Francisco Letamendia Ortzi: “Los pensadores anti-coloniales nos enseñaron qué era una revolución”

Entrevistamos a Francisco Letamendía Ortzi (San Sebastián, 1944), quien ha sido abogado laboralista, profesor universitario y uno de los más importantes intelectuales de la izquierda vasca.
Francisco Letamendia y Javier García Fernández
En la fotografía aparecen Javier García Fernández y Francisco Letamendia Ortiz durante la entrevista en noviembre de 2024
Javier García Fernández es historiador, sociólogo y profesor de la Universidad Europea de Madrid
27 ago 2025 22:53

Francisco Letamendía Ortzi (San Sebastián, 1944) ha sido abogado laboralista, profesor universitario, e intelectual de la izquierda vasca. Nacido en el seno de una familia industrial acomodada, estudió Derecho en la Universidad de Barcelona, donde comenzó su politización en el contexto del activismo estudiantil antifranquista. Durante la dictadura, se destacó como abogado defensor en el Proceso de Burgos. Su implicación política lo llevó al exilio en París, donde fue profesor en la Universidad París VIII. A su regreso en 1975, se integró en Euskadiko Ezkerra (EE), coalición en la que fue elegido diputado por Guipúzcoa en las primeras elecciones democráticas de 1977, lo que le permitió reclamar la amnistía total y el derecho de autodeterminación, además de votar contra la Constitución de 1978. Posteriormente se integró en Herri Batasuna (HB), con cuya candidatura fue elegido diputado en 1979 y en 1980, sin participar en la cámara autonómica debido a la política de boicot institucional de la coalición Herri Batasuna. Ha sido docente universitario en la UPV y autor de algunas de las obras más importantes sobre la teoría política de la izquierda vasca, la historia de ETA y los movimientos sociales en Euskadi. 


Muchas gracias por participar en este proyecto Memorias del Anti-imperialismo: La oposición democrática, el exilio militante y la cuestión anti-colonial en el tardo franquismo (1962-1975), que indaga en las genealogías del debate anti-colonial en el Estado español. Para empezar, quería preguntarte por tu trayectoria. ¿Podrías contarnos cómo fueron tus primeros años? ¿Cómo nació tu conciencia de izquierda y cómo llegaste a la izquierda abertzale?

Yo nací en 1944. Mi familia pertenecía a la alta burguesía; mi padre era gerente de una fábrica en San Sebastián. Era muy de derechas, vivió la guerra con Franco y fue franquista toda su vida. Aun así, era una buena persona, y siempre me enseñó a cuidar de los trabajadores y a ayudar a la gente en la fábrica. Sin embargo, mis dos abuelos eran franquistas redomados. El padre de mi madre era carlista de Estella, en Navarra, y había tenido plantaciones de azúcar en Filipinas. Se quejaba de que Franco era socialista, porque decía que cobraba impuestos. Empecé la universidad en Madrid, en 1962. Después de varios años allí, me trasladé a Barcelona en 1964, a la Universidad de Barcelona. Fue allí donde comencé a politizarme de verdad. El ambiente era completamente distinto: la universidad era un espacio de luchas políticas, con la capuchinada y un movimiento estudiantil muy fuerte. Fueron los años gloriosos del movimiento estudiantil en Barcelona. Allí conocí y entablé una gran amistad con Pedro Ibarra, conocido como Perico Ibarra, con quien más tarde comencé a trabajar.

¿Cuándo comienzas tu labor como abogado laboralista?

Una vez terminé mis estudios, volví a Donostia y decidí trabajar en una fábrica porque quería tener experiencia obrera. Entré en una fábrica de caucho en la margen izquierda, donde trabajé con muchas mujeres obreras que me enseñaron muchísimo. Fue una época en la que empecé a participar en huelgas y en la organización de los primeros sindicatos y movimientos obreros en los años sesenta. Unos años más tarde, mientras trabajaba en las fábricas de la margen izquierda. Como ya tenía la carrera de Derecho, le propuse a Perico Ibarra que comenzáramos a trabajar como abogados para apoyar a los obreros organizados. Les ofrecíamos asesoría laboral, los defendíamos frente a la represión, les informábamos de sus derechos y los sacábamos de los cuarteles cuando los detenían. Perico era una persona muy influyente, su familia tenía mucho poder, y muchos empresarios nos respetaban porque no querían problemas con él ni con su familia. Además, los obreros nos veían como gente seria, lo que facilitaba mucho nuestro trabajo.

Mi tía Pilar Belzunce estaba casada con Eduardo Chillida, que fue muy importante para nosotros en aquellos años. Eduardo era muy cercano y solidario. Él diseñó el anagrama de Gestoras Pro Amnistía, y tenerlo de nuestro lado era muy positivo. Además, mi tía y él tenían varios pisos en la margen izquierda que nos prestaron como oficina y vivienda mientras trabajábamos allí como abogados.


¿Y cómo fue tu acercamiento a la izquierda abertzale, al nacionalismo vasco y ETA?

Mi acercamiento al nacionalismo vasco se dio en esos años, dentro del movimiento obrero. Más tarde trabajé en un despacho laboralista donde coincidí con Jose Antonio Etxebarrieta, hermano de Txabi Etxebarrieta. Ambos habían sido fundadores de ETA, y nos hicimos muy amigos. Txabi se encargaba del órgano itnerno de ETA Zutik y traducía del francés artículos de autores como Fanon, Lumba y otros teóricos anticoloniales . Mi acercamiento a ETA fue sobre todo a raíz del Proceso de Burgos. Jose Antonio Etxebarrieta fue uno de los abogados de los militantes de ETA, y yo colaboré con el equipo de defensa. El Proceso de Burgos fue clave, pues colocó a ETA en la vanguardia de la lucha contra la dictadura. Entendimos que el fin del franquismo no vendría solo por el movimiento obrero, sino que requería una gran rebelión popular organizada, y en Euskadi esa rebelión tendría un claro componente de liberación nacional.

Después de trabajar como abogado laboralista, mi situación se volvió muy peligrosa. Estábamos muy perseguidos, y además militábamos con Periko Solabarria, convirtiéndonos en los abogados de todas las luchas obreras que él organizaba. A través de Jose Antonio Etxebarrieta, Txabi y Periko me fui acercando a las luchas nacionalistas y a ETA, aunque nunca fui miembro, pero en las luchas lo que había era lo que había militantes de ETA, sindicalistas y gente que se lo jugaba todo. La policía me tenía muy fichado y quería quitarme de en medio. Entonces pedí ayuda a mi tía Pilar que estaba casada con Eduardo Chillida, era un artistica ya en esa altura muy respetado, me ayudó a cruzar la frontera con él en uno de sus viajes, y me dejó en París, donde tuve que instalarme.

 ¿Cómo fue tu primer exilio en París? ¿Cómo lo viviste?

Llegué a París en 1971. La revuelta del 68 aún se recordaba mucho. Viví con vascos exiliados, la mayoría vinculados a ETA. Curiosamente, salvo los que eran mis amigos, los militantes de ETA no me tenían simpatía. Yo no hablaba bien euskera, además tenía ni una perra, y ellos recibían apoyo de la organización. Como no era miembro, a veces me miraban mal, como si fuera a aprovecharme del dinero que ETA enviaba a sus militantes. En París había cientos de vascos y españoles que huían de la dictadura, refugiados, exiliados, emigrantes. A través de un vasco criado en París, cuyo padre era profesor, me propusieron dar clase en París VIII, la Universidad de Saint-Denis, ubicada en un barrio obrero con muchos trabajadores españoles, pero también argelino, tunecinos, etc. 

Comencé a dar clase allí porque todos los profesores eran de izquierdas. En ese ambiente, alguien como yo, que venía de las luchas obreras y del Proceso de Burgos, caía muy bien. Me propusieron impartir una asignatura llamada Historia de Euskadi. En esos años leí mucha historia de Euskal Herria en francés, español y euskera, lo que me permitió escribir en 1975 el libro Historia de Euskadi: El nacionalismo vasco y ETA, el primer libro de historia sobre ETA, publicado en París por Ruedo Ibérico.



En aquellos años, ¿cuáles eran las referencias teóricas e ideológicas de ETA? 

En ETA se leía mucho, había una formación política y teórica bastante sólida. Conocían bien la historia de Euskadi, y también manejaban teoría marxista y anticolonial. En aquella época, Sartre había puesto en el centro a Fanon, y los militantes vascos lo consideraban el principal referente del marxismo anticolonial. Además, los exiliados vascos en París tenían mucha relación con Alfonso Sastre y Eva Forest.

Jean-Paul Sartre,además, escribió el prólogo de El Proceso de Burgos, obra de Gisèle Halimi (1) publicada en 1972. A través de Sartre y Halimi, los militantes vascos se vincularon estrechamente con la experiencia del FLN argelino y con el pensamiento de Franz Fanon. Su obra Los condenados de la tierra tuvo una gran influencia, primero porque legitimaba el uso de la violencia, y segundo porque hablaba extensamente de la cultura. En el caso vasco, al tratarse de una opresión lingüística y cultural, esa dimensión cultural del pensamiento de Fanon tuvo mucho recorrido. Además, varios miembros de ETA viajaban a Argelia, como Julen Madariaga o Txomin Iturbe.

La influencia de los procesos de descolonización africanos fue muy fuerte desde los comienzos de ETA. Ya en el órgano Zutik, en 1962, se afirmaba que el camino más conveniente para el pueblo vasco era el marcado por los pueblos africanos: la plena independencia. En ese mismo número, se declaraba que la guerra revolucionaria era la vía más adecuada para alcanzar la independencia. La I Asamblea de ETA fue en 1962, y ya entonces la influencia de las luchas del Tercer Mundo era total. En realidad los pensadores e intelectuales del tercer mundo nos enseñaron qué era una revolución, qué era la liberación. Pues en los años sesenta y setenta no había revoluciones en Europa occidental. Al contrario, los países occidentales eran los que reprimían las revoluciones del tercer mundo y los que subyugaban a otros pueblos y también al pueblo vasco.

Por otro lado, ETA nace en un contexto de desencanto con las potencias occidentales. Se habían perdido todas las esperanzas en que Estados Unidos, Inglaterra o Francia intervinieran para acabar con la dictadura de Franco. De esa crítica al PNV y a sus ilusiones diplomáticas nace ETA, con un claro carácter antiimperialista.

¿Quiénes son las personas que están teorizando en ese momento la cuestión anticolonial dentro de ETA?

La primera persona que incorpora estos debates es Federico Krutwig, con su libro Vasconia. Es una obra que aborda el conflicto vasco desde una perspectiva de liberación nacional y guerra de guerrillas. Tuvo mucha influencia, aunque Krutwig era un intelectual, un gran lector y escritor, pero nunca participó propiamente en la lucha política ni en ETA ni en ninguna otra organización.

Más tarde, José Antonio Etxebarrieta, encargado de redactar Zutik, comienza a sintetizar la causa vasca como una guerra de liberación nacional mediante el uso de la violencia revolucionaria y la guerra de guerrillas, era una influencia claramente de Fanon y de la revolución argelina. Posteriormente, tanto los postulados de Krutwig como las tesis de Zutik serían sintetizados por Julen Madariaga en el documento La Insurrección de Euskadi, presentado y aprobado en la III Asamblea de ETA en 1963. En la IV Asamblea, José Luis Zalbide presenta el documento Bases teóricas de la guerra revolucionaria, en 1965.

El análisis mayoritario en ETA evoluciona desde considerar que Euskadi era una colonia dominada por los Estados español y francés, a entender que Euskal Herria era una nación ocupada militarmente, cuya oligarquía colaboraba con los Estados ocupantes. Por tanto, la guerra de liberación debía dirigirse contra los intereses de esa oligarquía colaboradora y contra los objetivos militares de los Estados ocupantes. Esta tesis se recoge en la II Asamblea, cuando ETA se define como Movimiento Vasco de Liberación Nacional, y en la III Asamblea se establece la estrategia insurreccionalista. 

Para los militantes de ETA, el autor más importante de la época era, sin duda, Franz Fanon. Era el más leído en Francia y destacaba por dos cuestiones fundamentales: desarrollaba el tema de la violencia como proceso liberador y reivindicaba la cultura de los colonizados. Esto ofrecía a los militantes de ETA una coartada teórica para fusionar el argumento cultural y lingüístico como base del programa de reivindicación nacional, al tiempo que legitimaba el uso de la violencia revolucionaria como estrategia para construir una nueva sociedad vasca.

Sobre este blog
Espacio de enunciación colectiva, encrucijada de ideas y reflexiones en torno a la descolonización de Andalucía, de sus prácticas y de su teoría social crítica. Cooridinado por Javier García Fernández @JavierGarcaFde1
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