Política
La sonrisa del tigre

Nos retrotraemos a la Inglaterra de 1936, cuando George Orwell se pateó las cuencas mineras de Wigam, Barnsley y Sheffield.
Mineros ingleses
Mineros ingleses. Año 1925. Foto: mHirz/Getty.


18 jul 2023 07:00

Ahora que proliferan los análisis —algunos sesudos, impenetrables— sobre el llamado “auge del fascismo” y triunfo de la ultraderecha (perdonen la redundancia), cabe retrotraerse a la Inglaterra de 1936, entre el 31 de enero y el 31 de marzo, cuando George Orwell se pateó las cuencas mineras de Wigam, Barnsley y Sheffield, al norte de Manchester, convivió con los trabajadores de la zona, en sus mismas casas y pensiones de mala muerte, bajó a lo más profundo de las minas de carbón, donde su larguirucha figura le obligó a pasar horas tumbado, en las estrechas galerías de techo bajo, y disfrutó de largas conversaciones con quienes apenas ganaban un sueldo que les permitiera vivir, en caso de que contaran con un empleo, o con los muchos desempleados que malvivían del subsidio social, en viviendas inhabitables bajo el régimen de alquiler, donde siempre faltaba el agua y donde “una mujer no es más que una pobre esclava en mitad de una confusión infinita de tareas”.

Memoria histórica
George Orwell: hacer frente, después la revolución
“La única actitud posible para un hombre honesto”, decía George Orwell, es obrar “por el advenimiento del socialismo”. Esto es de sentido común. ¿Pero de forma más concreta?

De aquel trabajo de investigación, propio de un periodismo auténtico que hoy es sombra de lo que fue, resultó The Road to Wigan Pier, El camino a Wigam Pier, reeditado por fin en español hace menos de un año por la Editorial Akal, con traducción y notas de María José Martín Pinto e introducción de Lola Artacho Martín, después de aquella lejana edición de Destino de 1975. Orwell recibió la primera impresión de este libro, del que el Left Book Club sacó una tirada inicial de más de 40.000 copias, estando ya en España, en marzo de 1937. El libro llegó a Barcelona mientras él estaba en el frente de Huesca.

Orwell recibió la primera impresión de este libro, del que el Left Book Club sacó una tirada inicial de más de 40.000 copias, estando ya en España, en marzo de 1937. El libro llegó a Barcelona mientras él estaba en el frente de Huesca

El relato de Orwell, en la misma sintonía que Sin Blanca por París y Londres, donde había narrado sus andanzas como friegaplatos y vagabundo por las capitales europeas, se divide en dos partes, una primera donde relata las míseras condiciones de vida y penosas condiciones laborales de la zona, de un modo vívido, y otra segunda donde hace un análisis sobre la división de clases en Inglaterra, a la que en ocasiones califica como un sistema de castas, caracterizada por una clase media-alta, con aires casi nobiliarios, integrada en ocasiones por intelectuales que pertenecen al Labour Party o que se definen como socialistas, de formación etoniana, entre quienes Orwell se incluye por filiación familiar, pero que desprecia a la otra clase media-baja, caída en desgracia y en el desempleo a consecuencia de las crisis tras la Gran Guerra, mezclada con un proletariado industrial que aún desconoce su potencial como clase, más preocupado por la supervivencia a costa de trabajos precarios y subsidios que en lograr la unión que hace la fuerza. 

Memoria histórica
En defensa de la memoria Manifiesto contra el acuerdo PP-Vox de derogar la ley de Memoria Histórica en Extremadura
Asociaciones memorialistas y voces de reconocido prestigio de la investigación histórica suscriben un documento que cuenta ya con más de trescientas adhesiones.

Esas clases bajas, obreras, proletarias, en las que empieza a hacer sombra la figura del fascismo, no odian el socialismo, sino a los socialistas. Para la clase intelectual, laborista, que no es capaz de comprender por qué los obreros y sus familias se conforman con el subsidio o unos trabajos en los que son explotados, simplemente apestan.

Esas clases bajas, obreras, proletarias, en las que empieza a hacer sombra la figura del fascismo, no odian el socialismo, sino a los socialistas

Los mineros de Wigam a veces no se lavan después de bajar a la mina y en ocasiones se gastan el salario o el subsidio en pintas de cerveza, sin que el mismo les dé para comprar carne o para pagar las viviendas que tienen en alquiler, pero sin renunciar tampoco a los lujos de una sociedad consumista, que en aquel momento eran los cines y la fabricación en serie de ropa barata y elegante desde la guerra: “El joven que abandona el colegio a los catorce años y que consigue un empleo sin futuro, se queda sin trabajo a los veinte, posiblemente para el resto de su vida, pero por dos libras con diez chelines puede comprarse a plazos un traje que, durante un tiempo y visto desde cierta distancia, parece salido de las sastrerías de Savile Row. La chica puede parecer un figurín de moda por menos dinero. Puede que tengas tres monedas de medio penique en el bolsillo y ninguna perspectiva de futuro y que solo te espere un rincón en un dormitorio de paredes lleno de goteras, pero vestido con tu ropa nueva, te puedes poner en una esquina y soñar despierto viéndote como Clark Gable o Greta Garbo”. Fin de la cita.

Opinión
Socialismo, en proceso
La lógica de la lucha sectorial, los colectivos territorializados, las experiencias de sindicalismo social e incluso los centros sociales, han estado más o menos vinculados a modelos de intervención política poco o nada pensados desde una perspectiva estratégica. Tampoco han sido corrientes en estos años los análisis de coyuntura capaces de orientar las luchas.

Este comportamiento no solo es incomprensible para la clase burguesa que lleva las riendas del socialismo inglés, sino que es contrario al ideal marxista ortodoxo, convencido de que “el socialismo iba a llegar por sí mismo gracias a algún misterioso proceso denominado “necesidad histórica”. Sin embargo, dice Orwell, el socialismo no se va a implantar por sí mismo.

Este comportamiento no solo es incomprensible para la clase burguesa que lleva las riendas del socialismo inglés, sino que es contrario al ideal marxista ortodoxo, convencido de que “el socialismo iba a llegar por sí mismo gracias a algún misterioso proceso denominado “necesidad histórica”

Mientras escribía El camino a Wigam Pier el fascismo avanzaba a pasos agigantados, no solo en el continente europeo, sino también en el Reino Unido. A pesar de que consideraba que cada estómago vacío debería ser un triunfo para el socialismo, lo cierto es que éste estaba en franca regresión. De nada sirve desechar el actual desagrado hacia el socialismo, dice, interpretándolo como el producto de la estupidez o achacándolo a motivos corruptos. Si se quiere acabar con ese desagrado, hay que comprenderlo, lo que significa que hay que meterse en la mente del objetor al socialismo o, al menos, valorar su punto de vista para intentar comprenderlo (Akal, 209).  

Para esto fue a Wigam Pier y convivió con sus gentes, igual que antes había estado mendigando por las calles de París y Londres y después estaría en el frente de Huesca o escondido por las calles de Barcelona, a causa de las purgas comunistas. Orwell rehuía los discursos fáciles, triunfalistas y soberbios de los socialistas que interpretaban la realidad desde la misteriosa tríada de la tesis, la antítesis y la síntesis (Akal, 214). Supo estar con los parias, sin perder la convicción de que a causa de su educación siempre estaría ahí “la picazón de la diferencia de clase, como el guisante que hay bajo el colchón de la princesa”.

Supo estar con los parias, sin perder la convicción de que a causa de su educación siempre estaría ahí “la picazón de la diferencia de clase, como el guisante que hay bajo el colchón de la princesa”

Merece la pena releer sus páginas —estas o cualesquiera otras— para comprender, de un modo sencillo, cercano, lo que está pasando y por qué el fascismo avanza a pesar de los esfuerzos del socialismo (entendido no como partidos, sino como conjunto de ideas) por lograr una vida mejor para la gente. Como dice en la segunda parte, “quizás esto de acabar con las clases no resulte tan fácil como hubiera podido parecer. Muy al contrario, se trata de un viaje salvaje en medio de la oscuridad y puede que al final el que sonría sea el tigre”.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Extrema derecha
Rodrigo Nunes “Las redes sociales son máquinas de subjetivación especialmente útiles a la extrema derecha”
El profesor brasileño analiza en su último libro los rasgos de la extrema derecha emergente en diversos contextos, especialmente a partir de los liderazgos de Bolsonaro, Trump y Milei.
Estados Unidos
Hari Kunzru “En EE UU hay dos tipos de nazis: los que llevan botas y los que llevan corbata”
El escritor británico reflexiona sobre la victoria de Donald Trump y cómo los conservadores han movilizado teorías como la psicología evolutiva para renovar sus posiciones y plantear una batalla cultural en foros online o redes sociales.
Racismo
Racismo Artistas renombran una parada de Metro en homenaje a Lucrecia Pérez
Se cumplen 32 años de primer asesinato racista reconocido oficialmente en el Estado español, el de Lucrecia Pérez. La acción de un colectivo de arte urbano renombra una estación de Metro en su memoria.
Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Ley de Seguridad Ciudadana
Congreso de los diputados Reforma de la Ley Mordaza: ¿esta vez sí se puede?
Una de las mayores deudas de toda la izquierda del Estado español parece que está a punto de saldarse.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Derecho a la vivienda
Vivienda El Sindicato de Vivienda de Euskal Herria propone la “expropiación de pisos turísticos”
Ponen en el punto de mira los intereses del sector inmobiliario y tachan de “falsas” a todas las medidas propuestas por los partidos políticos como la Ley de Vivienda.
Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”

Últimas

Relato
Relato Descubrirse las manos
Descubres tus manos: el palmar y el dorso, la posibilidad futura de la pinza atrapacosas, dos miembros que te vinculan al chimpancé y al lémur. Aprendes su mecanismo.
Música
Música Un coro para homenajear las luchas obreras: “La canción protesta del pasado es historia viva”
El coro de canción protesta de Madrid nació para rescatar del pasado las tonadas de la lucha obrera y ponerlas al servicio de distintos activismos en el presente.
Opinión
Opinión Sobrevivir pagando en el Álvaro Cunqueiro
Una de las victorias ideológicas del PP de Feijóo en Galicia ha sido hacernos creer que pagar por servicios esenciales en los hospitales durante el cuidado de nuestros enfermos es lo natural, que no hay otra manera de abordarlo, pero es mentira.
Siria
Oriente Próximo Israel impone hechos consumados sobre Siria para condicionar la transición según sus intereses
“Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hasta Damasco”, dijo este octubre el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, uno de los exponentes ultras del Ejecutivo.

Recomendadas

Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.
Ocupación israelí
Palestina Vivir en alerta: la resistencia palestina frente la ocupación israelí
La cruda realidad de las feministas palestinas que, ante la represión y las detenciones arbitrarias, continúan su lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Madrid
Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.