Veinte turistas por cada residente: el motor económico de Baleares avanza hacia el colapso ambiental y social

A pesar de las numerosas protestas ciudadanas en todo el archipiélago, el Govern sigue apostando por la expansión del modelo de masificación turística, asociándose con cadenas hoteleras e invirtiendo en la ampliación de aeropuertos como el de Palma.
Manifestación contra el turismo de masas en Mallorca 2
Mireia Balasch Los elevados precios de la vivienda son el principal problema de los residentes de Balears.
11 ago 2025 06:00

No hace tanto, apenas 60 años, lugares como Alcúdia, Ibiza o Maó eran pequeños pueblos costeros con unos pocos miles de habitantes que vivían principalmente del campo y de la pesca. Hoy, como otros muchos municipios a lo largo de todo el litoral balear, son algunos de los destinos más demandados de Europa. Las Islas Baleares, donde habitualmente residen 1,2 millones de personas, recibieron el año pasado 20 millones de turistas. El aeropuerto de Palma de Mallorca, por ejemplo, recibe más de 31 millones de pasajeros anuales, con picos de hasta 66 vuelos por hora.

Solo en los primeros cinco meses de este año, las islas han recibido más de cuatro millones de visitantes, un incremento del 3,7% respecto a 2024, una cifra que evidencia la enorme presión demográfica que soporta el archipiélago, ya que esa gran masa de turistas se baña en sus playas, consume su agua potable y se aloja en su parque de vivienda.

El boom turístico ha transformado radicalmente la morfología de las Islas, provocando una auténtica mutación urbana y social, y está acarreando serios problemas ambientales que van desde la rápida degradación de las costas hasta la sequía. Unos problemas que en los últimos años se han visto agravados por el cambio climático.

“El turismo es una bendición para los empresarios capitales que se lucran a costa de la explotació de la clase trabajadora y la destrucción de nuestra tierra”.

Jaume Pujol, portavoz de la plataforma Menys Turisme Més Vida Mallorca, es conciso: “Para la gente que vivimos aquí el turismo es una maldición, porque nos ha condenado a unas condiciones de vida y de trabajo muy precarias. Obviamente, para los empresarios capitalistas es una bendición, porque están lucrándose, pero a costa de la explotación de la clase trabajadora y la destrucción de nuestra tierra”.

Beneficio económico a un alto coste ambiental

El turismo es el pilar fundamental de la economía balear. Su peso directo e indirecto sobre el PIB regional supera el 40%, muy por encima del peso que tiene en la economía estatal, con un 13% del PIB el año pasado. En 2024, los turistas gastaron en Baleares más de 22.000 millones de euros, tal y como detalla un informe de la Consellería d’Economía. Sin embargo, el llamado fenómeno de la “balearización”—término que describe la urbanización masiva y desordenada del litoral de las Islas— también es el símbolo de los riesgos asociados a un modelo turístico basado en el crecimiento constante e ilimitado.

En Baleares se han construido grandes complejos turísticos a orillas del mar. Sus consecuencias son la degradación de ecosistemas o el aumento de los conflictos sociales

Durante mucho tiempo, principalmente en los años del ladrillazo, en Baleares se construyeron grandes complejos turísticos prácticamente en la orilla del mar. Las consecuencias de esta urbanización acelerada y la sobredimensión del sector hotelero son la degradación de ecosistemas, la saturación de playas y carreteras durante la temporada alta y un aumento de los conflictos sociales, con residentes en pie de guerra que denuncian el empeoramiento de la calidad de vida.

El turismo se bebe 1 de cada 4 litros de agua

En Baleares, la sequía se ha vuelto crónica. El archipiélago cerró 2024 con unas reservas hídricas del 52 %, dos puntos menos que en 2023. En junio de este año, las reservas habían caído al 48 %, el nivel más bajo desde que hay registros. Al inicio del verano, el 98,4 % del territorio estaba bajo prealerta de sequía, con Ibiza y Menorca en una situación especialmente alarmante.

La saturación de la infraestructura hídrica y la falta de reservas estratégicas convierten a las Baleares en una de las regiones europeas más vulnerables ante olas de calor y sequías extremas. Las Islas han vivido el junio más seco desde 1961 y embalses como los de Gorg Blau y Cúber, vitales para el abastecimiento de Palma, se situaron a mediados de 2025 en apenas el 37 % y el 50 % de su capacidad respectivamente, reflejo de una situación extrema.

“Las Islas Baleares no están preparadas para resistir temporadas de escasez de agua”, explican desde Amics de la Terra.

“Las Islas Baleares no están preparadas para resistir temporadas de escasez de agua”, comentan desde la asociación ecologista Amics de la Terra. Los elevadísimos consumos no permiten medidas eficientes para plantear restricciones que sean efectivas. Las únicas soluciones que se enuncian desde la Administración competente es construir más plantas desaladoras con todos los efectos medioambientales que estas conllevan”.

La portavoz de la asociación ecologista GOB Mallorca, Margalida Ramis, coincide en la falta de previsión frente a posibles temporadas de sequía aguda: “No se está haciendo una planificación hídrica con suficiente responsabilidad. Estos escenarios se agravarán por la crisis climática”. Para Ramis, “el sistema sigue funcionando como si hubiera agua para todos, para siempre y sin ningún problema, y esto no es la realidad”.

Desde GOB señalan cómo la sequía es un riesgo ya presente en Baleares, pero en vez de atajarlo “estamos regando campos de golf, abriendo parques acuáticos y llenando piscinas por todas partes. Estamos en un modelo en el que se vende un paraíso con chalet y piscina, sin prestarle atención a que ya estamos en una situación de recursos hídricos crítica”.

El turismo consume uno de cada cuatro litros del agua potable disponible en el archipiélago. Hay acuíferos salinizados por todas las islas y las depuradoras vierten agua sin tratar al mar.

El turismo consume uno de cada cuatro litros del agua potable disponible en el archipiélago, según un estudio de la Universidad de las Islas Baleares (UIB). Acuíferos de la isla como el de Serra Grossa están salinizados al 133% por la sobreexplotación, y las depuradoras vierten 18.000 m³ de agua no tratada al mar, dañando la posidonia, una planta esencial en el suelo marino del Mediterráneo.

La sobrecarga y el estrés que sufren los acuíferos es notable. Según el Plan Hidrológico de Baleares, 29 de las 87 masas de agua subterránea —una de cada tres— están actualmente sobreexplotadas. El turismo y el desarrollo inmobiliario en la línea litoral, sumados al ciclo natural de menor precipitación y aumento de las temperaturas, han alterado el equilibrio hídrico, comprometiendo no solo el abastecimiento a la población, sino también la viabilidad de la agricultura y los hábitats naturales.

A la sobreexplotación de los acuíferos se le suma la contaminación de los suelos. Tal y como detalla Ramis, “la contaminación normalmente se debe a nitratos en algunas áreas de la isla debido a actividades de agricultura y ganadería intensiva. Esto hace que muchos municipios de centro de la isla tengan suministro de agua con una cantidad tan alta de nitratos que la hace no potable”.

Todo esto se traduce en problemas directos para la población local, que sufre cortes y restricciones de agua mientras los hoteles y resorts llenan sus piscinas. El Govern balear ha respondido con medidas más cosméticas que eficaces, como la construcción de plantas desaladoras que solo tratan el 20% de las aguas residuales —el resto se vierte al mar sin depurar— y proyectos como el trasvase desde la península, criticado por su alto coste y su impacto ambiental.

“Las desaladoras intentan mitigar la falta de agua, pero no llega a todos los pueblos y muchos ya están sufriendo restricciones que afectan a toda la población”.

Desde Amics de la Terra denuncian tanto la escasez de agua como de infraestructuras de energía. “Las desaladoras intentan mitigar la falta de agua, pero no llega a todos los pueblos y muchos ya están sufriendo restricciones que afectan a toda la población. Además, la contaminación atmosférica ha llegado a niveles peligrosos para la salud humana, empeorada por la cantidad de tráfico de coches de alquiler y de los megacruceros que llegan a las Islas”.

Degradación ambiental y yates de lujo

La expansión del modelo turístico también tiene consecuencias en el paisaje y el medio natural. ONG como Greenpeace han denunciado que el litoral balear se enfrenta a procesos de degradación acelerada por la construcción masiva de piscinas ilegales, chalets y campos de golf en suelo rústico. Entre las consecuencias de estas prácticas se encuentran la especial vulnerabilidad del territorio frente al cambio climático y la subida del nivel del mar.

“Es evidente que el cambio climático está ocasionando épocas de sequía más largas, y se producen episodios de lluvias muy torrenciales que no permiten una infiltración pausada para la recarga de los acuíferos de la Isla”, lamenta los ecologistas de Amics de la Terra, que también echan en falta “infraestructuras públicas para almacenar el agua en esos episodios de lluvias torrenciales”.

Cada turista en Baleares erosiona 34 gramos de arena cada vez que pisa la playa. Una pequeña pérdida que en playas como Es Trenc o Caló des Moro acaba sumando toneladas cada año. La contaminación del agua es otro frente abierto. Según el informe Mar Balear, las cremas solares liberan al mar unas 4.000 toneladas de químicos cada año, afectando a animales como los corales y los peces. A las cremas se suman los vertidos de aguas fecales, también masivos.

En 2025, bahías como la de Portmany (Ibiza) alzaron la bandera negra por la deficiente depuración, con hasta un 80% de los vertidos liberados mediante un emisario submarino obsoleto. En verano, la saturación de las plantas depuradoras provoca que 18.000 m³ de aguas sin tratar acaben en el Mediterráneo, dañando praderas marinas y contaminando zonas de baño.

Ajenos a las aguas fecales y la destrucción de la biosfera marina están los yates de lujo. Baleares lidera las matriculaciones de este tipo de embarcaciones recreativas con un aumento del 95% en la última década. Su fondeo incontrolado destruye 30 hectáreas de fondo marino cada año. El Govern balear, lejos de frenar esta tendencia, ha facilitado la legalización de amarres ilegales y reducido las inspecciones.

Gentrificación, especulación y expulsión

Otro de los males que acarrea la masificación turística de las Islas Baleares es la escasez y encarecimiento de la vivienda. En el archipiélago, la mitad del parque residencial está destinado a alquiler vacacional y gestionado por plataformas como Airbnb o Booking, que agendan un montón de pisos sin licencia. Además, el precio medio del alquiler ha subido un 48% en solo cinco años, situándose muy por encima de la media nacional y provocando un efecto expulsión de residentes. Actualmente Baleares tiene los precios por metro cuadrado más caros de España.

“Se ha llegado a un punto de no retorno, pero los dirigentes y los empresarios quieren seguir creciendo […]. No se hacen estudios de carga poblacional porque no interesa”.

“Hace mucho tiempo que se rebasó el límite social y ecológico de la llegada de turistas”, insiste el portavoz de Menys Turisme. “Se ha llegado a un punto de no retorno, sin embargo, a nivel económico y político, los dirigentes y los empresarios quieren seguir creciendo […]. No se hacen estudios de carga poblacional porque a los políticos y los grandes empresarios no les interesa tenerlo. No les interesa que haya datos sobre los que se pueda decir ‘decrecemos hasta aquí, o no se reciben más turistas a partir de este punto’”, añade Pujol.

En la misma idea del decrecimiento inciden en Amics de la Terra. Aunque reconocen el peso económico del turismo en las Islas, consideran que urge “decrecer y fortalecer otros sectores económicos para no depender completamente de turismo”. “Bajar el número de personas que vienen aquí durante los meses de verano y diversificar la economía, enfocándonos a producir aquello que realmente necesitamos para sostener vidas dignas en un contexto insular a 20 o 30 años vista” es la solución que propone la portavoz de GOB Mallorca.

Muchos trabajadores esenciales no tienen acceso a vivienda digna. En 2023, ONG atendieron en Mallorca a casi 1.000 personas sin hogar, muchas trabajadoras asalariadas.

Este problema se hace extensible a los trabajadores esenciales. Muchos de ellos no tienen acceso a una vivienda digna. En 2023, organizaciones como Cáritas, Sojorn o la Fundación La Sapiència atendieron en Mallorca a casi 1.000 personas sin hogar, la mayoría trabajadores asalariados que no podían permitirse pagar un alquiler dentro de la isla debido a los precios abusivos.

La especulación inmobiliaria es otro de los prismas de la crisis habitacional. En zonas como Santa Catalina (Palma), el precio del metro cuadrado se disparó un 120% entre 2015 y 2025. En la isla, cada anuncio de alquiler de habitación recibe de media casi 100 solicitudes, y los precios por habitación oscilan entre los 500 y los 1.200 euros.

Bancos, fondos buitre y de inversión y plataformas online de alquileres especulan con la vivienda aumentando la desigualdad. Según la UIB, en Palma la riqueza inmobiliaria supera al salario como indicador de estatus social y los desahucios por impago se concentran en barrios pobres como Son Gotleu.

“Con la excusa de facilitar el acceso a la vivienda”, PP y Vox han aprobado una liberalización del suelo que, según GOB Mallorca, empeorará la situación.

“Con la falsa excusa de facilitar el acceso a la vivienda, PP y Vox acaban de aprobar una medida ultraliberal puramente especulativa”. Margalida Ramis se refiere al texto que a principios de julio se aprobó en el Parlament balear y que permite la construcción de vivienda en suelo rústico y la liberalización del suelo. Para GOB Mallorca, esta nueva ley “densificará aún más el crecimiento urbanístico y muchos espacios donde estaba previsto que hubiera servicios y equipamientos públicos y municipales también se cederán a la iniciativa privada para que construya vivienda.

Trabajo precario y sueldos bajos

El modelo de masificación turística y sus extraordinarios beneficios económicos no va acompañado de mejoras laborales. El mercado laboral asociado al turismo en Baleares está basado en empleos precarizados y salarios bajos. Son habituales los contratos temporales de corta duración para funciones específicas (recepcionistas, camareros, personal de limpieza, trabajadores de transporte…) y los turnos de entre 10 y 12 horas son algo común en temporada alta.

Los sindicatos llevan tiempo denunciando que muchos trabajadores no pueden vivir en Baleares pese a ejercer allí. La externalización de servicios ha consolidado modelos laborales precarios, especialmente para las camareras de piso en hoteles, que cobran por habitación y padecen dolencias físicas derivadas de jornadas interminables. El movimiento de las Kellys ha denunciado públicamente esta explotación, poniendo el acento en los bajos sueldos, los riesgos físicos que conlleva su trabajo y los atropellos contra sus derechos laborales.

La precariedad también golpea a las administraciones, que a veces no tienen peso suficiente para enfrentarse a las grandes cadenas hoteleras

Sin embargo, la precariedad no solo golpea al trabajador, también condiciona la sostenibilidad del modelo económico. Tanto el Govern balear como las alcaldías se ven obligados a negociar permanentemente con grandes cadenas hoteleras que ejercen presión fiscal y económica. Frente a los grandes inversores, los ayuntamientos apenas disponen de recursos para establecer límites a las plazas turísticas o imponer condiciones sociales a las licencias, lo que reduce la capacidad municipal de controlar el impacto del sector turístico.

A pesar de proponer un cambio de modelo, las voces institucionales se desmarcan del problema. Sin ir más lejos, la presidenta del Govern, Marga Prohens, ha negado que exista precariedad generalizada, a pesar de reconocer la sobrecarga laboral de muchos trabajadores de las Islas y el aumento del coste de la vida en el archipiélago.

‘Rentista, pingajo, búscate un trabajo’

Desde 2024, Baleares ha vivido un estallido social. Decenas de miles de personas han salido a las calles de las principales ciudades para denunciar la gentrificación de sus pueblos y ciudades, la inaccesibilidad de la vivienda y la precarización del trabajo; y exigir a las administraciones públicas que tomen medidas como la implantación de moratorias urbanísticas, la prohibición del alquiler vacacional, la imposición de cupos de turistas y un aumento en el control de la llegada de cruceros y vuelos a las Islas.

Una de las protestas más recientes ocurrió a mediados de junio en Mallorca e Ibiza. Los asistentes denunciaron el aumento “descontrolado” del número de turistas.

Una de las protestas más recientes es la que tuvo lugar a mediados del mes de junio en Mallorca e Ibiza. Bajo consignas como “Mallorca no es un parque temático”, “SOS Residentes” o “Rentista, pingajo, búscate un trabajo”, los asistentes denunciaron que el aumento descontrolado del número de turistas provoca saturación de infraestructuras, un incremento de la contaminación, la pérdida de espacios públicos y la expulsión progresiva de la población local debido a la inflación de los precios del alquiler y la gentrificación de los barrios.

Los trabajadores del transporte interurbano balear también se sumaron a las movilizaciones a finales de julio. En plena temporada alta, y secundada por el 90% de la plantilla, la huelga de conductores de autobuses se ha prolongado más de una semana para denunciar jornadas laborales imposibles, descansos insuficientes y sueldos congelados desde hace nueve años. Finalmente, patronal y sindicatos han llegado a un preacuerdo que contempla subidas salariales de más del 8% y la ampliación del calendario de descansos.

No obstante, las autoridades balear y central siguen apostando por la expansión del modelo turístico. El Govern, liderado por el PP con apoyo de Vox, anunció una reducción simbólica de 18.000 plazas turísticas (solo el 4% del total) mientras está impulsando la ampliación del aeropuerto de Palma con una inversión de 247 millones de euros. Asociada con la aerolínea United Airlines, la Administración balear también está promocionando una línea directa de vuelos sin escalas entre las Islas y Nueva York, y ha firmado acuerdos con gigantes como Meliá para construir cientos de viviendas para los empleados de sus hoteles.

“Ahora el Govern es del PP, pero con el PSOE ocurría lo mismo; no hacen absolutamente nada", denuncian desde Menys Turisme.

“Los poderes políticos no aportan ninguna solución”, denuncia el portavoz de Menys Turisme. “Ahora el Govern es del PP, pero con el PSOE ocurría lo mismo; no hacen absolutamente nada. Se habla de medidas de contención, pero este año, que se supone que entraban en vigor esas medidas, en los primeros cinco meses hemos batido récord de turistas. Lo que hacen es intentar calmar el malestar social, no molestar a los turistas y que los empresarios sigan amasando riqueza”.

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