La falsa transición verde de Repsol: solo el 1,28% de toda la energía que produce es renovable

Una investigación revela, con datos preocupantes, cómo la industria de los combustibles fósiles está incumpliendo su promesa de liderar la transición energética.
Repsol junta accionistas
Un activista de Greenpeace, colgado de una de las astas de la entrada del Ifema de Madrid durante la junta de accionistas de Repsol. Foto: ©Greenpeace Handout/Pedro Armestre
9 oct 2025 11:00

Durante años, Marcel Llavero Pasquina, investigador del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB) y experto en conflictos ambientales, escuchó que las grandes empresas de la industria de los combustibles fósiles eran actores claves de la transición energética. Lo escuchó en los rectorados de las universidades: “Tienen el capital y el conocimiento”. Lo escuchó en los pasillos de las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP): “Guste o no guste, debemos contar con ellas; son una pieza fundamental de la descarbonización”. Cansado de escuchar este mantra y del descarado ecopostureo del sector, Llavero se puso a investigar. Examinó y analizó los datos de producción de energía de las 250 mayores compañías de petróleo y gas del planeta, entre ellas la multinacional española Repsol. Sus sospechas se corroboraron: las empresas de combustibles fósiles solo controlan hoy el 1,42 % de los proyectos de energías renovables del mundo.

La investigación de este científico se ha publicado este jueves en la revista Nature Sustainability. Los datos recabados, en colaboración con la ONG Global Energy Monitor, no dejan lugar a dudas: la industria de los combustibles fósiles está incumpliendo por completo su promesa de liderar la transición energética. Estas 250 compañías, responsables del 88% de la producción mundial, participan en un total de 3.166 proyectos de energía eólica, solar, hidroeléctrica y geotérmica. En comparación con todos los activos y con el total de extracción de energía primaria, las fuentes limpias son testimoniales.

“El despliegue de renovables por parte de las compañías de petróleo y gas es anecdótico en el mejor de los casos. Su contribución a la lucha contra la crisis climática debería juzgarse únicamente por la cantidad de combustibles fósiles que dejan bajo tierra”, afirma Llavero sobre los hallazgos de su estudio.

Según el 'Atlas del petróleo no extraíble', para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C, se necesita que el 97%, el 81% y el 71% de los recursos existentes de carbón y de gas y petróleo convencionales, respectivamente, permanezcan bajo tierra

El cruce de datos arroja “dos cifras muy potentes”, según este experto. Por un lado, que este conjunto de compañías contribuye con un 1,4% a las renovables globales. Por otro, que solo el 0,1% de la energía que extraen viene de fuentes renovables; el resto viene de petróleo y gas.

No obstante, este fracaso en la inversión en renovables “contrasta fuertemente con las continuas afirmaciones de la industria extractivista sobre su papel fundamental en la reducción de las emisiones”. A falta menos de cinco años para la barrera de 2030, la mayoría de estas empresas siguen repitiendo que tienen fuertes objetivos de reducción de gases de efecto invernadero, con porcentajes que en algunos casos superan el 40%.

“Tras décadas de palabras vacías, es hora de que gobiernos, universidades e instituciones públicas reconozcan que la industria de los combustibles fósiles siempre formará parte del problema y no de la solución a la crisis climática. Las compañías de petróleo y gas no deberían tener un asiento en la mesa donde se toman las decisiones sobre el futuro de la política climática y energética”, explica Llavero.

Las cifras de Repsol

El estudio revela que, pese a estas irrisorias cifras, estas empresas siguen teniendo una importante participación en las instituciones públicas bajo el supuesto pretexto de que son socias fiables en la transición energética. En España, Repsol ha recibido subsidios públicos —fondos Next Generation EU y de los Presupuestos Generales del Estado— por valor de 794 millones de euros para desplegar el hidrógeno verde y más de 300 millones para descarbonizar sus refinerías. Según Llavero, los subsidios a los combustibles fósiles representan en España el 0,4% del PIB.

De los datos de esta investigación, se desprende que, de toda la energía que produce la petrolera española, solo una fracción mínima —un 1,28%— procede de renovables. “Pese a este porcentaje, Repsol gira todo su discurso institucional en torno a la multienergía y sus inversiones verdes. Es descarado”, señala Llavero. Y agrega: “No sólo eso, recibe millonarias subvenciones y lava su imagen con muchos patrocinios con museos y festivales, con convenios con la cultura y con el conocimiento”.

En Europa, solo el 1,8% de los activos de energías renovables pertenecen a compañías de combustibles fósiles. En empresas como Eni, BP, Equinor y Shell el porcentaje cae por debajo del 0,5%. Además, la mayoría de los activos renovables de las compañías fósiles europeas están fuera del continente, en Norteamérica y en Asia Meridional.

Marcel Llavero: “Tiene que quedar muy claro que estas grandes empresas no juegan ningún papel en la transición energética”.

El panorama se repite en otras regiones. En América del Sur, la empresa Pampa Energía, un pequeño productor de combustibles fósiles en Argentina, cuenta con 1.365 MW de activos renovables, que aún así solo representan el 6,7 % de su producción energética total. Otras compañías fósiles estatales de Sudamérica tienen activos muy limitados: YPF (0,61 %) y la colombiana Ecopetrol (0,04 %). PetroBras (Brasil), con grandes anuncios de inversiones en renovables, no tenía ninguna planta de energía renovable en operación al momento de recabarse los datos.

Para Llavero, la variable temporal también es muy relevante. Los datos no son de 2019, cuando la agenda verde empezaba a tomar cuerpo y forma en Europa. Son métricas obtenidas en 2024, casi diez años después del Acuerdo de París, con una transición que ya debería estar en marcha.

Según Julia Steinberger, profesora de Ecología Social y Economía Ecológica en la Universidad de Leeds, Reino Unido, coautora del tercer capítulo del sexto informe del IPCC, la investigación de Llavero demuestra que, a pesar de sus eslóganes ecológicos, la industria del petróleo, el gas y el carbón está “fracasando por completo en su transición hacia las energías limpias». “A pesar de ello, los grupos de presión y los laboratorios de ideas o think tanks siguen influyendo en nuestros políticos”, advierte.

Kasandra O’Malia, directora del proyecto Global Solar Power Tracker en Global Energy Monitor, asegura que “simple y llanamente, las compañías de petróleo y gas no están invirtiendo en renovables como prometieron”. “Afirmar lo contrario es hacer un lavado de imagen verde o greenwashing”, sentencia.

Llavero espera que las cifras obtenidas en su investigación permitan, al menos, que la ciudadanía deje de comprar el discurso de las petroleras: “Tiene que quedar muy claro que estas grandes empresas no juegan ningún papel en la transición energética”.

El petróleo, bajo tierra

Según el Atlas del petróleo no extraíble, un mapa confeccionado el año pasado por otro investigador de la UAB, para limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5°C, se necesita que el 97%, el 81% y el 71% de los recursos existentes de carbón y de gas y petróleo convencionales, respectivamente, permanezca bajo tierra

Este atlas y la investigación de Llavero van de la mano. Pese a la retórica verde, la industria fósil sigue ampliando sus activos contaminantes, explorando y abriendo yacimientos a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo, la ciencia es clara: la mayoría de estos recursos no deben ser quemados. De lo contrario, las emisiones de C02 seguirán creciendo y elevarán el calentamiento global a niveles incompatibles con la vida humana.

“Nuestro trabajo revela cuáles son los recursos petroleros que deben mantenerse bajo tierra y sin explotación comercial”, detalla Martí Orta-Martínez

Este segundo trabajo, liderado por el profesor Martí Orta-Martínez, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, señala que es indispensable evitar la explotación de los recursos petroleros de las áreas más sensibles socioambientalmente del planeta, como las áreas naturales protegidas, las áreas prioritarias para en la conservación de la biodiversidad, los puntos de elevada riqueza de especies endémicas, las zonas urbanas y los territorios de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario.

El Atlas del petróleo no extraíble aporta una nueva hoja de ruta para complementar las exigencias de la política climática internacional —basada fundamentalmente en la demanda para los combustibles fósiles— y potenciar las garantías socioambientales en la explotación de los recursos energéticos, explica su autor principal.

“Nuestro trabajo revela cuáles son los recursos petroleros que deben mantenerse bajo tierra y sin explotación comercial, con especial atención a aquellos yacimientos que se superponen a zonas de alta riqueza de endemismos o bien coinciden con valores socioambientales destacados en diferentes regiones del planeta. Los resultados muestran que la explotación de los recursos y reservas seleccionados es totalmente incompatible con la consecución de los compromisos del Acuerdo de París”, detalla Orta-Martínez.

Según el estudio, la combustión de los recursos mundiales de combustibles fósiles conocidos daría lugar a la emisión de cerca de 10.000 GtCO2, cuarenta veces más que el presupuesto de carbono de los 1,5°C. En otras palabras, los compromisos climáticos firmados por todos los países requieren detener completamente la exploración para el descubrimiento de nuevos yacimientos de combustibles fósiles, detener la concesión de nuevas licencias de extracción de combustibles fósiles, y clausurar prematuramente una parte muy significativa (75 %) de los proyectos de extracción de petróleo, gas y carbón actualmente en producción o ya desarrollados.

Orta-Martínez y su equipo —científicos de la Universidad Erasmus de Rotterdam (Países Bajos) y de la Universidad de San Francisco de Quito (Ecuador)— piden a los gobiernos y grandes inversores —como los fondos de pensiones— que abandonen sus planes en este sector. “Es necesario invertir masivamente en fuentes de energía limpias para garantizar la demanda mundial de energía, promulgar y apoyar moratorias y prohibiciones de la exploración y extracción de combustibles fósiles. La salud del planeta está en juego”, advierten.

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