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Elecciones 12J (País Vasco y Galicia)
Retos urgentes y recetas caducas del autogobierno vasco
El PNV gana, pero el tiempo cambia. Algunos retos urgentes del nuevo Gobierno vasco son superar la crisis industrial permanente y operar un cambio de modelo en educación, salud, protección social y fiscalidad.
Por primera vez en décadas el Gobierno vasco cuenta con mayoría absoluta, gracias al acuerdo con el PSE-EE. El PNV refuerza así su alianza con el PSOE, en el favor mutuo de dar estabilidad a sus respectivos gobiernos. ¿Olvidará el nuevo Lehendakari que solo la mitad de la sociedad vasca acudió a las urnas? El PNV gana, pero el tiempo cambia. Aunque, como apuntaba el periodista Xabier Lapitz en el especial de investidura en ETB, “la sociedad vasca ha decidido no cambiar de patrón en medio de la tormenta”.
A pesar de la hecatombe social y climática que arrecia, con el nuevo gobierno se consolida la apuesta continuista del más de lo mismo en la política vasca. Una oportunidad perdida, en parte por la resiliencia de los gobernantes ante la díficil situación, en parte también por la incapacidad de unas izquierdas que no han estado a la altura. ¿Hasta cuándo les seguirá esperando la sociedad vasca?
Elecciones 12J (País Vasco y Galicia)
El PNV gana, pero el tiempo cambia
Acabó la función. La suma de la derecha vasca, derecha española y ultraderecha ha vuelto a triunfar en la Comunidad Autónoma Vasca, bien es verdad que en el tiempo de descuento y por un puñado de votos en Bizkaia. Cuarenta años después, seguimos en las mismas: no hay alternativa a su gobernanza neoliberal.
Mientras, en la superficie, siguen pendientes algunos retos urgentes del nuevo gobierno, aunque estén fuera de su agenda, como el naufragio industrial y las carencias en las políticas sociales y fiscales.
Política industrial raquítica
En Euskal Herria, se han perdido 25.000 empleos industriales en los tres últimos años, de ellos, 16.500 sólo en Bizkaia. En total son 69.000 menos desde 2008. La mayor diversificación de la industria gipuzkoana y la centralidad de la automoción en Araba y Nafarroa suponen una ventaja respecto a Bizkaia, en una crisis de modelo que se acelera con el colapso del turismo y los grandes eventos, leitmotiv del Gobierno foral.
“La crisis del modelo vasco se acelera con el colapso del turismo y los grandes eventos”
Aunque la caída de la inversión privada es la causa fundamental de esta debacle, la actuación negligente del Gobierno vasco se constata en casos como el de La Naval y muchos otros. Ahora parece que desde el Gobierno español el PSOE y UP podrían intentar salvar esta empresa estratégica, para continuar su producción y empleo en Sestao. Un conflicto paradigmático de la política industrial vasca que se viene impulsando desde la batalla de Euskalduna. La Consejera Tapia salió escaldada y a Urkullu ni está ni se le espera en la búsqueda de las soluciones que siguen peleando los sindicatos. La participación en capital o inversión pública en muchas empresas vascas deja un balance nefasto, como en Fagor Electrodomésticos, dónde se lapidaron 40 millones de euros, o en Xey de Zumaia y CEL de Enkarterri, dónde los tecnócratas gubernamentales abandonaron a su suerte a las plantillas ante los inminentes cierres.
Industria
Industria vasca, el naufragio permanente
La industria vasca ha pasado de 423.000 empleos en 1975 a 194.000 en la actualidad. Una pérdida del 54% que continúa ahogando al sector con políticas neoliberales. Fagor, Xey, CEL y La Naval son ejemplos recientes de mala gestión del Gobierno y las diputaciones vascas.
La internacionalización promovida por la Consejera Tapia y la SPRI debe ser abandonada, ya que implica la puesta de capitales vascos en manos extranjeras y un riesgo para los empleos, como ha pasado en la ACB, Gamesa, Euskaltel, ITP, Cementos Lemona y Naturgas. Diversos agentes reivindican una política industrial de anticipación, movilizando recursos públicos y capitales privados para garantizar los necesarios ciclos de inversión e innovación. En definitiva, lo contrario de lo poco hecho en esta larga década perdida de ajuste y destrucción de empleo.
Educación, salud y fiscalidad neoliberal
Mientras la política industrial es residual en el presupuesto del Gobierno vasco, el autogobierno está mucho más desarrollado en las políticas sociales y un tercio de los tributos establecidos a nivel foral. Ni más, ni menos. Dejando a un lado a 7.200 ertzainas, hablamos esencialmente de educación, salud, protección social e impuestos directos.
“El reto de Osakidetza es garantizar el derecho a la salud por encima del lucro privado”
La política social y fiscal de las administraciones autonómica y forales es insuficiente y regresiva, a pesar de su alarde de progresismo y compromiso con el bien común. En Educación, según los datos de afiliación a la Seguridad Social, hubo 2.200 despidos de profesorado sustituto al inicio del estado de alarma, en marzo. Con los contratos anuales acabados por el fin de curso, son 24.000 personas menos presentes en su centro de cara a septiembre, nada menos que el 34% de la plantilla del sector (dato modificado). En definitiva, un alto porcentaje de personal educativo que no estuvo disponible para hacer frente al duro confinamiento infantil de nueve semanas. Ni a la preparación del nuevo curso. Las nuevas vacantes se han incorporado esta semana y las sustituciones lo harán la que viene.
Más allá de la coyuntura pandémica, de la anterior legislatura se hereda la necesidad de hacer políticas contra la segregación escolar, dotar de recursos suplementarios a la pública y repartir mejor al alumnado con la red concertada. Todo ello es posible con una partida que capta la cuarta parte del gasto total del Gobierno vasco. Mientras tanto, ¡A la huelga!, claman unidos todos los sindicatos ante el comienzo del nuevo curso.
En el ámbito de la salud, que recibe uno de cada tres euros del presupuesto, la vasca es una sociedad con un fuerte peso de las empresas privadas, excluyentes de la mayoría social más necesitada. La tercera parte del gasto total en sanidad va para entidades privadas. El reto de Osakidetza es, por tanto, la subordinación de la sanidad de pago al interés general, garantizando el derecho a la salud por encima del lucro privado. También es necesario acabar con un sistema clientelar de titularización pública, actualmente juzgado en los tribunales y que ya provocó la dimisión del antecesor de la Consejera Murga, el ex-director de IMQ Jon Darpón.
La Protección social es la tercera pata del autogobierno vasco que la pandemia también ha evidenciado como mal gestionada, con consecuencias especialmente dramáticas en las residencias de mayores. Además, otros servicios sociales y actividades esenciales como el agua, el transporte colectivo o la limpieza estan totalmente externalizados, no garantizando condiciones aceptables de prestación y empleo. El reto inmediato es establecer nuevos criterios sociales, ecológicos y feministas en las licitaciones de estos servicios, tendiendo a recuperarlos para el sector público cuando sea posible.
“Los retos del autogobierno vasco solo se pueden acometer con nuevas exigencias fiscales a los beneficios empresariales, patrimonios, sucesiones y rentas salariales medias y altas”
Hay que reparar también en el atraso vasco y navarro respecto a los estandares europeos en Fiscalidad. Siendo fuente de ingresos para el autogobierno, no incluye Seguridad Social e IVA, cuya regulación permanece en manos del Estado. Los impuestos directos son, por tanto, los que las instituciones forales tienen el reto de reformar. Se trata de detraer nuevos recursos de las clases medias y altas para aliviar la situación de las familias más necesitadas con nuevas transferencias, mejorando también otras áreas de gasto e inversión, tal y como impone la pandemia. Esto solo se puede acometer con nuevas exigencias fiscales a los beneficios empresariales y financieros, al patrimonio, las sucesiones y a las rentas salariales medias y, en mayor medida, altas, aligerando los de las rentas bajas, cuya situación en relación al empleo es más vulnerable.
La presión fiscal es muy baja en Euskal Herria, en torno al 31% del PIB, mientras se sitúa por encima en España y la media de la UE-28 es del 38%. Son siete puntos porcentuales en la CAV, es decir 1.300 millones menos al año para el desarrollo social de un país cuyos gobernantes creen vivir en un verde oasis vasco. La mentira repetida mil veces. Nuestra fiscalidad juega en la liga de Polonia y Eslovaquia, no en la de los países de nuestro entorno, que cuentan con un peso de los ingresos públicos mucho más elevado. Esto lleva a Euskal Herria a un gasto en protección social por debajo del 25% del PIB, frente al 34% de Francia o al 29% de Alemania e Italia, y a unos niveles de pobreza y exclusión social que programas como la RGI no alcanzan a erradicar.
Oasis vasco en llamas
Es el "oasis vasco en llamas”, recordaba el periodista Lander Arbelaitz al hilo del diagnóstico coordinado por la economista Nekane Jurado hace unos años. Un desmantelamiento industrial y una degradación social tras las anteriores crisis que no pueden sino agudizarse en el futuro inmediato. Visto el triunfalismo del Lehendakari Urkullu en su investidura, asegurando que “el modelo vasco funciona”, no parece que en la nueva legislatura vayan a acometerse reformas sustanciales en clave de transformación social y ecológica. Por tanto, y pese a su capitalismo depredador agotado, en las instituciones gubernamentales vascas seguirán un tiempo los mismos al mando, a lo suyo, como siempre han acostumbrado.
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A ver... o estamos a setas o estamos a Rolex, Euskal Herria no es la CAV, que alguien corrija eso.
Paciencia y el #oasisvasco también petará, el Agente (silencioso y anticapi) SARS-CoV-2 no se puede reprimir, ni matar a cañonazos.