Bolivia vira hacia la derecha tras más de 20 años de gobiernos de izquierda

Si bien era esperable que el Movimiento al Socialismo (MAS), sufriera las consecuencias de sus luchas internas, la paliza fue mayúscula. Las encuestas volvieron a fallar y no vieron venir al gran ganador de estas elecciones: Rodrigo Paz Pereira.
Rodrigo Paz Pereira
Rodrigo Paz Pereira, candidato del Partido Democrata Cristiano (PDC)

@cevaldiez

20 ago 2025 06:00

Si bien los sondeos y el ánimo popular permitían predecir tanto la derrota del MAS —el partido de izquierda que viene gobernando el país desde 2006 con Evo Morales a la cabeza hasta hace menos de un año—, como el triunfo de la derecha, también auguraban que el ganador de este domingo sería el empresario Samuel Doria Medina, de Unidad Nacional (quien finalmente consiguió un 19,9% de los votos); pero hace años que las encuestadoras de Bolivia erran en sus presagios, y esta ocasión, no fue la excepción.

En un contexto de profundo desencanto con la clase política, un sentimiento que también habita en otros rincones de la región, la ciudadanía se inclinó por el voto de castigo e hirió prácticamente de muerte al partido que la gobernó en las últimas dos décadas.

Evo Morales y su campaña por el voto nulo

El MAS llegó hecho pedazos a esta elección y Evo Morales quedó inhabilitado para participar por una decisión del Tribunal Supremo Electoral. Así las cosas, ni el candidato oficialista, Eduardo del Castillo (que obtuvo un 3,2%), ni Andrónico Rodríguez, de Alianza Popular (8,2%) lograron su apoyo explícito, algo que podría haber evitado una derrota tan estrepitosa.

El ex presidente Evo Morales (2006-2019), denunció como ilegítimas estas elecciones y pidió a sus seguidores un voto nulo como forma de protesta, que finalmente obtuvo un 19%. Sumados los votos de Morales y los de Rodríguez, la izquierda podría haber arañado un 27%; y muchos esperaron hasta último momento este gesto de Morales, que finalmente no sucedió.

“Expresamos nuestro profundo respeto y admiración a las compañeras y compañeros militantes de nuestro instrumento político que, en menos de dos semanas de campaña por el voto nulo, lograron un resultado histórico”, indicó en un post en redes sociales Evo Morales, el día siguiente a los comicios. “Nuestra protesta se hizo sentir: votamos, pero no elegimos, y el pueblo dejó claro que la democracia no puede ser reducida a un simple trámite administrativo. Asimismo, el pueblo dio un mensaje inequívoco a quienes se corrompieron en el ejercicio político y traicionaron a los más humildes”.

La estrepitosa derrota del MAS

Para muchos, la debacle del MAS empezó bastante antes del golpe de diciembre de 2019, cuando Evo Morales se negó a reconocer los resultados del referéndum de 2016 en los que la ciudadanía le dio la espalda para su reelección. 

A partir de entonces, quedó claro que el proyecto político naufragaba en aras de sus ansias de poder. Así y todo, en 2020 los ciudadanos le volvieron a dar un voto de confianza al MAS, o a quien Morales nombró como su sucesor, el actual presidente y su ex ministro de Economía, Luis Arce, que obtuvo entonces un 55% de los votos. Pero está claro que los años de Arce en el poder y las disputas con Morales dinamitaron ese capital político, lo que se tradujo en un 3% de votos al MAS sólo 5 años más tarde.

“¿Ahora quién podrá representarnos a nosotros, la gente del campo?”, se preguntan dos campesinos bolivianos a bordo de una barcaza que los traslada desde la Isla del Sol hasta Copacabana, una población sobre el Lago Titicaca, a unos 150 km de la ciudad de La Paz. “Evo tendría que haber apoyado a Andrónico. Y también tendrían que haber surgido nuevos líderes. Antes, en una situación como la actual, los sindicatos ya se hubieran manifestado, pero nada, están todos arreglados. Habrá que salir a protestar nomás”. La conversación surge luego de un breve intercambio sobre la situación económica, la inflación y las más que complicadas condiciones laborales, y refleja la realidad que vive una buena parte del campesinado boliviano, frente a quienes habitan las ciudades (que también viven sus complicaciones).  Después de la lancha, en el taxi de regreso a La Paz, el conductor opina que lo que necesita Bolivia es alguien al estilo Milei o Bukele, que “ordene las cosas”.

La ciudadanía se inclinó por el voto de castigo e hirió prácticamente de muerte al partido que la gobernó en las últimas dos décadas

Los años de Evo Morales en el Gobierno permitieron que las cholas y los cholos se mezclaran con la élite boliviana, y trajeron una bonanza económica inédita en el país. Las cholas y los cholos, vestidos con sus faldas, trenzas y sombreros típicos de la comunidad aimara, aparecieron en las fotos de campaña de todos los candidatos, como parte de su estrategia. Tanto los indígenas como el campesinado representan (o representaban) el núcleo duro del MAS y ese es precisamente el voto que muchas veces las encuestas no logran captar debido a que concentran sus muestras en las ciudades.

La sorpresa: Rodrigo Paz

Justamente allí —en el voto campesino e indígena— es donde Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC) concentró sus esfuerzos, y de donde abreva gran parte de su éxito: entre los históricos votantes del MAS, los más desencantados de un proyecto en el que durante años pusieron sus expectativas, pero que sienten que les falló. Sin embargo, el ex alcalde de la ciudad de Tarija también cosechó votos entre los más conservadores, e hizo lo que casi nadie, y a la vieja usanza: recorrió a pie los territorios.

Paz nació en Santiago de Compostela (España) en 1967, donde su padre, el ex presidente Jaime Paz Zamora, se había exiliado. Su compañero de fórmula, Edman Lara, más conocido como el Capitán Lara, es un ex policía famoso por denunciar casos de corrupción dentro de las fuerzas de seguridad y por su actividad en las redes sociales, que le sirvió de plataforma para empezar a actuar en política. En este sentido, una vez conocidos los resultados, sostuvo que, junto a Paz, tienen proyectos grandes, reformas tributarias, inversión internacional, seguridad jurídica y libre exportación. También aseguró que serán duros y frontales contra la corrupción, “se acaba la corrupción, el corrupto va a ser sancionado con la pena máxima”, advirtió.

El candidato centro derechista interpela a un electorado tanto de izquierda (“hasta la victoria siempre”), como de derecha (el carajo, hoy por hoy, remite al presidente argentino Javier Milei, que suele cerrar sus discursos con un “Viva la libertad, carajo")

“Somos la voz de los que no aparecían en las encuestas, los que no teníamos voz, una Bolivia que nadie tenía en cuenta”, señaló Paz en su discurso luego del triunfo, rodeado de sus seguidores en una céntrica calle de La Paz, a diferencia de Quiroga, que celebró su resultado en un un coqueto hotel de la misma ciudad. En su discurso, habló de cambio y renovación, agradeció a Dios y a los sectores campesinos, y se refirió al cuidado del medio ambiente. También hizo referencia a lo que muchos consideran la clave de su victoria: recorrió más de 230 mil kilómetros y visitó 220 municipios.

Por último, les pidió a los presentes que volvieran a sus barrios y hablasen con sus vecinos “para sumar la mayor cantidad de gente para que la victoria en dos meses sea contundente”; y cerró con un “hasta la victoria siempre, carajo”. El final de su alocución permite ver hasta donde este candidato centro derechista interpela a un electorado tanto de izquierda (“hasta la victoria siempre”), como de derecha (el carajo, hoy por hoy, remite al presidente argentino Javier Milei, que suele cerrar sus discursos con un “Viva la libertad, carajo").

El otro ganador: “Tuto” Quiroga

El otro protagonista del primer balotaje en la historia de Bolivia es un viejo conocido de la arena política del país; y es quien representa a la derecha más dura: Jorge “Tuto” Quiroga, quien fuera presidente en 2001, cuando le tocó terminar con el período del ex dictador Hugo Banzer, que había ganado unos comicios en democracia, pero tuvo que renunciar por cuestiones de salud.

Aunque Doria Medina, que salió en tercer lugar, anunció la misma noche del domingo su apoyo a Paz, ya que había dicho que apoyaría al ganador, no está claro qué harán sus votantes, que podrían inclinarse hacia la opción más a la derecha, es decir, hacia Quiroga. A este le tocará seducir a un electorado de centro o centro izquierda; por lo tanto, es probable que deba moderar su discurso. Aun así, tanto Quiroga como Doria Medina hicieron campaña sabiendo que muchos de sus votos eran deudores más de la derrota del MAS que de sus propios méritos, así que no fueron más allá ni tampoco intentaron polarizar en extremo.

Sea quien sea el ganador, deberá lidiar con un Congreso profundamente fragmentado y con una profunda crisis económica 

La otra foto que deja traslucir la debacle del MAS es la nueva composición del Congreso. En diputados, esta fuerza consiguió un legislador de 130 —tenían 75—, y de los 21 senadores, no logró ninguno. Aún así, sea quien sea el ganador en la segunda vuelta, que se celebrará en el mes de octubre, deberá lidiar con un Congreso profundamente fragmentado. Lo otro con lo que tendrá que lidiar es con una profunda crisis económica que no parece encontrar techo.

La crisis

El proceso electoral se da en el marco de una profunda crisis económica, con una inflación récord y falta de dólares y combustible. Hoy por hoy, el salario medio está en 2.500 pesos bolivianos (300 euros); y un alquiler de un piso de una habitación vale unos 1.500 pesos (185 euros), algo que puede ser accesible para una clase media con un trabajo formal en el Estado cuyo salario ronda los 4.000 (495 euros) o los 5.000 pesos (620 euros), pero no para quien gana un salario mínimo y debe destinar más de un 50% de sus ingresos al pago del alquiler.

Quien gane la presidencia tendrá por delante desafíos más que complicados en un escenario de gran descontento social

“El mercado informal en Bolivia es muy variable, recordemos que Bolivia tiene un 80% de trabajo informal. Es probable que alguien en ese mercado gane mucho más que alguien que trabaja formalmente”, cuenta la periodista boliviana Lila Andrea. “Por ejemplo, en los mercados, la señora que te vende papas en su puesto en el suelo, puede que sea dueña de tres puestos más y tenga su camión o incluso su cholet (la expresión sintetiza chalet/chola). Esto no significa que para todos sea así, obvio, pero lo informal e ilegal está muy normalizado”.

Quien gane la presidencia tendrá por delante desafíos más que complicados en un escenario de gran descontento social. Durante sus gobiernos, el MAS supo contener la protesta social, pero Bolivia es un país muy acostumbrado a dirimir sus conflictos a pie de calle, o en las rutas y caminos; y dado que casi todos los candidatos prometieron llevar adelante ajustes en la economía, más o menos graduales, se perfila un futuro cargado de dificultades.

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