Chile
Elecciones en Chile: Jara contra las tres derechas
@jaimebgl.bsky.social
Este 16 de noviembre, Chile volverá a las urnas en la primera vuelta de una elección presidencial que decidirá quién relevará a Gabriel Boric en el Palacio de La Moneda. El Chile que el domingo acudirá a votar es muy distinto del que le dio la victoria a un joven diputado procedente del movimiento estudiantil hace cuatro años.
Será un Chile mucho más numeroso: la introducción del voto obligatorio tras el primer plebiscito constitucional de septiembre de 2022 ha duplicado el número de votantes. Mientras que en las anteriores elecciones presidenciales era habitual que participaran unos siete millones de personas, en las cuatro elecciones celebradas desde la implementación del voto obligatorio la cifra ha superado los 13 millones.
La gran duda de la elección está en ver quién se enfrentará a Jeannette Jara en el balotaje del 14 de diciembre. Quien lo haga tendrá muchas opciones de convertirse en el próximo presidente de Chile
Tres de estas elecciones estuvieron relacionadas con los distintos plebiscitos constitucionales (2022 y 2023), y la cuarta fueron las elecciones municipales y regionales de 2024. Por tanto, nada parece indicar que la participación se vaya a situar por debajo en unas presidenciales donde la experiencia comparada nos dice que la gente tiende a participar más.
El Chile que votará el domingo también es un país más inclinado a la derecha, donde la candidata oficialista, Jeannette Jara, avalada por toda la izquierda y el propio presidente, parte como favorita en la primera vuelta, pero perdería en casi todos los escenarios de la segunda.
Si no fallan las encuestas, parece que la gran duda de la elección está en ver quién se enfrentará a Jara en el balotaje del próximo 14 de diciembre. Y la paradoja es que quien lo haga tendrá muchas opciones de convertirse en el próximo presidente de Chile a pesar de no alcanzar ni tan siquiera un 30% de las preferencias en primera vuelta.
A ello aspiran diferentes candidaturas de derecha y ultraderecha. La que más opciones tiene es la de José Antonio Kast, que ya se enfrentó con Boric en 2021, y que en esta campaña ha intentado calzarse un traje más moderado y presidencial que le permita sortear la campaña del miedo que le hizo perder la anterior elección. Para ello, Kast ha decidido centrarse en los temas más transversales en el Chile de hoy: la seguridad, la delincuencia o la inmigración irregular, y dejar en un segundo plano las cuestiones más divisivas como los derechos civiles y todo lo relacionado con la llamada “batalla cultural”. No ha sido tanto una moderación programática, sino una selección pragmática de la agenda.
Johannes Kaiser, que lidera una escisión del partido de José Antonio Kast, representa a una ultraderecha neoliberal en lo económico y conservadora en lo social, con posiciones aún más duras
La estrategia no le ha salido gratis al candidato del Partido Republicano. Aún más a su derecha le ha surgido un competidor que le reprocha haberse moderado y que le pisa los talones en las encuestas: Johannes Kaiser. Kaiser, que lidera una escisión del partido de Kast, representa a una ultraderecha de corte libertario, muy neoliberal en lo económico y conservadora en lo social, con posiciones aún más duras que las de José Antonio Kast, a quien acusa de haberse olvidado de la batalla cultural.
Alejada de esta pelea se encuentra Evelyn Matthei, la candidata de la coalición de la derecha clásica chilena que aupó dos veces a la presidencia a Sebastián Piñera y que hoy podría quedar fuera del balotaje por segunda elección consecutiva. Matthei, que partía en un inicio como favorita, se ha ido diluyendo con el paso de las semanas e incluso podría caer hasta la quinta posición. Su campaña, centrada en realzar su perfil de gestión como alcaldesa experimentada y exministra de Trabajo, no ha logrado seducir a los chilenos a pesar de contar con el apoyo de buena parte de la élite política y económica del país. No corren buenos tiempos para perfiles como el de Matthei, demasiado identificada con las élites chilenas, y sin el pedigrí anti establishment del que gozan otros candidatos.
Junto a ella, aparece en los sondeos otra candidatura, la de Franco Parisi, con un discurso fuertemente antielitista que renuncia a ubicarse en la derecha, pero cuyas propuestas se inclinan claramente hacia este lado del espectro político. Parisi parece convencer en las encuestas en torno a un 10% de los chilenos, y la gran incógnita es si una candidatura como la suya, fuertemente populista y antipolítica, podría dar la sorpresa gracias a su éxito entre los nuevos votantes “obligados”. El domingo por la noche saldremos de dudas.
Un contexto propicio para la ultraderecha
Como podemos ver, el escenario político chileno es claramente desalentador para las izquierdas, quienes a pesar de tener muchas opciones de imponerse en primera vuelta lo tendrán muy complicado en la segunda. Y es que en estos cuatro años el panorama político ha cambiado radicalmente inclinando el tablero hacia la derecha.
Lo primero que cabe destacar es el profundo cambio en las prioridades de los chilenos. Desde el primer momento, el mandato de Boric estuvo marcado por las crisis migratoria y de seguridad, que rápidamente escalaron hasta las principales preocupaciones de la ciudadanía. Un contexto que ha permitido a las distintas opciones de derechas monopolizar el debate con sus temas y ha obligado al gobierno a moverse en un terreno en el que sigue sin encontrarse cómodo.
Desde el primer momento, el mandato de Boric estuvo marcado por las crisis migratoria y de seguridad, que rápidamente escalaron hasta las principales preocupaciones de la ciudadanía
Aunque muchas de las cosas que propongan sean irrealizables, la derecha tiene un programa y unas recetas claras en materia de seguridad: la mano dura. Mientras, la izquierda sigue sin encontrar su espacio atrapada entre parecer demasiado blanda y buenista o acercarse demasiado a lo que propone la derecha. En este escenario, quienes están consiguiendo convencer a los chilenos de que pueden resolver sus problemas son la derecha y la ultraderecha.
A esta agenda dominada por temas que gustan a la ultraderecha se suma el desgaste del Gobierno de Gabriel Boric. Aunque su aprobación no se ha desplomado igual que ocurrió con otros presidentes, tampoco ha logrado subir más allá del tercio de la población que le ha apoyado toda la legislatura. Es decir, hay más de un 60% de la población que no aprueba la gestión del actual Gobierno, lo que deja un amplio margen de crecimiento para cualquier candidatura opositora.
Con todo ello carga Jeannette Jara, que pese a haber sido de lo más destacado del Gobierno Boric en su labor como Ministra de Trabajo, ha recibido una mochila demasiado pesada. Aquí está la paradoja de la candidata comunista en esta elección: su principal activo en términos de gestión la liga inevitablemente al oficialismo, lo que hoy en día es una carga demasiado pesada de aguantar.
El misterio del votante obligado
Por si la situación no era lo suficientemente endiablada, a esta elección se suma un componente que añade más incertidumbre y que parece que, salvo sorpresas, no favorecerá a la izquierda: el voto obligatorio.
Aproximadamente, unos cinco millones de chilenos que no solían votar se incorporarán a esta elección ante el riesgo de ser sancionados económicamente si no acuden a las urnas. Aún se sabe poco de este votante obligado, difícil de capturar por las encuestas, pero los pocos indicios que conocemos no parecen especialmente halagüeños para la izquierda.
Se ha dicho que este nuevo votante es más de derechas, ya que fue clave en el rechazo a la propuesta constitucional de 2022 y en la victoria del partido de Kast en el segundo consejo constitucional que se eligió en mayo de 2023 tras el fracaso del primer proceso, pero las cosas no son tan sencillas.
Unos cinco millones de chilenos que no solían votar se incorporarán a esta elección ante el riesgo de ser sancionados económicamente si no acuden a las urnas. Aún se sabe poco de este votante obligado
Lo que nos dicen las pocas encuestas que han puesto el foco en “los obligados” es que se trata de un votante poco informado políticamente, sin adscripción partidista clara y fuertemente antipolítico. Está preocupado por los mismos temas que la mayoría de los chilenos, como la seguridad y la delincuencia, pero tiene un mayor rechazo hacia los partidos y la clase política. De ahí que en las tres elecciones sobre el proceso constituyente en que ha votado lo haya hecho a la contra. Primero, rechazando la propuesta constitucional apoyada por el Gobierno. Después, dando la mayoría en el segundo consejo constitucional al Partido Republicano de Kast, el principal opositor. Y por último, volviendo a rechazar la propuesta constitucional que salió del órgano constituyente con mayoría republicana. Si fuera un votante con una ideología de derechas, hubiera aprobado esta propuesta, que tenía un corte claramente conservador. Pero su rechazo nos lleva a pensar que lo que mueve su voto es un sentimiento más antipolítico que ideológico.
Respecto a los candidatos presidenciales, sus preferencias parecen inclinarse hacia José Antonio Kast. Del resto de candidatos, Parisi y Kaiser parecen funcionar mejor entre los obligados que entre los habituales, justo al contrario que Jara y Matthei, que según registran las encuestas, tienen más apoyo entre quienes ya votaban antes de la obligatoriedad. Unos datos que parecen ser coherentes con su perfil: aquellos candidatos más identificados con partidos tradicionales se nutren fundamentalmente de los votantes habituales, mientras que los outsiders obtienen más apoyo de los que hasta ahora no acudían a las urnas.
Quedan muchas cosas por saber sobre este nuevo tipo de votante que será clave en la elección, pero por lo poco que conocemos hasta ahora, no parece que su presencia vaya a favorecer especialmente a la izquierda.
¿Tiene opciones Jeannette Jara?
A pesar del escenario tan poco alentador con el que cuenta Jeannette Jara, la candidata procedente del Partido Comunista no lo tiene todo perdido en una segunda vuelta. Como ya nos enseñó la elección de 2021, las elecciones presidenciales a dos vueltas plantean dos campañas totalmente distintas, por lo que habrá que esperar a ver en qué términos se da la segunda.
Si Jara quiere ganar, necesitaría en primer lugar lograr una buena votación este domingo. Si la candidata del oficialismo logra colocarse por encima del 30% y sacar un margen de más de cinco puntos a su adversario, sería un primer mensaje fuerte que le permitiría entrar con fuerza en la carrera presidencial definitiva.
A pesar del escenario tan poco alentador con el que cuenta Jeannette Jara, la candidata procedente del Partido Comunista no lo tiene todo perdido en una segunda vuelta
Probablemente no será suficiente si se enfrenta a Kast, a quien los votantes de Kaiser y Matthei apoyarán de manera casi unánime. Pero, ¿y si fuera otra persona quien se cuela en la segunda vuelta? Aquí está la gran posibilidad de Jara: si fuera Kaiser y no Kast quien compite contra ella en el balotaje.
A diferencia de Kast, que ha evitado hablar de ciertos temas tras su experiencia en 2021, Kaiser no se ha mordido la lengua a la hora de defender el golpe de Estado del 73 o la liberación de los militares de la dictadura condenados por torturas y violaciones de derechos humanos. Su papel en esta elección ha sido el de una ultraderecha desacomplejada, profundamente ideológica y que “se atreve a defender lo que Kast ya no defiende”. Esto puede ser útil para una primera vuelta, pero deja unas hipotecas difíciles de pagar en la segunda. Si el candidato libertario diera la sorpresa y consiguiera pasar a segunda, tendría que enfrentarse a su propia hemeroteca y dejaría una oportunidad de oro para Jara: la de mover el marco de la campaña de septiembre de 2022 a octubre de 1988.
En septiembre de 2022, Chile rechazó contundentemente la propuesta constitucional impulsada por el Gobierno de Boric. Los chilenos no solo rechazaron el texto, sino la pobre performance del Gobierno de Gabriel Boric en los primeros meses de su mandato. Si la elección se da en unos términos de rechazo o aprobación al Gobierno, Jara está perdida. Pero si consigue cambiar el marco de la campaña como ocurrió en 2021, y la disputa se da entre una candidatura que defiende la democracia y otra que la amenaza, el resultado podría ser distinto. A Jara le interesa volver a octubre de 1988, cuando un 55% de los chilenos rechazó el pinochetismo y abrazó la democracia en el icónico referéndum del “No”.
Esto no será sencillo si la candidata oficialista tiene en frente a Kast, que se ha erigido como principal opositor al Gobierno y hace tiempo que dejó de dar miedo a los chilenos. Pero si fuera Kaiser quien llegara a segunda, la situación quizás podría ser más favorable para Jara. No será fácil en ningún caso, y veremos si en las próximas semanas la candidata procedente del Partido Comunista de Chile consigue imponerse a las distintas versiones de la derecha pinochetista que le harán frente.
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