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Andalucía
“Andalucía es especialmente vulnerable a los megaproyectos”
Entrevista a Manuel Delgado y Leandro del Moral, autores del libro Megaproyectos en Andalucía. Relaciones de poder
y apropiación de riqueza. Los ejemplos tratados van desde el Hotel del Algarrobico en Almería, emblema de los desmanes del urbanismo costero, hasta obras hidráulicas como el embalse de Los Melonares o el Proyecto de Mejora de Accesos Marítimos al Puerto de Sevilla.
Manuel Delgado, catedrático en Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla y Leandro del Moral, catedrático de Geografía Humana, tienen una dilatada experiencia en el estudio de la relación entre economía y territorio, la economía andaluza desde un enfoque crítico y el impacto de las grandes infraestructuras.
Recientemente han coordinado el libro Megaproyectos en Andalucía. Relaciones de poder y apropiación de riqueza (Editorial Aconcagua). En él se exponen diversos estudios de caso sobre grandes proyectos urbanísticos o de infraestructuras que, según explican, “suponen la apropiación de riqueza y acumulación de poder por parte de unos pocos a costa de la mayoría, ocultando sus costes sociales y ambientales”.
El libro continúa de alguna forma el trabajo recogido en Economía, poder y megaproyectos, coordinado en 2009 por Jose Manuel Naredo y Federico Aguilera, aplicado en este caso a la realidad andaluza.
Los ejemplos tratados en este trabajo de investigación son diversos, y van desde el Hotel del Algarrobico en Almería, emblema de los desmanes del urbanismo costero, hasta obras hidráulicas como el embalse de Los Melonares o el Proyecto de Mejora de Acceso Marítimos al Puerto de Sevilla.
En la presentación realizada en Granada, en el marco de los encuentros del grupo de investigación STAND (South Training Action Network of Decoloniality), hubo ocasión además de profundizar en el proyecto inmobiliario Medina Elvira Golf de Atarfe. Se contó para ello con la presencia de varios protagonistas de la oposición al mismo, como Rosa Félix, autora del capítulo dedicado a la historia de esta urbanización y actual Teniente de Alcalde de Atarfe.
¿Cómo definís los megaproyectos ?
Manuel Delgado: Son operaciones que tienen que ver con la construcción de grandes urbanizaciones, o infraestructuras, que implican grandes cantidades de dinero, con fuertes costes sociales y ambientales, y están planteados como algo en beneficio de todos pero al final termina beneficiando a unos pocos.
Leandro del Moral: Hay una característica esencial de los megaproyectos; son operaciones cuyo objetivo, que es el lucro de los promotores, se resuelve en la propia ejecución, sin esperar o sin necesidad del desarrollo de su vida útil. Ese sería la vuelta de tuerca del perfecto megaproyecto. Se hace, y luego o queda desierto, o se hunde o perjudica, pero eso ya no importa.
Otra característica fundamental del megaproyecto es que está rodeado de opacidad, de irregularidades, de corrupción. La corrupción es esencial, es inherente a su propia ejecución y concepción, y a esa falta de operación que le caracteriza.
También podríamos considerar la relación del megaproyecto con la sociedad; por una parte promovido por grupos de poder, que tienen que protagonizar el impulso del megaproyecto, y puede haber coacción (en ocasiones muy grave), pero también hay incorporación, cooptación de la sociedad a favor del mito del desarrollo, del mito del crecimiento, bienestar, confort, riqueza… todos los mitos de los que se rodean. Precisamente uno de los debates más importantes es el de cómo se puede socavar este apoyo social a los megaproyectos.
Desde la posición de atraso de nuestra economía y la falta de alternativas la acogida [de megaproyectos] va a ser mejor
¿Cuál es el carácter específico de la economía andaluza que la hace especialmente vulnerables a los megaproyectos de la que habláis?
M.D: Aquí tienen una aceptación más fácil, porque cuando estamos en una situación de pobreza, y a veces se podría decir que de emergencia social en muchos sitios, donde no hay alternativas de empleo, la llegada de un gran proyecto urbanístico, como el caso de Los Merinos de Ronda, despierta un gran apoyo al verse como una forma de creación de riqueza. En ese sentido se plantean como elementos de modernidad, que pueden suponer un avance en el progreso, la riqueza, etc. Desde la posición de atraso de nuestra economía y la falta de alternativas la acogida va a ser mejor.
Habláis de que lo que se conoce como creación de riqueza en esta etapa del capitalismo es en realidad creación de deuda, ¿cómo se explica esta idea y cómo se vincula con la construcción de megaproyectos?
M.D: Hay un ejemplo muy claro que es el de la construcción en la etapa de la burbuja inmobiliaria. Si empezamos con unos pisos que tenían un precio de 100, y al final del periodo de la burbuja terminan valiendo 1000, los beneficios que han generado esos procesos especulativos están en los bolsillos de poca gente, pero los 1000 que valen ahora los tiene que pagar la gente, que termina pagando algo mucho más caro de lo que valía antes. Esa es una forma de que la especulación sea perjudicial para la mayoría y beneficie solo a una minoría. Esto está directamente vinculado con esta etapa del capitalismo, en la que desde los años 70 y 80 el capital financiero ha “remontado el vuelo” y ha dejado de lado la obtención de beneficios en lo productivo y se ha decantado por la espculación pura y dura. Este libro pone de relieve que la economía andaluza ha tenido un carácter especulativo brutal, lo que ha dado la imagen de un progreso ficticio.
El auge de proyectos de este tipo se dio al calor de la burbuja inmobiliaria, y de hecho muchos se paralizaron con la llegada de la crisis de 2007-2008. ¿Creéis que a corto plazo pueden darse condiciones para que se reactiven otra vez de forma masiva?
M.D: No creo que de forma masiva, no hay las mismas condiciones que se daban en la época de la burbuja. Lo que si es verdad es que se está empezando a reactivar el mercado inmobiliario, y se está reactivando entre otras cosas porque los capitales están viniendo ya incluso en otros sectores como el del turismo que está surgiendo en los centros de las ciudades, y hay empresas que están invirtiendo en bloques enteros para después hacerlos apartamentos y poderlos alquilar. Aunque aquí todavía no estamos muy afectados por eso.
L.M: Estamos en un ciclo largo, son 10 años pero puede haber otros diez o quince años. Dentro de diez o quince años podríamos decir “¿esto como puede volver a ocurrir?”, y volver a ocurrir. Desde 1929, que aún no ha pasado un siglo, ha habido varios ciclos de locura, la población pierde entre comillas la cabeza.
Todo el mundo sabe que no es posible que las cosas valgan dos veces más cada año, cada dos años, cada tres años, pero se deja llevar, hay una sugestión colectiva. Se marca un valor y se compra a ese valor, de nuevo se marca otro valor y se compra, hasta que pincha. Esa experiencia nunca se hace. En los dos ultimos siglos ha ocurrido cada veinte o treinta años, por tanto sería lo normal que volviera a ocurrir.
Lo que sucede es que ahora estamos en el escenario de un cambio de potencialidades físico-naturales, y ahi está el debate, que también llevamos mucho tiempo debatiendo sobre esos límites físico-naturales y no terminan de llegar. Se degradan, pero no llegan a suponer un auténtico límite. Un debate que algunos autores, por ejemplo ecosocialistas, lo dan por hecho al hablar de que estamos en un final de ciclo civilizatorio, más que histórico, civilizatorio.
El pico del petróleo ya no sería un cambio sólo de los de cada veinte o treinta años sino secular. De finales del siglo XIX hasta aquí, a cambiar hacia otra cosa. Se lleva hablando de ello, incluso poniéndole fecha, desde los años 70. Desde el informe de “Los límites del crecimiento”, del Club de Roma en 1972, el informe Meadows. Y posteriormente se ha descubierto el cambio climático, que en aquel momento no se conocía.
M.D: Ahora al pico del petróleo, al agotamiento de los recursos minerales, se ha añadido el cambio climático, que ha introducido un elemento novedoso. Se estaban barajando los cálculos de los 2º, que no podrían sobrepasarse porque lo que venga entonces no es controlable y puede tener repercusiones muy graves, y hay gente que lo está rebajando a 1,5º. Hay toda una literatura sobre la debacle, el colapso. Y este colapso lo sitúan algunos autores entre los años 2030 o 2050, pero ¿ quién sabe exactamente ?
La burbuja inmobiliaria fue una especie de último respiro del capital financiero; ¿tiene más respiros? Nunca se sabe, pero cada vez la situación de repunte es más difícil
¿Pensáis entonces que hay margen para otro ciclo de crecimiento antes de que se hagan más visibles esos límites físicos?
M.D: Más que otro ciclo de crecimiento creo que más bien puede pasar lo que comentaba Leandro, que haya un repunte y tengamos incluso varias burbujas inmobiliarias en esos años, cada diez o quince o veinte, pero la intensidad que tuvo la burbuja inmobiliaria que tuvimos antes quizá sea difícil que la tengan las siguientes, por varias razones. Una de ellas por los límites materiales, que existen. Por ejemplo de 1980 al 2000 ocupamos artificialmente un territorio equivalente al que ya habíamos ocupado a lo largo de toda la historia. En 20 años ocupamos el territorio que se había ocupado a lo largo de toda la historia. Eso no podemos seguir haciéndolo muchas veces más, hay unos límites. Por otra parte, el sistema se está degradando mucho, la crisis es muy profunda. La burbuja inmobiliaria fue una especie de último respiro del capital financiero; ¿tiene más respiros? Nunca se sabe, pero cada vez la situación de repunte es más difícil.
Decís que algunos de los megaproyectos se han paralizado por la acción de las luchas sociales. Por aportar una nota de optimismo ¿qué caso de victoria en este terreno destacaríais?
M.D: En ese sentido, hay una victoria clarísima en la que Leandro ha participado de una forma brutal que fue el Plan Hidrológico Nacional. Eso fue una victoria que tuvo mucho que ver con las luchas de los movimientos sociales, ecologistas, etc. gente que consiguió que se parara una cosa que era demencial.
L.M: Si, puestos a citar algo sería ese, porque eso fue un megaproyecto a escala estatal. Trataba de llevar las aguas del Pirineo y hasta de Asturias y Galicia hasta Almería, en su versión máxima que luego se redujo. Eso se consiguió parar, y ahí hubo movilizaciones de años, de cientos de miles de personas de una manera continuada. Hizo falta mucha gente y de forma continua. Después contribuyó la unión con otra serie de factores, que en lugar de que desembocara en una gran derrota y una gran frustración (como el Procés puede desembocar), consiguió llevar a una victoria, relativa porque todo se puede absorber.
Por ejemplo, se produjeron cambios institucionales diversos, desde la normativa marco europea, que hicieron que el proyecto se convirtiera en poco razonable por no decir irracional, y se le cortara la financiación; hasta unas circunstancias casi fortuitas, como fue la victoria del gobierno Zapatero, que a su vez se debió al 11-M (sin el cual posiblemente hubiera ganado las elecciones el PP en 2004). Ello también circunstancialmente ayudó, por unos compromisos adquiridos, y por ciertas personas que jugaron su papel, como Cristina Narbona. Todo eso ayudó, pero no cabe duda que detrás había una gran movilización, una movilización territorial, de defensa del territorio, que no tiene los elementos de defensa de una patria en el caso de los aragoneses, pero si de un territorio, capaz de movilizar a una sociedad entera durante años.
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Los señores de la foto son Manuel Delgado y Jose Manuel Naredo, no Leandro del Moral