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Periodismo
Despedido por hacer periodismo
Históricamente, se ha atribuido a George Orwell el aforismo “una noticia es aquello que alguien no quiere que se publique, todo lo demás son relaciones públicas”. En la actualidad hay un debate sobre el origen de la cita, pero nadie discute la veracidad de la afirmación. Cada vez cuesta más encontrar en los medios noticias que alguien no quiere que se publiquen.
Que el PNV lleve más de cuatro décadas manejando el cotarro en la Comunidad Autónoma Vasca —incluido el paréntesis ilegítimo de Patxi López entre 2009 y 2012— y que PSN y UPN/PP hayan hecho lo propio en Nafarroa —con la excepción de la legislatura pasada— se explica, en buena medida, por la impotencia y/o desinterés de los medios de comunicación para fiscalizar a la clase política. En Iparralde, que carece de marco político propio, tres cuartos de lo mismo.
Los equipos de investigación de Egin, Ardi Beltza y Kalegorria, todas ellas iniciativas en la órbita de la izquierda abertzale, se encuentran entre los últimos proyectos serios. La Audiencia Nacional, órgano de excepción heredero del franquista Tribunal de Orden Público, los fue cerrando, sucesivamente, entre julio de 1998 y febrero de 2003. Han pasado ya dos décadas, durante las cuales el despegue del desarrollismo neoliberal ha sido imparable por estas tierras. Superpuertos, macrogranjas, transgénicos, alta velocidad, parques eólicos, autovías, autopistas, variantes, pantanos, canales, urbanizaciones de lujo, plataformas logísticas, grandes superficies comerciales... nada detiene al extractivismo depredador del capital ni a los ratones de los parlamentos autonómicos.
Se atribuye a Orwell el aforismo “una noticia es aquello que alguien no quiere que se publique, todo lo demás son relaciones públicas”. Aunque hay debate sobre el origen de la cita, nadie discute su veracidad
Durante la segunda quincena de julio, Hordago ha publicado varios artículos en su página web sobre las adjudicaciones de contratos públicos por parte de distintas administraciones vascas gestionadas por PNV y PSE. El periodista Luis Miguel Barcenilla ha sido uno de los autores de estas informaciones. A su vez, desde principios de junio y gracias a una beca de prácticas avalada por la Universidad del País Vasco, Luis Miguel trabajaba en el diario Deia 35 horas a la semana por 400 euros. El 23 de junio fue despedido fulminantemente tras escribir en Hordago, junto con Ekaitz Cancela, la pieza “La empresa de un directivo del Athletic ha recibido 65 millones de euros en cientos de contratos”.
A la asamblea de Hordago no le cabe ninguna duda de que ha sido un despido por motivos políticos e ideológicos. Al comité de empresa de Deia tampoco. Una represalia laboral que ni va a cambiar nuestras apuestas comunicativas ni nos avergüenza. Al contrario, el castigo sufrido por nuestro compañero da sentido a nuestros esfuerzos y trabajo. Mucho mejor en compañía de gente como Luis Miguel, que de lacayos como Alberto Otamendi Duque, responsable de personal de Iparragirre SA, editora de Deia, que le comunicó el despido por teléfono y correo electrónico.
Ladran, luego cabalgamos.