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Violencia machista
No somos hijas de fruta, somos hijas de brujas
El 25 de noviembre es el Día por la Eliminación de las Violencias Machistas, es el día que salimos a la calle con dolor por las que ya no están, con dolor por las que callan su sufrimiento, por las que creen que no tienen otra opción. Dolor.
Y salimos, también con rabia al ver cómo la ultraderecha niega que esta violencia exista. Se empeñan en decir que no importa el por qué de la violencia, porque todas son malas. ¡Pero claro que importa el por qué! Porque aunque toda violencia es condenable, no es lo mismo el que pega un tirón para robarte el bolso que el terrorista que pretende acabar con la democracia. Cuando nos defendemos del tirón, defendemos la propiedad privada. Cuando nos defendemos del terrorista, lo defendemos absolutamente todo.
Por eso no es lo mismo que exista un tipo de violencia que pretende perpetuar el machismo, la dominación patriarcal, los anticuados roles de género. No es lo mismo que exista una violencia que se rebela cuando queremos ser tratadas como personas, y no ser sometidas a la subalternidad dentro de una relación de pareja. Cuando el machista utiliza la violencia quiere que callemos, que pasemos por el aro, quiere que seamos sumisas y obedezcamos. La violencia machista, que claro que existe, indirectamente tiene la capacidad de subvertir y revertir, quiere volver atrás, quiere acabar de “un par de hostias” con nuestros derechos. Si consiguen frenar los avances culturales y consiguen volver a que nos avergoncemos por nuestros ojos morados, todas sufriremos, todas volveremos a estar abajo. Es por eso que decimos que cuando tocan a una nos tocan a todas ¡Claro que nos concierne a todas!
“Si consiguen frenar los avances culturales y consiguen volver a que nos avergoncemos por nuestros ojos morados, todas sufriremos, volveremos a estar abajo”, Mar González Báez.
Si la violencia machista se niega y luego se justifica, si se termina juzgando a la víctima, todas estaremos en peligro. Si se normaliza que un par de hostias es un argumento aceptable en una relación de pareja, mañana la hostia nos la llevaremos todas. Normalizar el odio es justificar la violencia que solo pretende amedrentarnos. Y por eso debemos salir con más fuerza que nunca a decir que no tenemos miedo. No podrán con nosotras por mucho que en la puerta de las instituciones la ultraderecha monte performances para envalentonar a los machistas.
Los recortes en políticas feministas y dejar fuera a las asociaciones de apoyo a las víctimas con una falsa excusa procedimental es sólo una muestra más de la falta de capacidad y de interés de este gobierno andaluz para proteger los derechos de las mujeres. Dicen que les importan las familias, pero ¿qué pasa con esas familias que quedan destrozadas? ¿Esas familias también les importan?
“Los recortes en políticas feministas y dejar fuera a las asociaciones de apoyo a las víctimas con una falsa excusa procedimental es sólo una muestra más de la falta de capacidad y de interés de este gobierno andaluz para proteger los derechos de las mujeres”, Mar González Báez.
Violeta Molina, conocida periodista feminista, nos decía que durante la asistencia sanitaria tenemos un momento clave para la detección de la violencia machista. Pero la sanidad en Andalucía está agonizando por los recortes, con una atención primaria precarizada y colapsada. Así que gracias al Señor Moreno Bonilla todas esas situaciones de violencia machista enmascaradas en otras dolencias o que subyacen en los problemas de salud mental quedarán ahí, sin esos minutos de charla confidente que podrían salvar vidas.
La normalización del discurso de odio y negacionista es alarmante. La educación es central, la coeducación es vital para formar a la ciudadanía en igualdad, porque no, nadie tiene el derecho a adoctrinar en valores antidemocráticos o inconstitucionales desde las escuelas, por más privadas o del Opus que sean estas. Pero para que la coeducación sea más que vestir a las niñas o niños de violeta el 8M, o que haya una profe que desde el voluntarismo se dedique a hacer actividades de educación en valores feministas, necesitamos instituciones que se lo crean. Y me van a perdonar si no me creo que la Junta de Andalucía esté concienciada, que el 25N no es solo poner lazos morados en los logos institucionales, estar concienciado es dedicar recursos suficientes, es llamar a las cosas por su nombre.
Así que por mucho que nos insulten en sus manifestaciones insultando a las madres de políticos, no somos hijas de fruta sino de brujas. Somos mujeres que nos criaron en igualdad, en sororidad, y sólo pretendemos luchar por nuestros derechos para que toda la sociedad avance, porque el feminismo no solo sirve a las mujeres. Una sociedad libre e igualitaria es algo bueno tanto para hombres como para mujeres.
Somos hijas de brujas y el 25N salimos a gritarlo: ni una menos.