Precariedad laboral
Seis de cada diez trabajadores culturales recibieron propuestas para trabajar sin cobrar durante el confinamiento

Durante el confinamiento se ha producido un desarrollo “significativo y generalizado” de trabajos sin remunerar para su exposición y consumo online, según una encuesta de la Universitat de València que estima pérdidas superiores al 75% en los ingresos de la mitad de los trabajadores culturales en el segundo semestre del año.

Museo del Prado Covid - 3
Colas para entrar en el Museo del Prado abierto tras el confinamiento por Covid19. David F. Sabadell

El confinamiento para evitar la expansión de la pandemia del covid-19 ha situado al borde del precipicio a quienes trabajan en los sectores culturales y creativos. Pero el abismo se veía venir desde mucho antes de que la palabra “coronavirus” se convirtiese en moneda de curso legal en cualquier conversación. En febrero, una frase de 22 palabras realizaba un diagnóstico preciso sobre el estado de la cultura en España y en qué condiciones trabajan quienes se dedican a ella. Su autora fue Agnès Pe, que hace música, investiga en el campo sonoro, experimenta con electricidad, programa páginas web y da talleres; y la sentencia, clarísima: “Las políticas culturales en el Reino de España han permitido que la cultura esté en bragas y con el culo hecho trizas”.

Las excepcionales circunstancias ocurridas en los cuatro meses posteriores han ratificado las palabras de Pe. Así lo muestran los resultados de un estudio acerca del impacto del covid-19 sobre el sector cultural y creativo, elaborado por Econcult, la Unidad de Investigación en Economía de la Cultura de la Universitat de València, con el triple objetivo de medir el efecto de la pandemia en este sector productivo, analizar las estrategias de adaptación de las organizaciones ante la situación de confinamiento en un contexto de elevada incertidumbre y evaluar las ayudas públicas destinadas al sector cultural en España.

Según este trabajo, una encuesta realizada por vía telemática entre los días 16 de abril y 17 de mayo con un número total de respuestas válidas de 784 y un universo de población estimado en 760.000 empleados de los sectores culturales en España, durante el confinamiento se ha producido un “significativo y generalizado” desarrollo de contenidos sin remunerar para su exposición y consumo online.

Más de un tercio de los encuestados (35%) llevó a cabo en este periodo iniciativas culturales gratis, ascendiendo hasta el 64% quienes afirman haber recibido alguna propuesta en este sentido

Más de un tercio de los encuestados (35%) llevó a cabo en este periodo iniciativas culturales gratis, ascendiendo hasta el 64% quienes afirman haber recibido alguna propuesta en este sentido.

La cuantía de las pérdidas esperadas, debido a la cancelación de eventos y la progresiva adaptación a la llamada nueva normalidad, resulta también muy relevante: casi la mitad de los encuestados estima pérdidas superiores al 75% en sus ingresos durante el segundo semestre del año.

El estudio también señala que se ha agravado notablemente la situación de fragilidad estructural de las organizaciones culturales, dificultando la supervivencia de las mismas y la sostenibilidad del ecosistema cultural. Prácticamente la totalidad de los encuestados (92%) afirma que se verán afectados a largo plazo por la crisis del covid-19. De hecho, cuatro de cada diez prevén que a causa de este impacto se verán forzados a reducir sus plantillas y un 9% de las empresas culturales probablemente tendrá que cerrar.

“La crisis del covid-19 ha evidenciado que bajo el traje nuevo del emperador, ese discurso grandilocuente en torno a las industrias culturales, la clase creativa y el talento como motor de la economía del conocimiento y la innovación, el rey se encontraba desnudo”, opina Raúl Abeledo

Para Raúl Abeledo, director de Proyectos Europeos de Econcult, la conclusión más importante que se puede extraer de la consulta es cómo hace patente “la fragilidad del ecosistema cultural y la insostenibilidad de su actual modelo de gestión”. La rotundidad en los resultados es tal que Abeledo considera que quizá es lo que más llama la atención en este estudio.

Y, en su opinión, esta situación es previa a la pandemia, coincidiendo con lo que decía Agnès Pe: “La crisis del covid-19 ha evidenciado que bajo el traje nuevo del emperador, ese discurso grandilocuente en torno a las industrias culturales, la clase creativa y el talento como motor de la economía del conocimiento y la innovación, el rey se encontraba desnudo. El impacto de esta crisis muestra a las claras el predominio de una actividad artística y cultural marcada por la precariedad, la irregularidad y la temporalidad en las condiciones de trabajo, el impacto de la austeridad en los recortes presupuestarios del sector, las dificultades de acceso a la financiación o las contradicciones en la regulación de los derechos de propiedad intelectual”.

Culturas
Los desafíos de la desescalada cultural

Hace unas semanas el teatro alemán Berliner Ensemble subía a las redes sociales una demoledora imagen: de cara a la nueva temporada, han quitado decenas de butacas y las pocas que quedan pegadas al suelo están separadas por unos dos metros. Esa imagen condensaba mejor que mil palabras los desafíos a los que se enfrenta el sector cultural tras la pandemia: sin público pierde su razón de ser, y aunque internet (su otrora enemigo) y las actividades paralelas ofrecen un alivio, sin apoyo institucional y sin aforos completos, su viabilidad está entre las cuerdas.

Abeledo pronostica que estos conflictos preexistentes no van a desaparecer sino todo lo contrario, las consecuencias de la pandemia los van a incrementar: “La crisis del covid-19 va a incidir en su aceleración e intensificación, es la consecuencia lógica de un escenario de fondo marcado por las tendencias de digitalización, globalización y mercantilización neoliberal de la economía en general y de la actividad cultural en particular”.

La precariedad como tendencia dominante en el arte

La encuesta fotografía la realidad tremendamente diversa de los sectores culturales y creativos, con perfiles entre los que figuran los trabajadores autónomos, a tiempo parcial, discontinuos, empresas, asociaciones o fundaciones. Desde artistas que a duras penas consiguen llegar a fin de mes a directores de macrofestivales internacionales. Debido a este magma, Abeledo indica que es difícil plantear una perspectiva única del trabajo cultural, pero también que sí se puede hablar de tendencias dominantes en relación a la mayoría de quienes se dedican profesionalmente a ello. Por ejemplo, si se atiende al tamaño de las empresas, se aprecia una realidad que este investigador califica como “bipolar”: muchas muy pequeñas, pocas muy grandes y una “importante” ausencia de empresas de tamaño medio.

En su aproximación, Econcult ha tomado como referencia el marco de estadísticas culturales de la Unesco, que en el concepto “cultura” incluye patrimonio, artes escénicas, artes visuales, artesanía, literatura, audiovisuales y diseño, arquitectura y servicios creativos. Disciplinas también muy variadas.

Coronavirus
Tres de cada cuatro trabajadores del sector gráfico quedarán por debajo del salario mínimo tras la pandemia

La Plataforma SOS Sector Gráfico alerta del calamitoso estado de las condiciones laborales en el mundo del cómic, la fotografía o la ilustración. Ya era malo antes del covid-19, pero los trabajadores estiman que seis de cada diez podrían quedar por debajo del umbral de la pobreza y reclaman al Gobierno medidas específicas ajustadas a las realidades del sector.

La realidad de que, durante el confinamiento, uno de cada tres trabajadores culturales haya realizado trabajos sin cobrarlos, algo impensable en cualquier otro sector productivo, una característica particular de este, obedece a diferentes razones según Abeledo, entre las que nombra “las necesidades expresivas, el carácter vocacional de la actividad o la importancia de la práctica amateur. Uno de los rasgos característicos de la visión y misión de las organizaciones culturales es que atienden a lógicas más allá del ánimo de lucro como pueden ser el desarrollo de la identidad individual y colectiva, la libertad creativa y de expresión, la conservación de la memoria y del patrimonio artístico, la transformación social o el mismo voluntariado cultural”. Él también apunta que, en cualquier caso, resulta imprescindible que “la defensa de los derechos de las trabajadoras y trabajadores culturales se lidere y organice desde el propio sector”.

En el momento de realización de la encuesta, solo un 11% de las personas entrevistadas disponían de manera efectiva de ayudas públicas, ascendiendo hasta el 44% quienes no habían recibido ninguna

La mitad de los encuestados (48%) ha tenido que implantar el trabajo en remoto como respuesta al confinamiento, a excepción del sector de las artes escénicas donde el teletrabajo es muy difícil de llevar a cabo. Una forma de trabajo que, junto a la aceleración que en materia de digitalización supone esta crisis, “va a generar importantes transformaciones estructurales en los modos de producción y consumo cultural a medio y largo plazo”, según el informe de Econcult.

Laboral
Teletrabajo y confinamiento, ¿explotación a domicilio?

El teletrabajo ha venido para quedarse, pero no ha dejado atrás e incluso ha acrecentado la brecha de género, la explotación o la desigualdad. El futuro postcovid tiene que adoptar esta modalidad de empleo, pero queda mucho por corregir y cambiar.


En el momento de realización de la encuesta, solo un 11% de las personas entrevistadas disponían de manera efectiva de ayudas públicas, ascendiendo hasta el 44% quienes no habían recibido ninguna. La valoración de la utilidad de las ayudas apenas alcanza el aprobado entre quienes las reciben, señalando los resultados la clara insuficiencia de las mismas para hacer frente a la situación.

El futuro ya está aquí

El estudio de Econcult también dibuja dos escenarios de cara al futuro. El primero es el desfavorable, caracterizado por la pérdida de autonomía del sector cultural debido a su precariedad e irregularidad laboral, a su atomismo empresarial, a las dificultades de acceso a la financiación, y también por una creciente instrumentalización por parte tanto del mercado (estructuras oligopolistas globales, digitalización de procesos y contenidos) como del Estado (dependencia de la financiación pública, discrecionalidad política, tendencias populistas, recorte de derechos culturales, creciente censura…). Un escenario que sintetizan como el de una “aproximación a la cultura como un lujo reservado para unas determinadas élites para su producción y disfrute”.

Culturas
La clase obrera de la cultura en la era Amazon

En el acto de entrega de la cartera, el ministro de Cultura saliente, José Guirao, le dijo a su sucesor en el cargo, José Manuel Rodríguez Uribes, que “los ministros, los concejales y los consejeros no hacemos la cultura, la hacen los creadores y los ciudadanos”. El problema es en qué condiciones se realiza en un mundo dominado por corporaciones gigantes que imponen sus normas, como Amazon y Google.

El segundo propone la alternativa de la cultura como un derecho básico de la ciudadanía y se caracteriza, según Econcult, por “la posibilidad de desplegar las potencialidades de la relación de centralidad  de la cultura para un desarrollo humano y ambientalmente sostenible, en consonancia con los principios y directrices de la Agenda 21 de la Cultura”. En este planteamiento, la puesta en valor social de la cultura, la dignificación del trabajo cultural, las acciones de gobernanza estratégica —coordinación entre niveles de la Administración territorial, coordinación transversal entre sectores productivos—, la mejora de la vertebración del sector cultural o la aplicación de principios y estrategias de economía social cobran un papel protagonista en el desarrollo de la vitalidad del ecosistema cultural, de acuerdo a las conclusiones del estudio. 

“Si queremos apostar por la cultura como derecho y no como privilegio —resume Abeledo—, resulta imprescindible visibilizar y evidenciar el valor social de la actividad cultural. La movilización del sector no llegará muy lejos sin una sociedad que respalde sus demandas. Esto nos lleva a cuestiones tan importantes como son la puesta en valor de la inversión en cultura y su retorno social o el riesgo de precarización laboral que puede conllevar el acceso gratuito si se confunde con coste cero”.

Culturas
¿Quién genera la cultura gratuita?

La gratuidad de los productos culturales repercute directamente en una exclusión de clase para la creación de esos productos culturales y en el monopolio de las grandes cadenas de producción, cuyos intereses tienen mucho más que ver con el capitalismo que con la cultura.

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