con macroplantas, entregado al oligopolio energético y no descentralizado en el autoconsumo”, Prieto, doctor en Ecología por la Universidad Autónoma de Madrid, pone la lupa en los impactos ambientales de “apostar por el crecimiento de la demanda”. “Ejemplos sobran, con un rechazo social que crece. Basta ver en Teruel lo que está pasando con el clúster eólico del Maestrazgo o en Lopera, en Andalucía, con la fotovoltaica eliminando olivares centenarios”, advierte.
Por todo esto, la experta de Greenpeace sostiene que la preocupación por la seguridad energética debería ir acompañada de un “freno que ponga la vida en el centro del debate”.
“Cuando nos falta la energía nos damos cuenta de que hay prioridades para su uso. En un mundo que debe limitar su nivel de consumo a los límites físicos planetarios (climáticos y de biodiversidad), lo razonable sería distinguir lo prioritario de lo superfluo, y hacerlo de manera organizada y no bajo la presión de una catástrofe, del tipo que sea”, analiza.
Boom eléctrico a 2030
Como explica el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en su balance energético anual ―última actualización de 2023―, la energía primaria comprende todas las formas de energía disponibles en la naturaleza; incluye los combustibles fósiles (gas natural, el petróleo crudo o el carbón) y las fuentes renovables (solar fotovoltaica y eólica, principalmente). Para atender las necesidades energéticas estas fuentes son transformadas en energía final, es decir, en fuentes energéticas listas para su consumo en sectores variados como el residencial, comercial, público, transporte, agropecuario e industrial.
El consumo de energía primaria en España durante 2023 fue de 115.036 ktep (kilo toneladas equivalentes de petróleo), lo que supuso una reducción del 2,8% respecto a 2022, retroceso que se explica, en parte, al proceso de descarbonización: los productos petrolíferos se redujeron un 3,8%, el gas cayó un 11% y el carbón un 23%.
El desplome fósil se acentuará en los próximos años gracias a la electrificación. En la última actualización de su hoja de ruta, el Gobierno elevó en un 43% el aumento del consumo eléctrico del próximo lustro
En los planes del Gobierno, el desplome fósil se acentuará en los próximos años gracias a la electrificación de sectores que todavía siguen muy anclados a fuentes de energía contaminantes: industrial, residencial y la movilidad. En la última actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), el Ejecutivo elevó en un 43% el aumento de consumo eléctrico en los próximos cinco años (355 TWh frente a los 247 de 2024).
Los coches eléctricos (movilidad), el hidrógeno verde (industria) y los centros de datos (tecnología) asoman, según esta hoja de ruta, como tres pilares del boom eléctrico para 2030. “Es hora de repensar los objetivos del PNIEC, que proponen duplicar la energía solar y eólica en los próximos 5 años, cuando no existe ninguna demanda que se vaya a duplicar en los próximos 5 años”, cuestiona Prieto sobre estos cálculos.
El ecólogo cuenta que la demanda de energía eléctrica en España aumentó de forma sostenida desde 1980 hasta 2008, coincidiendo con la electrificación del país, el desarrollo urbano y la entrada en la Unión Europea. El estallido de la burbuja inmobiliaria y la gran crisis internacional por la quiebra de Lehman Brothers estropeó “los grandes planes de artificialización de la costa y enormes infraestructuras como puertos, aeropuertos y autovías fantasmas”. “El derroche dio paso a un ajuste bastante sostenido en la demanda de electricidad en los últimos 20 años. En 2024 ya se ha producido un ligero aumento. Estamos viendo cómo el Gobierno está promoviendo usos altamente intensivos, como los centros de datos y el hidrógeno verde, para justificar que tiene que haber un aumento de la demanda que no llega a la población”, cuestiona Prieto.
Límites planetarios
“Necesitamos electrificación, eso es indudable”, señala Pizzinato. “La fórmula más rápida y económica es con renovables. El sistema eléctrico se hará más grande, pero más pequeño que el sistema energético que tenemos hoy. Si a este proceso le introducimos el concepto de suficiencia, de ajustar a los límites planetarios a determinados servicios energéticos, esa cantidad se puede reducir aún más”, agrega.
Las redes eléctricas, las baterías, las turbinas, las placas solares “se traducen en recursos de la Tierra, por eso es clave la reducción de la demanda”, insiste. A su juicio, “las renovables pueden aguantar un sistema más grande”, pero el enfoque es otro: “¿Tiene sentido expoliar el planeta para consumos innecesarios?”, se pregunta.
Sara Pizzinato (Greenpeace): “En el Norte global tenemos que asumir nuestra responsabilidad histórica y reducir nuestros consumos para evitar los peores escenarios climáticos”
En su opinión, España está en un “momento maduro” para poner el tema en discusión. “Décadas atrás era necesario insistir en renovables y eficiencia. Hoy sí podemos dar el debate sobre la necesidad de dejar de crecer en los países del Norte global. La suficiencia, al cabo, se puede aplicar en todo el mundo. Pero en el Norte global nos hemos pasado de la raya. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad histórica gracias al consumo masivo de combustibles fósiles y, por lo tanto, reducir nuestros consumos para evitar los peores escenarios climáticos”, subraya.
Pesqué lamenta el arraigo en el imaginario colectivo de que “con un simple cambio de fuente de energía, de contaminante a limpia, se resuelve el problema y todos vamos a poder seguir viviendo como hasta ahora”. “Pensamos que cambiando el hardware del sistema todo está solucionado. Está lejos de ser así. El cambio es de paradigma, señala.
La movilidad, pone de ejemplo, no se resuelve solo cambiando los coches de combustión por los coches eléctricos. El transporte público, la bicicleta y la reducción del parque automotor “son elementos que no pueden faltar” al repensar la movilidad de las próximas décadas.
Una reciente investigación de la Universidad de Economía y Negocios de Viena (WU) y la ONG francesa négaWatt, publicada esta semana en el Foro sobre cadenas de suministro responsable de minerales, organizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), alerta que si Europa sigue comprando vehículos eléctricos al ritmo que lo hace, para el año 2050 esto le costará al planeta más de 118.000 hectáreas de bosques, como consecuencia de la obtención de todas las materias primas que necesitan las baterías.
Un estudio estima que los coches eléctricos van a aumentar la deforestación en muchos bosques en Brasil, Perú e Indonesia, además de requerir seis veces más minerales críticos que un coche convencional
El estudio, al cabo, saca a relucir los “costes ocultos” de la electrificación de la economía. Se estima que los coches eléctricos van a reducir el consumo de petróleo en seis millones de barriles diarios para el año 2030, pero van a aumentar la deforestación de muchos bosques en Brasil, Perú e Indonesia. Los coches eléctricos requieren seis veces más cantidad de minerales críticos (níquel, cobalto, cobre y manganeso, entre otros) que un vehículo convencional, de acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Energía.
Una de las conclusiones de la investigación es que Europa debe “replantearse el uso del coche”. “Este replanteo debe ser general. Hay que repensar cómo queremos vivir. A muchos el apagón nos interpeló. Hay usos que consumen mucha energía de los que realmente podemos prescindir o podemos reducir”, resume Pizzinato.
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Más claro no puede ser, el artículo da en la clave que no queremos ver, ni escuchar..... O reducimos nuestros opulentos niveles de consumo, sostenidos por el robo a los empobrecidos y saqueo a la naturaleza, o no hay solución alguna para el futuro de la especie humana..
Por mucho que lo intenten, la tecnología, dentro de la lógica de acaparamientos y usurpaciones que sostiene el capitalismo no nos dará ninguna solución, salvo la de seguir enriqueciéndose los ladrones de siempre.
Gracias por el artículo.
JEROMO, un campesino de Tierra de Campos