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Violencia machista
Laia Serra: “La violencia digital es una condición previa para que algunos pasen a la violencia física”
Laia Serra es abogada penalista y una de las redactoras de la reforma de la ley catalana de violencias machistas, que incluye la violencia digital.
Laia Serra es abogada penalista, miembro del colectivo Dones Juristes y la letrada de emergencia para muchos colectivos feministas. Especializada en Derechos Humanos, LGTBI+, libertad de expresión y violencias machistas, no se le escapa nada y está atenta a todo. Colabora con la revista Pikara y es una de las redactoras de la reforma de la Ley de violencia machista catalana 5/2008, que se espera que apruebe en breve e incluye el término de violencias digitales.
La periodista y activista feminista Irantzu Varela fue agredida el pasado domingo en su propia casa por un vecino que profirió insultos lesbófobos y, a lo largo de este año, el espacio donde trabaja ha sido atacado cuatro veces con pintadas. ¿Hay un paso lógico entre la violencia digital y la física?
El paso de la violencia digital a la física ha suscitado mucho interés y se ha estudiado detenidamente en los discursos de incitación al odio para testar hasta qué punto la interpelación verbal se traduce luego en acciones físicas. No se ha llegado a establecer nexo causal, pero sí la dinámica por la cual este lenguaje deshumaniza, estigmatiza y degrada a quien es considerado adversario, en este caso, adversaria. Es una condición previa necesaria para que algunos sujetos pasen a la acción porque sienten legitimadas sus agresiones físicas a personas o a sus bienes. Esa validación social da el empujón necesario a ciertos sujetos que se consideran representativos o vanguardia de un cierto tipo de masculinidad y traspasan lo virtual pasando al ataque físico.
¿Qué consecuencias tiene la violencia digital?
Los pocos estudios sobre la toxicidad de Twitter son de Amnistía Internacional, en 2018. Se entrevistaron con mujeres agraviadas por violencias digitales en la red social Twitter y con sanitarios de salud mental. Convinieron en que socialmente estamos más preparadas para prever el impacto y agravio en las violencias analógicas, donde hay códigos implícitos de supervivencia y solidaridad arraigados culturalmente. En cambio, en las violencias digitales las mujeres no tenemos claro quién es nuestra comunidad de apoyo.
¿Las mujeres nos encontramos más desorientadas en las redes sociales?
Sí y, sobre todo, la incertidumbre del riesgo es muy dañino, porque no sabes si esa amenaza es una chorrada absoluta o todo lo contrario. ¿Son calentones que no van a salir de la pantalla y solo buscan busca el efecto de que los vean mucha gente? Esta ambivalencia nos descoloca para tejer estrategias comunitarias de apoyo. Los feminismos son críticos, por ello existe una tendencia al castigo social de las mujeres que lo reivindican.
¿Se subestiman las repercusiones?
Sentimos la impotencia de que socialmente se pueda sentir como una tontería porque bah, una pintada. Pero te sientes amenazada en tu propio espacio. Donde desarrollas tu actividad política y profesional se convierte en un lugar inseguro para ti. Es una marca de poder. Se puede llegar a dar un efecto muy perverso, que te hace sentir que tu trayectoria personal es la responsable de haber convertido en inseguro para tus compañeras un espacio colectivo. Debemos dar importancia a este tipo de marcajes tremendamente fuertes.
En los colectivos feministas conviene consensuar una autodefensa ante las violencias digitales para cuando llegue el huracán
¿Se está analizando?
Junto con un un psiquiatra experto en trauma y tortura política publiqué un artículo donde lo analizábamos. De él surge la idea de interpelar a las instituciones para que se empiecen a reformular estándares internacionales que incluya la tortura digital. Lo que sí se está estudiado es el marcaje digital a activistas y colectivos. En Egipto se ha descubierto que el Estado entraba en chats de personas homosexuales para destapar sus identidades a las que luego la comunidad ejercía un castigo comunitario. Ahí tienes el circulo de violencia cerrado.
En España hicieron pública la identidad de la víctima de la violación grupal en los Sanfermines de 2016.
En el caso de la víctima de la Manada he ejercido la acusación popular de Dones Juristes en uno de los casos y se ha puesto de relieve los datos filtrados. Consideramos que hay que hacer dos reflexiones: todo el mundo se centra en el sujeto que divulgó los datos de la mujer, cuando en realidad se debería poner el foco en quién permitió que esto pasara. Es inaudito que en un caso como este, habiendo una decisión judicial de proteger su identidad, el mea culpa del CGPJ fuera un mero comunicado explicando que hubo un error técnico. Y hay un tercer responsable: los foros. Foros absolutamente monetizados deberían tener filtros y mecanismos adaptados al volumen de tráfico que registran para evitar las violencias que se dan en ellos. Ante la notoriedad del caso en este país, ningún foro adoptó las precauciones necesarias para que no se sucediera la tormenta perfecta. Ninguno de los tres actores ha asumido su responsabilidad. Y quien ha sufrido violencia sexual ha vivido un escarnio social.
En Egipto, se ha descubierto que el Estado entraba en chats de personas homosexuales para destapar sus identidades a las que luego la comunidad ejercía un castigo comunitario
En verano, la artista Daniela Ortiz denunció que se marchaba de España tras recibir amenazas. ¿Es otro caso más de violencia digital?
Evidentemente. El racismo, el feminismo y el ecologismo cuestionan estructuras, dinámicas de poder y valores supuestamente consensuadas en un “contrato social” que nunca nos incluyó. El problema no es que solo determinados perfiles violenten, sino que esas incursiones son validadas por otros perfiles y que quienes tendríamos que alzarnos, no siempre lo hacemos. Muchas veces no nos posicionamos porque podemos no tener simpatía con esa mujer. Pero lo que debería guiar nuestros posicionamientos no es solo la empatía o la afinidad, sino ser conscientes de que se trata de violencia política hacia mujeres que representan reivindicaciones, ideas, maneras de vivir. No estamos desarrollando una solidaridad estratégica.
¿Las mujeres tenemos que ser más corporativistas?
Es importante la solidaridad más allá de lo personal. Tenemos una tendencia muy localista, si tocan a alguien de mi colectivo, cerramos filas, pero si se trata de alguien que no es cercano o reivindica ideas que no forman parte de mi problemática de primer orden, no cerramos filas. Ese esquema hace que se jerarquicen las violencias y que no tendamos puentes entre nosotras.
La incorporación de las violencias digitales en la ley obligará a todos los operadores que intervienen en su abordaje a contemplarlas y adaptar su respuesta
¿Cuál debería ser nuestra respuesta?
Así como en otro tipo de violencias, como la represión policial, todas sabemos qué hay que hacer, en las violencias digitales no. Muchas activista muy activas en redes no han realizado evaluaciones previas de cuán vulnerables son a nivel de seguridad de contraseñas, información suya accesible en Internet, etc. Los colectivos feministas o grupos de apoyo tampoco suelen dedicar una reflexión política a cómo actuar para ayudar a esa mujer. Hay una serie de debates éticos y estratégicos que es conveniente realizar antes de que llegue el problema. Por ejemplo, ante un ataque, si la compañera se siente bloqueada, ¿es legítimo y estratégico que las compañeras tomen las riendas en las redes sociales de la mujer atacada? Sin esos debates previos, cuando llega el incendio, en medio del vértigo de tomar decisiones, no sabemos qué estrategia sería la que desearía la agraviada si estuviera en condiciones de decidir con perspectiva.
Una autodefensa feminista pactada previamente.
Sí, lo ideal sería que ese batallón de choque esté preparado de antemano, porque cuando llega el huracán no hay mucho margen de maniobra.
¿Y qué debería de tener todo buen protocolo contra la violencia digital?
En marzo sacamos una web de acoso online que da trucos para reportar ante las plataformas y también cómo denunciar legalmente: acoso.online, lo que hay ahí es un tesoro. Hemos trabajado en ensayar cuál es la vía más efectiva para reportar y eliminar contenidos en cada una plataforma. Es como el llevar el número de las abogadas a una manifestación.
Cómic
‘Superbollo contra la L.E.F.A.’: un cómic en clave ‘queer’ contra la violencia machista
Las impulsoras de la revista Parole de Queer presentan a Korki Kent y su alter ego, Super Bollo, que vienen para terminar con los responsables de la violencia contra las mujeres, también conocidos como la Liga Exterminadora de Feminazis Antisistema.
Si Irantzu Varela viviera en Catalunya, donde en breve se espera que se apruebe la reforma de la ley catalana de violencias machistas, ¿estaría más protegida?
Lamentablemente la eficacia de la respuesta, todavía depende de muchas casualidades, entre ellas los agentes policiales que te recojan la denuncia e investiguen, la sensibilidad del Juzgado a la hora de dimensionar los hechos y dedicar energía a investigarlos, la postura de la Fiscalía, la destreza y nivel de formación de tu representante legal, etc. La incorporación de las violencias digitales en la ley obligará a todos los operadores que intervienen en su abordaje a contemplarlas y adaptar su respuesta a las particularidades de la misma. Esta será la primera ley autonómica en incluir las violencias digitales, un avance que puede acabar impulsado la actualización de la Ley estatal de violencia de género.
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