Genocidio
Un Día sin Compras con el foco puesto en el boicot a Zara
Como cada año, y tras semanas de campañas publicitarias, el viernes 28 de noviembre vuelve el Black Friday, una de las jornadas más consumistas del año a nivel global, impulsada por el lanzamiento de ofertas para incentivar las compras que sirven de comienzo de la campaña navideña.
Como contraposición a esta jornada, prolongada al CyberMonday de rebajas en la compra por Internet, Ecologistas en Acción se suma a la celebración del Día sin compras, una jornada de huelga simbólica de consumidoras y consumidores, que se organiza desde 1992 en todo el mundo, y cuyo fin es cuestionar el actual modelo de producción y consumo con graves impactos sociales y ambientales.
La organización ecologista cuestiona un modelo basado en el consumo masivo y acrítico, que no responde a unas necesidades reales, y que no sólo tiene impactos ambientales y sociales devastadores, sino que pone al consumo en el centro de nuestras vidas, sirviendo, ante el mundo en que nos toca vivir, de válvula de escape y huida permanente hacia delante, lo que no hace, sino, derivar en un gran vacío existencial.
De acuerdo a ello, el Día sin Compras se convierte también en un día para reivindicar el consumo como herramienta política, y las campañas de boicot en las compras como una importante forma de presión social, en la que la acción colectiva se constituye como una forma esperanzadora de transformar la realidad en la que vivimos, frente al individualismo evasivo del consumo.
Como en los últimos dos años, Ecologistas en Acción quiere vincular la celebración del Día sin compras con el genocidio en Gaza, una situación que ha movilizado a millones de personas en todo el mundo por su magnitud, por la injusticia con el pueblo palestino y por la impunidad de los responsables de la masacre.
La salida en falso del alto el fuego en vigor, no sólo violado sistemáticamente por el ejército hebreo, sino que además se podría considerar una fase más del genocidio, obligan a continuar con la movilización social reivindicando una solución justa para el pueblo palestino.
En este sentido, y junto a las movilizaciones masivas que se esperan el 29 de noviembre, Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, la confederación ecologista llama a toda la ciudadanía a seguir la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) a Israel, impulsando, como medida de presión, el boicot económico al estado hebreo, desarrollando campañas contra marcas cuidadosamente seleccionadas, debido al historial probado de complicidad con el apartheid israelí.
Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) es un movimiento de liderazgo palestino, que inspirado en el movimiento contra el apartheid sudafricano, insta a actuar para presionar a Israel a que respete el derecho internacional.
De las empresas señaladas, Ecologistas en Acción este año quiere poner la lupa sobre Zara, la empresa más importante del grupo Inditex, sobre la que el Comité Nacional Palestino de BDS respalda las campañas de base y orgánicas de boicot «por su profunda y creciente complicidad con el régimen israelí de colonialismo de asentamientos, apartheid y genocidio».
LA COMPLICIDAD DE ZARA CON EL RÉGIMEN ISRAELÍ
A principios del año 2025, más de un año después del comienzo de la ofensiva genocida israelí contra el pueblo palestino en Gaza, la marca insignia de la multinacional española Inditex abrió su tienda más grande hasta la fecha en Israel: una tienda de 4.000 m² en el complejo Big Fashion Glilot, cerca de Tel Aviv. Con la apertura de este establecimiento, considerado como insignia del grupo, se profundizan los lazos económicos de Zara con el país hebreo, donde la marca ya opera decenas de tiendas.
Y es que la complicidad de la compañía de origen gallego con el régimen israelí va aún más lejos. En octubre de 2022, Joey Schwebel, presidente de Trimera Brands (la franquicia israelí de Zara) organizó un acto de campaña en su casa en apoyo al ministro israelí de extrema derecha Itamar Ben-Gvir, quien ha llamado abiertamente a expulsar a los y las palestinas, a disparar contra civiles y a negar la ayuda humanitaria a Gaza y que fue citado en la causa de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que determinó que Israel plausiblemente está cometiendo genocidio. Tras el evento, Ben-Gvir elogió a Zara en la red social X: «Zara, ropa hermosa, israelíes hermosos».
Antes de eso, en junio de 2021, la entonces jefa de diseño de Zara Woman, Vanessa Perilman, lanzó una arremetida racista contra el pueblo palestino en mensajes de Instagram dirigidos al modelo palestino Qaher Harhash tras la difusión de mensajes a favor de su pueblo. Como respuesta, Zara lanzó un comunicado público débil, en el que se distanciaba de los comentarios, pero sin asumir una responsabilidad real ni tomar medidas concretas.
Esta tibieza se mostró también en diciembre de 2023, cuando la marca de origen gallego lanzó la campaña publicitaria , que luego tuvo que retirar ante la indignación social, «La chaqueta», que mostraba maniquíes envueltos en telas blancas junto a estatuas derrumbadas, imágenes similares a los cuerpos palestinos envueltos en sudarios que se ven a diario en el genocidio en Gaza. En esta ocasión, Zara publicó una disculpa en la que «lamentaba el malentendido», evitando abordar sus vínculos comerciales con el régimen israelí.
Estos hechos, y otros muchos, ilustran, tanto la indiferencia de Zara e Inditex ante el sufrimiento del pueblo palestino, como la complicidad con el régimen de aparheid y genocidio israelí. En relación a ello, el análisis legal de la Dra. Irene Pietropaoli para SOMO y Al-Haq, advierte: «Las empresas también corren el riesgo de ser cómplices de las violaciones del gobierno israelí incluso simplemente por desarrollar sus actividades comerciales en el país y contribuir a su economía, por ejemplo, pagando impuestos a un gobierno que está cometiendo un genocidio. La complicidad silenciosa o tácita se hace evidente cuando una empresa no contribuye directamente al genocidio ni se beneficia de él, pero es consciente de su existencia y no toma distancia —siempre que persista un vínculo estrecho con la situación, como ocurre cuando una empresa opera en Israel y paga impuestos al gobierno israelí».
EL IMPACTO GLOBAL DE ZARA
Al margen de su actividad en Israel, cabe recordar que el grupo Inditex ha tenido gran incidencia en el cambio de tendencias que ha transformado la industria textil en las últimas décadas, dando lugar al denominado fenómeno de fast fashion o moda rápida. Éste se basa en la oferta de novedades continuas, que han sustituido a las clásicas dos colecciones de temporada, con venta de prendas a precios muy asequibles, gracias a un sistema deslocalizado que establece los principales centros de producción en lugares donde se pueden imponer condiciones laborales precarias, así como salarios muy bajos. Y todo ello, comercializado el producto en medio mundo, a través de grandes cadenas de tiendas, y en los últimos tiempos, también mediante comercio on line.
De acuerdo a este modelo, se han multiplicado los impactos de la industria de la moda, que según se estima, actualmente es responsable de en torno al 10% de emisiones GEI que provocan el cambio climático, que emplea al año unos 79.000 millones de metros cúbicos de agua, y que genera el 20% de las aguas residuales que se producen a nivel mundial, aguas que contienen sustancias contaminantes y peligrosas para la salud. Además, la obsolescencia que domina el sistema, así como la fiebre consumista, hacen que se produzcan ingentes cantidades de residuos procedentes de prendas usadas, que generan importantes impactos ambientales.
Respecto al impacto social del modelo fast fashion, las grandes marcas, como las de Inditex, subcontratan la producción a talleres situados en lugares con la legislación laboral más laxa, que compiten entre sí para ofertar los precios más baratos, reduciendo para ello las condiciones de seguridad o los salarios. Todo ello queda ilustrado con la muerte, el 24 de abril de 2013, de 1.129 personas, la mayor parte mujeres, por el derrumbe del edificio Rana Plaza, en Bangladesh. Este edificio albergaba diversos talleres de confección textil, en los que cientos de trabajadoras, en condiciones muy precarias de seguridad e higiene, elaboraban prendas para marcas como Zara, Benetton, Mango o Primark.
En este sentido, Inditex, dentro de un patrón amplio de incumplimiento sistemático de los derechos básicos en sus cadenas globales de suministro, ha sido vinculado con el establecimiento de condiciones laborales abusivas en Brasil, y con denuncias por violaciones de derechos laborales en Myanmar, lo que la obligó a abandonar el país tras una campaña de presión pública.
Los abusos laborales de grupos, como Inditex, recaen en gran medida sobre mujeres, al tratarse de trabajos mayoritariamente feminizados, lo cual ocasiona problemas de salud, precariza aún más sus vidas, al ser responsables habitualmente de los trabajos de cuidados y al no poder obtener independencia económica…
Mientras, a Inditex no es que le vayan mal los números, presente en la mayor parte de los países del mundo, en septiembre anunció unos beneficios netos de 2.820 millonesde euros, en los primeros seis meses del periodo fiscal de 2025. De hecho, su fundador, Amancio Ortega, no es sólo la persona más rica del Estado español, también es una de las que más riqueza acumula del planeta.
Igualmente, el grupo de origen gallego cuenta con una percepción social muy positiva. En los medios de comunicación mayoritarios es difícil leer una opinión crítica con el grupo, o con su fundador, sin embargo, todo el mundo conoce, por su repercusión mediática, las famosas donaciones de la Fundación Amancio Ortega a la sanidad pública, pero que, en cambio, contrastan con las estrategias de ingeniería fiscal que sigue el grupo Inditex para minimizar el pago de impuestos que le corresponde por su actividad.
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