Los años bárbaros: el punk en Extremadura

Una ruta necesaria por la escena punk extremeña de los 80 y primeros 90. Merecida memoria de aquellos años bárbaros en una periferia que supo ser, también, rabiosa. 

Apaloseko2
Concierto proinsumisión de Apaloseko. El Parking, Cáceres.
13 nov 2020 08:58

El 8 de marzo de 1989 fue bastante movido. Las trabajadoras de la fábrica Induyco de Cáceres, donde se fabricaban prendas textiles para El Corte Inglés, habían iniciado una huelga reclamando subida de salarios y horarios dignos. Eran otros tiempos y la deslocalización todavía no había llegado. Amancio Ortega aún no explotaba masas obreras en el litoral asiático para vestir a la clase media española con el fin de convertirse en una de las primeras fortunas del mundo. Felicidades, tío: lo conseguiste. Al PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra ya se le transparentaba lo neoliberal tras la careta del socialismo, como buenos hijos de Tatcher. Habían aprendido que, a más paro, mayor convicción social de la necesidad de la empresa privada. Todos al paro. Apenas unos meses antes, a finales de 1988, su reforma laboral había recibido una respuesta contundente en la calle con la huelga del 14D, contra el abaratamiento del despido y los contratos basura. En toda Extremadura hubo duros piquetes y la huelga fue un éxito, aunque costó lo suyo. En Cáceres un policía nacional sacó su pistola y encañonó a varios huelguistas. Otros sacaron la porra y disolvieron los piquetes a porrazo limpio.

Los talleres de Induyco estaban por la Mejostilla, en las afueras de Cáceres. A la huelga de las trabajadoras del textil se sumaban las de la limpieza del Hospital San Pedro de Alcántara. Ambas huelgas eran apoyadas de forma unitaria por CC.OO, UGT, CNT y la Coordinadora Feminista. A las 5:30 de la madrugada de aquel 8 de marzo de 1989 un piquete de trabajadoras, sindicalistas, feministas y estudiantes universitarios ejercían la acción sindical a las puertas de la fábrica, tratando de disuadir a quienes acudían al tajo. Varias lecheras con antidisturbios vomitaron su carga negra y los maderos se emplearon a fondo, con apoyo de la policía local y de la Guardia Civil. Cargas a porrazo limpio, disparos de pelotas de goma, atropellos y persecuciones campo a través acabaron con varios heridos. De la parte obrera, claro.

Leandro nos recuerda el cariz político del punk en Extremadura, muy ligado a los grupos musicales. Siempre tocaban por la cara, de gratis en los conciertos donde se protestaba o reivindicaba lo que fuera

La cosa no acabó ahí. La gente, caldeada, se fue a protestar al Gobierno Civil, en la Avenida Virgen de la Montaña, y después al CRAM, la Casa de la Mujer de Cáceres, donde, entre discursos y fanfarrias, se disponía a celebrar el significativo día la última responsable de la dura represión ejercida horas antes a las puertas de Induyco: Alicia Izaguirre Albitztur, gobernadora civil de la provincia (antes lo había sido de Álava y después sería Delegada de Gobierno en Extremadura, hasta que el PSOE fue destronado, en 1996).

Fiel servidora del Gobierno regional ibarrista y del estatal felipista, no le tembló la mano cada vez que tuvo que sacar a la madera armada a la calle a despejar plazas y piquetes. Apenas tres meses antes de lo de Induyco, justificó lo del arma reglamentaria que sacó un policía ante los huelguistas del 14 D explicando que “el policía nacional nunca sacó el arma para amedrentar a los trabajadores, sino que le dieron una patada y se la tiraron al suelo, y lo único que está en duda es lo segundo, que tardó en volver a guardarla”. Literal recogido de las declaraciones a la prensa de aquellos días.El 8 de marzo de 1989 un centenar de trabajadoras y gente solidaria fueron a las puertas del CRAM de Cáceres a pedirle explicación de los palos recibidos por la mañana. La respuesta no se hizo esperar: más cargas, más palos y más pelotas de goma.


De aquella dura jornada represiva salieron una bandera y una canción. Algunas de las trabajadoras de Induyco bordaron en sus talleres para la CNT de Cáceres una gran bandera ácrata negra con una A blanca en un círculo que durante mucho tiempo acompañó (y sigue acompañando) manifas y acciones de este sindicato en Extremadura. La canción partió de unos versos publicados por Silverio Olmedo Alonso ‒hoy maestro de primaria y entonces estudiante‒, en el número 4 de la revista Aikrana (Anarkía leído al revés), la publicación de la CNT de Cáceres. Por último,un grupo cacereño completó la letra y le puso música: los Apaloseko.

Decir Apaloseko es decir punk en Extremadura. Algunas crónicas sitúan el inicio de ese punk extremeño cinco años antes, en la primavera de 1984, en una actuación de la Fura dels Baus en el Frontón de la Ciudad Deportiva de Cáceres que hubo de suspenderse porque antes de comenzar los artistas de la Fura a romper sus lavadoras, televisores y coches, apareció un grupo de punkis y lo destrozaron ellos, armando una buena bronca. Algunos dicen que los punkis eran de la zona del Carneril, uno de los barrios obreros de la capital mangurrina. Por allí anduvieron, de testigos, Leandro y Manu, El Enano, que más tarde tocarían en los APSK, las siglas con las que firmaba el grupo.

Sus letras eran más que contestarias: denunciaban el continuismo del franquismo que nos pretendieron vender con el invento de la transición

Leandro nos recuerda el cariz político del punk en Extremadura, muy ligado a los grupos musicales. Siempre tocaban por la cara, de gratis en los conciertos donde se protestaba o reivindicaba lo que fuera: la insumisión y el antimilitarismo, el movimiento antinuclear y la ecología, la lucha contra el paro y la dignidad laboral. Sus letras, las de todos los grupos que van a desfilar por aquí, eran combativas y suponían un revulsivo para mucha gente que observaba al pijerío moderno de la Movida como un mundo de yuppies cuya transgresión no iba más allá del uso de ropa diferente, con canciones ñoñas que no denunciaban nada y en el que el postfranquismo se sentía como pez en el agua. Como dejó escrito Víctor Lenore en Espectros de la Movida, Por qué odiar los ochenta, “la movida, sin duda, rompió con algunas imposiciones autoritarias del franquismo en cuestión de estilo de vida, pero no era un movimiento antagonista, sino un tráiler del neoliberalismo”. Menos mal que La Polla Records y sus acólitos nos libraron de todo aquello.


Leandro tambien señala que había tres ejes en lo del punk en Extremadura: el eje Cáceres-Valencia de Alcántara-Salorino, el eje del norte Plasencia-Piornal- Jaraíz, y el eje del centro sur con Mérida-Almendralejo-Zafra. En este último meteríamos, además, Montijo, donde ya en el año 1986 apareció Manolo García y los Atracadores de Pastelerías, que hacían versiones de Siniestro Total y Eskorbuto. Lo singular de este grupo es que durante las ferias del pueblo de ese año hicieron una rifa de un televisor para poder recaudar dinero con el que poder comprar los instrumentos y dar así su primer concierto, del que también regalaban 10 entradas. Más tarde, ya en 1989, este grupo se convertiría en BORRACHERA+IVA, con Manolo García como vocalista, Rafa Cedrún, Rai Fernández y Chiqui García.

Había tres ejes en lo del punk en Extremadura: el eje Cáceres-Valencia de Alcántara-Salorino, el eje del norte Plasencia-Piornal- Jaraíz, y el eje del centro sur con Mérida-Almendralejo-Zafra

Ese año también, en 1989, los Apaloseko graban Animales de Bellota, rock Bolinga, en Musical Barragán de Cáceres y con ayuda de Víctor Guillén, de Walkiria. Una maqueta (entonces escribíamos maketa) que después se distribuirá en cinta de cassette y que incluye una versión punkarra de A las barricadas. APSK lo integran Marrajo (Santos, vocalista), Manu, El Enano (guitarra), Leandro (bajo) y Miguel (batería). En poco tiempo la cinta rula por toda Extremadura.

Aunque ya venían ensayando desde 1985, realizaron su debut en 1988 en un bar emblemático de Cáceres: el Bar Río Verde, en la calle del mismo nombre, unos de los vértices del triángulo de bares punkis que aparecerían por la zona, cuando aún no había garitos por la Plaza de la Concepción, entre los que destacaban el Chikito y el Poppy. Este último aún sigue abierto y regentado con la misma dedicación y cordialidad de aquel entonces. Del Chikito echamos de menos a Chomin, que falleció en un accidente de tráfico y al que se le hizo un sentido homenaje en el 2010.

Los Apaloseko sacarían en 1992 un disco LP, Jodiendo la marrana, editado y distribuido por Walkiria, en el que incluirían la canción dedicada a la gobernadora in-civil: “Ella no sintió la porra machacando su gemido, ni la ira del que sangra por el pan de su hijo. ¡Ella nunca fue obrera!”.


Otro de los grupos punk de Cáceres de aquellos años (ya ensayando desde 1985), fue Mitad Norte, integrado por el Kabe, Jaime (el gordo), Yus, Pahíno y Ricardo. Su juventud era de escándalo. El nombre les venía porque casi todos eran de la mitad norte del país, si bien antes habían tenido otros nombres: Fauces, Araukanos, RPM, Jimmy Rexona y los Jaramagos…

De Cáceres también eran los Tirando Millas, rock-kaña, cuyos cinco componentes eran Tato, Palomo, Chico, Seco y David, todos ellos entre los 16 y los 19 años.

Aquellos primeros años de eclosión punk extremeña los grupos coincidían en los conciertos del 1º de Mayo organizados por la CNT, por lo general en Mérida, en la Isla, junto al río Guadiana

Y más al norte quedaban Plasencia y Jaraíz de la Vera. En Plasencia, Desakuerdo Social, que tocaban en bares como El Quijote o el Disco-pub Dalí y que también sacaron una maqueta al precio de 400 pesetas y en cuya publicidad se decía “rock en constante desprecio sobre lo asqueroso de la vida”. En Jaraíz Ano Pazao, rock radikal verato, formado por Fausto, Santi y Miguelín. Lo suyo era rock-revolución y ensayaban en los bajos del cine de Jaraíz.

En el perolo (Badajoz) estaban Los Parasites, integrado por Lolo, Antonio, Juan, Adri y Víctor, un grupo que cantaba en inglés. Empezaron en 1990 y mezclaban rock urbano y heavy con el punk. El bar de encuentro era el Ibiza, en la calle Meléndez Valdés, 49.


Aquellos primeros años de eclosión punk extremeña los grupos coincidían en los conciertos del 1º de Mayo organizados por la CNT, por lo general en Mérida, en la Isla, junto al río Guadiana, donde se celebraba una jornada festiva y reivindicativa. Fueron también memorables los dos conciertos organizados por la FREGA (Federación Regional Extremeña de Grupos Anarquistas) en el campo de fútbol de Montijo, en junio de 1991 y 1992, donde aparte de los acostumbrados (Apaloseko, Tirando Millas, etc.) tocaban grupos venidos de Portugal, como Corrosao Caotica y Lulu Blind, ambos de Lisboa, así como el concierto del 25 de agosto de 1991 en Piornal, en solidaridad con Médicos sin Fronteras, donde tocaron también Desorden y Os Vergalhudos, el grupo galego donde tocaba Paquinho el Gaitero, Paco Castejón, de Casar de Cáceres, quien se declaró insumiso y siguió la estrategia de la insumisión total, negándose a reconocer al tribunal de Cáceres que había de juzgarle y a presentarse ante él, siendo puesto en busca y captura. Finalmente se exilió a Alemania, donde siguió participando en colectivos ácratas.

Entre tantos grupos masculinos, hubo también grupos integrados por mujeres, como Seqzion Mortuoria de Almendralejo, creado en 1992 y liderado por Mada Sanguino, o Akosados, de Montijo

Todos estos grupos participaban activamente en cuantas luchas y movilizaciones sociales se convocaban a pie de calle, en compañía de los colectivos organizadores. Algunos componentes practicaban el vegetarianismo. Se denunciaron leyes como la Ley de la patada en la puerta (la Ley Corcuera), la Ley del aborto, las reformas laborales, las corridas de toros, la Exposición Universal de 1992, la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, las Guerras del Golfo, las nucleares, etc. Sus letras eran más que contestarias: denunciaban el continuismo del franquismo que nos pretendieron vender con el invento de la transición y el fascismo latente en todas aquellas instituciones que habían pasado, de la noche a la mañana, a ser “democráticas”. A excepción de la última hornada de cantautores cuyas letras tenían algún significado social y político, ninguna otra corriente musical ‒salvo la ligada al heavy‒ revistió sus letras de una intención tan revolucionaria. Y entre tantos grupos masculinos, hubo también grupos integrados por mujeres, como Seqzion Mortuoria de Almendralejo, creado en 1992 y liderado por Mada Sanguino, o Akosados, de Montijo, con Susi Cedrún, que surgió en 1990 después de Los Kanallas.


Hubo todo eso y mucho más. Grupos que sonaron fuerte dentro de Extremadura mientras otro, autotitulado de rock transgresivo, comenzaba a sonar fuera, inmerso en el mercado a gran escala de la música, muy acorde con lo que la revista Ajoblanco publicó en su número 88, de septiembre de 1996, en un artículo firmado por James Petras y Todd Cavaluzi, bajo el título Capitalismo y música popular. En él se denunciaba que “hoy los artistas, en los discos que graban, captan la cólera de un sector de la sociedad, la envasan y la distribuyen como si fuera un producto de consumo (…). Hoy (los músicos) rebeldes millonarios desvían la atención del público y canalizan sus reacciones hacia una especie de catarsis periódica que es, fundamentalmente, de índole privada y apolítica. La violencia de la letra de las canciones obedece a una pura demagogia musical basada en la provocación personal, elementos todos ellos integrados dentro de unas redes comerciales extremadamente rentables”.

Faltaría hablar de muchos otros grupos, cuyo origen, estela e historia podemos seguir en el blog “Crónicas del paseo marítimo”, de la mano de Pepe Rades, un excelente blog sobre la historia de la música en Extremadura. Ninguno de ellos tenía un estilo musical puro, con mezclas que recogían todas las tendencias del rock radical. Algunos de estos grupos son Askerosa Koincidencia, Zirrosis Krónica, Amigos del Príncipe, U.H.P. Klave, KNO (Kondenominaziondeorigen), Koma Etílico, Berre del Buyete, Padre Miseria, Vamos Palla, DAV (Destruye al Violador), Los de Abajo… y otros que seguramente dejaremos en el tintero (pedimos disculpas y animamos a contar su historia en los comentarios) pero cuya huella es fácil de encontrar en las crónicas mencionadas.

Fueron los años bárbaros, el nombre del blog donde Leandro Alonso Alegre, de los Apaloseko y excelente amigo, vierte algunas de estas historias. La carátula del primer y último LP de su grupo, Jodiendo la marrana, dejó claro a quienes iban dirigidas todas aquellas canciones:

“A todos los grupos, que con sus canciones nos han hecho sentirnos bien y meternos mala hostia en las entrañas, a los que salen de debajo de las piedras para decir lo que piensan ¡Y QUE VIVA ESKORBUTO, VIVO O MUERTO!”.

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